De cómo puede peligrar la tercera pata

Hace unos días, no recuerdo exactamente que hacía, cuando escuché un chapoteo que deduje venia del retrete (recuerdo cuando me regañaban por utilizar esta palabra y podría hacer apología de la misma, pero no toca, así que mientras tanto dejo el siguiente , en el que el autor, bien la hace). Acerqueme al mismo y vi el bicho que en la imagen aparece. Este no es tu sitio, me dije, así que intente cogerlo por el cuello y echarlo a la calle, pero se retorció y me enseño sus fauces que no auguraban nada bueno, al menos para mis dedos. Podía haber utilizado un método expeditivo para acabar con él, pero no soy amigo de acabar con una vida así como así, por lo que me acorde de la gata que cuando por aquí apareció era buena y demás reptiles. La meto dentro del excusado, cierro la puerta del mismo y me dije que la naturaleza cumpla su función.
Nueva zapatiesta, miaus de ya he acabado, abro la puerta y efectivamente no veo el garrobo, pero me quedan serias dudas de si este no había vuelto por donde había venido.
Pasan los días y mentiría si no dijera que todas las mañanas al sentarme en tan noble artilugio, me acordaba del bichejo. ¿Y si sale sigilosamente y ciertos atributos le sirven de ayuda para abandonar definitivamente semejante lugar? No estaba a gusto.
Hoy salía de la piscina y voy a echar una meada y pum, aquí estaba de nuevo el bichejo. Piensa, me dije, por las mañanas no serás feliz, así que búscate una solución mejor que la del otro día.
Busco un mecate, hago una lazada, se la paso por el cuello y lo cazo. Voy con él a soltarlo en la calle, pero el nudo no quedo lo suficiente apretado así que cerca de la puerta, se escapa, esta vez la gata si estaba al acecho, el garrobo primero se defiende enseñando sus dientes, pero cambia de táctica y se hace el muerto, táctica en la que la gata es experta así que se pone a jugar con él y aquí me las iban a dar todas. Les empujo a los dos, los saco al patio, cierro la puerta y dejo que lo que tenga que ocurrir ocurra.
No se el final del garrobo, si de la gata, ahora mismo duerme junto a mis pies.



Cosas que solo me pasan a mí, seria la etiqueta.

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Los buchones/pelicanos/pelícanos en Bahía Ballena

En el encabezamiento pongo estos tres nombres, porque solo por los dos primeros se les conoce por esta zona. Quizá el mas común es el sin acento, que según la RAE, es el que tiene cano el pelo.

Si quieres verlos en la bahía, en cualquier época del año, no tienes más que acercarte por el embarcadero y allí tienes la impresión de que son animales domésticos. Están a la espera de la llegada de las pangas, y de la limpieza de sus pesquerías se alimentan. En este lugar ni hacen picados ni nada por el estilo. También forman rifirrafes entre ellos por la captura del despojo.
Hoy los pongo porque de vez en cuando, en grandes bandadas, se acercan a la orilla. Supongo que esto se debe a que acorralan a algún banco de peces y lo acercan a las aguas poco profundas donde les es más fácil pescar.
No se si es por épocas, o coincidencia de que las capturas de las pangas por estas fechas son bien escasas, motivo por el que al no tener comida fácil, arriman el hombro para alimentarse.
He estado sentado en un palo, con los pies en remojo, y aparte de fotografiándolos, los he estado observando. 
Qué es lo que mas me ha llamado la atención. Creo que donde mas torpes son, es al levantar el vuelo; vuelan tan a ras del agua que da la impresión de que la tocan, levantan unos cinco metros y hacen un picado, no se si al azar, o cuando tienen localizada a la presa.


Ya retirado a mi mesa, quería saber a donde se dirigían al anochecer. En esas estaba cuando llega Joan a hacer un descanso en su trabajo (no es necesario decir que se fuma un puro para quitarse el estrés) de venta ambulante de ceviche, dos minutos de charla, y visto y no visto, no quedaba ni uno.

