La ley de Murphy es implacable: Si existe la posibilidad de que varias cosas vayan mal, las que causen más perjuicios serán las que vayan peor.
Que necesito a alguien a mi lado lo doy por asumido y que ese alguien no esta entre mis amigos también es seguro; ¡vamos..!, que no me veo conviviendo con mi amigo/enemigo/coñazo de Javier, pero desde que estoy en este país mi experiencia con las mujeres ha sido mala por no decir nefasta. Vientos del otro mundo me trajeron aire fresco y puse grandes esperanzas en una española (aun conservo un halito, aun a sabiendas de que el muro se empezó a construir y mi experiencia me dice que cuesta verdadero trabajo deshacer lo hecho). Estaba sinceramente convencido de que ambos nos necesitábamos, pero lo imprevisto ocurrió, algo verdaderamente fatal, de lo cual ella se considera culpable y por ende, en su subconsciente, no solo también me considera a mi, sino incluso a Costa Rica. Ella se encerró en ese círculo y solo ella puede salir de él (tengo verdadera fe en que así sea).
Con diferencia esto es lo que más me había afectado, pero repito, la ley de Murphy es implacable y mi hija me dice que tengo que pagar algo que me reclamaba Hacienda mas la multa correspondiente por no haberlo hecho en su fecha. No, no se trata de un euro ni de dos, no salía de mi asombro al ver la cantidad que me reclaman. Estaba en plena depresión, me habían dado como consecuencia de la misma la incapacidad absoluta para todo tipo de trabajo y voces me llegaban de que en tales circunstancias no tenia necesidad de declarar. También es verdad que en la situación en que me encontraba me importaba todo un cojón, pero en un momento de lucidez llame a esa institución sacaperras (nada tendría contra ella si las aportaciones fueran justas) y a la típica señorita/señora le formule mi caso.
Espere un momento que lo consulto con un inspector. Tras un tiempo que me pareció eterno, su contestación: No, no tiene que hacer declaración. Así de escueto, ninguna aclaración mas. Estas conversaciones no se graban, así que a joderse tocan. Ni sabia que la empresa en que trabajaba nos tenía hecho un seguro, plan de pensiones o como coño se llame, y me ingresaron una cantidad de la cual ahora se llevan la quinta parte. Juro por todos los dioses que nada me importaría hubiese ido a algún necesitado/a, pero solo de pensar que sirva para costearle un viaje de avión a mi presidente para ver a su equipo favorito, o para que mi rey este regateando en Palma de Mallorca en su Bribón (si mal no recuerdo así se llamaba el velerito, que por supuesto no es suyo; ¡hasta ahí podíamos llegar!), se me revuelve el estomago. Uf, es de verdad.
Súmale esta a la anterior y el viento de proa ya es huracanado, pero no, no acaban aquí mis penurias un puñetero microchip, ha dejado fuera de combate a mi vieja máquina digital, la que siempre he llevado en mi bolsillo desde que llegue al nuevo mundo, la que tantas imágenes ha colgado en este blog. He hecho varios intentos de ponerla en funcionamiento y algo en conseguido, saca fotos en forma de paisaje, pero ni se ve el visor de imágenes ni el menú, por lo que no tengo posibilidad de variaciones de ningún tipo. Vieja amiga ¡Caíste!
Cuando esto escribo estoy sin internet y conociendo donde me desenvuelvo y habiendo dado el reporte (aviso de averías), con algo de suerte en dos o tres días me lo solucionaran. No es esta la primera vez que me ocurre. Cable colgando que atraviesa la carretera, camión con carga en galumba (no busques en el diccionario, tiene una significación de altura) y adiós cable. ¿No querías dejar la civilización?..Pues ¡Jodete!
Sumaría que han vuelto a dejar cojo al perrillo que se me ha encariñado (cuantas patadas ha recibido en la misma pata, el pobre, son incontables), que sigo sin saber nada de mi residencia, por lo que supongo estoy mas ilegal que al menos la marihuana, que sigo sin documentación del carro, que sigue sin llover a pesar de esta en plena época de lluvias y no se cuantas mas, mi estado de ánimos para nada es bueno.
Ya ayer me dije: si la mar esta de proa, a toda maquina y a aguantar los pantocazos, y mira por donde estaba en mi mesa de la playa y viene a saludarme mi amiga Marisol. Ni se como acabamos cenando en una soda que ha abierto el único gringo con el que hablo y lo digo literalmente puesto que solo él, que yo sepa, se ha rebajado a aprender español. Ambiente de luz roja, velita en la mesa y música suave, algo completamente inusual por estos lares, pero no, la cosa no acabo como seria en la película, a las diez de la noche, le decía: Marisol, mañana tu tienes que levantarte muy temprano, así que debías irte. Posiblemente pensó que era gilipollas, pero me hizo caso y se fue. No estaba el horno para bollos.
Si no puedo presentarle cara a la mar, al menos me evadiré. Hoy sigo leyendo La carta esférica, pero estoy hasta las narices de tanta longitud y de tanta latitud, del meridiano de Cádiz y del San Fernando. Siempre di por supuesto que Pérez Reverte, al que admiro como escritor, es un marino frustrado y con la lectura de este libro lo confirmo.
Ordenar imágenes. Mejor lo dejo, puedo hacer un daño irreparable.
Historial del carro. Cambio de llantas (neumáticos), consumo de gasolina, reparaciones y más gabelas. ¡Malditas obligaciones!; era bastante mas feliz cuando hacia mis recorridos en los autobuses con todos los asientos ocupados, bien aferrado a la barra del techo para que la fuerza centrifuga no me tirara en las curvas. ¿Cuántas veces fui en estas condiciones a Paquera? ¿Cuántas a Cóbano? La verdad, las extraño.
Hacia tiempo que no sentía ansiedad y hoy la tenía bien alta, me acorde de mi Rafael Navarro, y me dije: ¡de sufrirla nada!, así que he recurrido a mi Trankimazín bajo la lengua, ducha y a mi mesa a contemplar mi atardecer. Hecho de menos el peso de la maquina en el bolsillo. El perrillo, aunque cojo, me acompaña.
Pasa mi amigo Andrés y me pide un cigarro, le pregunto que cuando va a llover y me dice que el día quince que ya han pasado las canículas. Llega Javier y me hecha una filosofada, me extraña que cargue su bolsa y continué camino no sin antes advertirme que me iba a mojar si continuaba allí, como así fue. Por fin me llueve. Buenas vibraciones.
Me viene a la cabeza mi amiga Myriam: José Manuel, aunque parezca una incongruencia, cuando estoy en una de mis crisis de pánico [me hablaba de su depresión (ella sentía pánico mientras que yo era dolor del alma)], en mi interior estoy contenta, porque se que después me vendrá el bienestar. Ley del péndulo y después de la tempestad viene la calma, pero yo esta vez no espero precisamente la calma, espero mucho mas.
Venia bastante calado y por el camino me dicen que en casa de Luis está Mónica (la verdad es que se me apetece, después de tanto tiempo, tener un rato de charla con ella) y va a ir con Rodolfo, marica él, al karaoke. Pienso en ir a verla, pero no quiero se repita la experiencia de anoche.
Llueve y truena. Las ranas comenzaron su orquesta./div>
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