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Personajes que han desaparecido de Tambor de Puntarenas


Al principio de estar en este pueblo, era paso de unos personajes muy peculiares, que más tarde o más temprano seguían camino a lo que ellos buscaban. Terminaban recalando en Santa Teresa/Malpaís o en Montezuma. Ellos iban buscando extranjeros y todo lo que a su alrededor se movía, desde birras a mota; es el caso de Diego y Yocsan por poner un ejemplo. Otros las ovejas negras, caso de Ceviche o Edwards y los más personas de aquí de toda la vida aficionadas al guaro. No con esto digo que no hubiera excepciones, como el caso de Helena que hablaba y leía tres idiomas a la perfección., o Luis que partiendo de cero ha sido dueño de un hotel de cabinas.
Pero lo que me ha llevado a escribir esto es que personas como Zaraqui de aquí de toda la vida también estén desapareciendo.
La verdad es que otros no volverán más, la vida les ha pasado una mala jugada.
Verdad es que la crisis ha llegado aquí y bastante que se nota en el turismo, por lo que los que vivían de este han tenido que emigrar y lo que es la pesca del dorado, tampoco está la cosa para tirar cohetes.
Yo iba a mi mesa de la playa principalmente a ver el atardecer, pero invariablemente acababa en tertulia con varios de ellos. Algunos de la gente de alto standing, se extrañaban que yo me mezclara con ellos hasta el punto que el dueño del Súper, no sin cierta prudencia llego a preguntarme: Don José, ¿no le trae problemas sentarse con todos esos borrachines? A lo que le contesté: No solo no me los trae sino que me divierte hacerlo, a lo que pensaría que estoy loco.
También es verdad que tenía que pagar mi peaje porque no había uno que no me pidiera un blanco o cien colones que le hacía falta para comprarse una pacha. Dicen que un niño y un borracho siempre dice la verdad, por lo que a cambio me enteraba de todos los chismes, y a los más viejos les iba sacando la historia de los orígenes de este pueblo, pues fue el primer asentamiento del sur de la Península de Nicoya.


Ha pasado la época de lluvias y ha llegado lo que por aquí llaman verano, o sea la temporada seca y por estas fechas los atardeceres no son ni parecidos a los de invierno y a la tertulia siguen viniendo Lorenzo, Rigo, Alvarito, y otros, Toro pasa pero más bien lo que hace es saludar y seguir, pero cada vez son más días los que me paso la tarde solo y digo la verdad echo de menos las conversaciones por ejemplo con Zaraqui (contaría la historia de un gato y de las técnicas para saber dónde estaba el dorado).
También he puesto la excepción, un personaje especial que ha vuelto, pero ese es un verdadero asceta. Baltodano. Solo he conseguido hablar una vez con él.
Me ha dado por pensar que mi cuerpo está cada vez más averiado y a pasar de que en España están haciendo una mierda con la sanidad, el final será que me vaya allí porque al menos hay médicos privados. Hace tres entradas conté la aventura para que me viera un psiquiatra, y no solo es la aventura sino el costo que no me lo puedo permitir. El mismo psiquiatra sé quedó asustado cuando le dije que para el ictus estuve en el CIMA por lo que me habría costado.
Pienso (hoy me ha dado por pensar). En España vivo alejado de la civilización, pero aunque estuviera inmerso en ella, ¿con quién hablaría? Personas con las que pueda hablar, no ya amigos, se pueden contar con los dedos de una mano y para mi desgracia están separados. ¿Me iría a un bar a hablar con el camarero? ¿A los bancos de un parque a intentar hacer amistades? ¿O a una residencia de ancianos (así les llaman ahora a los asilos)? Tampoco me gusta ver escaparates ni a la gente andando por la calle con el teléfono al oído.
Aquí, a pesar de tener televisión, no la veo ni por asomo. ¿Me volvería adicto a la TV?
Dicen que estamos al final de un ciclo, pero lo que están haciendo con este mundo, aparte de la crisis financiera, es una verdadera mierda lo mires por donde lo mires.
Por curiosidad, ¿qué hacen los viejos hoy en día en España aparte de darles cobijo y de comer a los que han perdido su trabajo y su casa? Si alguien sabe la respuesta, le agradecería me informara. Ya funcionan los comentarios.
Quizás sea egoísmo, pero cada vez me acuerdo más de una persona que me dejó.

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¡Maldita navidad! Caí en su puta trampa


La primera idea es la que vale. Comprar un velero, adentrarse en el Pacifico y buscar una isla habitada pero fuera de las rutas comerciales de navegación, y por supuesto sin internet. Esa fue una idea que me rondó hace bastantes años por la cabeza.
Daba por hecho que las navidades estaban pasando lo más desapercibidas que podían serlo; ya había puesto un mensaje en Facebook dando una felicitación generalizada con lo que mi conciencia ya estaba lavada, pero fue precisamente ayer cuando recibí unas felicitaciones, algunas incluso de personas, que hacía meses (¿o años?) que no se ponían en contacto conmigo y algunas me llegaron al alma, por lo que me dije: Pues no, la conciencia la lavé bastante mal, y se me ocurrió, no solo contestarles, sino que ya puestos, que menos que dirigirme a… Y también a… Después pensé, ¡coño! No le he dicho nada a… ni a… pero ya estaba en la cama. La verdad que no recuerdo bien pero tengo la impresión que lo hice de forma automática. A dormir y a levantarme las tropecientas veces que lo hago durante la noche con la dichosa vejiga.
Me despiertan los maullidos del gato. Con cara de mala hostia le abro la puerta pensando que quería hacer sus necesidades fisiológicas, pero no el muy cabrón lo que tenía era hambre y no paró hasta que le eché su pienso.
Veo que no estaba Vanessa ni el carro, por lo que sé que me toca hacerme el desayuno. Leche con cacao con un poco de queque y café en la cafetera italiana que al final conseguí.
Me había dicho que obligaciones, ni una; hasta he dejado de escribir mi diario, pero genio y figura, sigo tomando unos datos en la computadora, cosa que hago todos los días, y me acerco a ella.
Lluvia de mensajes de felicitación o contestando a los que yo mandé ayer. Algunos dicen cosas como, en estas fechas echo de menos a mis seres queridos. Para colmo, intento de que vea a Paula, cosa que no consiguen pero si me mandan un puñado de fotos, no solo de ella sino también de otras personas muy cercanas.
Lo peor, noticias que relaciono con una persona que ya no está. Uno no es de hierro y termino soltando unas lágrimas. Y más peor, me sale mi parte egoísta y pienso en la putada que me hizo dejándome solo. Se perfectamente que no habrá otra mujer en mi vida, por lo que los años (¿años?) que me queden de la misma, no tendré el hombro en el que apoyar mi cabeza.
Veo claramente que las heridas que yo creí estaban cicatrizando, están en carne viva.
¡Maldita navidad! Caí en su puta trampa.
Me habían invitado a comer chancho, por aquí aun hacen matanzas, y por supuesto que no he estado. No tenía puñetero humor.
Me voy a la playa y estaba de lo más normal posible. Un día más. El atardecer incluso feo. Hablo con Patricia y con Norberto. Norberto se queja de que le pagan poco.
La vida sigue.

