Más cerca de mi RTU (de vejiga, por supuesto)


¿Bajones?, no lo sé, pero el caso es que he tenido que recurrir al remedio que tanto utilicé, con lo que ya para mí era pasado, tirarme a la piscina. No es que el agua esté muy fría, ni con mucho como lo estaba a finales de Noviembre, aunque si lo suficiente como para espabilarme. Conforme nadaba, se me apetecía mas fria, pero el agua estaba como estaba, y no iba a responder a mis deseos.
Esta mañana me tocaba hospital, más concretamente Anestesista, y los pasillos, las colas, a pesar de haberme dado la cita hace meses y poner bien claro que era a las once, enfermeros, médicos y sobre todo enfermos, a los que hoy he visto con cara de moribundos, o por lo menos con cara de asustados, me han puesto a cien.
Cuando la Anestesista ha empezado a hacerme preguntas, más bien en plan estúpido, le he dicho que con esta es la tercera vez que van a operarme y que no creía que en tan poco tiempo mis constantes hubieran variado tanto como para no poder hacerlo de nuevo. Al salir la enfermera me ha dado un enema, una inyección para ponerme en la barriga y una píldora de tres centímetros de diámetro, que me tendré que poner/tomar la noche antes del día de la operación, así se ahorran un día de estancia.
No me ha gustado la visita al hospital. Lo que antes era una rutina, hoy lo he hecho con mala leche.
Ahora toca que me llamen, vete a saber cuándo, para saber el día que tengo que presentarme y operarme. La última, al ser anestesia epidural, no solo estuve viendo en la pantalla toda la operación, sino que me enrollé con el cirujano y me dio una lección magistral de en qué consistía lo que me estaba haciendo, pero cuando venía de vuelta, mis pensamientos eran otros: Le diría que rematara bien la faena porque no pensaba operarme más.
No lo sé, creo que necesito escaparme, cambiar de ambiente, irme a Costa Rica o a las Malvinas, aquí veo difícil borrar mi pasado reciente, y me está haciendo mucho daño.
Vendrán tiempos mejores.

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