Un clavo ardiendo y sentimientos de impotencia

Andrés, el hombre sin patria (Ya sobre él)

Cada vez me siento más un… ¿proselitista?..¿Misionero?.. ¿Predicador? No, no encuentro la palabra. Debo estar cerca pero no encuentro la palabra y precisamente las tres que he colocado las detesto. Quizás donde más me ubico es en clavo ardiendo (intentar cualquier recurso o medio con tal de obtener lo que se pretende), pero que palabra es la que define a este recurso o medio, no la localizo. Quizás reciba ayuda.
No estamos en época de abundancia por estas fechas: El turismo esta bajo mínimos, el que saca quince kilos de picuda, a 1.000 colones el Kg. (muy buen precio), se da con un canto en los dientes y mis contertulios, la verdad sea dicha, no se de que sobreviven, y temo preguntarles porque me había prometido no dar un colon más, y semejante indagación acaba mal para mi peculio.
Puede que por esta falta de recursos, cuando esporádicamente les llega, lo que para ellos es una fortuna, vuelven a las andadas y bien con guaro, puros, colombiana o una mezcla de todas se transportan al mundo de las tinieblas, y así digo porque hasta allí deben arribar, puesto que cuando llega la temida goma, no recuerdan ni cuantos días estuvieron en él, ni cuanto gastaron, ni por supuesto lo que hicieron.
Por estas fechas los atardeceres, no son los más bonitos, pero no solo de alimentar la vista vive el hombre, como decía mi amiga anónima, mi mente a veces viaja, pero otras, se queda estática, inmersa en ese escenario de bosques, pangas, nubes, relámpagos y otros, donde me siento yo mismo más que nunca. El súmmum, es cuando en esta contemplación entro en una especie de éxtasis, difícil de describir, en el que no piensas.
No me dejan. Cristian, Pelos finos, aunque a este jamás lo vi fuera de si, Leroy, por citar algunos de los últimos, no me dejan.
Ayer le toco a Nelson. Son muchas las veces que se acercó a mí, incluso algunas las que ha llorado, diciéndome que quería salir del alcohol. Es un tiempo el que lleva sin hacerlo; una operación, no se exactamente de qué, pero grave debió ser, porque me dijo que jamás había visto la muerte tan cerca, le ha hecho renunciar al guaro, pero no las tiene todas consigo y prueba de ello es que me estuvo contando sus tentaciones y la persecución de los amigos, cabrones hijos de puta, que le incitan a beber de nuevo.
Precisamente ayer cuando me dirigía hacia la playa, alguien me regalo La isla de los hombres solos, sabia de mi interés por su lectura y lo difícil de conseguir por esta parte del mundo. Charlando con Nelson se nos fue el santo al cielo, regresamos andando, y cuando llegué caí en la ausencia del libro. Cojo el carro y en cinco minutos estaba en mi mesa. Había desaparecido.
Hoy pregunto en el Súper y en Los Gitanos, por si alguien lo hubiera dejado y para que se corra la voz de quien lo había perdido. Pero no, sé que este no es el medio y recurro a mis amigos. Pasa Andrés con Alvarito (hermano de Toro y de Mariano a los que ya he mencionado antes) y lo llamo diciéndole que me localice al amigo de lo ajeno, me lo promete pero entre col y col lechuga: Pobrecito Alvarito, tiene una goma terrible y el patrón le ha dicho que mañana se tiene que presentar (por supuesto hoy también tenía que haber ido) y no tenemos ni para un botellín de guaro para que se le pase. Toma Andrés [le doy un billete de mil colones y unas monedas sueltas (unos dos euros)]. Rápidamente, se dirigen al Súper y a la vuelta cuando Alvarito se dirigía hacia su casa, se acerca por mi mesa y más que con palabras, con el gesto de su cara me da unas gracias de las de verdad. Continúa pero se me sienta Andrés y también hasta la hora de venirnos. Por su boca van discurriendo los pasajes en los que se ha gastado verdaderas fortunas, y casos en los empezaba siendo propietario de un terreno y acababa sin él, y que en su casa no tiene ni para comer [me dice que recurre a unas hierbas a las que llama cuadrados (supongo son una especie de bananos no dulces)], y curiosamente lo siente mas por su perro que por él.
Como norma general, todos recurren a su dios, para que los saque del pozo sin fondo en el que se hallan. Hoy Andrés, que también se lo pedía a sus padres (me recuerda que nada hicieron por él), muertos ellos, me dice que es a mí a quien promete que no volverá a tomar nada y que como prueba, le saque una foto que sirva de acta (la máquina la tenía encima de la mesa).
Hace tiempo que deje de regañarles. Simplemente los escucho y aprovecho cuando le ruegan a dios para decirles que él poco podrá hacer, si antes no se lo proponen ellos.
Estoy seguro que limpio me va a durar aproximadamente un mes, si fuera definitivo creeré en los milagros.
Siento sentimientos de impotencia, o al menos con ellos vengo hoy. Es buena gente.
¡A! El libro me apareció después.

Picuda/barracuda


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