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Cansancio extremo o somatizando el dolor del alma


Hace unos días, ni quiero saber cuantos, algo empezó a ocurrir en mi soma (totalidad de la materia corporal de un organismo vivo) que no llegaba a entender. De mi afán aventurero, pasé, en un corto espacio de tiempo a una inapetencia y a un cansancio que no era normal. Solo se me apetecía estar en la cama y a la hora de comer un verdadero sufrimiento.
Una mañana, sin venir a cuento, tengo una diarrea negra asquerosa, y tenía la completa seguridad de no haber comido algo que me sentara mal. Vanessa llevaba unos días diciéndome de ir al medico, pero no se el por que solo pensaba en el Seguro Social, las eternas esperas y lo que por aquí cuentan de que tengas lo que tengas, siempre te mandan la misma medicina, y ese día me convenció diciéndome de que en Cóbano había un medico particular. Mas que un medico particular, es una empresa privada, con sus UVIs móviles, médicos, practicantes e incluso helicópteros en caso de emergencia. Todo esto previo pago, y sobre todo utilizado por los gringos aquí existentes que no son pocos.
Al llegar allí, me avivo, cosa que ya me ha ocurrido otras muchas veces que me he encontrado mal. Doy por supuesto que a nadie le gusta lo vean hecho una piltrafa.
Mientras el médico atendía a alguien en la consulta, en la sala de espera, me toman la tensión, la temperatura y me pesan, aparte de rellenar un historial mío.
Paso a consulta y lo primero que me pregunta es desde cuando no me han hecho un chequeo general y mientras le voy explicando lo que siento y que ya he descrito al principio, el me va haciendo un escrito. Cuando acaba me dice que para el y con mi edad ese chequeo seria imprescindible, que me lo debía hacer como mínimo cada año y que el no gana nada con eso. Le pregunto y me dice que en Cóbano no me lo harían y que como mínimo tendría que ir a Puntarenas. Ni arrastrando voy allí tal y como me encuentro, le digo.
No te estreses, cuando puedas y como te digo es que te aconsejo que te lo hagas.
Algo me dijo que en esta edad es normal vigilar el cáncer de colon y algunas cosas más que me parecían muy lejanas.
¡Cojonudo, en Costa rica utilizan la medicina preventiva cosa que no hacen en España! El médico de cabecera lo máximo que me ha mandado es una analítica de sangre.
¿Has tenido algún problema psíquico últimamente? Me sorprende la pregunta, pero acabo contestándole que si, que la muerte de mi mujer me llevo a un pozo muy profundo y que el principal motivo de volver a Costa Rica había sido el salir del mismo. Pues bien, ahora estas somatizando ese dolor. He de aclarar que la medicina oficial no reconoce las somatizaciones ni esas gaitas. Me tumba en una camilla y me chequea por la parte del estomago, los ojos, los oídos y vuelve a tomarme la tensión porque la tenia alta.
Mientras sigue escribiendo hablamos de medicina en general y veo que no es ningún novato a pesar de su edad, veintiocho años. Criticamos a los políticos y a la venta de medicinas en este país.
La verdad es que me traigo una muy buena impresión de él. Es medico cirujano y me dijo que seguía estudiando porque definitivamente lo que a el le gusta es la ginecología.
Me vengo cargado de medicinas para un mes y al llegar, pago la fortaleza que saque durante la consulta tirándome en la cama como si hubiera chapeado la finca de los Pérez.
Ya aquella noche me tomo un psicotrópico que me hace dormir más de doce horas. Creía que después de tanta cama estaría descansado, pero todo lo contrario, estaba totalmente agotado.
Así sigo al otro día y al siguiente, por lo que lo llama Vanessa y le dice poco más o menos que no iban a ser las medicinas de San Fernando, que empezaría a notar los efectos a los ocho o diez días.
Deje de escribir mi diario y he tenido que recurrir a la computadora. La visita fue el día 30 del mes pasado y parece que estamos a 5 de Agosto. ¡Que días más largos!
No se el por qué pienso que me ha pasado de todo en esta vida, pero esta enfermedad jamás. ¿Enfermedad? No me duele nada, no siento ningún síntoma que me pueda guiar a alguna parte enferma de mi cuerpo, solamente cansancio extremo. Helena ya me ha insinuado hacerme el Chi o el Ki, según lo digan los chinos o los japoneses.
Algo iré mejorando cuando he sido capaz de darle al teclado, pero la cosa es desesperante. Hasta he dejado de ir a mis tertulias/atardeceres y bastante más a darme esos paseos mañaneros por los bosques cercanos.


Ayer, algo me reanimo el tener entre mis manos una hermosa iguana.


Y hablando de las experiencias, me acuerdo de lo que un día escribí sobre los y que daba por hecho que habían desaparecido, pero no, son ancianos hijos de puta que lo tienen todo en la vida, llamémosle banqueros, y que ansían otras cosas, como el poder absoluto sobre el mundo a base de joder a toda la humanidad.

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Se cerró el círculo


Después de la primera operación de vejiga, cuando me hicieron la cistoscopia de reconocimiento y me dijeron que tenía que volver a operarme de nuevo, se me cayó el mundo encima. Ya contaba los días para que volviéramos a Costa Rica. No te preocupes, me dijo: cuando acaben de operarte, aunque después tengamos que volver, iremos allí al menos un mes.
Siguió el infierno, otra operación mía, ella nos dejó y ha transcurrido el tiempo. Guardé unas pocas de sus cenizas y me prometí que de una forma u otra ella volvería.
Han pasado unos días desde que llegue a este lugar y no llegaba el de echarlas a la playa que a ella tanto le gustaba. Era el adiós definitivo, o así lo veía yo.
Ayer me decidí y fui con mi hijo a la citada playa. Quería que quedara constancia de que así fue.
La mar estaba un poco brava, y allí se dio su último baño.
Justo detrás, está el terreno que ella quería que compráramos e hiciéramos una casa lo suficientemente grande para que de vez en cuando pudiera traer a los suyos.
Son muchos los que me han preguntado por doña María, la gran mayoría no sabían de su fin y la cara de sorpresa/sentimiento era patente, y me quedo con algo que me dijeron y que me pareció muy bonito: Doña María era un ángel, y ellos son así, bajan a este mundo, para hacer feliz a una persona, y cuando creen que han cumplido su misión, desaparecen porque tienen que hacer feliz a otras. Conmigo hizo bien su trabajo.
Anoche se lo conté a una amiga, e hice lo que no había hecho por la mañana, y que procuré evitar, lloré.

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Puñeteras navidades. No hay forma se zafarse de ellas


