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Mi experiencia con los emigrantes nicas en Costa Rica


Alguien me ha mandado este vídeo y la verdad es que me he traído muy buenos recuerdo de mi estancia en Costa Rica y de mi viaje a Nicaragua Te advierto que es un reportaje que dura algo más de hora y cuarto.

Volcán Masaya

Iglesia católica de Ciudad Quesada

En todos los sitios que se ven en el vídeo, desde los nicaragüenses como Masaya, hasta los ticos como Ciudad Quesada (Que curiosamente los ticos la llaman San Carlos), he estado yo.
La verdad sea dicha el reportaje esta hecho por dos actores (Me imagino) y la realidad es diferente. Ya como introducción diré que los coyotes (Personas que los pasan clandestinamente por la frontera) los tratan a patadas, o les cobran y después no los pasan, y si es una mujer intentan violarla.
En la zona que yo viví en Costa Rica (Sur de la península de Nicoya), había muchos nicas y sus razones tenían. La casi única forma de llegar a la zona era el ferry y lo tenían tan bien organizado que en cuanto la policía de migración se subía en él, los celulares echaban humo dándoles tiempo más que suficiente para quitarse de en medio.
Casi todos los que trabajaban en las cercanías de Tambor, sobre todo cuando venían al súper a por comida (Apenas salen, puesto que su principal idea es mandar dinero a su familia) se sentaban conmigo en mi mesa y la razón es bien sencilla, los trataba igual que a los ticos, porque aunque no lo parezca estos últimos son bastante racistas (También es verdad que a los nicas le pagaban la mitad que a los ticos, con lo cual encontrar trajo era difícil). Te trataban con humildad o más bien con miedo.
Cuando pensé en irme a Centroamérica, mi primera idea fue a Nicaragua, pero precisamente fue un nica el que me aconsejo que me fuera a Costa Rica. ¡Ojala no le hubiera hecho caso! Porque él vivía en Managua donde la delincuencia es abrumadora, pero cuando estuve en Granada podías pasear con toda la tranquilidad del mundo. De hecho perodicos gringos están recomendando hacer turismo a Nicaragua antes que a Costa Rica.
No me cabe en la cabeza que los nicas no hayan echado de una puta vez al castroja de Daniel Ortega
También es verdad, que la deuda la inventaron los gringos en Latinoamérica como una forma de llevar a cabo aquello de “América para los americanos”, pero sin especificar de qué americanos se trataban. Ya algunos le están países le están saliendo rana como Ecuador con Rafael Correa. Como allí se lo están poniendo difícil, ahora siguen el experimento con Europa y hasta ahora le esta saliendo bastante bien.

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Kristelle y su viaje a Australia


A Kristelle la conocí en Tambor de Costa Rica y ya escribí sobre ella (merece la pena leerlo).
Si vuelvo a escribir es porque he recibido una imagen suya y me ha extrañado.
Cuando me hablaba de su Alternative world sailing community la verdad es que no me lo creía mucho, pero la imagen que me han mandado es precisamente de esta página de Facebook, pero me he metido en ella y he visto todas las demás y es verdad que están cruzando el Pacifico para ir a Australia.
Como decía en el anterior escrito las apariencias engañan porque no solo era el aspecto de ella sino e de todos sus acompañantes y algo más extraño que el que Kristelle me mencionó como su capitán (decía que siempre estaba liado con sus cartas náuticas), eligiera semejante tripulación para un viaje que no es nada fácil.
También me ha acercado por su página personal y la verdad es que últimamente no se prodiga mucho, lo último que tiene escrito es de Abril, porque la página del grupo está actualizada y aparece ella. Siguen navegando. Van por la Polinesia.
Lo que más me admira de este grupo, es que con la que está cayendo, por esta parte del mundo, o más bien en el mundo entero, ellos han desconectado, viven con lo imprescindible (Kristelle tocaba el violín para sacar algún dinero) y doy por seguro que son más felices que el resto de los mortales.

Saludos Kristelle.

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Historia de dos días. Nochebuena en Tambor


Cuando me despierto alguien me dice que ya han salido. No pregunto pero recuerdo que Rigo me había dicho que fuera con él a algún lugar de la provincia de Guanacaste, cerca de cantón o ciudad de Nicoya (Con la división territorial de Costa Rica hasta los ticos tienen un lio que no se aclaran, caso de San Ramón y Quesada). No estoy todavía preparado para turistear, aunque noto que con el cambio de antidepresivo voy mejorando, pero solo de pensar que tenía que atravesar el tramo de llamémoslo camino, porque bajo ninguna circunstancia se le puede llamar carretera, entre Paquera y Playa Naranjo, ya le digo que no. Por lo que se ve lo llevo mi hijo.
Un día normal para mí pero ya de noche después de venir de mi playa, veo que aparecen y su aspecto era como si hubieran atravesado el Desierto del Sahara, tal era el polvo que traían encima.
Rigo me explica algo del porqué del viaje: El procede de allí y su madre con su padrastro aun lo continúan haciendo, la madre por estas fechas cumple años (Creo que el mismo día veinticuatro) y aprovechando estas fechas, navidades y cumpleaños procura ir a verla.
Finca con no sé cuantas hectáreas (no quiero decir miles por si me paso) con no sé cuantas cabezas de ganado (tampoco quiero decir cantidad) y viven casi en plan autosuficiente. Podían cocinar con gas o con electricidad pero la madre sigue haciéndolo con leña porque dice que la comida no sabe igual. Crían un par de chanchos para sacrificarlos por estas fechas y quizás fue una de la razones de ir Rigo, porque cuando salieron del coche los vi que descargaban, carne, morcillas (no son igual que por España), tamales y no sé cuantas cosas más.
Se habían pinchado en el camino de ida y no llevaban ni gata ni llave de ruedas (nos las habían robado unos días antes). La gente por estos lares es muy solidaria y lo resolvieron bien.
Fin del primer día porque si me entretengo en contar detalles tengo que escribir la historia de la familia de Rigo, de que fueron españoles recientes, que miden todos más de uno ochenta y de que único que salió moreno y de estatura normal, fue él.







Segundo día: Nos levantamos como si fuera cualquier día normal, nadie había mencionado las navidades, si veo que Rigo aparece con una barbacoa y me parece lógico por las pitanzas que trajeron ayer. Yo digo de ir a Cóbano a que me pongan la inyección milagrosa, porque ayer había pasado un día criminal de moqueo, congestionado y con dolor de cabeza y también observo que mientras yo estoy en la farmacia y después eran muchas y en diferentes sitios las compras que estaban haciendo.
Vuelta a Tambor y continua el día normal. Comemos y yo me echo un rato. Voy a tomarme un café y veo que están encendiendo la barbacoa. Hacen ascuas con leña de madera dura y cuando hay muchas ascuas, le echan carbón encima y ya esta lista, y cuando digo esta lista es que lo estaba serian las cuatro o las cinco de la tarde. Aparece Verónica y se pone a adobar la carne. Me parecía mucha carne para los pocos que estábamos en ese momento.
Se hace noche, digamos las seis de la tarde, y ya se estaba haciendo la carne. Poco a poco van apareciendo personas hasta que nos juntamos diez o doce. Yo no lo sé seguro pero creo que no estaba preparado para que vinieran por aquí y una de las pruebas es que se acabaron las cervezas que había aquí y alguien fue y trajo me imagino que una caja mas.
Carne, morcilla, algún tamal, una especie de revoltillo de cebolla, tomate y otras cosas puestas al fuego y tortillas (no la española ni la francesa, sino esa especie de pan redondo y aplastado)
Aunque ya los que estábamos allí habíamos acabado, me llamo la atención que llegara hasta Manuel.






