Mi viaje a San José


En mi anterior escrito, he hablado de las putadas que me hicieron en la embajada española, putadas que fueron el avance de otra serie de ellas en la administración costarricense, pero todo en esta vida tiene su lado positivo, así que el por qué no hablar de él en mi viaje a San José.
La noche anterior a mi salida, tenía la intención de acostarme temprano, pero mi tertulia en la playa se animó con Rolo, “capitán” de panga de excursiones marítimas para guiris, a diferentes islas, y como no de mi amigo Javier, así que lo hice sobre las once.
Despertador a las tres de la mañana, a las y media llamo por teléfono a Javier, el cual al enterarse de que iba a San José, dice que me acompaña porque él tiene que comprar allí ocarinas para su negocio. A las cuatro llega el autobús y rumbo a Paquera; embarque en el ferry y a atravesar el Golfo de Nicoya. Sobre él me cogió el amanecer. Probablemente no sea el mas bonito que haya visto, pero fue precioso a pesar de estar seminublado.
En el atraque del Ferry, veo un pelicano, tan acostumbrado a convivir con los humanos que a poco más lo toco con las manos.
Taxi y autobús a San José. Tanto en de Paquera como en este así como en el ferry, a pesar de un cartel bastante explícito de prohibido dormir en los asientos, la mayor parte de la gente iba soñando con los angelitos.
Todo el día ocupado con el papeleo de mi dichosa residencia, y mejor olvidarlo. Ni siquiera comí, pero llegada la noche mi amigo Javier me lleva a conocer la ciudad. Es curioso que ya había estado antes aquí, y desconocía la zona más céntrica de la misma.
Avenida principal, calle peatonal muy concurrida, zona de comercio y entre esta y la avenida numero dos (o algo similar), monumentos como el teatro de la opera y otros dignos de ver.
Aprovecho mi estancia para comprar dos libros, tan difíciles de conseguir por la zona donde me ubico, Historia de Costa Rica y La década decisiva. Me gradúo la vista y me compro unas gafas, porque de la pareja que me traje, a una de ellas le rompí un cristal en uno de mis paseos (me las quito porque aunque parezca increíble con ellas puestas, se difumina la gama de verdes aquí existentes).
Hora de cenar y entro en un restaurante más que otra cosa para que coma Javier, puesto que a mí, mis avatares burocráticos me habían cerrado el estómago. Envidia me daba verlo comerse un hermoso plato de pollo guatemalteco. Me acompaña al Hotel Talamanca, donde no quiere quedarse, se va a dormir a Atenas donde viven los padres.
Despierto al día siguiente y ni sabía la hora (ya hace más de un año que no utilizo reloj), pongo la televisión y ya sé por dónde ando. Ducha y ahora viene lo bueno, porque supuestamente solo iba a estar una mañana, así que no traje ni cepillo de dientes ni peine ni nada, así que a peinarme y a cepillarme con los dedos.
Llega Javier, vamos a la embajada española a hacer una última consulta y él dice de quedarse a recoger sus ocarinas y a recogerme los documentos que habíamos tramitado.
Vuelta a Puntarenas, me llego por Migración y ya en el ferry veo a mi amigo Edward, otro “capitán” de panga con el que hago el trayecto.
¡Por fin en mi pueblo! Me pego un baño y me voy a la playa a respirar la marina.En mi anterior escrito, he hablado de las putadas que me hicieron en la embajada española, putadas que fueron el avance de otra serie de ellas en la administración costarricense, pero todo en esta vida tiene su lado positivo, así que el por qué no hablar de él en mi viaje a San José.
La noche anterior a mi salida, tenía la intención de acostarme temprano, pero mi tertulia en la playa se animó con Rolo, “capitán” de panga de excursiones marítimas para guiris, a diferentes islas, y como no de mi amigo Javier, así que lo hice sobre las once.
Despertador a las tres de la mañana, a las y media llamo por teléfono a Javier, el cual al enterarse de que iba a San José, dice que me acompaña porque él tiene que comprar allí ocarinas para su negocio. A las cuatro llega el autobús y rumbo a Paquera; embarque en el ferry y a atravesar el Golfo de Nicoya. Sobre él me cogió el amanecer. Probablemente no sea el mas bonito que haya visto, pero fue precioso a pesar de estar seminublado.
En el atraque del Ferry, veo un pelicano, tan acostumbrado a convivir con los humanos que a poco más lo toco con las manos.
Taxi y autobús a San José. Tanto en de Paquera como en este así como en el ferry, a pesar de un cartel bastante explícito de prohibido dormir en los asientos, la mayor parte de la gente iba soñando con los angelitos.
Todo el día ocupado con el papeleo de mi dichosa residencia, y mejor olvidarlo. Ni siquiera comí, pero llegada la noche mi amigo Javier me lleva a conocer la ciudad. Es curioso que ya había estado antes aquí, y desconocía la zona más céntrica de la misma.
