India fabrica coches baratos

No me equivoco si digo que esta noticia ha dado la vuelta al mundo. Los fabricantes indios están a punto de sacar al mercado los coches ultrabaratos, con precios inferiores incluso a los 2.000 euros. El proyecto más avanzado es el de Tata, que esta semana presentará en el Salón del Automóvil de Nueva Delhi el utilitario más barato del mundo, con un precio de 2.500 dólares (1.699 euros). El siguiente proyecto es el que impulsan Renault y su socio indio, Bajaj, que ayer presentó un prototipo de lo que será su futuro coche. Adaptar el vehículo para cumplir las reglamentaciones europeas elevaría el precio a unos 5.500 euros. Otro estudio de la consultora Roland Berger estima que en el 2012 se venderán 18 millones de coches por debajo de los 6.800 euros en todo el mundo. Los fabricantes indios están "abriendo un nuevo mercado con grandes posibilidades de expansión, pero al margen de los países occidentales".
El por qué adaptarlos a la normativa europea, triplica el precio del coche. Pues muy fácil, para nada llevan los elementos necesarios para reducir la contaminación; dirán, y yo lo veo hasta lógico, que bastante hemos contaminado nosotros, como para que a ellos les hagamos ahora pasar por el aro. Si a esto le sumamos que ya mismo China, o bien fabricara otro de las mismas características, o utilizara el indio, nos podemos hacer una idea de cuantas toneladas nuevas de CO2 elevaremos a la atmosfera.
Pero no vayamos a echarle la culpa a los indios y a los chinos del basurero en que estamos convirtiendo este planeta. En la actualidad, según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Transporte (UNCTAD), más del 90% del comercio mundial se transporta por mar. Traducido a cifras reales, en el año 2003 se transportaron por mar 6.100 millones de toneladas, un 3,7% más que el año anterior.
La importancia estratégica del comercio marítimo se refleja en los datos del sector del transporte, fundamentalmente en lo que se refiere a barcos fletados y toneladas de peso muerto de los mismos (dwg) o capacidad de carga de un barco.
Según datos de las Naciones Unidas, los barcos de mercancías y petroleros representan el 72,9% del total de la flota mundial. A 1 de enero de 2005, el número de barcos de mercancías en todo el mundo era de 46.222, que suponían en su totalidad 597 millones de dwg. Podéis hacer un calculo, si os digo que yo navegue en un barco de 260.000 toneladas de peso muerto (dwg) y el motorcito que lo impulsaba era de 32.000 CV.
A esto le sumamos 23.000 aviones de pasajeros que se construirán de aquí al 2025, mas los 35 millones de vehículos aparte de los anteriormente citados, que me diga alguien lo que van a respirar nuestros nietos.
Lo que me indigna es tanto protocolo de Kioto y tanta conferencia de Al Gore (Que sus buenas perras sacara), ¿para que sirven?. Nos engañan como a chinos y nunca mejor dicho.

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Historia de una tortuga boba


En su día hice una entrada en este blog al que titule Atardeceres en mi bahía. Si fue esta la causa por la que me llego esta historia, vendita sea. Si es otra, bienvenida. 
Sé que es otra.
Ese deleite tuyo con los atardeceres me recuerda mucho a una época en que, sin compromisos ni obligaciones (o con la única obligación de estudiar) pasé en Grecia, al sur del Peloponeso, con una organización dedicada a proteger a la tortuga boba.
Vivíamos en la playa, cada uno en su tienda y con un chamizo que hacía las veces de "cocina" o "sala de estar". Yo fui la última en llegar esa temporada, así que no quedaba prácticamente nadie, los huevos ya habían sido puestos y los nidos, en su mayoría, estaban ya inventariados, así que mi tarea era vigilar las protecciones contra depredadores de los mismos, hacer guardia en los que habían sido puestos en zonas "delicadas", esto es, cerca de alguna población, foco de luz, etc. y, cuando eclosionaban, hacer un recuento de los huevos y su estado. Pues bien, durante ese viaje, lleno de aventuras* y vicisitudes por otra parte, estuve un mes y medio, prácticamente sola, en esa playa. No era tan paradisíaca como deben ser las de Costa Rica, pero para mí eran lo más cercano al paraíso. Hice muchas guardias nocturnas en los nidos que estaban "a punto", pero tardé en conseguir ver a una de ellas. El regalo vino en forma de paseo matutino, sin ninguna tarea asignada, cuando en uno de los nidos habían eclosionado los huevos la noche anterior, se podían ver perfectamente las huellas de las crías en dirección al mar y pensé, otra vez me lo he perdido pero, de repente, pude ver a una de ellas, del revés, sin poder voltearse para iniciar su camino a la vida. Me tomé la libertad de hacer de Dios en ese momento, y le di la vuelta; me desnudé, y la acompañé en esos primeros pasos hacia su existencia. Fue un momento ciertamente hermoso que nunca olvidaré. Tampoco suelo compartirlo con la gente pero, de alguna manera, has sido tú el que ahora me transportó a mí a ese momento de mi vida. 
Prometí volver, pero en la época de puesta, y poder disfrutar de la maravilla que tiene que ser contemplar a las madres, tan pesadas, tan despacio, hacer su tarea. No lo hice, no sé si lo haré, pero desde luego, es algo que no he olvidado. 
Pues bien, durante ese viaje, recuerdo los momentos en que me sentaba sola frente al mar. Mi mente a veces viajaba, pero otras, se quedaba estática, inmersa en ese escenario donde me sentía yo misma más que nunca. Una especie de comunión pseudomística con los elementos, con la naturaleza, con la VIDA. No sé por qué, pero no suelo volver con mi mente a esa experiencia que viví, o si lo hago, por las circunstancias (como una conversación que allí me lleve) suele ser de una manera muy superficial, pero hoy, con las fotos de tu atardecer, he vuelto a revivir todo ello. Recuerdo también que, al principio, me costaba mucho dormir con el ruido de las olas, y también lo que me costó, a la vuelta, poder conciliar el sueño sin oirlas. 
Me gusta haberlo recordado...
Y yo de habértelo hecho recordar.
 Cuando escribiste esta palabra, intuyo te supo a gloria.


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