Mis baños en la piscina de agua helada.


Ya lo hice otra vez, pero este año estoy batiendo el récord Desde que acabó el verano me estoy bañando en la piscina. Las temperaturas según el PC han estado a -7º que aquí en la parcela suponen dos grados menos. Al principio bajaba las escaleras y sumergía la cabeza en el agua, después nadaba el ancho de la piscina y ya voy por hacerme un largo. Lo curioso del caso es que no es una vez lo que lo hago al día (Que fue por lo que empecé), sino que ya voy por cuatro veces diarias. El cerebro tiene sus preferencias y cuando estoy de capa caída o la ansiedad me atosiga, no pienso en tomarme un ansiolítico, sino que la mente me dirige rápidamente hasta el agua. Al salir siento un bienestar, pero eso si, un frío glaciar en las piernas y en los pies. Si, es seguro que la ansiedad desaparece.
De valiente no tengo un pelo, pero donde manda cerebro no manda marinero. Lo comparo cuando estaba en el hospital sondado por la uretra y cada vez que salía un grumo rabiaba de dolor y esto hizo que se me olvidara el tabaco. Como ya he dicho el cerebro se marca sus prioridades. Pienso que el sumergir le cabeza en el agua fría es como si el cerebro recibiera un pequeño electroshock. Algo de eso hay ¡Ojalá me esté sirviendo para la depresión porque cada vez creo menos en los antidepresivos y en los Psiquiatras.

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