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Publicado por Perroverde para Diario de un asceta en Costa Rica el 3/02/2010 08:22:00 p. m.



Hasta Javier tiene que ser políticamente correcto

Hace tiempo que Javier esta raro. Así es Javier, me digo. Lleva un tiempo que cuando viene de de su venta de abalorios en un hotel cercano, a pesar de hacerle señales para que se acercara por mi mesa, pasaba de largo, eso si, saludando con movimientos de su mano, pero también, cosa rara, sin dar una sola voz de las típicas en él.
Hace unos días que ni lo veo pasar y ya la cosa me escama más. Pasará mas tarde, pero no, aguanto hasta bastante entrada la noche y no. De hoy no pasa, me llego por su casa a saber de él.
Javier estaba sentado en su porche en su típica postura de los pies sobre la pared.
Javier, coño, me tienes preocupado, ¿te pasa algo?
La policía me echó, dándome tres minutos para que lo hiciera
Seria larga la historia. Javier lleva en este lugar más de veinte años, pero un día le cayó mal a uno de los dueños del hotel, en concreto a Simón. Un tío con el pelo rasta, que vende con grandes aspavientos, y que pone su mercancía sobre una bolsa negra de basura, no es buena imagen para el hotel, así que da ordenes a sus guardas de seguridad para que lo echen. Le explican que en Costa Rica la playa es de todos y es allí donde tiene su industria. El hijoputa español(los españoles en Hispanoamérica tenemos fama de tales y cada vez lo comprendo mas), no puede aceptar que un desgraciado pueda con uno de los dueños de un emporio hotelero, así que recurre a su accesoria jurídica. Javier no tiene patente (algo así como permiso de venta ambulante pero que solo sirve para un lugar en concreto). No es mucho lo que tarda en aparecer, no los guardias de seguridad, sino la policía, y lo echan. Javier que es muy pacifico pero a cabezón no le gana nadie, se saca la patente y sigue vendiendo en la playa del dichoso hotel.
Simón no concibe que un desgraciado como Javier pueda con él, así que la siguiente vez que aparece por estos lares le dice al responsable del hotel que haga lo que sea pero que no quiere verlo. El gerente ve peligrar su cargo, y llega a un trato con Javier: te doy… dólares por cada día que este Simón por aquí y no aparezcas. Javier encantado, es mas de lo que gana en un día normal, así que deseando que el hijoputa aparezca.
Hace nueve días se dejo caer por aquí, el gerente ha cambiado y no sabía la táctica del anterior así que llama directamente a la policía, con la mala suerte de que se encontraba sin patente.
Otra aclaración. Esta vez no un hijoputa sino una ... india, y para nada es racismo, sino que es india de verdad, y eso no quita para que lo sea, le saca a Javier hasta la cerilla de las orejas. Me es difícil comprender como sobrevive.
No se como lo hará, pero hasta que no pague la patente, el sabe que no puede volver.
Lo curioso del caso es que Javier no es el único vendedor ambulante que hay frente a esa mierda de hotel; que yo sepa al menos hay cinco nicas, que aparte de no tener patente están mas ilegales que la colombiana. El por qué la policía solo va en su busca, no lo entiendo, o lo dicho, Javier no es una persona políticamente correcta para el hijoputa Simón y la policía obedece ordenes extrañas, sin cumplir la ley.

Otrosí: Todos los días son de aprender. Hace unos días comí mango verde con sal. ¡Vaya cosa rica! Pues bien esta tarde veo a una niña que pasaba junto a mi mesa vendiendo unas bolsas de fruta [un rojo (mil colones) mas de un kilo], pregunto que clase de fruta es y me dicen que guayabas (a mi madre le encantaban). 
Pero vamos a ver si están más verdes que la hostia
Es así como están ricas
Compro una bolsa y las pruebo, ni siquiera con sal. Repito, ¡riquísimas! Lo que no se si esta noche despertare con un terrible dolor de barriga.


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