La Ley de Perroverde (Si algo tiene que salir mal a Perroverde le saldrá peor)


La sensación es extraña… Independientemente de que no tenga ganas de escribir, cada vez que abro el blog, inmediatamente me viene a la cabeza una época de mi vida que necesito olvidar; al menos por ahora. Para nada estoy arrepentido haberla vivido, pero el final ha sido demasiado duro. He estado tentado de abrir otro blog y este mandarlo a dormir el sueño de los justos, pero no me parecía honesto.
También sigo pensando que la Ley de Murphy, para mi se me ha quedado demasiado corta, y que la mía es especial y que por ahora llamaré Ley de Murphy/Perroverde. Sin ir mas lejos, hace días pedí cita para sacar el DNI electrónico porque con el actual tengo problemas (aparte de no aparecer mi nombre completo, la dirección no es la actual). Había elegido una comisaria, alejada del centro, para evitar tanto funcionario y tantas aglomeraciones de gente, y al llegar me dicen que la maquina que lo expide esta averiada, y que tengo dos soluciones: esperar a que la arreglen o ir con un papel a la comisaria del centro y entregarlo concretamente en la mesa ocho. Me decido por esto último, llego a la mesa ocho y de ella me mandan a la tropecientos, nada fácil de encontrar. Novato que te crió, y al ver la partida de nacimiento y el certificado de empadronamiento va a consultar al que todo lo sabe. De allí salía todo el mundo con su carné en la mano (o en la boca), pero a mi me dicen que tienen que consultar no sé que puñetas con Madrid, y que cuando lo hagan me llamaran por teléfono.
Van pasando los días y pronto llegará el de irme a Costa Rica. Debía estar dando saltos de alegría, pero no, sigo con mis miedos. Siendo residente no puedo pasar mas de cuatro meses fuera de aquel país sin que tenga un justificante, y lo solicitaré el día ocho que tengo que volver al hospital, pero la cosa, como todo, la veo negra, porque como me hagan consularizarla, al igual que suelen hacer con todos los documentos, apaga y vámonos.
Me han ocurrido mas cosas [mis dos pleitos creo no acabarán nunca (pleitos tengas aunque los ganes)] desde la ultima vez que escribí aquí, pero estoy haciendo un verdadero esfuerzo mental, así que cerraré y me pondré a jugar al solitario, que es el truco que he cogido para liberarme de los malos pensamientos.

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Mis últimas vivencias


He tenido cosas que escribir, pero es verdad que el cerebro lo tengo desconectado. Hoy empiezo esto sin tener ni idea de si lo acabaré.
Me han ocurrido cosas, en las que he salido de esta rutina tan agobiante, e incluso me he puesto delante del teclado para plasmarlas, pero rápidamente me salía el ¿y para qué?, y lo dejaba.
Creo que fue el domingo pasado mi hija me dijo de celebrar aquí el cumpleaños de mi nieto, y le dije que si, pero que no contara conmigo como partícipe de la fiesta. Al final participé o al menos hablé con alguno de los asistentes. Por una parte quiero estar aislado pero por otra necesito comunicarme y parece que la cabra tiró para esto ultimo.
Algunos desconocidos, y en especial Kristen, estadounidense de veinte años que ha venido a España a perfeccionar su español en la Universidad. Me quedé con la duda de si era demasiado extrovertida o que le aflora el complejo de superioridad gringa.