Lo que más me jodió es que el turrón que nos habían mandado de España se lo comieran como si fuera una morcilla más. Parece que alguien hizo algún comentario.
Ya se iban yendo algunos cuando para mi sorpresa sacan regalos. Desde unas sandalias hasta unos prismáticos pasando por una caña de pescar.
Aunque no lo parezca antes de las diez estaba en la cama, así que quizás es la Nochebuena más rara que he pasado. Por lo menos para mí fue la más imprevista y creo que en Tambor fue la única, por lo menos el detalle de los regalos.

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Concurso de pesca en Playa Cedros de Montezuma


Hay cosas que me siguen cabreando y una es que me recuerden que es domingo, como día que hay que hacer algo fuera de lo común. También es verdad que no todo el mundo dispone de la libertad de que yo gozo.
Solo despertarme por la mañana, ya me estaban diciendo de ir a un concurso de pesca a no sé dónde, y basta que me programen algo para que mi mente lo rechace, pero también tengo comprobado que la mente es muy hija de puta y poco a poco arrastra a mi cuerpo a ir. El carro lo vamos a arreglar de chapas y está sin capota y solo con los asientos delantero y cuando me dicen de colocar uno trasero sospecho que viene alguien más. Viene Cinia que inmediatamente me doy cuenta que ha sido la instigadora.
En realidad no teníamos que entrar en Montezuma, pero lo hicimos. Sigo pensando que el mundo no es lo que era. Es uno de los pocos refugios hippy que en el mundo son y no veo ni con mucho el ambiente que he visto otras veces. Unas pocas de mesas con abalorios típicos de las personas de este movimiento fallido. Al igual que todos.


Si vi a este personaje que había fotografiado varias veces en Cóbano y que sabía residía aquí, y parecía estar en su casa, porque dormía.


Continuamos y aproximadamente a mitad de camino a Cabuya, veo un letreo en el que indica Concurso de Pesca. Bajamos por el camino y llegamos a Playa Cedros. No es la primera vez que estoy en la misma, pero por otro camino. La playa es bastante extensa.
Cantidad de carros, pero nada de aparcar en batería. Te pones impidiéndole a otro que pueda maniobrar, que ya vendrá a buscarte. No habrá pelea, encima quedaras muy amigo del que jodiste.
Gente había por todas partes, comiendo, pero en especial jalando cerveza. Yo me como un pollo asado que habíamos comprado en Cóbano por lo que pudiera pasar, pero en realidad allí habían plantado un chiringuito que aparte de la Imperial vendían comidas.
Veía pocos pescadores, pero me dicen que están esperando a que suba la marea para que piquen. Lo de las mareas y la luna para que pique el pescado, por aquí, es palabra de dios.
Me voy al roquedo donde hay varios pescando, eso sí, con su carrete, aunque alrededor de donde van a dar los premios, se ven muchas cañas (cañitas). Parece que el concurso había empezado a horas muy tempranas, y las buenas pesqueras ya se habían hecho.


También me voy a recorrer la playa y veo un sitio en especial que no me trae buenos recuerdos, así que me vuelvo y me uno al grupo. Aquí es donde veo que mi masa encefálica esta todavía con diarrea. Tengo que reconocer que, si no todos, en especial los más veteranos les encantan hablar con una ironía que ni siquiera llega al sarcasmo, y lo mío que siempre ha sido el humor inglés, hay momentos que pienso en seguirles el rollo, pero opto por callarme. No es cuestión de tener encima unas cervezas de más, recuerdo perfectamente que cuando llegue por primera vez, me encantaba liarlos con esas frases de doble sentido, pero por la causa que sea mi seso no acaba de levantar vuelo.
Tocan una campana avisando que el concurso había acabado y reparto de premios. No eran de mucho valor, pero yo creo que hay para todos los concursantes. Esperaba fotografiar la pieza más grande, pero me dicen que ya se la habían comido, la pesan, la registran y a seguir.


Curioso, uno de los que se llevó varios premios y al parecer muy conocido, fue Paolo.
Habíamos hecho grupo con Ivania de Cóbano y con Javier, un nicaragüense que esta de recepcionista en Tangomar y con nosotros se vienen. Vuelvo a repetir que en la parte trasera solo iba un asiento y sin capota.
Alguien dice de comer algo en Montezuma y así lo hacemos. Ahora si estoy seguro, un domingo por la noche y el poco ambiente que había me hace ver claro que la crisis también ha llegado, pero a la vez medito que esa palabra, por aquí, o es tabú, o la desconocen. Lo comento con Ivania y me dice que sí, e incluso que la notan, pero que se gana con estar quejándose.

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Cambio de la mufla y fiestas de Río Negro


Hace cuatro días que fuimos a reparar , pues bien, la reparación duró hasta ayer. Llamamos al taller y nos dice que vayamos hoy a las once. Llegada esa hora estábamos allí y nos dice que la soldadura estaba bien, que lo que está sin pared es el expansionador (Se puso todo el tubo de escape hace un año). Los chinos están inundando estos países y me imagino que a Europa también habrán llegado, de repuestos baratos, pero en el pecado va la penitencia. Un año de duración y a cambiárselo por otro de mejor calidad.
Son las fiestas de Río Negro y estamos cerca así que al menos para comer, vamos a llegarnos allí.


Vamos a comer, digamos, al restaurante del pueblo.


Efectivamente ya se estaba en los preparativos.


Una gran olla de trozos de tocino de chancho, para hacer chicharrones. Aparte del casado que me como digo de probar el tocino antes de que le hayan quitado toda la grasa. Riquísimo. La guardan en chunches y seria el aceite que utilizan para freír.
Esta noche aparte de las comidas, hay otro local donde se sirven bebidas y hay baile y un redondel, este con gradas, para la monta de toros.
Las fiestas duran hasta el lunes inclusive.


Me llama la atención el tabacón que hay en este árbol. Es enorme.