Son unas fiestas que nunca me han gustado. Comidas de empresa, alumbrados callejeros, escaparates adornados para la ocasión, villancicos hasta en la sopa, cenas que no hay quien se las coma y cuando se reúnen familias, después de las dos primeras copas salen los trapos sucios de todo el año.
En mi estancia en Costa Rica, las pasé como un día normal. Verdad es que había unos dominicanos que me invitaron a unos asados de carne, pero no me costó mucho esfuerzo escabullirme. No, en aquel país, al menos en el pueblo en que me encontraba, se celebran poco o más bien nada. Allí no hay tantos Cortefieles, Hipercores, Continentes, Mercadonas, ni tantos súper mercaderes lavándote el cerebro para que consumas, en especial en colonias, gambas, besugos, y en otros productos que a mi me resbalan. Lo de los juguetes de los niños se pasa de castaño oscuro.
Yo tampoco me he escapado de los regalos.
Volví a España, y pensaba que la cosa iba a continuar igual, pero fue María la que se empeño en decorar la casa, faena en la que le ayudaron sus nietos.
Este año, no se si porque veo poco la televisión, la verdad es que ni me acordaba de ellas, pero ya mi hija me había dicho un par de veces de colocar el árbol de navidad. Por favor Eva, este año menos que nunca tengo ganas de fiestas.
Al menos por los niños, van a estar aquí los dos y vendrán otros y no lo concebirían.
Anoche ayudada por Sole empezaron a montar el árbol y a colocar adornos.
Para la cena le he dicho que al menos yo no quiero nada estrambótico.
Al final he caído en las redes de estas fechas.
En lo referente a la parte religiosa, en mi anterior blog ya hable del dios Mitra, pero hay mas y la religión cristiana tenia que tener al igual que las otras estas fechas para quitarle clientes a las primeras.
Son muchas las divinidades precristianas que comparten dos singulares características: nacer de una virgen y haberlo hecho el 25 de Diciembre. El más conocido puede ser Buda nacido el 25-D de la virgen Maya, o el dios frigio Attis nacido de la virgen Nana el 25-D, o Dionisio nacido además en un pesebre, u Horus, también en un pesebre de la virgen Isis... aunque el caso más sorprendente es el de Mitra.
Mitra, el dios sol (divinidad adorada por indios, persas y romanos) nació un 25 de Diciembre en un establo del vientre de una madre virgen, descendido de los cielos y encarnado en un hombre.
Mitra significa "amigo" en sánscrito, pero se le dieron muchos sobrenombres como "el Salvador", "el Hijo de Dios", "el Cordero de Dios", "el Redentor", "el Buen Pastor" o "el Camino, la Verdad y la Vida".
Le siguieron 12 discípulos que presenciaron todos sus milagros y que al morir le enterraron en un sepulcro... del que resucitó al tercer día.
Como he dicho “nuestra” religión, copio todo esto al pie de la letra. Si a esto le sumamos que los mercaderes (¿Del templo?), también se aprovechan para meternos sus productos de cualquier fecha señalada (Lo único que les falta por inventar, si es que ya no lo han hecho, es el día de la suegra), aquí tenemos lo que son estas fiestas.

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¿Qué pinto yo en esta vida? y los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren


Esta noche por la causa que sea he dormido inquieto, al girarme, ponía una pierna sobre la bolsa de orina, ya casi llena, ejercía presión sobre ella por lo que la misma retrocedía hacia la vejiga y me dolía. Cuando decido vaciarla, veo que ya son casi las siete, así que lo que hago es levantarme, desayuno y aún no ha amanecido. Leeré, me digo, pero no, sé que aún no estoy preparado. Yo más que leer un libro, lo estudio, o al menos lo leo si veo que puedo sacar alguna conclusión de él. Por la tercera página ya sé si el libro me interesa o no.
Me quedo sentado en la mesa de camilla (que gran invento). Me da por meditar. Se me viene a la cabeza una pregunta y una frase hecha: ¿Qué pinto yo en esta vida?, y los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren.
Dejo la primera porque me parece más complicada (aun no estoy lo suficientemente despierto) e intento pensar en la segunda: Serian las plantas y los animales, entre los incluimos, cosa en la que no estoy de acuerdo. Para mí todo lo que salió de esa partícula con enorme densidad que termino por estallar, y formó lo que llamamos nuestro universo, tiene vida, pero tampoco voy a complicarme, demos por hecho que como ya en su día dijo Aristóteles, son los vegetales y los animales.
Últimamente al despertarme lo primero que veo al asomarme por la ventana son los gorriones, alguna urraca y por supuesto a los perros. Cuando me construí esta casa, por aquí abundaban los lagartos, alacranes, lechuzas y siempre sobrevolaba alguna rapaz, pero estos últimos por la causa que sea, son historia. Dejemos a los álamos, los olivos y otros vegetales. El gorrión siempre me ha parecido un animal curioso; primero habita en los cinco continentes, cosa rara en las demás especies (aparte de la nuestra, claro) y se adapta a cualquier hábitat, desde la ciudad al campo.
Perros y gorriones. ¿En qué piensan? ¿Con que lo pasan bien o mal? ¿Experimentan emociones? Tampoco estoy de acuerdo con lo escrito por ahí sobre estos temas, pero tengo la completa seguridad que nos distinguimos de ellos por el puto cerebro. Estoy convencido que lo hemos desarrollado más que cualquier bicho viviente pasado o actual. ¿Es bueno o malo para nosotros? He pensado mucho sobre esto, y estaría años haciéndolo y no llegaría a ninguna conclusión, entre otras cosas porque depende de tu estado de ánimo cuando te haces la pregunta. A una gacela cualquier depredador, se le come a una cría y la pena le dura cinco minutos, el instinto de supervivencia de ella misma, prioriza y hace que rápidamente oculte sus sentimientos. Esto lo he experimentado yo: Cuando entre en el hospital por la dichosa vejiga, era tal el dolor que sentía al expulsar los coágulos de sangre, que durante los tres o cuatro días que me duraron ni me acorde del mono del tabaco. Podía haber dejado de fumar, puesto que ya lo había pasado.
¿Qué pinto yo en esta vida? No puedo quejarme de lo vivido hasta ahora, viví una niñez feliz, tuve la primera bicicleta entre mis amigos, fui el único de ellos que estudió (sus padres en aquella época no se podían permitir esos lujos). Estuve navegando unos diez años, llegué a ser Jefe de Máquinas con veinticinco años, cuando lo normal era llegar a ese puesto con cincuenta, recorrí mucho mundo, conocí otras culturas, otros idiomas y sobre todo me di cuenta de que la mayoría de las cosas que me habían hecho creer hasta aquel momento eran mentira. La historia no era como me la habían contado (leí libros que en España estaban prohibidos), existían otras formas de gobierno, había más ricos que nosotros, y también sea dicho, mucha miseria por esos mundos.
Deje de navegar y los otros dos puestos que ocupe en tierra fueron de directivo
En el pasado he soñado mucho en que algún día me compraría un velero, llegaría al Pacifico, buscaría cualquier isla fuera de las rutas de navegación, y en la que me gustara, quemaría el barco, al igual que hizo Pizarro (que por cierto no es verdad que los quemara), para no poder volver. ¿Sería capaz de hacerlo ahora? Ni mucho menos, se perfectamente hasta donde llegan mis límites y no me veo manejando un velero de doce metros en medio de un temporal.
Hace unos días, creo hablé sobre la calidad de vida. ¿Qué es eso? Unos lo pasan como enanos jugando al dominó, mientras que yo ni he jugado en mi vida ni pienso hacerlo.
¿Lo volveré a pasar tan bien en Costa Rica? La vuelta me la había imaginado con mi pareja y ahora no termino de hacerme una idea de que voy a hacer allí.
¿Compraré la panga de la que tanto habíamos hablado? ¿O el terreno junto a la playa con el que ella había hecho tantos proyectos? No, creo que no.
Mientras esto llega, ¿me dedico a restaurar la Montesa Crono que ha traído mi hijo? A veces pienso que si empezara no pararía hasta conseguirlo, pero me cuesta tanto arrancar que dudo que le meta mano.
Podría irme al pueblo y sentarme en uno de los bancos de la plaza, siempre están ocupados y con alguien hablaría, pero ¿de qué? ¿De lo bien que lo va a hacer ahora el Rajoy? ¿O a criticar al alcalde? ¡Vamos hombre!
Escucho a mi hijo que creo que está haciendo unas estanterías e intentaré echarle una mano. Que piense Rita la cantaora.