Avenida principal, calle peatonal muy concurrida, zona de comercio y entre esta y la avenida numero dos (o algo similar), monumentos como el teatro de la opera y otros dignos de ver.
Aprovecho mi estancia para comprar dos libros, tan difíciles de conseguir por la zona donde me ubico, Historia de Costa Rica y La década decisiva. Me gradúo la vista y me compro unas gafas, porque de la pareja que me traje, a una de ellas le rompí un cristal en uno de mis paseos (me las quito porque aunque parezca increíble con ellas puestas, se difumina la gama de verdes aquí existentes).
Hora de cenar y entro en un restaurante más que otra cosa para que coma Javier, puesto que a mí, mis avatares burocráticos me habían cerrado el estómago. Envidia me daba verlo comerse un hermoso plato de pollo guatemalteco. Me acompaña al Hotel Talamanca, donde no quiere quedarse, se va a dormir a Atenas donde viven los padres.
Despierto al día siguiente y ni sabía la hora (ya hace más de un año que no utilizo reloj), pongo la televisión y ya sé por dónde ando. Ducha y ahora viene lo bueno, porque supuestamente solo iba a estar una mañana, así que no traje ni cepillo de dientes ni peine ni nada, así que a peinarme y a cepillarme con los dedos.
Llega Javier, vamos a la embajada española a hacer una última consulta y él dice de quedarse a recoger sus ocarinas y a recogerme los documentos que habíamos tramitado.
Vuelta a Puntarenas, me llego por Migración y ya en el ferry veo a mi amigo Edward, otro “capitán” de panga con el que hago el trayecto.
¡Por fin en mi pueblo! Me pego un baño y me voy a la playa a respirar la marina.
En mi anterior escrito, he hablado de las putadas que me hicieron en la embajada española, putadas que fueron el avance de otra serie de ellas en la administración costarricense, pero todo en esta vida tiene su lado positivo, así que el por qué no hablar de él en mi viaje a San José.
La noche anterior a mi salida, tenía la intención de acostarme temprano, pero mi tertulia en la playa se animó con Rolo, “capitán” de panga de excursiones marítimas para guiris, a diferentes islas, y como no de mi amigo Javier, así que lo hice sobre las once.
Despertador a las tres de la mañana, a las y media llamo por teléfono a Javier, el cual al enterarse de que iba a San José, dice que me acompaña porque él tiene que comprar allí ocarinas para su negocio. A las cuatro llega el autobús y rumbo a Paquera; embarque en el ferry y a atravesar el Golfo de Nicoya. Sobre él me cogió el amanecer. Probablemente no sea el mas bonito que haya visto, pero fue precioso a pesar de estar seminublado.
En el atraque del Ferry, veo un pelicano, tan acostumbrado a convivir con los humanos que a poco más lo toco con las manos.
Taxi y autobús a San José. Tanto en de Paquera como en este así como en el ferry, a pesar de un cartel bastante explícito de prohibido dormir en los asientos, la mayor parte de la gente iba soñando con los angelitos.
Todo el día ocupado con el papeleo de mi dichosa residencia, y mejor olvidarlo. Ni siquiera comí, pero llegada la noche mi amigo Javier me lleva a conocer la ciudad. Es curioso que ya había estado antes aquí, y desconocía la zona más céntrica de la misma.
Avenida principal, calle peatonal muy concurrida, zona de comercio y entre esta y la avenida numero dos (o algo similar), monumentos como el teatro de la opera y otros dignos de ver.
Aprovecho mi estancia para comprar dos libros, tan difíciles de conseguir por la zona donde me ubico, Historia de Costa Rica y La década decisiva. Me gradúo la vista y me compro unas gafas, porque de la pareja que me traje, a una de ellas le rompí un cristal en uno de mis paseos (me las quito porque aunque parezca increíble con ellas puestas, se difumina la gama de verdes aquí existentes).
Hora de cenar y entro en un restaurante más que otra cosa para que coma Javier, puesto que a mí, mis avatares burocráticos me habían cerrado el estómago. Envidia me daba verlo comerse un hermoso plato de pollo guatemalteco. Me acompaña al Hotel Talamanca, donde no quiere quedarse, se va a dormir a Atenas donde viven los padres.
Despierto al día siguiente y ni sabía la hora (ya hace más de un año que no utilizo reloj), pongo la televisión y ya sé por dónde ando. Ducha y ahora viene lo bueno, porque supuestamente solo iba a estar una mañana, así que no traje ni cepillo de dientes ni peine ni nada, así que a peinarme y a cepillarme con los dedos.
Llega Javier, vamos a la embajada española a hacer una última consulta y él dice de quedarse a recoger sus ocarinas y a recogerme los documentos que habíamos tramitado.
Vuelta a Puntarenas, me llego por Migración y ya en el ferry veo a mi amigo Edward, otro “capitán” de panga con el que hago el trayecto.
¡Por fin en mi pueblo! Me pego un baño y me voy a la playa a respirar la marina.









