La juventud española agilipollada/humillada




Son algunas de las noticias que te puedes encontrar por ahí, aunque no es el tema de los debates de las televisiones más empeñados en cuales son los partidos políticos que mas roban, cosa que clama al cielo y que en caso de que nos contagiemos de las revueltas del norte de África, debían ser los primeros que vayan al paredón (Hacia tiempo que esta palabra no pasaba por mi mente). Para ellos ver la forma de relanzar la economía, la solución para los cinco millones de parados o la de esta generación de jóvenes, son temas que se resolverán solos. O peor, lo dejaran en manos de los inútiles políticos.
Otra noticia: . Pero la “señá” Merkel, no ofrece trabajo a todos los jóvenes españoles, sino a los más preparados.
Merece la pena hacer un inciso y leer estos dos artículos sobre quién manda en Europa y el por qué nos putean, aunque no dejo de reconocer que en este mundo sobreviven los listos y en esto los alemanes han llegado cuando nosotros no hemos salido, sobre todo con mandatarios como Zapatero y adláteres. Como muestra un botón: Los alemanes nos exportan BMW con todos los beneficios que para ellos supone, y nosotros les exportamos gente bien preparada, con todos los costes de universidad y demás y a cambio no recibimos ningún beneficio. Encima hay que estarles agradecidos.


Por más que pienso en las causas, sigo sin entender el de la juventud española a los desmanes a la que la está doblegando el sistema. Verdad es que no lo entiendo a la población española en general, pero bastante menos a la juventud. No comprendo que la del norte de África (España dobla el paro juvenil de los países árabes que han iniciado o están amenazados con revueltas juveniles) se revele contra sus opresores y en España no solo sean tan conformistas, sino que dan por hecho que lo suyo es lo más lógico y bajo ningún concepto hagan nada por remediarlo. No se les escucha. O si, hace unos días vi en la televisión una especie de encuesta y todos daban por hecho que les espera una vida peor que la que tuvieron sus padres. ¡Manda cojones! ¡Muchas ambiciones que tienen los pollos!


Los padres de mi época, tenían una obsesión: que sus hijos tuvieran una vida mejor que la que habían tenido ellos. Raro era el padre que no quería tener un hijo ingeniero o médico. No todos lo consiguieron. No tenían recursos económicos para costear los estudios, sino que mas bien hacían falta brazos que arrimaran más ingresos con los que subsistir las familias. Entre mi grupo de amigos de la niñez/juventud, el único que estudió fui yo, no sin grandes sacrificios de mis padres. La envidia de los otros (me veían como un privilegiado) y la envidia mía hacia ellos (ellos al trabajar al menos disponían del dinero suficiente para al menos costearse un paquete de tabaco, cosa que yo no podía).
Nosotros tuvimos gran parte de culpa. La economía fue mejorando y las posibilidades de estudiar fueron en aumento. Ya se había puesto en práctica la formación profesional, cosa que me pareció inútil, puesto que existía el aprendizaje en los centros de trabajo del que los chavales salían mucho mejor preparados y mejor adaptados a las necesidades de la empresa, pero al igual que los padres, a los jovenes, lo de la formación profesional les parecía de pobres, querían el BMW, o sea ingeniero o médico.
Eran carreras duras, y ya iba la construcción siendo la panacea, por lo que los jovenes, abandonaron estudios universitarios o de formación profesional por la muy noble profesión de albañil.
Estalló (más bien explosionó) la burbuja inmobiliaria y nos encontramos albañiles incapaz de manejar un puto ordenador y universitarios sobradamente preparados pero incapaces de encontrar trabajo porque no habíamos creado empresas que los absorbieran [todo era especular y enriquecerse con la puta construcción (esos son los buenos empresarios que hemos tenido en nuestro país, guiados por nuestros políticos)]. Resultado: Universitarios que tienen que camuflar su currículo para encontrar trabajo de camarero y desertores de la construcción que no saben hacer la o con un canuto.
Difícil solución le veo al menos en la próxima década. ¿Emigrar?.. Puede que los preparados sí, pero y los ¿otros?.. ¿Quizá robar? El caso es que hasta ahora han dado como hecho que lo normal es vivir en casa de los padres hasta los treinta años o más, pero a los padres también les ha llegado la crisis y no tendrán ni para darles para el botellón, así que también se está acabando la sopa boba.
Sigo desesperándome no ver ningún movimiento juvenil en el que se planteen estos problemas. Todo tiene un límite y el de la juventud española yo lo veo demasiado cerca. ¿Esperaran a verse como los del norte de África?