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Y van tres. Vuelta al quirófano


Mañana no sé, pero hoy tengo la sensación de que puede ser el punto de inflexión de esta serie de calamidades (no encuentro otra palabra), que me han ocurrido durante los dos últimos años.
Anteayer estuve nuevamente en la mesa de operaciones y es la primera vez que me han dado buenas noticias. Si a esto le sumo que al fin han nombrado el partidor contador de mi dichosa herencia (no estoy pensando en el dinero, sino en resolver de una puta vez uno de los problemas que me hicieron volver de Costa Rica), es como para, al menos, levantar un poco el ánimo.
Lo del hospital, tampoco ha sido tan fácil. Entrada en recepción, me vuelven a marcar como a un borrego, y a la sala de espera de los que ingresábamos para operarnos. Se repite la historia: Llaman a todos menos a dos entre los que me encontraba yo, y coincidencias de la vida, los dos para Urología. Le cuento a mi compañero de fatigas que a mí me tocaba la semana pasada, pero por falta de camas, la postergaron hasta hoy y le digo si hoy no se repetirá la historia. Mientras esperábamos (nos habían citado a las ocho y eran más de la una y media, el hombre, me cuenta que ayer estuvo viendo sus olivos, por si era la última vez que los veía. Está claro que todo el que ingresa en un hospital va más bien acojonado. Para darle ánimos intento explicarle que nuestra operación es menor y que yo voy por .
Sobre las dos nos dicen que subamos a planta y ya la enfermera que nos vino a avisar, anticipó que algo raro pasaba. Nos esperaba el cirujano, y nos dice que solo pueden operar a uno, que no tienen tiempo para más. Me sube el cabreo y le digo que la semana pasada fue por falta de camas y que por esta no paso. Me elige a mí.
Había una cama libre, pero una con una mujer, y ya se sabe, la discriminación de sexos…
Me vuelven a meter en un trastero para que me quite la ropa, me ponga la bata, y al poco viene la enfermera me tiende en una camilla de curas y me vendan las piernas. Aparece un celador ya con una cama seria, y me llevan para el quirófano.
Espera a que acaben con el que tienen dentro, me ponen la espera en la mano y aparece por allí el anestesista que no daba con la medula (me imagino que es ahí donde pinchan), para anestesiarme de cintura para abajo, .
¡Hombre, aquí está el marino!
Le pregunto por el hermano (que también lo es) y aprovecho para decirle que hoy si dará con el sitio.
No te preocupes, hoy tengo conmigo a un alumno aventajado que lo hace muy bien, me contesta.
Una vez en la mesa de operaciones, le digo al cirujano. Doy por supuesto que sabes el por qué estoy aquí, pero por si te sirve de algo, tengo la seguridad de que, no sé exactamente donde, tengo una obstrucción que no solo me impide orinar bien, sino que me duele al hacerlo. Menos mal que se lo dije, porque cuando me metió, el endoscopio, se quedó extrañado de lo bien que estaba la vejiga. Lo dijo de una forma como diciéndose ¿para qué me mandan a este aquí?
¡Bueno!, llevabas razón, tienes un estrechamiento en la uretra (que me han provocado ellos, me dije yo) y te voy a hacer una incisión y tendrás que estar una semana con una sonda puesta, para que al cicatrizar no se vuelva a cerrar. Listo y para recuperación.
Sigo diciendo que el estar dormido de cintura para abajo, es una sensación muy desagradable. Tu mente le manda órdenes para mover las piernas, pero estas no le hacen ni puñetero caso. Se perfectamente lo que sienten los que están en una silla de ruedas por esta causa.
Por fin a la habitación, justo la que hay frente al servicio de enfermería. Mi primer pensamiento: Difícil lo tengo el fumar.
Por lo pronto estoy solo en la habitación, así que una vez que me ponen el suero, y siendo ya experto en horario de visitas, aun con los pies y las nalgas acorchadas por la anestesia me voy al baño y me fumo mi primer cigarro. Eliminador de olores, y para la cama. Ni que decir tiene que viene la primera regañera de mis hijos.
Me traen a mi compañero de habitación, un gitano. Puedo asegurar que para nada soy racista, más bien estoy convencido que es todo lo contrario, o al menos tienen un complejo de inferioridad que les hace suponer que a los payos nos tratan mejor que a ellos. Venía acompañado de padres, hermanas, cuñadas, tíos y tías y no sé cuántos más. ¡Dios mío!, me digo, esto parece una feria. Se acabó la tranquilidad.
Ya era tarde y se van yendo a dios gracias.
Acabo haciéndome amigo de ellos.
Se van la mayor parte, pero el teléfono no para de sonar. Son familiares interesándose por su salud. El sentido de familia que tienen, lo envidio.
Mi hija se quería quedar conmigo, pero se lo quito de la cabeza. Como no voy a acordarme de María y de las muchas noches que paso conmigo. La recuerdo hecha un ovillo en esos sillones criminales para dormir. Con mi compañero se quedan el padre y la madre. El padre no paraba de entrar y salir durante toda la noche y no sé cuántas veces me despierta, momentos que aprovecho para quitarme el mono. Precisamente a las siete salía del baño y entra el enfermero más malafollá de toda la planta (no lo digo yo, lo dicen todos sus compañeros/as) y me regaña por estar levantado, le digo que según el cirujano dentro de un rato me voy y estoy haciendo prácticas. ¡Si, a mí me vas a engañar! Pues no pedazo de capullo, pensé yo. A mi gitano le regaña de tanto quejarse por el dolor.
La verdad es que lo del dolor tampoco lo comprendía yo. Hace cinco meses que le pronosticaron que tenía una piedra en la vejiga, y cuando lo metieron en el quirófano, vieron que ya no tenía nada, así que nada le hicieron. Él quería hacerse el mártir delante de la familia, pero es que la madre cada vez que la llamaban por teléfono decía poco más o menos que estaba en las últimas y cada vez que entraba una enfermera/o le decía que su hijo estaba muy mal. En su bolsa de la sonda se veía la orina limpia, o sea que era verdad que no le habían hecho nada. No son ni mejores ni peores que nosotros, son diferentes.
Ya estaban mis hijos allí. Pasa el tiempo y la visita del médico de planta, no llegaba. Ya esperaba lo peor, pasar otro dia allí, pero sobre las doce aparece el urólogo, que precisamente fue el que volvió a mandar a operarme, expresamente a darme el alta. Cuando me dice que probablemente nos volvamos ver cuando me hagan una revisión, le digo que me busque en Costa Rica. Él había estado allí un mes de vacaciones.
Salida del hospital.


Me he enrollado vilmente.
Mi hija quería, por narices, que me fuera al menos estos días a su casa, pero tenía bien claro que yo volvía a mi retiro.


No es agradable estar sondado y con una bolsa amarrada en la pierna, sobre todo temía que dormido, pudiera tener cualquier contratiempo, por supuesto desagradable.
Ocho días pasan pronto, y una cosa vencida.

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Pesimismo, desesperanza y disminución de la motivación.


El tiempo, típico de otoño. Aún quedan hojas en los álamos blancos, aunque ya han caído las del nogal y las de la catalpa.
En estos últimos días, amanece nublado, aunque hay ratos que se deja ver el sol, rayos que salgo para aprovecharlos. Cuando esto escribo llueve parejo y ya es noche cerrada. En un claro les he echado su comida a los perros y ya la única faena que me queda es prepararme la cena. Maldita las ganas que tengo de comer.
Mi hijo lleva dos días en la ciudad, por lo que aparte de la compañía de los perros, estoy más solo que la una. Incluso Sole que suele aparecer dos veces al día para ver si necesito algo, también ha desaparecido.
No es que mi hijo sea un gran conversador, más bien todo lo contrario, pero cuando está aquí no para de hacer cosas y o bien viéndolo o echándole una mano, el tiempo pasa más rápido.
Me encuentro triste, tengo un descenso del estado de ánimo, pesimismo, desesperanza y disminución de la motivación.
Aunque a María la veo cada vez más difusa, sin embargo nadie puede imaginarse lo que echo de menos su compañía. Es una sensación extraña, es como si me faltara parte de mí. No termino de acostumbrarme a que se haya marchado. No le perdono que me haya dejado. No es egoísmo sino más bien me siento responsable de que lo haya hecho.
No es cuestión de soledad, ni tampoco de falta de amigos, es vacío del alma.
En Costa Rica cada vez que me despertaba y veía la luz que entraba por la ventana, me decía tengo un día más de vida, tengo que aprovecharlo. Cada mañana era una vida nueva por descubrir, todo lo contrario de ahora, me despierto y me digo otro día más.
El mundo sigue, pero espero que estas sensaciones me vayan cambiando, si no, no merecería la pena.