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Visitando la reserva natural de Curú


Está muy cerca de aquí, y es mucha gente la que se extrañaba de que aún no la hubiera visto y hay dos razones para que no lo haya hecho: La primera y principal que huyo de los lugares a los que llevan a los turistas, Llámese Curú o Isla Tortuga. El 90 % de los tours organizados son a estos dos lugares, pero en el caso especial de , es una playa y según la , en su Artículo 23, dice textualmente:
El Estado o las Municipalidades deberán construir vías, para garantizar el acceso a la zona pública.
Se declara de interés público toda vía de acceso existente o que se origine en el planeamiento del desarrollo de la zona pública y procederá su expropiación
. En el Artículo 10.- La Zona Pública, que es la faja de cincuenta metros de ancho a contar de la pleamar ordinaria y las áreas que quedan al descubierto durante la marea baja .
Pues bien, muchas de las vías de acceso que yo conozco, están cerradas y en el caso de Curú incluso te cobran por entrar; 2.000 colones a los ticos y 5.000 a los extranjeros (Con desgana, yo solo pagué 2.0000).
Me imagino que habrá sus excepciones y Curú representa uno de los pocos bancos de genes de flora y fauna silvestre protegidos en la Península de Nicoya y fue el primer Refugio de Vida Silvestre en manos privadas creado en Costa Rica.


Ya en la entrada, hasta el aparca carros sabía perfectamente inglés y a todo lo que te guían es a que hagas un tour en panga hasta Tortuga que esta tan cerca que se puede llegar nadando, o a que cojas un guía para recorrer los senderos. Como es lógico nosotros nos fuimos solos.


Veo un hermoso cartel en el que te vienen a decir que si no tienes cuidado los cocodrilos te devoraran. ¡Aleluya! ¡Por fin voy a ver cocodrilos! Ni uno solo vi, e hice por verlos. Primera tomadura de pelo.


Senderos, puentes que les falta poco para caerse y hermoso cartel que indica Finca de los monos. Después de mucho caminar, veo un . Alegría, porque desde que estoy en Costa rica es la primera vez que lo veo a pesar de que son muchos los que me han dicho que por encima del muelle hay bastantes. Al pobre cariblanco lo atosigue tanto que al final se cabreo, e incluso en su ayuda acudió otro. Me hicieron dos ataques, en el primero tuve sus colmillos a veinte centímetros de mi cara, pero en el segundo que se subió en una hoja de una palmera. Creí se me tiraba encima, aunque al final lo único que hizo es tirarme trozos de palo y chillarme en plan agresivo.
El bosque lo vi demasiado seco, también es verdad que estamos en esa época y ya todos están amarilleando. Según las estadísticas, Enero, Febrero, marzo y Abril, son meses en los que no cae una sola gota en Tambor.
Había restaurantes, pero estaba tan desilusionado que decido irme a comer al estero de Pochote. Allí da gloria estar.


En el camino de vuelta veo a un venado hembra con su cría. No era el primero, pero nunca tan cerca.
Merece la pena clocar estas imágenes de los cariblancos.




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Rio Bonito de Tambor de Puntarenas. Viaje fallido


Cuando algo se me mete en la cabeza, tengo que reconocer que soy obsesivo. Se me habían cruzado los cables con eso de ver Rio Bonito y que se jodan las vértebras. Iré a verlo.
Aquí si daba por supuesto que me iba a meter en el agua y a colocarme vestimenta para el caso, pantalones vaqueros y las ”figueres”.
Llegamos a la quebrada del Chorro y la prueba de la bajada, sin que tenga muchos problemas, pero todo tiene sus inconvenientes, era mucho el trayecto que teníamos que hacer por la playa, con una arena movediza y las botas mojadas me pesaban como si fueran de plomo.
Pichi, el perro que tenemos a medias Carlos y yo (Unas veces se queda por aquí, y otras se va con el), quedo atrás porque para él era imposible bajar por aquellos taludes. Sus aullidos los oíamos a lo lejos. No sé cómo lo hizo pero al final se unió a nosotros.
Una vez pasados unos peñascos que se adentraban en el mar, divise gran cantidad de palos sobre la arena por lo que supuse que estábamos llegando al rio, como así fue.
Gran desilusión, acabó la época de lluvias y ahora los ríos no vienen con el caudal que suele ser normal y la naturaleza que parece ser sabia ha hecho que las olas cierren su desembocadura, con lo cual los arboles de su ribera siguen bañados por agua dulce a pesar de traer poca. Todo muy bien para la naturaleza, pero lo que es para mí, una putada porque pasar la especie de laguna de su desembocadura haría falta una panga y suponiendo que la profundidad permitiera hacerlo a pie, no me arriesgaría a tropezarme allí con mi primer cocodrilo, así que nos quedamos sin hacer el recorrido por el cauce, cosa en la que estaba muy interesado después de la experiencia del de .
No es que fuera un día perdido, porque quiera que no, esta, sigue siendo una playa salvaje, cuyo acceso solo es posible desde Montezuma en caballo y desde Tambor andando y medio escalando.
Cosas curiosas, precisamente por ser muy poco accesible, en la orilla hay palos rodado por el mar preciosos para ponerlos de adorno, pero a ver quién narices carga con ellos.
Y llego la hora de la vuelta. Subiendo por la cascada del Chorro, Carlos me tendió una mano para ayudarme a subir un desnivel y el crujido que me dio la cintura no fue normal, así que la siguiente vez que quiso hacerlo le dije que lo dejara, que subiría aunque fuera gateando.
Por cierto, el cabronazo de parece me robó un reloj. Si es así comprenderé lo de genio y figura, pero jamás pensé que hiciera algo semejante conmigo.

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Al rancho de Alvarito a por plantas de café


Desde bastante temprano habíamos dicho de ir a algún sitio, pero llego la hora de comer y no habíamos decidido ninguno. Comemos y yo seguía teniendo in mente Rio Bonito, pero no me veía bajando por aquel semiacantilado con la dichosa vertebra como la tengo, porque a pesar de haber ido a mi escoces (el Quiropráctico), sigue dándome el coñazo. Acabamos de comer cuando llega Carlos del hotel, le digo de que nos dé una idea, y ve el cielo abierto. Ya me imaginaba lo que iba a decir, porque lleva tiempo detrás de hacerlo: Ir al, la verdad es que no sé cómo llamarlo, terreno de Alvarito a por unas plantas de café arábigo, según él, estas son de las antiguas, no transgénicas, y repito, según él, ahora todas lo son.
Yo ya había estado cerca, sabía que el camino no era malo, aunque al final tuvimos que dejar el carro a más de un kilómetro, y precisamente porque lo conocía y sabía que pasar el riachuelo, era con riesgo de quedarse atrapado en él.
Me pongo los vaqueros y las ”figueres”, acompañadas por los vaqueros, no quería que los chinorros (parece que se dice chinarros) me dieran el mismo coñazo que cuando fuimos a la catarata del rio Pánica.
El pasar la primera torrentera, con los troncos que había, ya tuvo su mérito, y las raíces que atraviesan el camino a modo de esas cosas que ponen en las ciudades españolas para que por cojones moderes la velocidad, hacían que mi columna fuera crujiendo.
Llegamos, el sitio ideal para construirse una casa y vivir en plena naturaleza y a un paso de la playa.
No estaba Álvaro, y si Vallejos, nica él, que precisamente anoche se me sentó en mi mesa cuando ya me venía y estaba bien cargado de guaro. Ni se acordaba. También tiene allí su rancho.
Mientras Carlos va a por las plantas de café, yo me entretengo en ver por dentro los ranchos. No tengo que describirlos puesto que se ven bien en el video, pero a esto añádele que no tienen corriente, aunque hay una fuente cerca, no tienen agua corriente y por supuesto, ni televisión, ni radio, ni nada que indique que estamos en el siglo XXI.
Cientos de hectáreas que lo rodean eran de los padres, pero de eso toca hablar otro día.
Vuelta por esas preciosas en YouTube.

