Tierra biológicamente productiva. Huella Ecológica


Que la ecología esta de moda es verdad. Que no paran de darnos consejos estúpidos como el de afeitarnos con vaso de agua calentado en el microondas para ahorrar agua, o que dejemos el coche, que nos lo vendieron como algo imprescindible, en el garaje, también es verdad, pero que no paren de darnos el coñazo con la huella ecológica y otras necedades, para demostrarnos que todas las culpas de lo que ocurren en este planeta, las tiene el currito de a pie, eso ya no me hace tanta gracia.
Antes de saber lo que es la huella ecológica, deberíamos saber lo que es la capacidad de carga que es el nivel de población que puede soportar un medioambiente dado sin sufrir un impacto negativo significativo
La huella ecológica fue formulada por primera vez por el economista ecológico y consiste en una traducción a hectáreas de tierra biológicamente productiva de los patrones de consumo de un país, una ciudad o un individuo. Aunque en Internet nos han puesto cantidad de tests para calcular la nuestra, la cosa ni muchísimo menos es tan fácil y se complican con miles de tecnicismos.
Hay cinco dimensiones básicas en el cálculo de la huella ecológica:
1. Superficie artificializada: cantidad de hectáreas utilizadas para urbanización, infraestructuras o centros de trabajo.
2. Superficie necesaria para proporcionar alimento vegetal.
3. Superficie necesaria para pastos que alimentan ganado.
4. Superficie marina necesaria para producir pescado.
5. Superficie de bosque necesaria para servir de sumidero del CO2 que arroja nuestro consumo energético.


A nivel mundial sabemos que la biocapacidad existente es aproximadamente de 1,7 hectáreas por habitante en el mundo, es decir, que si repartiéramos el terreno biológicamente productivo tocaríamos a 1,7 hectáreas por individuo. Ahora bien, la huella ecológica media mundial es actualmente de 2,8 hectáreas por habitante, lo que significa que se necesitarían dos mundos para satisfacer el actual ritmo de consumo y generación de residuos.


La palma se la lleva Estados Unidos, con una huella de 12,5 hectáreas por habitante. Es decir, para sostener el american way of life se necesitan algo más diez mundos. España tiene una huella de 5,5 hectáreas o lo que es lo mismo, 2,5 veces su propia superficie.
Una de las virtudes de este indicador es que pone cifras a algo que ya sabíamos intuitivamente, pero como siempre la culpa de que esto ocurra, no la tiene el transporte marítimo, las fabricas de automóviles ni el atosigamiento propagandístico para hacernos consumidores compulsivos, la culpa la tenemos tú y yo que somos gilipollas. Ya el colmo fue a la conclusión (Para si la hubiera querido Adolf Hitler) que llego Malthus, que declaro a los pobres población sobrante y no les dejó más solución que morir en hambrunas y guerras para no poner en peligro la afluencia (equilibrio decía él) de recursos naturales que necesitan los países ricos.

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