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La mujer con más redaños. Vivir y dejar vivir

La inexorable cuenta atrás

Cuando me propuse presentarle cara a mi depresión, empezaba el día bañándome en la piscina con temperatura ambiente que rondaba los cero grados. Me creía la persona con más fuerza de voluntad para conseguir algo, pero he descubierto aquello de Y cuando el rostro volvió, halló la respuesta, viendo que iba otro sabio cogiendo las hojas que él arrojó. Los hay con más.
Llevo unos escritos que no hago más que quejarme de la mala racha psíquica que estoy pasando. Quizá lo más desesperante es no poderle poner nombre ni los galenos que me han visto sepan ponérselo, pero puede que lo peor de todo es que estando convencido de que el cuerpo es una maquina, que aunque no perfecta, tiene los suficientes recursos para su propia curación, no hago nada por buscarlos y mucho menos activarlos (como hacía en el agua helada de la piscina), me he ido a la ley del mínimo esfuerzo diciéndome: Ya se activarán ellos solos (los recursos).
Pues bien, el otro sabio en este caso es María. Estoy convencido que desde muy joven, hizo su propia religión: el dar todo por los suyos, sin pensar lo más mínimo en ella. Han pasado los años y su cuerpo y su mente lo han pagado, pero al igual que hay judíos ortodoxos o islamistas mártires, es muy difícil sacarla de lo que para ella ha sido el fin último de su vida.
Si yo estoy convencido de que el cuerpo es una maquina cuasi perfecta que tiene los suficientes recursos para su propia curación, María lo lleva al extremo. Yo recurro a las drogas (medicinas) para intentar salir de mis achaques, pero ella ni eso. No cree en absoluto en ellas y su defensa es tirar hacia adelante, un tirar hacia adelante que le puede jugar una mala pasada.
La he visto agotada, y no sé de qué parte de su cuerpo saca fuerzas para continuar.
Debía ser ley de vida que ahora sean los demás los que le devuelvan parte de lo que ella ha dado por los otros, pero no, está convencida de que mientras le quede un halito de vida, es misión suya cuidar de los demás.
La verdad sea dicha, que son muchas las veces que le tengo envidia en ese tirar hacia adelante, pero rápidamente me sale mi yo egoísta y pienso que no, que estoy en el declive de mi vida, y si no pienso en que los demás hagan algo por mí, al menos que me dejen acabar mis días sin más problemas que los que los que me surjan a mí, que curiosamente en esta última época no son pocos. No todo lo que hemos hecho hasta ahora habrá sido bueno, pero estoy persuadido que en esta cuenta atrás, si no ser felices, al menos tenemos la obligación de intentarlo.
Hay veces que pienso que María se está acercando a mi mundo, pero en su cerebro tiene bien arraigado lo que para ella es todo lo contrario del egoísmo y cuando menos me lo espero, se me escapa igual que ave que tiene abrigar a sus polluelos.
Se perfectamente que ambos nos necesitamos (al menos yo a ella). También tengo la impresión de que ella junto a mi está viviendo una experiencia muy bonita y que desea que continúe, pero por otra parte, temo que ese no saber cortar el cordón umbilical que le une a su mundo anterior tenga un desenlace que nos pueda perjudicar y bastante.
Cuando hablamos de volver a Costa Rica, veo claramente sus dos yos. Uno lo ansía, pero el otro se ve a diez o doce mil kilómetros de sus polluelos, y que pasaría si uno de ellos tiene algún problema y ella no está cerca para arroparlo.
En esta mala racha que estoy pasando, se que desearía absorber mis males, ante la seguridad de que con su fortaleza, ella los soportaría y disfrutaría viéndome a mi feliz.
Estoy seguro de no haberte transmitido lo que siento por ti, pero me conformaría que entendieras, que los dos, solos, sin que ello implique que nos olvidemos de los demás, haríamos una piña perfecta.
Piensa que incluso se puede dar el caso que esas personas a las que tú tanto quieres cuidar, estén perfectamente capacitados para volar solos (si nosotros fuimos capaces, ¿ellos por qué no?), que quieran vivir su propia vida y que tú seas un incordio para que lo consigan.
¡Por favor! Piensa más en ti. En nosotros.