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Subiendo por el Rio Pánica y el Biscoya hasta llegar a las cataratas


Vuelvo a lo que pretendo sea normal. Anteanoche me avisan que no iba a haber corriente en todo el día, y por ende sin agua. Ya antes de acostarme me decía que era el pretexto perfecto para ir a algún sitio, y en una de los que pensé fue en unas cataratas que me habían hablado que había cerca de La Florida. Lo del riachuelo de Santa Fe me había encantado y el por qué no repetir algo similar.
Me levanto y estudio un poco en el mapa donde se podía encontrar. Vi algo pero inmediatamente se fue el fluido…, así que fuera de la compu. Aparece Carlos y le digo se sume a la aventura, y lo hace, pero el opina que en ver de ir desde La Florida, bajando un poco el curso del Biscoya y al momento en las cataratas, fuésemos subiendo por el Río Pánica y después por el Biscoya. La idea me parece cojonuda.
Nos vamos por Pánica y allí dice Carlos de recoger a un amigo suyo, Cacho, que es el que de verdad conoce la zona.


No sé cuantas veces atravesamos el Río Pánica, también hubo veces que subíamos por el mismo lecho, pero cuando lo hacíamos por fuera lo hacíamos por trochas intransitables, bien por el barro, bien por la maleza que las tapaba por lo que había que salirse de ellas y andar por pleno bosque.
Las botas de las que yo estaba tan contento, los Figuerillos, tienen un inconveniente, al cruzar el río, que llevaba bastante corriente, por la parte de arriba se me introducían chinos (más bien chinorros) que me destrozaban los pies cuando caminaba, y no era cuestión de parar para limpiármelos cada vez que lo hacíamos.
Llegamos a un lugar cerrado por una especie de cancela (portón por aquí) y Cacho nos dice que en este lugar era donde estuvo por primera vez Pánica. La historia se repite: El gobierno dio terrenos y casas para que poblaran esta zona y los vendieron, en este caso no a los gringos, porque no es el lugar más adecuado para vivir y se fueron desplazando hasta el Pánica actual.
Mosquitos en abundancia. Yo no notaba sus picaduras, pero al otro día tenía las piernas con verdaderos burujones, además de cortes. Quiero pensar que más que de mosquitos, las picaduras eran de otros bichos o de hierbas digamos que toxicas. Presumo, y es verdad, que ni las purrujas ni los zancudos me pican.
Cuando fuimos a Santa Fe, ver un tabacón era algo extraño, pero llegamos a una zona donde abundaban. Todos se hicieron de alguno o de más de uno, y cogerlos no era fácil, había que subirse a los arboles como congos.


El banano en realidad es originario del sur de Asia, pero la costumbre de utilizar sus hojas bien como plato o para hacer ciertas comidas, llámese tamales, es de por aquí, y es que antes lo hacían con otras enormes hojas que ahora solo se ven en el bosque y que cogí algunas; si no me equivoco se llama bijagua.


Cornizuelos que en vez de parecer arbustos, parecían más bien árboles.


También un árbol, la ceiba, del cual me dijo Carlos que después de la sequoia, era el más alto y que más larga vida tiene de toda América.


Algo que para mí se salía de lo normal fue un cráneo de congo. Como es natural me lo traje y ahora adorna mi mesa.
Cacho me iba señalando en el suelo las huellas de los animales que habían pasado por allí: Esta es de un pizote, esta de un venado… Le había dicho que me indicara donde desembocaba el río Biscoya en el Pánica, pero ya nos habíamos introducido tanto en la maleza que lo que creí era cosa de película, abrirse camino a base de machete, aquí estaba siendo la norma. Ahora comprendo el por qué el primer expedicionario español que atravesó Costa Rica, dijo que no merecía la pena el colonizarla.
El ruido me fue avisando de que nos acercábamos a la catarata y hasta ella llegamos. Carlos quería que subiera a la parte alta, pero ni de broma. Un resbalón con mis botas y me mato entre aquellos pedruscos. Él sí lo hizo, pero Carlos debe tener la planta de los pies como acero de Toledo, porque todo el camino fue descalzo.
A desandar lo andado. Los dejamos en Pánica y volvimos a Tambor. Salida a las diez de la mañana y vuelta a cerca de las cuatro de la tarde.
Lo que menos me gusto, el agua rojiza del rio, nada que ver con la cristalina del riachuelo de Santa Fe.
Ya me han hablado de otros dos ríos con aguas limpias y se me han ofrecido a llevarme a ellos. Algo tengo en la reserva.

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Catarata de Santa Fe


Estaba recién levantado y tomaba café, cosa que hace años no hacía, pero estar en un país cafetero de café de alta calidad, y no hacerlo, me parecía pecado. Me hablan desde España y me dicen que dentro de un rato hablara conmigo alguien muy allegado.
Llega Carlos, que desde que se fue a vivir a Pánica, es difícil verlo. Sabe que me gusta la naturaleza y no precisamente la que le enseñan a los turista y las ganas que tenia de adéntrame en un bosque y me dice que sabe la forma de hacerlo.
Planea el viaje para mañana, pero llega la llamada desde España, y cuando acabo le digo que no me gustan los proyectos, que nada teníamos que hacer hoy y que nos llegáramos. La verdad es que ya eran más de las once. Por el camino compramos algún fresco y algo de comer y ruta.
Sabía que nos llevaba a Santa Fe, donde nunca había estado. Santa Fe en su día fue un asentamiento de cuatro casas donde se iban reuniendo los productos de la gente que vivía en la montaña. El gobierno hizo lotes de unas cuatro hectáreas para dar a gente a la que le habían expropiado sus casas, bien por la ley de la zona marítimo terrestre, o por otras causas, pero que una vez que las tuvieron en su poder al igual que con todos los terrenos de la costa, hicieron dinero fácil vendiéndoselo a los extranjeros por una puñetera miseria. Carlos conocía a una alemana.
No hay dos viviendas juntas que indiquen que estas en una población.
Antes habíamos pasado por el rio Cóbano, afluente del Pánica.
El camino por el que nos dirigíamos de va haciendo tortuoso, hasta que al vehículo hay que meterle tracción a las cuatro ruedas.
Carlos dice de parar y veo que cerca de donde lo hacemos hay un pequeño arroyo. Por él, dice que tenemos que subir. Ahora lo comprendo, que mejor camino para adentrarse en el bosque que el lecho del torrente. De hecho nos encontramos en un corredor ecológico, porciones de bosque que unen las reservas propiamente dichas.
Al principio no iba muy a gusto, el invierno no ha acabado y se nos podía venir encima una cabeza de agua y pocos sitios había por donde escapar.