Posterior a este viaje hice  del que disfrute y bastante.
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Embajada española en Costa Rica… ¡Que desastre!

Ya en su día, escribí mis primeras relaciones con la supuesta embajada de España en Costa Rica.
El pasado día veintiséis, me llegue a San José a presentar unos documentos, que en teoría y según mi abogado/notario costarricense, se resolvían en unos minutos.
Entrada en la embajada, donde poco les falto para ponerme en pelotas; me dije, no pasa nada, es normal, como no me he cortado el pelo desde que llegue de España y encima tengo barba, me han confundido con Osama; sí, el Ben Laden.

Señorica que me atiende, costarricense ella como debe ser en una embajada española y a la cual se le ha contagiado la malafollá de los pocos españoles que en ella existen.
Primera sorpresa, me dice que me saldrá más barato que me busque a un notario fuera de la embajada, que pasarlos por uno allí, y van dos. Efectivamente, hago mis cálculos y por lo que ellos me cobraban 280.000 colones, fuera me lo hacen por 50.000. Le pregunto si han privatizado el servicio que prestan, no entiende mi indirecta, a lo que le digo que si en vez de ser un servicio a los ciudadanos españoles se ha convertido en un negocio. Aumenta su cara de desprecio hacia mí.
Pasa por allí, otro personaje, y me pregunta: español ¿no?... ¿Como le va? Mi ira estaba a tope así que con él la descargo. ¡Fataaaal! Entre otras cosas les recuerdo que ellos están cobrando un sueldo gracias a los impuestos que he pagado en mi dilatada vida. Me responde que seguro el embajador no esta informado de esto y que él se lo comunicara, al día siguiente, me dice que esta forma de actuar son órdenes de Madrid, suponiendo que con eso me iba a contentar. La verdad es que cambiaron a la señorica de ayer y la de hoy me atiende con exquisita amabilidad, pero eso no quita para que la de ayer, me mandara al Ministerio de Asuntos Exteriores de Costa Rica, sin avisarme que antes tenia que pasar por la Dirección Nacional de Notariado, así que tiempo perdido en una gran cola, llegando a este ultimo a la hora de cierre donde me dijeron que ninguno de los documentos que llevaba reunían los requisitos necesarios. ¿Esto no me lo podían haber dicho ellos evitando que tuviera que estar tres días en San José, con el consiguiente gasto de hotel comidas y demás gabelas?
Siempre he dicho que soñar es bonito, y que no se el por qué me había imaginado a las embajadas desviviéndose por facilitarle la vida a los pobres españoles que por el extranjero andan.
Españolito de a pie, solo te deseo si decides salir de España que no tengas que recurrir a ellas.
Es curioso lo bonito que te lo ponen en la pagina web de mi . Para atender a nuestros compatriotas en el extranjero… (Lejos de España me ha emocionado lo de compatriotas). Prestarle servicios de Registro Civil, NOTARIALES, de legalización de documentos, o de remisión de comunicaciones e instancias a organismos españoles. ¡Puta mentira!
No soy solo el que se .

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