Veo cerca la consecución de mis proyectos


El verano se va acabando; los días se van acortando y al darme el último baño del día observo que la temperatura ambiente es más fresca que hasta ahora. Llevo más de un mes acompañada de mi hija y los suyos, y ya me ha dicho que dentro de dos semanas se van a la ciudad. Es inequívoco, el verano se va y ya mismo lo que se espera es el crudo invierno de estas latitudes, con el dichoso frío que tanto me acobarda.
Mi eterna pregunta, que aunque la tengo clara, me ronda la mente, me machaca el subconsciente, retorno a mi vida anterior o empiezo una vida nueva. Aunque hago esfuerzos para imaginarme la primera, mi cerebro se niega a traerme imágenes; no consigo ver amigos, mucho menos su ambiente y sin querer acabo viéndome haciendo de asceta el resto de mi vida o elegir la segunda.
Mi hijo, aunque es raro el día que no aparece por aquí, también es raro que pase la noche, pero el domingo lo hizo. Me desperté la mañana del lunes, me puse ropa de persona, todo el verano he estado en bañador, y cuando se despertó le digo de ir a Granada a una agencia de viajes. Es tan poco hablador, que por el camino no cruzamos palabra. Llegamos a la agencia que yo tenia prefijada, le hablo de un viaje para dos, mi hijo y yo, de quince días, con vehículo todoterreno y la posibilidad de hoteles para optar a ellos con veinticuatro horas de antelación. Después de hacerme el presupuesto, salgo con la impresión de que la muchacha no se ha enterado de nada, cosa que le comento a mi hijo y me dice de ir a otra agencia en un centro comercial. Parece que suena la flauta y esta parece que va entendiendo lo que quiero y lo vamos planificando; de allí a la sección de libros, un libro de guía sobre el país de destino que hace más bulto que la enciclopedia británica y también aprovecho para comprar Espejos de Eduardo Galeano.
A la vuelta, solo llegar, pegas por parte de mis hijos. Que si comprarme ropa, vacunación, comprobar si los hoteles están en nuestra posible ruta etc.
Esta mañana, solo levantarme, compruebo los hoteles y efectivamente, la mayor parte no están en la costa, llamo a la agencia y me dicen que mejor vaya por allí; llamada a sanidad, y tres cuartos de lo mismo, que es conveniente que nos vea el médico y me dan cita para el viernes.
Aunque mi idea es ir por libre, debo de hacerles una visita a Mauricio y a Azucena, son cosas que me van pasando por la imaginación entre el cabreo por todos los trámites burocráticos, una de las causas por las que quiero escapar. Siempre había soñado con este momento, me lo había imaginado, despertándome, cargándome la mochila preparada el día anterior, dormir durante el viaje y despertar en el sitio de mis sueños, pero la vida es más complicada.
Aunque en el paquete, pagare el viaje de vuelta, mi hija sabe perfectamente que me quedo allí, aunque nada me dice. Sin querer piensas que vas a comenzar una nueva vida y que en ningún lugar del mundo el camino es de rosas, pero por mala que sea, será infinitamente mejor que la que he tenido los diez últimos años. No quiero recordarlos.

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El estrés. Necesario y mal de nuestro estado del bienestar


  