Hojas grandes del centro

Carlos iba delante especialmente buscando una planta parasita de grandes hojas al que llaman tabacón. Esta muy bien cotizada y después me enteré del por qué. Ahuyenta los malos espíritus. Aunque de una forma completamente diferente del vudú, aquí hay una extraña mezcla de religión, luna y propiedades milagrosas de las plantas. Por cierto hay una más que sospechosa plaga de dengue y por ahora me estoy escapando, y estoy más tranquilo porque aunque ahora creo saber la causa (los mosquitos no les gusta picar a las personas que expelemos mucho CO2), a mi me respetan hasta el punto de que no hay una sola purruja ni un zancudo que a mí se acerque.
Yo iba el último. No quería que en las imágenes o videos que tomaba saliera nada humano. Llego un momento, que no se si seria por el sonido del agua al bajar entre las rocas, o por las imágenes que iban captando mis ojos, que sentí tal tranquilidad que no recuerdo el tiempo que he sentido algo parecido. No hay trankimazin que produzca algún efecto parecido, ni cámara que capte lo que veía.


Llegamos a una catarata, que debido a la poca agua que traía el arroyo, no era considerable, pero también es verdad que cuando lo es, difícil o imposible es verla.
Vuelta y paramos en el rancho de Ángela, una de las expropiadas por la ley citada. Se alegra de vernos. Nos pone café y charlamos.

Lo que fue la soda de Ángela

No será por falta de ventilación

Ángela es una de las víctimas de la citada ley. Tenía una soda en Tambor en la misma playa y a cambio le ha dado el terreno en el que con poca ayuda se ha construido su casa, sus corrales y tiene su huerta a donde siembra su maíz, su arroz y tiene animales que la surten de carne y huevos. Se va defendiendo bastante bien.
Otro dato curioso, nos dice que la alemana se le ha quejado de que sus perros se le han comido unas ocas y ella dice que no, que han sido los tigrillos (no tengo claro si se refería a los pumas o a los juagares).
Como siempre digo: Bonita experiencia.


Hubo un momento observando una charca con unos reflejos preciosos en que sentí una gran felicidad.

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Playas entre Tambor de Puntarenas y la de Quizales


Pasó la cabalgata, la noche fue larga en Los Gitanos, así que el domingo por la mañana, Tambor estaba más bien muerto. Aunque los usos y costumbres de la gente, quieras o no te influyen, una de las cosa que creo estoy dejando atrás es o de los domingos. Tengo bastante claro que para mí todos los días son domingos. También es verdad que tampoco veo la televisión, a pesar de tenerla, otro de los trastos que te guían en tu vida (hora de acostarte, hora de comer y mas).
Alguien me dijo de ir a tomar el sol a la playa, cosa extrañísima entre la gente de por aquí, que incluso se bañan con la camiseta puesta para que no les dé el sol. Bueno extrañísimo también es que alguien vaya a la playa a bañarse, se va a ella de comilona y con una buena nevera con cervezas. Lo dicho, me dicen de ir a la playa pero a la que me dicen, pienso que no es la adecuada. Se me pasó por la cabeza llevarme las gafas y las aletas y sabia que estaría turbia, así que les dije de ir a otra, en que la ultima vez tuvimos que dejar el carro porque el riachuelo que había que pasar estaba lleno de palos. Esta vez me fijo mejor y veo que no ha sido la naturaleza la que los ha puesto allí, sino que habrá sido el dueño de todos los terrenos que dan a la playa. No sé de quienes son, pero lo tiene todo aparcelado con alambre de espino. Por supuesto que será de algún extranjero (siempre he dicho gringos pero me estoy dando cuenta que hay también muchos canadienses y europeos) que en su día será supermillonario, o más bien ya lo es.
En vez de explorar los fondos marinos, me dio por explorar caminos que hacía tiempo que no los veía, a pesar de saber que los recuerdos acudirían a mí.
Que al camino le hubieran puesto troncos, hasta cierto punto ha estado bien, se ve perfectamente que los toures de cuadras han dejado de pasar por aquí, uno de los lugares favoritos para los que se dedican a ellos. Llegué hasta una playa que esta vez sí que ha sido la naturaleza la que ha puesto dificultades al paso de vehículos e iba pensando en ver si se podía hacer el camino hasta el arbolito en carro, por lo que seguí un camino que supuestamente daría la vuelta al obstáculo. La maleza iba en aumento y no llevaba puestas los figuerillos (tipo de botas con su historia) y si hay algo a lo que tengo miedo es a las serpientes después de haber visto tan cerca una coral. Me volví. Volví despacio, saboreando el paisaje, el ruido de las olas y pensando que la vida sigue.


Entre Tambor de Puntarenas y Playa Quizales, si miras en el mapa, no veras ninguna playa, pero si las hay.


Veníamos de vuelta y vimos esta pareja de congos. Normalmente forman manada, aquí andaba una pareja sola; también normalmente andan por los arboles y estos andaban por el cableado telefónico. Puede que lo que quisieran es atravesar la carretera, cosa que para ellos es un verdadero problema.

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Desembocadura de los rio Bongo y Arío. Viaje frustrado


Todo empezó cuando decidí llegarme a playa Coyote. De esto hace bastante tiempo. Posiblemente se pueda ir bajando la península de Nicoya desde el norte, o más bien no es que se pueda ir, sino que se puede, pero en realidad queda relativamente cerca de Tambor y no es la primera vez que he dicho de llegarme, y siempre que se me ocurre me recuerdan que sí, que efectivamente se puede ir, pero en verano o sea en la época seca y no es por casualidad, sino porque para hacerlo hay que atravesar los ríos Arío y Bongo en este orden, y no solo es imposible hacerlo con el caudal que suelen traer en época de lluvias, sino que incluso se puede dar el caso de acabar en Japón en el caso de que te coja una cabeza de agua.
Hace tiempo había investigado y sabía que en realidad los dos ríos se unen antes de su desembocadura y forman un manglar que debe ser precioso de recorrer aunque doy por supuesto que de poder hacerlo sería en panga.
En mis horas perdidas de no TV o sea de computadora, descubro un camino desde Manzanillo y ayer por la mañana no me lo pensé mucho y decido intentarlo.
Vanessa me dice que llevemos con nosotros a Erik que conoce bastante bien la zona. Lo recogemos en Cóbano, tomamos camino de Rio Negro, pero a partir de ahí, mi poco sentido de la orientación me indicaba no es el que yo tenía in mente.
Llegamos al Rio Arío, y ni dudar que era imposible pasarlo por mucha tracción a las cuatro ruedas que le pusiéramos al carro.
Le insisto a Erik y me dice que por donde yo pretendo no existe camino. Volvemos, pasamos por Manzanillo y llegamos a la playa. Le indico por donde ir y sorpresa, había camino.


