A la tercera la vencida. Conocer san José

Todo es según el color del cristal con que se mira, y esto viene a cuento de las diferentes formas de ver el mundo que nos rodea, dependiendo de la mentalidad, el estado de ánimo y una serie de circunstancias que no nos dejan ver la esencia de lo que miramos.
La primera vez que visite San José, venía con mi mentalidad de europeo y la vi como una ciudad larguirucha, sin edificios altos, tan acostumbrados a los que estamos, con casas que me parecieron viejas y de un tipo de construcción vetusto.
En mi segundo viaje, entre las putadas que me gastaron en la embajada española, la repetición de documentos, la falta de timbres en los mismos y el tener que pernoctar en la misma sin tenerlo previsto, hicieron que mi estado de ánimo fuera el de un ser furioso que no me permitía ver a dos palmos de mi nariz. Ayer fue mi tercer viaje y a pesar de gastarme parecidas bromas al del segundo, mi amigo Javier empezó por llevarme a desayunar al mercado central con el que empecé a alucinar, alucinación que fue en aumento, conforme me iba llevando por sitios que pocos como él conocen. Hacía muchos años que no disfrutaba como lo hacia ayer, y seria difícil describir mis emociones por lo que voy a colocar las fotos que fui tomando y en algunas pondré comentarios. Puede que el que las vea les parezcan las típicas fotos de un turista, pero para mí cada una es una pequeña historia.

Como iba a imaginarme que en plena avenida principal, iba a existir un mercado construido en 1.880, en el que se podía encontrar cualquier cosa imaginable. Aunque no guarden ninguna relación, me recordó a los zocos árabes.








Eran las nueve de la mañana cuando Javier decidió entrar en el Mercado Central a desayunar. Había cantidad de restaurantes si es que se les puede llamar así. Pidió una “olla de carne” (Hay diferentes tipos de ollas). El plato, el cual iba acompañado de su buen tazón de sopa, no se lo saltaba un galgo. Yo hubiera tenido comida para una semana. ¡Con que apetito se lo comía!

Un día de diario y la cantidad de gente que había hacía difícil el caminar.

Aunque no se vea en la imagen cuando Javier le cogió la mano a la estatua de Botero para que lo fotografiara, los/as que por allí pasaban se destornillaban de risa.



En plena calle un concurso de coros infantiles.

Son varios los grupos de músicos que vi cantar acompañados de sus guitarras y que viven de las monedas que les echan los que por allí pasan. Pienso en la poderosa televisión que en un concurso de mierda, hacen famosos a niños/as sin más méritos que su belleza.







Son varios los años que Javier vivió en San José, y entre los diferentes “oficios” que desempeñó, uno fue, a la puerta del teatro nacional, vender una moneda para coleccionistas, la cual se quitó de la circulación porque aparece la bandera de Francia en vez de la de Costa Rica.













Este grupo tocaba música andina.








La historia se repite. Llevamos los documentos a la Dirección Nacional del Notariado, a Xionara, bonita muchacha, que no se le escapa una, nos dice que están mal. Vuelta al notario a que los corrija y a comprar más timbres cosa que daba por hecho que faltarían.
Para algo tenía que valer tanto viaje; Xiomara que me confeso que a los españoles no podía verlos, me dijo que al ver que después de tanto puteo, me lo había tomado a broma, había cambiado su concepto de los mismos.







Junto a la estación de autobuses, nuevo mercado, muy similar al de la avenida principal, en el que como es lógico Javier vuelve a tomarse otro platazo de comida.





Las cosas de Javier

Todo me tenía que ocurrir en este viaje. En el autobús de vuelta, conocimos a Graciela y a Eleonora, dos españolas que aparte de ser preciosas muchachas, son valientes y decididas. Empezaron hace dos meses su viaje en Méjico, y utilizando todos los medios de transporte a su alcance, incluyendo una avioneta, y sin reserva en hoteles, han recorrido toda América Central. Lo pasamos bastante bien.
Iban a un pueblo cercano al mío. Lástima que son muy pocos los días que les queda para volver a España.