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Estoy hasta el gorro (Más bien de otras cosas)


La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco, más bien creo que en este sistema, están haciendo perder la cabeza a la gente y nadie se da cuenta. Las putadas que nos hacen, se ven como normales cuando no lo son.
Noche cumplí a rajatabla, lo que me indico el anestesista: Me puse la barriga una inyección de Heparina, cena ligera a las nueve, a las diez enema y a las once dos pastillas de Ceprandal. ¡Ah!, también me duche, porque me lo decían las instrucciones (Recuerdo que el resto de los europeos nos tomaban por guarros, y ahora es el Servicio Andaluz de Salud)
Me levanto a las seis, no bebo ni gota de agua, mucho menos desayunar, y a las ocho en punto estoy en recepción del hospital. Me marcan como si de un borrego se tratara, me mandan a una sala de espera, donde estarían unas veinte personas, las van llamando a todas y quedo solo. Pienso que al igual que la segunda vez que me operaron, no quedarían camas. Cuando ya creí ni me iban a llamar, baja uno de los que también esperaba para urología, y que ya lo habían hecho subir, y me dice que suba a la cuarta porque hoy no operan a nadie.
Subo, me dicen que me pase por secretaria, la que sale me dice como muy extrañada que si el medico no había hablado conmigo, le digo que no, me dice que espere, y al rato sale el médico y me explica que esta noche habían tenido un trasplante de riñón y de que hoy no me operan. Cuatro camas vacías.
Me pregunto: ¿es que no hay más quirófanos?, ¿es que no hay más cirujanos? Ellos lo llevan y ellos lo entienden. El médico me dice que vuelva el lunes, lo corrige la secretaria y me dice que el martes, y una aventura para que me den las medicinas que me tengo que aplicar el día antes.
Iba muy tranquilo y con el cuerpo hecho a que hoy acabaría, y se prolonga la agonía otra semana más.
Lo dicho estoy hasta los cojones de la Seguridad Social, de la Justicia y de este país. En África pasan hambre pero al menos siempre están con la sonrisa en la boca.
Al menos espero que al pobre hombre que le han trasplantado el riñón le haya ido bien.


La puntilla: Cuando salía me encuentro con Erika, la cardióloga de planta que tanto cuidó a María y que tanta amistad hicieron. Nos damos un par de besos y me dice que nadie en la planta comprendía el por qué tuvo ese final. ¡Peor me lo has puesto hijita!

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Sentimientos encontrados. Se va cerrando el baúl de los recuerdos


No sé si porque pasa el tiempo, o por las dosis de serotonina que me estoy metiendo en el cuerpo, pero llevo varios días en que estoy bastante mejor de ánimos, pero precisamente ayer tuve una pequeña lucha porque tenía sentimientos contradictorios.
Por una parte el encontrarme bien para mí era un gran paso, pero a la vez sentía como si estuviera traicionando a María. No es que no me acuerde de ella, no hay día que no esté en mis pensamientos, pero noto justo eso, que van pasando a ser recuerdos. Lejos van quedando los días en que no me creía que se hubiera ido.
La vida seguirá su curso, no sé qué es lo que me deparará, pero tengo la completa seguridad, que recordaré el tiempo que estuve junto a ella como una de las cosas más bonitas que me han pasado. Aunque a alguien le parezca extraño, también me quedo con la cara de paz que tenía ya en el ataúd.
En el baúl de los malos recuerdos, se irán quedando los tiempos de hospital y sobre todo el más desagradable, en el que apareció el cirujano diciéndonos que la cosa iba mal. En su cara noté que todo se había acabado, que se había dado por rendido. Quería que me tragara la tierra.
Espero no volver a tener un duelo como este, porque si mal lo pasas con la depresión, este, aunque distinto, también es una de las experiencias más desagradables que he tenido en la vida.
Mi hijo esta con Pedro arando el campo, y pronto aparecerán las hierbas, serán las más bonitas que haya visto.

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Perdido entre caminos


Si tienes un buen amigo: ¡mantente alejado de él! La verdad sea dicha, reconozco que soy un insociable, al menos en esta parte del mundo, pero me encuentro en una gran encrucijada y es triste no tener con quien desahogarse.
Por la muerte de María he tenido algún correo y alguna llamada, digamos dándome el dichoso pésame, pero no, la amistad es mucho más que eso. Hay momentos difíciles en esta vida, como el que estoy atravesando y necesitarías a alguien con quien abrirte, y no siempre va a ser el psiquiatra. Ni siquiera pediría consejos, y por supuesto mucho menos dinero, pero estoy seguro que el solo hecho de que te escucharan, seria de un gran alivio.
¿Se me va a olvidar María? Difícil lo veo. Nos lo contábamos todo.
Me encuentro andando por un camino con paso lento y a lo lejos veo varias bifurcaciones, sabiendo que alguna forzosamente tendré que coger, pero por más que pienso en todas veo dudas y en algunas me niego a seguirlas, aunque puede que sean las que más me convienen.
En teoría ya me tenían que haber llamado para volver a operarme de la vejiga, y aunque tengo momentos en que me digo que se opere Rita, sé que tengo que hacerlo, porque noto que algo me dejaron mal.
Mientras me operan, si tengo la certeza (me anestesian de cintura para abajo), de decirle al cirujano que la deje lo mejor posible porque lo que es por ahora no pienso volver. Tiempo tardara en que se me desarrolle otro tumor, y lo que es la quimioterapia la primera vez no me sirvió de nada.
Salgo del hospital y me vuelvo a Costa Rica. Por ahora es el camino que veo más factible. El tiempo que pasé allí fue uno de los más felices, pero también me acuerdo, que más de una vez me faltaba un hombro en el que apoyar mi cabeza, hasta que llego María. Puede que fuera la felicidad completa, Esto seguro que me volverá a ocurrir y mujeres que sean mi pareja ni quiero ni las habrá. Te ven como a un pensionado con el que asegurar su vida.
Me veo cansado y con falta de ideas así que lo mejor es que me deje llevar por la corriente, quedarme aquí y ya vendrán tiempos mejores en el que pueda decidir con más lucidez.
Igual que durante mi depresión la soledad me vino muy bien, ahora no la deseo, y sigo pensando que la felicidad está en el camino de buscarla. Tengo un ejemplo que lo certifica: Mi hijo es por la noche cuando les echa la comida a los perros. Cuando ellos calculan que es la hora, no paran de arañar la puerta y cuando sale a por los cacharros donde aparte del pienso les hecha los restos de nuestra comida, entran haciendo grandes fiestas. Les pone la comida y algunas veces ni siquiera la tocan.
Tengo más caminos.
María, aunque digas que soy un egoísta, no me tenías que haberme dejado. Nadie te necesitaba como yo.
Cuando el mundo que nos rodea es muy poco humano, resulta muy humano alejarse de él.

