La ansiedad y el dolor del alma


El cuerpo las hace y el cuerpo las paga. Siempre he dicho que no hay dos depresiones iguales, pero estoy comprobando, que no es solo la depresión, estoy completamente seguro que en lo referente a los duelos pasa exactamente lo mismo. Los diez/quince días siguientes a la muerte de María, no se me apetecía hablar con nadie, como mejor estaba era encerrado en mi habitación, echado en la cama y sobre todo llorando. El llanto aunque parezca una tontería era un verdadero alivio para la pena que sentía.
Empecé a salir fuera, y en cada objeto que veía, ya fuera una maceta, un cuadro, un..., todo me recordaba a ella, por lo que del llanto pase al dolor/angustia; no terminaba de creerme que todo hubiera acabado y que no hubiera una solución. La echaba a faltar en el desayuno, en sus vueltas del pueblo y en todo lo que hacía durante el día. Pasan el tiempo y me voy haciendo a la idea de que la cosa no tiene marcha atrás. Me voy rindiendo, pero eso viene acompañado de un cansancio extremo. Hacer algo te parece inútil. Te importa un carajo todo lo que pasa a tu alrededor. Cualquier cosa que te pueda pasar, te da igual.
Se ve que el cuerpo reacciona, aplica sus defensas y hace que vayas olvidando, pero a la vez hay una resistencia por parte de tu cerebro a que esto ocurra. Es una lucha. Sientes como vergüenza a que se te pueda ir de la cabeza alguien que ha sido parte de ti.
No me cabe la menor duda de que tu cabeza no ha estado funcionando normalmente y que esto se lo trasmite al cuerpo.
Durante este último tiempo, notaba la ansiedad, pero o era poca o se confundía con el resto de tus males, pero llevo como una semana que rabio. He buscado por ahí lo que es la ansiedad, pero para nada es lo que yo siento. No es la primera vez que la tengo y es insufrible. Siempre he dicho que desde la primera vez que la tuve y a pesar de mi ateísmo, creo en el alma. Cuando me siento tan mal, sin querer te preguntas que es lo que te duele y para mi queda bien claro que no es ninguna parte de tu cuerpo, es algo exterior a ti, y esa parte exterior solo puede ser un ente inmaterial que el por qué no llamarle alma.
Como siempre espero que me dure poco, aunque no hay día que tanto al acostarme como al levantarme piense en ella.

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