Por cierto, pasamos por un cementerio abandonado, con vete tú a saber la cantidad de tumbas tapadas por la maleza. Historias enterradas que a nadie le interesan.
Y aquí sí, aquí me doy por rendido. En realidad nadie me había hablado del Rio Manzanillo y también veo la imposibilidad de cruzarlo.
Erik seguía insistiendo que al otro lado no había camino alguno, que él había seguido esa ruta pero en todoterreno y por la playa en marea baja. La verdad es que ya me daba igual. Al principio hablaba de que mi primera meta fue Playa Coyote, y ya llevo algunos paseos sin conseguirlo.
Volvimos costeando hasta Santa Teresa y aquí sí que no hizo falta la tracción a las cuatro ruedas. El camino estaba intransitable. Pasamos por Playa Hermosa una de las más bonitas de esta zona, con el inconveniente de que en ella siempre hay algunos turistas de esta zona.
Comida en Santa Teresa y vuelta a Tambor. Aun llegamos a tiempo de que fuera a mi tertulia.

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Bahía Ballena, Península de Nicoya


Ya en su día cuando hablé de Tambor decía que no sabría describir Tambor sin antes hablar de su bahía, y decía: Bahía Ballena, situada al sur de la Península de Nicoya, que a su vez está dentro del golfo del mismo nombre, por lo que está protegida de posibles temporales. De hecho es un excelente puerto natural en el que en un tiempo no lejano se construirá un puerto y no precisamente comercial, por tener entre ella y la capital el citado golfo, sino que será un excelente puerto deportivo.
La parte oeste es una playa de unos cinco kilómetros y medio, en la que en ambos extremos, se encuentran los pueblos de Pochote y Tambor. La playa está dividida por la desembocadura del Rio Pánica que al menos en los mapas la convierte en dos, cada una con el nombre del pueblo al que bañan. En la parte opuesta se encuentran Playa de los Muertos y Playa El Coco.
Las ballenas jorobadas se ven a menudo cerca de la bahía.
Es curioso que si buscas algo de sobre la misma, te encontraras información de la playa de Bahía Ballena, también costarricense pero que nada tiene que ver con la bahía propiamente dicha.

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De Tambor de Puntarenas a Tamarindo en panga


Es la de veces que menciono la forma de entender los ticos las fechas u horas cuando de una cita se trata. Hace más de una semana, me dijeron de ir a llevar una panga a Tamarindo, pregunté a qué hora íbamos a salir y me dijeron a las dos y media de la mañana. ¿Y cuanto durara el viaje? Pregunté, a lo que me contestaron unas tres horas, y dije que no puesto que no vería nada.
Pasaron los días y el viernes pasado volvieron a decírmelo, pero esta vez la hora de salida seria sobre las cinco a. m. por lo que me apunté.
Pasarían a recogerme a las cuatro y media por lo que me levanté una hora antes. Tranquilamente desayuno, miro el tiempo que nos hará durante el viaje y no sé que mas. No sé cuanto había pasado de las cinco, cuando me recogen, pero mi sorpresa es que queda atrás la entrada al muelle y nos dirigimos a Cóbano. Tabo se había acordado que nos podía faltar aceite para el fueraborda, y a comprarlo fuimos.
Salimos del muelle a las seis de la mañana, por lo que no se pudo cumplir uno de mis objetivos que era ver amanecer desde dentro del agua.
Pensaba ir tranquilamente sentado viendo la costa y todo lo que me fuera llamando la atención, pero nuevo fallo, el oleaje hacia que la panga diera unos pantocazos que mi pobre columna creí se desarmaba, razón por lo que le dije a Tabo que me dejara llevar la panga. Ibas pendiente de cuando salía la embarcación del agua y cuando iba a aterrizar sobre la misma, te asías al timón.
Probé a darle más velocidad con idea de evitar tanto golpe, y lo estaba consiguiendo, pero la hélice, que hace de timón quedaba fuera del agua y la panga perdía el rumbo, e incluso se me atravesaba, por lo que a joderse tocan y a seguir machacando vertebras.
Ya Tabo me había avisado que pasando Cabo Blanco veríamos tortugas, y las primeras fueron una pareja que estaba en plena tarea de apareamiento, pero no fueron las únicas, después otra más, y otra, hasta que se hacía difícil navegar sin abordarlas, por lo que vuelta a moderar.
Enfilamos a Punta Guiones y la costa cada vez queda más lejos hasta casi perderse de vista. De Punta Guiones hasta Bahía Tamarindo, ya nos acercamos mas, pero yo veía unos bajos en los que rompían las olas y bajo ningún concepto me acercaba, pero íbamos a una distancia lo suficientemente cerca para ir viendo que los chalés ya van invadiendo la costa, o sea que Costa Rica aparte de vender biodiversidad, también está vendiendo el país.
Por delante Cabo Velas o Morro Hermoso. Ya sí que quería que la panga volara, pero para entonces volvía a llevarla Tabo e iba a la velocidad que se podía ir y nada más.
En la playa nos esperaban verónica y Vanessa.
Ni con mucho fueron las tres horas de viaje que me dijeron en principio, llegamos a la una de la tarde, o sea que tardamos siete. Verdad es que la mar estaba en las peores condiciones para este tipo de embarcación.





Desilusión con Tamarindo, y no es que sea feo, aunque nada que ver con Bahía Ballena, sino por la cantidad de guiris que pululaban por el mismo.
Vuelta en el carro de Tabo, paramos a comer en las afueras de Santa Cruz, dejamos a un lado Nicoya y lo mejor, habían echado zahorra en el tramo de Playa Naranjo a Paquera.
Llegada a Tambor. La cintura no la sentía.
Bonita experiencia.