Aunque ya en su día escribí sobre el huye o ataca, hoy después de leer, la revista El Semanal, creo que merece seguir escribiendo sobre el tema, aplicándolo al ritmo de vida que la dichosa “sociedad del bienestar”, nos esta imponiendo
El mecanismo del estrés, se ha sido desarrollando durante millones de años, y debido a él nuestros antepasados afrontaban sus desafíos diarios.
El mecanismo recibe el nombre de “reacción aguda de estrés” o reacción fight or flight (lucha o huida, aunque yo prefiero el huye o ataca). Ante la presencia de un peligro, la reacción automática del cuerpo, sigue siempre el mismo patrón, dictado desde el cerebro. Las redes neuronales dan la “alarma”, y esta señal se extiende por todo el cuerpo en una décima de segundo: la respiración se acelera, aumenta el ritmo cardiaco y la presión sanguínea, hace su aparición la adrenalina que se encarga de que el cerebro y los músculos cuenten con un aporte adicional de energía, y el cuerpo ya esta preparado para luchar o huir.
Simultáneamente, los vasos sanguíneos cutáneos se estrechan, para que en caso de herida, la hemorragia se reduzca; el sistema inmune moviliza grandes cantidades de células defensivas para que la posible herida no se agrave por una infección. Mas tarde las capsulas suprarrenales, liberan cortisol. Esta hormona agudiza aun más la reacción corporal, pero también da la señal de parada, ¡el peligro pasó! Podría seguir describiendo con términos científicos en que consiste el estrés, pero no es esa mi idea.
¿Cuándo es bueno el estrés? Desde luego, nuestro cuerpo no ha tardado millones de años en desarrollarlo inútilmente, luego no solo es bueno, sino necesario. Eleva la capacidad de atención, ansiedad o rabia, y a corto plazo mejora la capacidad de aprendizaje o memoria; fortalece las defensas por si se producen heridas, aumento de la capacidad de coagulación de la sangre, aumento de la frecuencia respiratoria para llevar mas oxigeno a la sangre, aceleración del pulso cardiaco, dilatación de los vasos sanguíneos para mejorar el abastecimiento de sangre a los músculos, y mas. ¿Cuándo ocurre? Ante la inminencia de un atropello, caída de una moto (yo he levantado la mía que pesa mas de 150 Kgs como de una pluma se tratara), aparición súbita de un animal al que consideremos peligroso, un árbol que se va a caer, pelota que cruza delante de nuestro vehiculo, picadura de una avispa, y la lista seria interminable aunque natural.
¿El por que entonces cuando hablamos del estrés, lo hacemos como si de la peste se tratara? Muy fácil, nuestra sociedad del bienestar, ha aumentado por un millón las causas por las que se puede activar y nuestro cuerpo no lo puede soportar. Hasta hace bien poco, se activaba al ver una serpiente, si nos íbamos a caer, pero ahora las situaciones diarias a las que estamos sometidos son infinitas.
Aumento de la presión en el trabajo, turnos rotatorios, padres mayores que necesitan cuidados, gran volumen de trabajo, un alto nivel de responsabilidad, aunque estas dos ultimas causan menos daño que la falta de control en el trabajo diario y mas si afecta a nuestra seguridad económica, ver que no se llega a final de mes, no tener poder de decisión, temor al despido, estar en el paro, ser incapaz de cambiar de situación y otras que todos conocemos
Nuestro organismo no se ha adaptado aun a este nuevo tipo de factores estresantes, dice Roland von Känel, del Hospital Universitario de Berna. Si falla el mecanismo evolutivo que desactiva el sistema del estrés, este se vuelve peligroso. Las personas aquejadas de estrés crónico aumentan el riesgo de infartos cerebrales y cardiacos, afecta al sistema inmune, proclives a infecciones graves, furor homicida de nuestro sistema de defensas, aparición de alergias, artritis reumatoide, esclerosis múltiple, inflamaciones musculares, envejecimiento prematuro, pero para mi la peor de todas, quizás porque la he padecido, es la depresión, considerada la enfermedad del siglo XXI y causante de un gran numero de suicidios. Mi gran pregunta después de salir de ella, es si merece la pena pasar por toda esta cadena de padecimientos, por vestirnos ropa de marca, tener un coche ultimo modelo, cuando perfectamente podíamos haber pasado con el que teníamos, los atascos en las ciudades cuando podíamos ir la mayoría de las veces andando o en trasporte colectivo, el querer demostrarle al vecino que tienes mayor poder adquisitivo a cambio de horas extras.
Quizás todos debíeramos pasar por una depresión. Al menos yo después de salir, todo lo anterior lo veo inútil; no tengo prisa por nada, no ambiciono grandes cosas y casi aseguraría que mis necesidades son mínimas, a nadie envidio, no deseo mal a nadie, pero también comprendo, que es muy difícil escapar a los subterfugios con los que nos enganchan en esta puñetera sociedad del consumo.

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