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Alguien nos observa desde el infinito


Después de este extraño otoño, hoy es el primer día gris y lluvioso. Bueno, lo de lluvioso vamos a dejarlo, porque la lluvia que cae, ni jode ni deja joder; la suficiente para tenerte encerrado en la casa, pero que en el campo no está calando ni para las hiervas. Lo cierto es que si en los días soleados que hemos dejado atrás, mi cuerpo no me pedía bailar sevillanas, pero hoy mejor que me absorbiera un agujero negro. Me vengo al ordenador e intento distraerme/ investigar, pero la mente se me va a la parte oscura de las cosas.
También es verdad que he recibido una llamada de un familiar de María, y si tenía dudas, hoy lo he certificado: El mundo sigue, cada cual sigue con sus problemas, y de lo que menos hemos hablado es de ella. Ya es pasado. Incluso para mí. Por mucho que la recuerde todos los días, noto que esos pensamientos son cada vez más difusos.
Cuando a alguien le decía que la felicidad esta en el camino de su búsqueda (ahora no tengo fuerzas para emprender ese camino), me contestó: La vida, igual que se esconde ases (me imagino a esos ases envenenados) que saca cuando menos te lo esperas, también guarda bonitos regalos para asombrarte. Pienso que no, que en el mejor de los casos, al menos a mí en esta última parte de la vida, ha sido una ruleta rusa, en lo que lo mejor que me ha podido pasar es que no saliera la bala, aunque ha habido un momento especial en el que con toda mi alma lo hubiera deseado.
Esta vida es injusta, o cada cual tiene lo que se merece, son otras de las frases que no he parado de escuchar. Tampoco estoy de acuerdo. Cuando nos referimos a la vida, ¿a cuál de ellas nos apuntamos?, a la de una persona, a la del planeta Tierra, o a la del universo. ¿Qué culpa tiene un niño somalí de haber nacido en el cuerno de África? Y esos búfalos que se acercan, en época de sequia, a esos abrevaderos en los que saben que les esperan toda clase de depredadores. ¿Cuál cae? ¿El que ha hecho cosas peores en esta vida? No, cae el que se pone a beber más cerca del hambriento cocodrilo.
No creo que María fuera esto lo que se mereciera. Creo que ha tenido una vida difícil y justo cuando empezaba a ser feliz, se la come el cocodrilo. ¡Maldito depredador!
Seguimos creyéndonos (los humanos) el centro del universo y no somos más que unas amebas engordadas. Gran parte de culpa de que pensemos así la han tenido las religiones.
¿Quién les iba a decir a los dinosaurios, que dominaron los ecosistemas terrestres del Mesozoico durante unos 160 millones de años, que un día iban a desaparecer? El puñetero homo sapiens que hoy conocemos, lleva sobre este punto del universo, entre 100.000 y 200.000 años. Pero sin llegar a los dinosaurios, el por qué desaparecieron de la tierra otras especies de homos como hombre de Neandertal, hace 28.000 años (¡vamos!, un suspiro). Estoy convencido de que un día, esos que como he dicho, nos consideramos el centro del mundo, desaparecerán (espero yo haberlo hecho antes), y esto no lo digo yo, la OMS, dice “la humanidad es la especie más importante amenazada”, pero la catástrofe, más bien será una liberación del planeta de esta especie dañina.
Mi idea era hablar sobre María, y en el olvido a que ya la estamos sometiendo, pero me he ido por las ramas, como siempre.
En un escrito anterior, dije que podía hablar sobre los , pero que dentro de mi cerebro solo había serrín, pero hoy voy a mencionar algo: Miles de millones de neutrinos, pasan por nuestro pulgar cada segundo, es decir, ahora mismo están atravesando todo nuestro cuerpo con un autentico bombardeo. Sin embargo son como pequeños fantasmas que no interaccionan con nada, por lo que no nos enteramos. Estos neutrinos pueden venir del sol, atravesar toda la tierra y seguir su camino hasta las infinidades del cosmos, llevando una pequeñita esencia de nosotros (Sonia Fernández-Vidal), pues bien parte de su esencia, por pequeña que sea nos estará observando desde el infinito, puesto que recordemos que como mínimo, viajan a la velocidad de la luz. Miraré hacia el firmamento.

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Ha sido un mal día


Mal día el de hoy. Hoy no ha sido la ansiedad (bastantes píldoras contra la misma me tomo), me encontraba vacío/agotado. Mi mente no responde ante ningún estimulo. Nada de lo que he hecho, o mejor dicho de lo que he intentado hacer, me ha llenado. ¿Llenado? Cosas nimias, como sentarme en el sillón junto a la piscina, ponerme delante del ordenador, ver diferentes programas de televisión, no solo no me han agradado, sino todo lo contrario, me han fastidiado. El ruido del viento sobre los álamos me parecía tétrico. El canto de las tórtolas, me molestaba en los oídos, las noticias me parecían las mismas que escuche hace una semana y nada que me llame la atención como algo nuevo.
Me he echado en la cama y otra vez he vuelto a hablar con ella. Le he suplicado que me saque de este bache.
Éramos la pareja perfecta. ¿El por qué ha tenido que ocurrir esto?
Dicen que el tiempo lo cura todo. ¡Por favor, corre a la velocidad de la luz!
Mi hija no ha podido venir hoy, y mi hijo como sábado que es, ha salido. Mejor. No tengo que simular un estado que no es el que realmente tengo.

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La ansiedad y el dolor del alma


El cuerpo las hace y el cuerpo las paga. Siempre he dicho que no hay dos depresiones iguales, pero estoy comprobando, que no es solo la depresión, estoy completamente seguro que en lo referente a los duelos pasa exactamente lo mismo. Los diez/quince días siguientes a la muerte de María, no se me apetecía hablar con nadie, como mejor estaba era encerrado en mi habitación, echado en la cama y sobre todo llorando. El llanto aunque parezca una tontería era un verdadero alivio para la pena que sentía.
Empecé a salir fuera, y en cada objeto que veía, ya fuera una maceta, un cuadro, un..., todo me recordaba a ella, por lo que del llanto pase al dolor/angustia; no terminaba de creerme que todo hubiera acabado y que no hubiera una solución. La echaba a faltar en el desayuno, en sus vueltas del pueblo y en todo lo que hacía durante el día. Pasan el tiempo y me voy haciendo a la idea de que la cosa no tiene marcha atrás. Me voy rindiendo, pero eso viene acompañado de un cansancio extremo. Hacer algo te parece inútil. Te importa un carajo todo lo que pasa a tu alrededor. Cualquier cosa que te pueda pasar, te da igual.
Se ve que el cuerpo reacciona, aplica sus defensas y hace que vayas olvidando, pero a la vez hay una resistencia por parte de tu cerebro a que esto ocurra. Es una lucha. Sientes como vergüenza a que se te pueda ir de la cabeza alguien que ha sido parte de ti.
No me cabe la menor duda de que tu cabeza no ha estado funcionando normalmente y que esto se lo trasmite al cuerpo.
Durante este último tiempo, notaba la ansiedad, pero o era poca o se confundía con el resto de tus males, pero llevo como una semana que rabio. He buscado por ahí lo que es la ansiedad, pero para nada es lo que yo siento. No es la primera vez que la tengo y es insufrible. Siempre he dicho que desde la primera vez que la tuve y a pesar de mi ateísmo, creo en el alma. Cuando me siento tan mal, sin querer te preguntas que es lo que te duele y para mi queda bien claro que no es ninguna parte de tu cuerpo, es algo exterior a ti, y esa parte exterior solo puede ser un ente inmaterial que el por qué no llamarle alma.
Como siempre espero que me dure poco, aunque no hay día que tanto al acostarme como al levantarme piense en ella.

