El perro más desgraciado del mundo


Desde Barcelona a Montevideo, pasando por otros lugares de este alejado planeta, me llegan sugerencias de que siga escribiendo, y no retomo el teclado por ellas (con perdón), sino por seguir con una costumbre que adquirí en un momento bastante desagradable de mi vida y en la que encontré muy buenas satisfacciones, y sin pretenderlo, me puso en contacto con una serie de personas, muy especiales todas ellas, y a las que tengo bastante que agradecerles.
También es verdad que rehúyo de las obligaciones y no quiero que esta lo sea. Escribo porque me gusta, pero sin marcarme el día y la hora en que tengo que hacerlo.
La razón de no haber escrito, al menos con la asiduidad con que lo he hecho hasta ahora es muy simple: estoy en una nube de la que no me quiero bajar porque desde ella observo a otra muy distante y negra y no precisamente porque las condiciones atmosferitas sean las adecuadas para tal no color, sino porque no ha conocido el arco iris, y le cuesta reconocer que puede entra en la gama cromática.
Temas para escribir me sobran; desde mandar a tomar por el culo a Blogger, por no advertir que las imágenes de blog las conserva en Picasa, con lo cual y debido a mi manía de hacer desaparecer todo lo que no considero útil, se me han evaporado la gran mayoría del mío (he visto el pretexto perfecto para evaporarlo por completo), contar la ultima crisis amorosa de Helena (la canadiense) con More (el negro/Jorge), el dilucidar, mientras escribo por supuesto, el por qué para algunos es una obligación afeitarse el vello facial y no el púbico, hablar sobre las fiestas de Cóbano, mi capitá, hasta escribir sobre el perro mas vagabundo que he conocido; pero no, hoy le ha tocado a su congénere mas desgraciado.
El perrillo, así lo llamo desde nuestro primer contacto, es desgraciado pero no tonto. No fue solo a mi al que solo verme empezó a hacerme fiestas, lo hacia con todos los gringos, lo que demuestra que no hay mucha diferencia entre los humanos y los perrunos ticos (todos los humanos de este lugar que no me conocen y quieren entablar conversación conmigo lo hacen en ingles) y pienso que el razonamiento del perro es bien simple: estos hijos de puta no solo no me pegan patadas, sino que encima me acarician.
Mi playa esta situada cien metros al sur de donde vivo (en este país todo esta situado cien metros al sur de algo) y en mi desplazamiento hacia a la misma tenia que pasar por su morada, donde me esperaba y me hacia sus consabidas fiestas. Me acompañaba una cierta distancia, pero al llegar al territorio de la perra malafollá del rentacar de cuadras y jet acuáticas, su miedo era superior a mis caricias, así que con cara de pena estaba un rato observándome mientras desaparecía. Un día me propuse que pasara, no solo enfrentándome a la puñetera perra, sino que tuve que llevarlo casi a rastras. No fue el único territorio enemigo que tuvo que cruzar, por lo que tampoco fue el primer día que me lo propuse el que me acompaño a mi destino final, pero el que la sigue la consigue y el pobre perrillo un día descubrió el mar. Alucinaba. Ni que decir tiene que me esperaba hasta volver. Era demasiado el terreno hostil el que tenia que recorrer él solo.
Que recibía patadas, era cosa segura.
Una tarde vi que no me esperaba, por lo que pensé algo malo le había ocurrido y en poco me equivoqué. Pregunté y me informaron que un carro lo había atropellado. Sobrevivió aunque cojo perdido.
Yo daba por seguro que solo los humanos éramos la única especie que tropezaba dos veces en la misma piedra, pero no, al pobre perrillo lo volvió a atropellar otro carro.
Con las dos patas de estribor jodidas y la trompa maltrecha, me seguía acompañando, y a la vuelta lo hacia hasta mi casa. Se lo agradecía echándole una salchicha o similar, pero pronto comprendí que la cosa no me era muy rentable, por lo que le compre un saco de pienso. Si alucinó con la vista de la bahía, con su cacharro de pienso, ya no se lo acababa de creer; me miraba como preguntándome: ¿de verdad me puedo comer esto y no me pegaras por hacerlo?
El perro ya era mío, aunque no había quien le quitara sus escapadas. Era feliz siendo un perro realengo.
Primer inconveniente para nuestra convivencia: jamás he visto a un perro tan lleno de reznos.
Lávalo con este champú, pero después lo enjuaga bien.
Ni caso; lo lave con él y no lo enjuagué. O bien la garrapatas bajo los efectos del champú o el champú en si, debían de picarle bien, porque las corridas que daba y al final de las mismas los restregones contra cualquier piedra u objeto punzante con el que se encontrara, eran alarmantes.


