Al principio de estar en este pueblo, era paso de unos personajes muy peculiares, que más tarde o más temprano seguían camino a lo que ellos buscaban. Terminaban recalando en Santa Teresa/Malpaís o en Montezuma. Ellos iban buscando extranjeros y todo lo que a su alrededor se movía, desde birras a mota; es el caso de Diego y Yocsan por poner un ejemplo. Otros las ovejas negras, caso de Ceviche o Edwards y los más personas de aquí de toda la vida aficionadas al guaro. No con esto digo que no hubiera excepciones, como el caso de Helena que hablaba y leía tres idiomas a la perfección., o Luis que partiendo de cero ha sido dueño de un hotel de cabinas.
Pero lo que me ha llevado a escribir esto es que personas como Zaraqui de aquí de toda la vida también estén desapareciendo.
La verdad es que otros no volverán más, la vida les ha pasado una mala jugada.
Verdad es que la crisis ha llegado aquí y bastante que se nota en el turismo, por lo que los que vivían de este han tenido que emigrar y lo que es la pesca del dorado, tampoco está la cosa para tirar cohetes.
Yo iba a mi mesa de la playa principalmente a ver el atardecer, pero invariablemente acababa en tertulia con varios de ellos. Algunos de la gente de alto standing, se extrañaban que yo me mezclara con ellos hasta el punto que el dueño del Súper, no sin cierta prudencia llego a preguntarme: Don José, ¿no le trae problemas sentarse con todos esos borrachines? A lo que le contesté: No solo no me los trae sino que me divierte hacerlo, a lo que pensaría que estoy loco.
También es verdad que tenía que pagar mi peaje porque no había uno que no me pidiera un blanco o cien colones que le hacía falta para comprarse una pacha. Dicen que un niño y un borracho siempre dice la verdad, por lo que a cambio me enteraba de todos los chismes, y a los más viejos les iba sacando la historia de los orígenes de este pueblo, pues fue el primer asentamiento del sur de la Península de Nicoya.
Ha pasado la época de lluvias y ha llegado lo que por aquí llaman verano, o sea la temporada seca y por estas fechas los atardeceres no son ni parecidos a los de invierno y a la tertulia siguen viniendo Lorenzo, Rigo, Alvarito, y otros, Toro pasa pero más bien lo que hace es saludar y seguir, pero cada vez son más días los que me paso la tarde solo y digo la verdad echo de menos las conversaciones por ejemplo con Zaraqui (contaría la historia de un gato y de las técnicas para saber dónde estaba el dorado).
También he puesto la excepción, un personaje especial que ha vuelto, pero ese es un verdadero asceta. Baltodano. Solo he conseguido hablar una vez con él.
Me ha dado por pensar que mi cuerpo está cada vez más averiado y a pasar de que en España están haciendo una mierda con la sanidad, el final será que me vaya allí porque al menos hay médicos privados. Hace tres entradas conté la aventura para que me viera un psiquiatra, y no solo es la aventura sino el costo que no me lo puedo permitir. El mismo psiquiatra sé quedó asustado cuando le dije que para el ictus estuve en el CIMA por lo que me habría costado.
Pienso (hoy me ha dado por pensar). En España vivo alejado de la civilización, pero aunque estuviera inmerso en ella, ¿con quién hablaría? Personas con las que pueda hablar, no ya amigos, se pueden contar con los dedos de una mano y para mi desgracia están separados. ¿Me iría a un bar a hablar con el camarero? ¿A los bancos de un parque a intentar hacer amistades? ¿O a una residencia de ancianos (así les llaman ahora a los asilos)? Tampoco me gusta ver escaparates ni a la gente andando por la calle con el teléfono al oído.
Aquí, a pesar de tener televisión, no la veo ni por asomo. ¿Me volvería adicto a la TV?
Dicen que estamos al final de un ciclo, pero lo que están haciendo con este mundo, aparte de la crisis financiera, es una verdadera mierda lo mires por donde lo mires.
Por curiosidad, ¿qué hacen los viejos hoy en día en España aparte de darles cobijo y de comer a los que han perdido su trabajo y su casa? Si alguien sabe la respuesta, le agradecería me informara. Ya funcionan los comentarios.
Quizás sea egoísmo, pero cada vez me acuerdo más de una persona que me dejó.
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