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Playa Cocalito de Tambor de Puntarenas Costa rica


La verdad es que no acabo de enterarme de la división territorial de Costa Rica. Posiblemente Playa Cocalito no pertenezca a Tambor, en realidad está más bien debajo de La Abuela, pero qué es La Abuela. En realidad lo que yo allí veo es un conjunto desperdigado de casas que no se si tienen alguna entidad.
Dejemos esto.
Que mi reloj biológico ha cambiado es una cosa segura, pero hay otro reloj que no se qué puñetas es del que no consigo desprenderme y es el de los domingos. Veo a la gente pasar con sus ropas de ir a misa y otros que se que como mínimo no trabajan. Para mí todos los días debían ser iguales, pero lo asocio con el resto de la gente y pienso que algo diferente debía hacer.
Ayer con mi manía de descubrir cosas pensé en Playa Cocalito. Vanessa no tenía muy claro el camino a seguir a partir de Tangomar, pero no tardo mucho en llamar a Miguel. En media hora estoy ahí, le contestó, pero las medias horas ticas pueden ser eternas. Apareció al par de horas y para entonces ya se había apuntado Álvaro y ya éramos tres, pero andando, nos dicen de recoger a la macha y ya éramos cuatro.
Seguimos con el carro hasta donde ya es imposible para un vehículo a motor, pero no solo para estos, ni siquiera para animales, de hecho hay otra trocha por donde van a caballo.
Hasta llegar a donde se ve vista del mar, no hay problemas, pero para bajar a la Quebrada del Chorro, hay que hacerlo por un camino de rocas algunas de las mismas hay que, más bien, escalarlas. Llegamos hasta el riachuelo.
Pensando en que el camino no era el más adecuado para las típicas sandalias, me puse mis botas, unas figueres, que en su día fueron las usadas por los campesinos y su nombre algo tiene que ver con que las suministró un presidente, Figueres, al ejército, que iba descalzo. Hice bien porque el camino ya cerca de la playa, era pura roca por las que había que trepar y subir. También pasé el riachuelo del Chorro con ellas puestas porque las piedras que forman su lecho, estaban llenas de verdín.
Primer contratiempo: Las olas rompían con fuerza sobre una parte del sendero y ya alguien no quería pasar. El segundo es que estábamos en plena marea alta y el paso por Las Playitas, como mínimo nos iban a poner chorreando, así que este fue el final del trayecto. Playa Cocalito la vimos, en realidad, estuvimos a unos metros, pero en realidad no la pisamos. Volveré.
El camino de vuelta, como es de suponer, el mismo, solo que esta vez subiendo.
Carro y a Tambor.
Va en aumento el número de playa de difícil acceso que conozco. Buena señal para mi mente.

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Tarde de pesca en Bahía Ballena de Costa Rica


Para pasar el día en la Playa de los Muertos, tuvimos que atravesar Bahía Ballena. Durante el viaje, en especial a la vuelta, eran cantidad los cardúmenes que se veían. Tabo puso una caña a estribor de la panga y por dos que pasamos, dos hermosos jureles que cogió.
Fue más de uno el que pensó en volver solo y exclusivamente para echar un día de pesca.
El viernes y no sé exactamente como, se organizó. La verdad es que teníamos que haber salido antes, pero nunca terminaré de darme cuenta de que estoy en Costa Rica y al final, fue después de comer cuando quedamos en vernos en el muelle.
Embarcamos en una de las pangas de Tabo, y se dirigió más bien hacia la entrada de la bahía. Yo oteaba el horizonte y no veía un puñetero cardumen. Nadie lo veía.
Varias pasadas a lo largo y ancho, y no pica ni uno.
Tabo que por algo es el patrón, con perdón, el capitán, decide que vayamos a fondear a un bajo. Allí todos echan sus artes de pesca, y no es mucho lo que tardan en empezar a picar.
No eran hermosos pargos, pero la verdad que no tan pequeños como alguien decía.
El ancla no había agarrado bien, y la corriente nos saca del roquedo y nos lleva hacia la arena. Dejaron de picar.
Al final volvemos. Mientras verónica quitaba las escamas a los peces que habían cogido, llega una panga de la pesca del dorado. Al ver la pesquera que trae me alegro bastante. No esperan a estos peces hasta dentro de un mes, lo que quiere decir que se han adelantado.
Los pescadores llevan un tiempo de brazos caídos, y es el único ingreso que tienen. Vanessa les compra uno por 3.000 colones (Ese precio está tirado, los engañan como a chinos).
Nos vamos directamente a casa de Álvaro y de “Macha” (rubia). Mientras unos se llegan a la playa a por leña, otros preparan los avíos de cocinar. Sartén y una buena cantidad de manteca a la misma. No pasa mucho tiempo para que estuviéramos comiéndonos lo pescado. Cuando ya no podía comer más, veo que tabo está preparando unas huevas de dorado (al destriparlos las tiran al mar), y quien no las prueba. La verdad es que me como un par de ellas y eran bien hermosas.
El dorado quedo para mañana comernoslo un ceviche.
Sé que Tabo acabó picado porque el que entre otras cosas se dedica a la pesca deportiva, y seguro quería lucirse. Estoy seguro repetiremos.

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Playa de los Muertos en Bahía Ballena de Costa Rica


Son varias veces las que me han invitado últimamente a ir a Playa de los Muertos y todas decliné hacerlo y el motivo es que la última vez que estuve en ella, lo hice con una persona que cuando puso los pies allí creyó haber llegado al paraíso y que no podrá volver a visitarla. No estaba preparado para volver a hacerlo sin ella, pero ayer decidí que el mundo seguía y que lo haría.


Se ubica dentro de Bahía Ballena justo enfrente de Tambor, pero no intentes encontrarla en los buscadores porque no existe.
Puede que sea una de las playas más vírgenes de estos alrededores, por tener que acceder a ella con una panga y al estar al refugio de la bahia, no es difícil hacerlo, razón por la que es el lugar preferido de los nativos de estos alrededores (Los tours para los extranjeros los hacen a otras, en especial a ). La verdad es que se puede hacer también desde Pochote, cuando esté la marea baja para poder atravesar su estero, pero con el inconveniente de que su estancia en la misma se reduce a un par de horas puesto que con la subida de la marea es difícil volver a pasar el estero.
Todos los del lugar la conocen por este nombre, pero he escuchado mil historias del por qué la llaman así.


Su historia reciente, se puede resumir diciendo que en lo alto de la montaña en cuya falda se encuentra querían construir un hotel, pero Jart, un gringo que hacía algún tiempo que había llegado con su familia en el catamarán que se puede ver en el video, al enterarse compro el terreno y fue lo que sería su retiro en plan Robinson Crusoe. La playa era su playa hasta que los ticos le hicieron ver que la en este país lo dice bien claro, que las playas son de todos los ticos. Hart merece escrito aparte. Creo que es más de una vez que he pensado en hacerlo.
Mientras en la parte opuesta de la bahía donde se encuentran ubicados los hoteles y demás negocios turísticos las aguas están turbias como consecuencia de las aguas rojas que trae el Rio Pánica, aquí están trasparentes, y se puede practicar bien el buceo. Ayer me lleve mi equipo y lo estuve haciendo, pero la vida submarina por estos mares es otro de los misterios que tendré que resolver, aunque hay bastante gente que vive de la captura de langostas a pulmón libre (Otros cabrones lo hacen con un compresor en la panga por muy prohibido que esté) y es mucho el pescado de roca que traen al muelle.
La impresión que me dio es que de tantas heleras como llevábamos íbamos a estar allí una semana.
No sé como llego alguien de Pochote, y a la vuelta fuimos a dejarlo a la entrada del estero.
Yo creo que a los “Capitanes” de las pangas, les encanta ponerlas a tope de velocidad, pero me extraño que Tabo fuera tan despacio. Fueron los críos los que nos avisaron de unos cardúmenes y se dirigió hasta ellos. Pasaba por el centro con una caña y en cada pasada cogía lo que según ellos es un jurel (, pero se hizo noche y volvimos al muelle.
No ha estado mal el día.