Búsqueda en Google de:

Las Crucitas de Cutris y la utilidad del oro

La concesión de la explotación de una mina de oro a la empresa Industrias Infinito, filial de la canadiense Infinito Gold en Las Crucitas de Cutris, distrito del cantón de San Carlos en la norteña provincia de Alajuela, ha despertado una gran polémica en Costa Rica entre los que están a favor y en contra de la misma, polémica en la que no pienso entrar, pero a raíz de la misma, me he preguntado el por qué el oro a través de los siglos y en gran variedad de civilizaciones ha sido tan solicitado.
Nunca me han gustado las joyas, sean de oro, de diamantes, o de algún otro mineral de los buscados como preciosos.
Primera gran desilusión, entre el 70 y el 80% del oro que se extrae es para su utilización en joyería.

Por otro lado leo: El oro (del latín aurum, amanecer radiante), es el metal más dúctil y maleable que existe. Se puede conseguir un espesor de 0,000013 cm y de una cantidad de 29 g, estirar hasta lograr un cable de 100 Km. de largo. Es uno de los metales más blandos (2,5 a 3 de dureza). Resistente y buen conductor de la electricidad, resulta fácilmente identificable por su color amarillo metálico único. Es poco reactivo, no le afecta el aire, el calor, la humedad ni la mayoría de los disolventes. Solo es soluble en agua de cloro, agua regia, (una mezcla de ácido clorhídrico y ácido nítrico) o una mezcla de agua y cianuro de potasio. Los cloruros y cianuros son compuestos importantes del oro. Tiene un punto de fusión de 1.064º C, un punto de ebullición de 2.970º C y una densidad relativa de 19,3.

La producción actual de oro es:



A partir de 1970 se ha producido un desarrollo espectacular en el conocimiento de su comportamiento químico, lo que, de nuevo, ha puesto de manifiesto su carácter único entre los elementos de la Tabla Periódica. Hoy, la ciencia ha logrado ver más allá de las propiedades básicas del metal dorado.
Los científicos han comprobado que es posible cortar el oro sólido en láminas extremadamente finas, del grosor de un cabello, sin que pierda nada de su fuerza y conductividad. Los átomos de oro han demostrado su afinidad para formar enlaces muy estables con el carbono, presente en las moléculas orgánicas de los seres vivos. También pueden unirse a otros átomos de oro mediante fuertes enlaces, fenómeno que se conoce como aurofilia. A esto se suman la obtención de nanoparticulas de oro y los recientes hallazgos de sus propiedades luminiscentes y catalíticas, que han abierto pasó a un amplio número de potenciales aplicaciones.
Algunos compuesto de nanoparticulas de oro, al ser excitados, emiten luz fluorescente durante un periodo de tiempo un millón de veces superior al que se había observado hasta ese momento. Estudiando este fenómeno pudo comprobar que la emisión solo se producía cuando los átomos de oro se ordenaban en cadenas separados unos de otros a una distancia de 3,5 ángstrom (0,0000035 milímetros). La distancia es muy importante. Si es superior a 3,5 ángstrom no se observa fluorescencia, y si es inferior la luz emitida cambia su color.
Se comprobó que el color de la luz emitida también cambiaba cuando el oro interactuaba con otros elementos, lo que le llevo a idear el desarrollo de nuevas aplicaciones para el metal. Estos compuestos tienen una excelente capacidad para convertirse en sensores capaces de detectar la presencia de pequeñas concentraciones de otros componentes en un medio. Basándose en este mismo fenómeno, las cadenas de átomos de oro podrían usarse como herramienta de diagnóstico para detectar enfermedades genéticas o infecciosas.
Los compuestos de oro descubiertos puedes jugar también un importante papel a nivel industrial. Ante ellos se dibuja un prometedor futuro como catalizadores, es decir, intermediarios que ayudan a que las reacciones químicas se desarrollen a mayor velocidad. Esto implica que muchos productos industriales, como los anticongelantes o los jabones podrían ser fabricados de forma mas eficiente y económica. Así, productos cuyo proceso de fabricación requiere más de diez pasos podrían ver reducido el procedimiento a uno solo gracias a la acción catalizadora del oro. Entre las posibles aplicaciones de estos compuestos, está la posibilidad de utilizarlo en el refinado de combustibles para coches y aviones, reduciendo así las emisiones contaminantes.
Cada vez son más sus usos no ornamentales, basados en las excepcionales propiedades descubiertas en los laboratorios. Por ejemplo, aprovechando su capacidad para reflejar la luz ultravioleta, se utiliza en los parabrisas de trenes de alta velocidad o en los trajes de los astronautas. Como buen reflector de infrarrojos, el oro también se emplea para recubrir los satélites, las naves espaciales o los cristales de algunos grandes edificios. Además las sales de oro, en concreto los cloruros, se han utilizado en fotografía y para colorear vidrios y esmaltes. También es frecuente su uso en la fabricación de componentes electrónicos. Sin embargo, en los últimos años las aplicaciones se están multiplicando espectacularmente. Se está desarrollando el primer prototipo de un pequeño dispositivo portátil que permitirá diagnosticar enfermedades genéticas e infecciosas al instante en la consulta del médico. La tecnología de éste aparato, que utiliza nanoparticular de oro y ADN sintetizado, ha demostrado ser diez veces más sensible y 100.000 veces más específica que los actuales sistemas de detección genomita.
Otro campo de gran auge, la biotecnología vegetal, también utiliza el oro asociado al material genético para crear plantas transgenicas. Cuando se desea introducir una nueva característica genética en una planta, se emplean microesferas de oro recubiertas con el ADN. Estas partículas son bombardeadas hacia le núcleo de la célula. El material transgénico se incorpora así a ADN vegetal.
En el sector de la industria farmacéutica, se esta desarrollando un nuevo método de vacunación que utiliza pequeñas partículas de oro. Una vez dentro del torrente sanguíneo, la vacuna se separa de las partículas de oro y se vuelve activa.
Por otro lado, el instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha desarrolla un pequeño implante de silicio que podría ser usado en el futuro para administrar medicamentos de forma continuada durante largos periodos de tiempo. Estos implantes contienen 34 reservorios para almacenar medicamentos, cada uno de los cuales esta cubierto por una membrana de oro de 0,3 milímetros de grosor. Cuando se aplica una pequeña descarga de electricidad a la cubierta (1voltio), esta se disuelve por una reacción electroquímica, liberando la medicación dentro del organismo.
Estas dos últimas aplicaciones, desarrolladas, son posibles gracias a que el oro es un metal no toxico, que apenas produce alergias en contacto con la piel de los seres humanos y permanece inalterable frente a los líquidos biológicos, incluyendo la sangre.

Algo tenia que tener el oro que no fuera satisfacer el egoísmo de los humanos, y bienvenidos sean los descubrimientos que la ciencia esta haciendo sobre este metal, pero bajo mi punto de vista al ritmo actual de extracción, pronto llegara al cenit del mismo, por lo que debían de paralizar su extracción hasta consumir las grandes cantidades inútiles almacenadas en joyería y en reservas de los bancos mundiales.



Búsqueda en Google de:

Mi viaje a San José

En mi anterior escrito, he hablado de las putadas que me hicieron en la embajada española, putadas que fueron el avance de otra serie de ellas en la administración costarricense, pero todo en esta vida tiene su lado positivo, así que el por qué no hablar de él en mi viaje a San José.
La noche anterior a mi salida, tenía la intención de acostarme temprano, pero mi tertulia en la playa se animó con Rolo, “capitán” de panga de excursiones marítimas para guiris, a diferentes islas, y como no de mi amigo Javier, así que lo hice sobre las once.
Despertador a las tres de la mañana, a las y media llamo por teléfono a Javier, el cual al enterarse de que iba a San José, dice que me acompaña porque el tiene que comprar allí ocarinas para su negocio. A las cuatro llega el autobús y rumbo a Paquera; embarque en el ferry y a atravesar el Golfo de Nicoya. Sobre él me cogió el amanecer. Probablemente no sea el más bonito que haya visto, pero fue precioso a pesar de estar seminublado.