Llegó el día de la resonancia magnética y al hospital fui. Me hablaban de claustrofobia y de no se cuantas cosas mas pero dentro del dichoso tubo. Me faltó poco para quedarme dormido.
Coincidencias de la vida que hacia tiempo que le había pedido sita a mi Psiquiatra y por Facebook (es curioso), me dice que le confirme que no faltaré ese mismo día (el de la resonancia) a la visita.
Por la mañana Hospital y por la tarde Psiquiatra. ¡Buen día!
Fui con mucha ilusión a ver a mi brujo. Siempre he salido de allí, no ya contento, sino más bien eufórico, pero no, hasta esto me sale mal. No es que lo pasara mal con él, pero yo iba con unas ideas y me saco de las mismas. Tenia esperanza que me cambiara de antidepresivo y me dio a entender que podía hacerlo y el que me mandara, haría el efecto placebo, pero mejor es que asumiera mis males. No tienes depresión, si te estas tomando el antidepresivo es como prevención contra la misma, sigues en tu duelo, y eso solo te lo curará el tiempo. Yo sabía perfectamente que la depresión es una enfermedad física, pero lo que tú tienes en este momento (me dijo) es la psiquis jodida, y contra eso no hay medicamentos. Esquema en el que me dibuja una especie de cuadrado y en cada uno de los vértices, pone cuerpo, psiquis, sexo y no recuerdo la cuarta y explicación de cómo cada una influye sobre las otras tres.
¡Maldito cerebro y maldito tiempo!
Estaba desilusionado, porque en el tiempo no manda uno. A veces pasa demasiado de prisa para nuestro gusto, pero llevo un par de años que se me esta haciendo eterno.
Ayer recibo un correo de mi abogada, en la que me dice que en mi separación de bienes, ha llegado a un acuerdo con la abogada de la otra parte, para que una cochera sea mía, pero el uso y disfrute para la otra parte. Pienso que mi Psiquiatra esta equivocado, que estoy loco de atar, y le contesto que estoy hasta los cojones (palabras textuales) de escuchar gilipolleces.
Y así voy.

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El cerebro apagado


Hace tiempo que me deshice del reloj, del móvil (celular), pero en especial me propuse no hacer proyectos, no ya para el futuro, sino para el momento que precede al que estoy pensando, y en esto ultimo me estoy pasando una legua.
Hoy empieza un nuevo año, cosa que me la suda, pero sin querer me vienen a la memoria que debería ir acabando cosas, algunas proyectadas quizás hace años, y que tendría que hacerlas, antes de que un se me crucen los cables y decida coger el avión para Costa Rica. Sigo sin ver luz en este mundo.
Para el día diez, me tienen que hacer una resonancia magnética de la zona lumbar, y en la parte de las cosas pendientes del cerebro, me decía que no iba a ir, pero por otra parte me digo que tal y como esta la sanidad hoy en día, soy un privilegiado, y el por qué no aprovechar la ocasión. Sacarme el DNI electrónico que me resolvería algunos problemas desde aquel país, y acabar mi empadronamiento en este, que por ahora, es mi pueblo, en especial dar de alta los vehículos en él. Estas dos ultimas probablemente estarían resueltas en una mañana, pero es tal la fobia que le tengo a meterme en problemas burocráticos que no veo el día de hacerlo.
Ayer fue el último día del año. Por la mañana mi hijo me cogió de sorpresa y me dijo que me fuera con él a casa de mi hija que tenia que acabar los chapuces empezados. Yo también me entretuve en conectarle un nuevo modem. Para medio día estábamos de vuelta y comimos.
Por la tarde mis rutinas de encender la chimenea y hacer los cigarros del día siguiente.
Ya voy escuchando a mi hija preparar cosas para la cena. Me va preguntando que qué se me apetece se y le voy diciendo que nada. No la engañaba. Ella va poniendo la mesa con los típicos adornos y esos platos que ahora inventan los grandes restauradores. En realidad para cenar estábamos tres, mi hijo, mi hija y yo. Después esperábamos a Sole para recibir el año nuevo.
Pico menos que un gorrión, y mientras la televisión esta puesta. Por mas que cambio de canales no veo mas que gente haciendo el payaso (quizás debiera hacerlo yo). A las once no me lo pienso mucho y le digo a mi hija que me voy a la cama. Ni espero a Sole, y mucho menos tengo ganas de escuchar las dichosas campanadas. Ya ha medio día había escuchado las de Nueva Zelanda.
Anteayer estuvo por aquí el hijo de María, con su mujer y sus dos hijos. En realidad iban de paso para Madrid, pero al final comieron aquí y continuaron camino. Me alegré mucho de verlos. Sin pretenderlo salió a relucir María.
Lo dicho, tengo el cerebro apagado.

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