No desaparecieron los reznos a pesar de varios lavados. Lo único que conseguí es que hiciera mucho deporte. Vuelta a la cooperativa y explico el caso.
Póngale esta inyección y remedio santo.
Oiga, en la vida he puesto semejante cosa, aunque en su día estudié algo así como medicina naval.
Es muy fácil… Explicación al canto.
Pellizco en la piel del cuello, aguja paralela al suelo, pinchazo, atravieso su piel por dos veces y me pincho en el dedo gordo. A repetir la operación. Los aullidos del animal se escuchaban en la Conchinchina. Por supuesto lo tenia atado y bien atado.
De remedio santo nada.
Hablo con un veterinario que cada cierto tiempo aparece por aquí y me dice: es inútil, hay perros que tienen una sangre exquisita para esos bichejos, y el tuyo la tiene, así que como no sea que todos los días, a base de pinzas, lo desparasites, siempre estará lleno de ellos.
En esas estaba cuando por aquí aparece la gata. La gata que era experta en cazar iguanas dice que eso es mucho deporte y decide comerse el pienso del perro (ley del mínimo esfuerzo). Pero aquí no acaban las desgracias del pobre. Yo tenia asumido que la cadena de poderío era perro/gato/ratón, pero no, la gata ha desplazado al perro. O será que esa cadena es hembra/macho. No hay forma de que entre en esta casa mientras este la gata y siempre lo esta. De aquí no hay quien la eche.

El pobre perro a pesar de no recibir recompensa, o quizás la de las caricias sea suficiente, me sigue acompañando, aunque a la vuelta se queda en su casa.

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De brujas y escobas


Que la historia la escriben los vencedores es harto sabido, y por citar un ejemplo reciente e incluso de plena actualidad, me referiré a Guantánamo. La desinformación que tenemos sobre el tema al menos para mi es acojonante. ¿Qué dirá sobre él la historia musulmana (que no mahometana)?
En lo referente a la historia oficial, hay casos de puta vergüenza y hace poco me réferi a uno precisamente del país en el que me encuentro. Que en la historia del mismo no hay héroes ni hazañas dignas de mención, pues se inventan, lo inventado lo enseñan en las escuelas e incluso lo hacen fiesta nacional y todos tan panchos.
Dejemos la historia y continuemos con los latiguillos que nos han grabado en el cerebro a través de los medios de información con unos intereses creados, de vete a saber quien (aunque en algunos caso están clarísimos). La lista seria interminable pero también recurriré a algunas de actualidad: Pandemia marrana, pandemia aviar, agujero de ozono, calentamiento global, relación tabaco cáncer de pulmón, y no acabaría.
Por la web, circulan dos personajes, Guaicaipuro Cuauhtemoc (que no existió) y el Jefe Seattle (este si existió, pero los ecologistas lo tienen como bandera por un mas que dudoso discurso), de los que, en especial el primero, me han hecho sudar lagrimas de teclado (que no de sangre, ni de tinta) con un supuesto escritor (así se autotitulaba él) venezolano ante su insistencia en que si existió y mis demostraciones de que no (el final fue un para ti la perra gorda por mi parte). Pon cualquiera de estos nombres en un buscador, y encontraras información hasta el tamaño de su miembro viril.
Sigamos con la literatura, en este caso infantil. El por qué todos los cuentos de príncipes azules (Blancanieves, La bella durmiente, Cenicienta) acaban en boda como final feliz y no en la cama (si lo estas pensando, no soy ningún obseso sexual). En el caso de Blancanieves, habría que leer las otras versiones que por ahí existen de sus relaciones con los enanitos.
Creo me perdí.
Si, pensaba hablar sobre las brujas, las escobas y de volar. Estas tres palabras, en realidad están muy relacionadas, pero si nos mencionan a una bruja, la imagen que rápidamente se nos viene a la cabeza es la de una señora fea (otras historias tradicionales de brujas hablan de mujeres increíblemente hermosas), con un sombrero ridículo y por supuesto cabalgando/volando sobre una escoba, y al parecer las brujas ni utilizaban tal artilugio como si de un Airbus se tratara, ni los vuelos eran aéreos.
Que en los aquelarres, usaban alucinógenos [también al parecer los extraían de sapos (sapos, brujas, ¿te suena?), aunque citan otros muchos] es un hecho demostrado, y que para alcanzar el éxtasis durante el rito no se podía calcular con exactitud la dosis (una cantidad letal estaba muy cercana a la dosis de uso), por lo que era muy peligroso administrarlas por vía oral, así que los alucinógenos se aplicaban en forma de ungüento por vía vaginal [también se habla de anal (supongo que en este caso serian brujos)]. Doy por supuesto que en aquella época no existían los Sex Shop, y también que una herramienta a mano de cualquier mujer, fuera bruja o no, era la escoba, así que ya tenemos la primera relación bruja/escoba.
Ya en 1451 Alfonso de Torado, obispo de Ávila, sugirió que los vuelos de las brujas no eran sobrenaturales sino efectos alucinatorios de las drogas, de sus brebajes, un juicio asombrosamente exacto para la época.
Ya cerramos el círculo.
¿Satisfecha?..¡So curiosa! Hay mucha mas información.

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Primer viaje de María a Costa Rica

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Alguien le había dicho que yo tenía un blog, y se puso en contacto conmigo. Fue mucho el tiempo que estuvimos intercambiando correos y hablando por Messenger.
Estaba bastante enferma: rotura de pelvis, tensión alta, problemas de corazón, por no decir que estaba inmersa en una depresión (cosa que ella no quería reconocer), pero como siempre, en las peores situaciones tiraba hacia adelante, y un día, sin pensárselo mucho, fue a visitarme.
Resucito. Se le veía cara de felicidad.
Estuvo unos diez días (venia con billete de vuelta), pero me prometió que volvería.



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