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Atardecer en San Javier de Las Gabias


No quería que esta imagen pasara al olvido. Ha sido tomada desde mi casa en España. Precisamente ahora en que los atardeceres por esta parte del mundo, puede que debido a que estamos en época de lluvias, dejan mucho que desear, veo que por allí son preciosos.
Inmediatamente se me viene a la memoria esta frase: Buscas el tesoro que anhelas a través del mundo y cuando te das cuenta, aparece enterrado en tu casa.
Lo importante, estés donde estés, es tener la capacidad para captar todo lo que es bello.

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Funeral en la Isla del Cementerio de Cabuya


Es más de una vez la que la he visitado.
Es una isla que deja de serlo pasando a ser una península, y su istmo pasa a ser un camino por el que se puede acceder a ella. El tiempo que se puede permanecer sin tener que salir a nado o en panga es de un máximo de unas tres horas.
En su interior hay un cementerio, que lo fue precolombino, pero al ver el estado del mismo, dudé de que se utilizara en la actualidad. Pregunté y nadie me daba la certeza de que así fuera.
De las cosas no ya curiosas, sino como en este caso de un cementerio precolombino, hay muy poca información [Este dato lobtuve de una web en Ingles (gringa por supuesto)].
De la información de la propia Costa Rica, que merezca la pena, solo he encontrado este anecdotario
Alguien me dijo que mañana iba a Cabuya a un funeral.
-¿A qué hora te vas?
-A las cinco de la mañana. El entierro es a las siete.
-Te acompaño.
Después de hablar con esta persona se me ocurrió mirar la tabla de mareas y vi que a esa hora estaba llena.
A la mañana siguiente viajábamos hacia el lugar y le comenté lo de la marea.
-Suben el féretro en una panga.
-¿Y los familiares?
-También van en panga.
Cuando llegamos nos dijeron que el entierro seria a las dos de la tarde con marea baja. Lo más lógico.
No soy persona de funerales, así que me fui frente a la isla y allí estuve enrollado con un lugareño que me estuvo contando “secretos” de la isla como de sus alrededores.
Allí estábamos, cuando atraco una panga de Puntarenas que venían sin agua, pero lo más jodido, sin tabaco. Cuando les di algunos cigarros, lo único que faltó es que en agradecimiento me dieran un beso en la boca.
Transcurrió el tiempo, y escuché música que se acercaba. La comitiva del coche fúnebre la encabezaba una banda de mariachis. Otra sorpresa.
El resto más o menos se imagina en el video.
Para acabar, decir, que el Instituto Costarricense de Turismo, falla más que una escopetica de feria. Si estas cosas las tuvieran los ingleses o los gringos, les sacarían una punta bien afilada. Otro día hablaré del El cerro Chirripó.


Este video lo he cogido metiéndome en Google USA (No te va a ser tan fácil entrar en él), que esa es otra, los gringos tienen una información para ellos y otra para el resto del mundo.


Se ve la tumba de la hélice que se menciona en el enlace que puse al principio.
También puedes ver este otro.


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El arbolito de Tambor de Puntarenas


Había decidido dejar a fisioterapeutas, quiroprácticos y demás curanderos e intentar arreglarme por mi cuenta mi musculo de la espalda, o la columna, o lo que puñetas sea que me tiene hecho una alcayata. Como no, pensé en la natación y mi primer baño haciendo lo que yo creía que me aliviaba mas fue en una piscina.
Sería la farmacia del cerebro, pero a la mañana siguiente me encontraba bastante mejor, por lo que no me lo pensé mucho, cogí mis bártulos y me fui a la playa. No me retiré mucho, en la misma desembocadura del rio, me tiré al agua y a hacer los ejercicios que al parecer tan bien me habían ido. Cuando se lo cuento a Vanessa, me dice que estoy loco, que podía haberme comido un cocodrilo y yendo solo donde me iban a buscar, por lo que esta mañana dice de llevarme ella en el carro y se las piensa a donde ir: A Tangomar no porque hay mucha resaca, así que vamos a ir al camino del arbolito. Se viene con nosotros Cinia.


Pasamos el muelle casas de los pescadores y el carro ya no tenía camino, así que continuamos andando.



Aun hay mas casas de pescadores que no había visto, las dejamos atrás y nos introducimos en pleno bosque. El camino discurría a unos quince metros del mar pero la vegetación impedía verlo.


El bosque, la vegetación. Ya con esta son tres las cámaras que tengo desde la primera vez que llegue a Costa Rica y ninguna de ellas ha conseguido captar la realidad. Una cosa es lo que mi vista percibe allí, puede que acompañado de los otros sentidos, y otra la que se ve en la imagen (sale iluminada la parte alta dando la sensación de que no estás cubierto). Nada que ver.
Disfruto como un enano con este paseo. ¿Cómo no se me había ocurrido antes ir al arbolito por este camino? Lo dicho, aquí todos los días hay algo que descubrir.


El follaje se va abriendo por la izquierda y observo que ya estamos casi a la altura de la cabeza del lagarto.



El camino pasa a discurrir por la playa y antes de que vuelva a introducirse nuevamente en la espesura, paramos y dejamos los pocos bártulos que llevábamos.
Me baño y me arrepiento de no haberme traído las gafas y las aletas. El agua estaba transparente, aunque me sigue llamando la atención la poca o ninguna vida que hay en los roquedos.


Sentados en un troco estábamos, cuando aparece Toro que viene de su tarea diaria, la pesca de langostas y otros a pulmón libre, se sienta con nosotros y charlamos. También aprovecha para desayunar.


Unos diez Kgs de langosta es lo que traía.
-Buena pesca, le digo.
-Que va, si solo he estado un rato.
Antes de irse nos deja una bolsa de plástico con cambute, ostras y colas de langostas pequeñas.


Cinia que de eso sabe un rato, se pone a preparar un ceviche, cortándolo todo sobre una piedra. La idea era comérnoslo allí.
-Pero vamos a ver, ¿no hay que dejar que se cocine en limón?
-Eso es en los bares, como de verdad esta bueno es así.
Me da a probar un trozo de cambute, que yo creo estaba vivo, y verdad es que estaba riquísimo.
Deciden que hay que echarle algunos aliños, hablan de cebolla, aunque al final, a la vuelta, me tocó a mi ir al Súper a por ellos y traje chile jalopeño, limones y las citadas cebollas.
A desandar lo andado. Además el cielo amenazaba lluvia. Vuelta a coger el carro y en menos de media hora habíamos almorzado. Ceviche por supuesto.

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