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La memoria y las posibles negligencias médicas


El pasado no existe, el futuro solo podemos imaginarlo y casi nunca acertamos en nuestras previsiones, pero el primero se borra tan rápidamente de nuestra memoria que a mí en particular hay veces que pienso que ya me está llegando el Alzheimer. De toda la vida escribo un diario, y como es lógico hoy escribo lo que hice ayer, pero si por cualquier circunstancia, dejo de escribirlo un día, escribir lo que paso anteayer, ya es un problema, tengo que ir hilvanando hechos. No digamos si se trata de escribir lo que hiciste hace una semana, misión imposible. Esto demuestra lo dicho anteriormente, con la rapidez que los hechos caen en el olvido. También es verdad que hay veces que algo se te “cruza” en el cerebro y no paras de pensar en ello. En este caso ya no es solo María, sino lo que yo llamaría la ignorancia, ineptitud o inconsciencia del cirujano que la operó. En su momento no quería saber nada del tema, lo que ocupaba todas mis neuronas, es que se había ido y eso ocultaba el resto.
Estudié máquinas y siempre me han encantado. En un motor que trabaja a un número de revoluciones inferior a las normales, los aros (segmentos), desgastan la camisa hasta una cierta altura, quedando esta con dos diámetros, el primitivo y el desgastado, por supuesto, de más diámetro, y entre ambos un escalón. Si por cualquier causa aumentamos el numero de revoluciones, y aunque nos resulte difícil de imaginar, el conjunto biela/pistón estiran, por lo que al chocar los citados aros con el escalón, lo más seguro es que partan e incluso gripen al motor. Esto puede ocurrir porque haya una obstrucción en el chiclé de alta en un motor de explosión, o por estar tapados algunos de los orificios de las toberas del inyector en un diesel. Lo último lo digo por buscar similitudes.
Si tres arterias coronarias que son las que irrigan el miocardio, músculo encargado de bombear la sangre por el sistema circulatorio, están obstruidas, es de lógica pensar que el corazón bombeaba poco, o dicho de otra forma, iba a pocas revoluciones. Si le reparan las citadas arterias, bajo mi punto de vista, el corazón cogerá un ritmo para el que no estaba preparado. A María, según nos dijo el cirujano, le dejo de funcionar el ventrículo izquierdo, precisamente el que impulsa la sangre hacia la arteria aorta, la cual lleva sangre a la mayor parte del cuerpo y sabiendo que tenía una tensión altísima, o sea arterias ciegas, su corazón no pudo soportar la presión a que fue sometido y estalló.
Todos coincidían en que para las anginas de pecho que había tenido, el corazón lo tenía muy bien. ¿El por qué falló?
Esto en mis pensamientos es tan recurrente que quizás escribiéndolo me olvide un poco del tema (me hace falta). Pero si esto para mí es tan lógico, y llevo razón (no asevero), como no lo fue para un profesional que como en su caso lleva treinta años reparando corazones.
Si creo a mi psiquiatra, es el destino, pero a mi cada vez más, me parece incompetencia.
Si ella estuviera aquí, me diría que el ingeniero que llevo encima (textualmente así lo decia) es inaguantable, y puede que llevara razón, porque suponiendo que fuera cierto todo lo antedicho, ¿qué ganaría?, y sin embargo este pensamiento obsesivo, me está haciendo mucho daño. Mejor pensar que ha sido cosa del destino, y al soltarlo aquí, haga que lo archive.
Ojalá, con el pasado reciente me ocurriera igual que con mi diario.

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El olvido del tiempo


Son muchas las veces que he escuchado aquello de el muerto al hoyo y el vivo al bollo, y siempre me ha parecido una frase (refrán/proverbio) humillante y más cuando hay un difunto presente, pero me voy dando cuenta que el saber popular es muy sabio, al menos en este caso, aunque lo del vivo al bollo, si me lo aplico a mi, siento vergüenza ajena.
Van pasando los días, y tengo que reconocer que cada vez es menos el tiempo que María está en mis pensamientos. Noto como el baúl de los malos recuerdos de nuestro cerebro, cada vez está más cerrado, y que incluso cuando quiero traérmela al presente hay cierta oposición de mis neuronas a que esto ocurra. Siento una especie de pena de que esto suceda; algo así como si ella me estuviera viendo y me preguntara: ¿Es que ya no soy nada para ti? Ocupa cada vez menos tiempo de mis pensamientos, pero esta mañana, quizás porque el día ha amanecido gris, me he despertado pensando en ella. Me he acordado cuando estando su cuerpo presente, su tata, de la que siempre me dijo era más que una hermana, me dio las gracias por haberla hecho tan feliz.
Recurro a otro dicho: Todo se paga en esta vida, y aquí para nada estoy de acuerdo con el saber popular. Sé que su vida no ha sido nada fácil, y cuando lo iba a tener todo, se marcha. ¿Por qué? ¡Para nada se lo merecía! Daba más para los demás de lo que recibía, y si me lo aplico a mí, la verdad es que algo muy malo debí hacer y que el baúl de los recuerdos metió en su parte más profunda, para no recordarlo. Llevo un palo tras otro y cada vez más fuertes. Dicen que después de la tempestad viene la calma, pero la mar sigo viéndola muy encrespada.
Hablaba en un escrito anterior que María y yo habíamos empezado una nueva vida con dieciocho y veinte años cada uno. ¡Qué ironía! Ella mejor que no hubiera empezado esa vida tan corta y yo en el espacio de unos días he envejecido con tal rapidez, que me encuentro achacoso y sin ninguna ilusión. Vegetando.

Te prometo que el próximo escrito será, digamos, de investigación. Me regañabas porque últimamente no lo hacía.

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Regreso a mi ascetismo (involuntario)


Estoy inmerso en una nube, pero me doy cuenta que para mi desdicha he vuelto a mi ascetismo.
Ya sí que sí. Ya si me encuentro solo. Mi hija aprovechando el festivo de esta semana que ha pasado, ha vuelto a estar estos últimos cuatro días conmigo, pero esta mañana cuando me he levantado, he escuchado el silencio.
Mi hijo se ha quedado a vivir conmigo y lo veré más, pero es uno de los que engrosan las filas del paro, y la verdad sea dicha se agarra a ese mercado de los chapuces y unas veces haciéndolos y otras buscándolos, lo veré solo por las noches, y aunque estuviera aquí todo el día es poco hablador motivo por el que tampoco será de gran ayuda (emocionalmente, me refiero).
Pienso que ya no tengo escusa, para salir del túnel. Me preparo el desayuno, y tomándolo vuelve María (si es que alguna vez se ha ido). Para ella el desayuno era un rito.
Durante este tiempo he tenido llamadas y he recibido correos que no he contestado y me decido a ir cerrando puertas. He contestado y he hablado con alguien.
La soledad, dicen puede ser la puerta de la depresión, pero para mí fue de gran ayuda cosa que ahora veo como todo lo contrario. Me va a ser muy difícil vivir sin ella. Nos habíamos adaptado tanto el uno al otro que no me imagino un mundo en soledad.
En su día me trajo un sobre en el que había fotografías y otros documentos y me he decidido abrirlo y ver todo. No ha sido un trago fácil, pero me alegro de haberlo hecho. Otra puerta cerrada.