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El miedo y mi cansancio físico/mental


Parece ser, según últimos descubrimientos [al pobre cerebro lo están estudiando más que al alargamiento de la vida (empecinamiento de convertirnos en Matusalenes)], el interruptor del miedo rápido, está en una estructuras cerebrales del tamaño de una nuez llamadas amígdalas. Una especie de protocolo de emergencia, parte del órgano sensorial que perciba el peligro hasta el tálamo y la amígdala y el cuerpo se prepara para luchar o huir. Todo esto sucede de forma automática, sin un análisis consciente de la situación y en decimas de segundo.
El segundo mecanismo es más complejo, reacciona más lentamente y va a la corteza cerebral que procesa y valora todas las informaciones disponibles antes de sacar ninguna conclusión o emprender la huida o luchar. Ambos circuitos están interconectados, el problema es que la mayor parte de las conexiones van de la amígdala a la corteza cerebral, lo que se traduce en que la corteza, por su parte, tiene poca capacidad para influir en la amígdala. Dicho de otro modo, el miedo primitivo, siempre es más fuerte.

En mi anterior blog, son varias las veces que he hablado sobre el miedo. El escrito que precede a este lo he recuperado como algo curioso que padecí.
En el post recuperado (anterior a este) decía: después de salir del cenit de mi depresión, y lo que es por ahora, no siento ningún tipo de miedo, pero es que incluso anterior a la misma, he descrito situaciones en las que he visto llorar a los que me rodeaban por miedo a la muerte.
Ha sido relativamente hace poco cuando he descubierto que sí, que tengo miedo. En mi , lo descubrí y a base de bien. Tenía miedo a que me volvieran aquellos horribles dolores cuando se me obstruía la sonda y no podía expulsar los coágulos. Es muy curioso que le tuviera menos miedo a la muerte que al dolor (En especial recuerdo uno a las cuatro de la mañana, en el que no se el por qué me imagine con la cintura rodeada de unos cartuchos de dinamita y no encontraba el botón para hacerlos estallar. Lo hubiera hecho con sumo placer). Decía en este escrito.
Pero no, cuando me he puesto delante del teclado, mi intención no era hablar del miedo, sino de otros mecanismos del cerebro, que últimamente me traen a malparir y que posiblemente estén relacionados con el mismo. Pensaba hacerlo sobre un cansancio que estoy padeciendo y del que estoy hasta los cojones. Ayer precisamente estaba con él a tope, y curiosamente lo relacioné con el miedo, con ese que reacciona más lentamente y va a la corteza cerebral que procesa y valora todas las informaciones disponibles antes de sacar ninguna conclusión o emprender la huida o luchar. Lo jodido del caso es que no huyo, lucho, si es que se le puede llamar así, pero con verdadero miedo.
Miedo a nimiedades: Ir a dar de baja una cuenta a un banco, solucionar un problema con la empresa eléctrica, ir a la ciudad a meterme en ese tráfico que a mí me parece infernal. No es ese miedo al peligro, luego, me pregunto: ¿a qué coño es?
Supongo que el que está agotado fisicamente le dicen de descargar un camión de sacos de cemento, sentirá esta sensación que yo siento cuando pienso en que tengo al ir a darme de baja en el banco, solo que él piensa en su cuerpo y yo en mi mente.


Mi cansancio cuerpo/mente es total, y mi siguiente pregunta es: ¿y por qué?
Son tres veces las que he estado en el médico y las dos primeras me las ha relacionado con la operación de vejiga y con su posterior tratamiento, a la tercera le he dicho que el último urólogo que me ha visto, sugiere que eche las redes por otro lado, porque de esa no es la causa, así que no sé si por escapar a su falta de conocimiento y quitarse un coñazo de en medio, me ha dicho que es un problema de inadaptabilidad (¿Qué será eso?), pero curiosamente, yo me he aferrado a ella.
En mi estancia en Costa Rica, a pesar de encontrarme en un país extraño, me admiraba con las narices que le presentaba cara a cualquier problema que me surgiera, y sin ayuda de nadie. Llegué a enfrentarme con el Director General de Migración ante las pegas que me ponían para la obtención de mi residencia. ¿Qué me puede pasar? ¿Qué me echen del país?.. Pues me voy a otro.
Curiosamente esta apatía, cansancio o lo que sea, lo tengo desde que volví a España.
¿Cambio de sistema de vida? ¿Pasar de un clima ideal a unas temperaturas que no las soporto? ¿La inadaptabilidad de la que me habla el médico?.. No lo sé, pero estoy convencido que cuando vuelva recuperaré esa fortaleza que tanto echo de menos.

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