A la piscina a despejar ideas y cuando me siento junto a la misma, me sigue faltando ella. En este asiento estábamos hasta que oscurecía y observábamos cosas tontas como los gorriones tomando agua en el bebedero de los perros, y la pareja de tórtolas que todas las tardes se posaba en la antena de la televisión. Yo criticaba su llamémosle canto, y ella las defendía, diciendo que era agradable.
He aludido varias cosas curiosas que me están pasando últimamente y lo de las tórtolas, es otra de ellas. Como he mencionado venían en pareja, pues bien, ahora viene una sola y estoy convencido que es el macho.
Cuando me fui a Costa Rica, in mente, tenía la idea de que empezaba una nueva vida, a la cual le puse hasta edad, dieciocho años. Cuando allí llego ella se lo conté, decidimos que empezáramos una nueva en común con dieciocho ella y veinte yo. Me veo hecho un desecho y cansado para emprender otra, y sin embargo se que para bien o para mal la tendré que comenzar. Me daré un tiempo muerto hasta que me vuelvan a operar de la vejiga y si no me cambian las ideas volveré a aquel país aunque no sé si será el que fui tan feliz.
Siempre tuvo la maleta preparada para irnos.

Ayer se encargó Sole de recordarme que hacía un mes que nos había dejado. ¡Como si el tiempo y los sentimientos fueran compatibles!

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… y la vida sigue. Vuelta al hospital


Desde que murió María hasta ahora, cuando pensaba en mí, lo que menos deseaba, era que me partiera un rayo, pero por mucho que uno quiera lo contrario, el sol se pone todas las tardes por mucho que la vida te haya jodido.
Aunque hace bastante tiempo que me dije de no hacer proyectos de futuro, curiosamente ahora los hago: ¿Volveré a Costa Rica? No me imagino allí sin ella, pero por otra parte estoy convencido que es lo que ella hubiera querido, pero para irme a aquel país tengo que dejar cosas en orden, y la más importante es mi tercera operación de vejiga. He meditado últimamente muchas veces sobre ella y mi más inmediato pensamiento ha sido: ¡Que le den por el culo!.. Que se opere Rita Curiosamente esta mañana después de desayunar, le digo a mi hijo de llegarnos al hospital (no me veo en condiciones de conducir), porque el día que me dieron cita para las pruebas que exige el anestesista, en una de ellas, se descolgó el ordenador del sistema y no me la pudieron dar.
Le tenía miedo volver a semejante sitio, pero paso por urgencias, me meto por los pasillos, que tanto recorrí, como la cosa más normal del mundo y después de solucionar lo mío, cuando salíamos, me cruzo con el médico que la vio en urgencias (¿tenía que cruzarme con él?). Iba a decirle algo, pero me contuve. ¿Para qué? ¿Para qué prolongar la agonía?
La vida es cruel. Paso por un almacén del hospital, en el que curiosamente solo hay un cartel que dice carga y descarga, por el que había pasado cientos de veces y hoy frente a él hay un coche mortuorio con un ataúd dentro. Fue donde se cumplieron los trámites legales y la reconocí. Tenía que haber llorado y no lo he hecho. Mi razonamiento estúpido ha sido: Son más los que mueren.
Hemos aprovechado para solucionar otros problemas y cuando he vuelto me he dado un baño en la piscina.
Mi hija ya se ha ido (empiezan los colegios), mi hijo se queda conmigo, el verano se va acabando a pesar de este extraño Septiembre que lo prolonga, y no me imagino el invierno aquí, encerrado, sin ella, pero lo dicho, la vida sigue y espero venga la calma.

Anoche me llamó Élia. Me costó mucho convencerla de que era verdad que nos ha dejado.

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Mi duelo


Se perfectamente que nuestro cerebro gasta putadas insoportables, pero también sé que si no fuera por él, habría veces que esta vida no merecería la pena, y ahora me refiero a la capacidad que tiene de ir metiendo los malos recuerdos en una parte del mismo, llamémosle baúl de los malos recuerdos, lo cierra, y difícil es abrirlo. Mi baúl algo se está cerrando.
Mis neuronas deben estar bastante debilitadas después de una cadena de reveses que ha culminado con la muerte de María. La ley de Murphy a mí se me ha quedado corta. Ha sido demasiado.
Debo suponer que mi duelo lo voy superando, o al menos los sentimientos van cambiando. Mi mente me va diciendo que debo ir olvidándola, pero por otra parte me resisto a que esto ocurra. Solo el hecho de pensarlo, para mí es un avance.
Me están ocurriendo cosas que jamás me habían ocurrido, desde la película en la que me paso todo el tiempo que estuvimos juntos cuando me comunicaron su muerte, hasta rezar/hablar con ella por las noches. Al acostarme le pido que me ayude a superar este dolor, y tengo la impresión/convencimiento de que me está escuchando. ¡El ateo convencido rezando! No recuerdo haberlo hecho en la vida, pero también sé que me está sirviendo y bastante.
Mi vida no será la misma. Nadie cuidará de mí como lo hizo ella. Serán muchos los buenos recuerdos que me queden, pero en estos momentos ni a eso quiero recurrir. Aunque me suene muy triste decirlo, debo de pasar página. Estoy convencido ella lo quiere así (o lo hubiera querido).
Siento dolor psicológico y físico. El estrés acumulado no es poco. Estoy hecho una piltrafa humana. Recurro a bañarme en la piscina o a ducharme con agua fría cuando mis piernas no pueden con mi cuerpo y sé que lo físico lo superaré.
Sé que me ayudaras.
Por otra parte hay personas que me quieren. Una de ellas me ha dicho que soy un egoísta, por no pensar que ellas también están sufriendo de verme perdido. Han sido muy pocas las que me han dado ánimos (las suficientes) y efectivamente lleva razón la que me lo ha dicho. Debo hacer lo imposible porque al menos por mí, no sufra nadie y eso supone que intente enterrar a María.

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Has vuelto por tus fueros


Has vuelto por tus fueros.
Noto tu aliento tan cerca de mí que otra vez quiero engañarme diciéndome que volveremos a estar juntos.
No paras de regañarme. No querías que yo sufriera por ti, pero para mi desgracia, hoy en particular, te tengo tan presente, que ya no es el dolor de espíritu, sino que las fuerzas de mi cuerpo me están abandonando.
Mi hija lleva días diciéndome que ponga en orden mi nueva operación de vejiga.
Que le den por el culo a mi vejiga. Ya han tenido tiempo de repararla y si no lo han hecho, que se joda.
No quiero hacerte sufrir, como se que lo haces cuando me ves así, y en mi mente se forma tal caos que ya no se para donde es para adelante y donde para atrás. Al igual que te prometí que no lo haría, ahora creo te engañé, y no soy capaz de repetir la promesa.
Pobre… que Ahora entra en el instituto y no lo veo preparado para defenderse.
Pobre de mi… que le pagan una miseria.
Pobre de tu… que no encuentra trabajo. ¡Con lo que vale!
Para querer a los demás primero hay que quererse uno, te decía, y te me cabreabas.
Ahora estoy seguro que veías tu final y yo no te entendía. Me avisaste muchas veces. Cada vez me culpo mas de no haber hecho lo imposible por cambiar tu destino, pero por otro lado creo que estaba escrito y tu supiste leerlo, aunque también se que luchaste por cambiarlo, a tu manera, más que por ti, porque le hacías falta a los demás. Querías darlo todo y pensabas aun no lo habías hecho.
¡Maldito mundo!
¡Malditos dioses!
Espero me des un hálito de vida y te pueda prometer que te dejaré en paz.

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