En el atraque del Ferry, veo un pelicano, tan acostumbrado a convivir con los humanos que a poco más lo toco con las manos.
Taxi y autobús a San José. Tanto en de Paquera como en este así como en el ferry, a pesar de un cartel bastante explícito de prohibido dormir en los asientos, la mayor parte de la gente iba soñando con los angelitos.
Todo el día ocupado con el papeleo de mi dichosa residencia, y mejor olvidarlo. Ni siquiera comí, pero llegada la noche mi amigo Javier me lleva a conocer la ciudad. Es curioso que ya había estado antes aquí, y desconocía la zona más céntrica de la misma.
Avenida principal, calle peatonal muy concurrida, zona de comercio y entre esta y la avenida numero dos (o algo similar), monumentos como el teatro de la ópera y otros dignos de ver.
Aprovecho mi estancia para comprar dos libros, tan difíciles de conseguir por la zona donde me ubico, Historia de Costa Rica y La década decisiva. Me gradúo la vista y me compro unas gafas, porque de la pareja que me traje, a una de ellas le rompí un cristal en uno de mis paseos (me las quito porque aunque parezca increíble con ellas puestas, se difumina la gama de verdes aquí existentes).
Hora de cenar y entro en un restaurante más que otra cosa para que coma Javier, puesto que a mí, mis avatares burocráticos me habían cerrado el estómago. Envidia me daba verlo comerse un hermoso plato de pollo guatemalteco. Me acompaña al Hotel Talamanca, donde no quiere quedarse, se va a dormir a Atenas donde viven los padres.
Despierto al día siguiente y ni sabía la hora (ya hace más de un año que no utilizo reloj), pongo la televisión y ya se por dónde ando. Ducha y ahora viene lo bueno, porque supuestamente solo iba a estar una mañana, así que no traje ni cepillo de dientes ni peine ni nada, así que a peinarme y a cepillarme con los dedos.
Llega Javier, vamos a la embajada española a hacer una última consulta y él dice de quedarse a recoger sus ocarinas y a recogerme los documentos que habíamos tramitado.
Vuelta a Puntarenas, me llego por Migración y ya en el ferry veo a mi amigo Edward, otro “capitán” de panga con el que hago el trayecto.
¡Por fin en mi pueblo! Me pego un baño y me voy a la playa a respirar la marina.









Posterior a este viaje hice otro del que disfrute y bastante.

Búsqueda en Google de:

Mi viaje a San José


En mi anterior escrito, he hablado de las putadas que me hicieron en la embajada española, putadas que fueron el avance de otra serie de ellas en la administración costarricense, pero todo en esta vida tiene su lado positivo, así que el por qué no hablar de él en mi viaje a San José.
La noche anterior a mi salida, tenía la intención de acostarme temprano, pero mi tertulia en la playa se animó con Rolo, “capitán” de panga de excursiones marítimas para guiris, a diferentes islas, y como no de mi amigo Javier, así que lo hice sobre las once.
Despertador a las tres de la mañana, a las y media llamo por teléfono a Javier, el cual al enterarse de que iba a San José, dice que me acompaña porque él tiene que comprar allí ocarinas para su negocio. A las cuatro llega el autobús y rumbo a Paquera; embarque en el ferry y a atravesar el Golfo de Nicoya. Sobre él me cogió el amanecer. Probablemente no sea el mas bonito que haya visto, pero fue precioso a pesar de estar seminublado.
En el atraque del Ferry, veo un pelicano, tan acostumbrado a convivir con los humanos que a poco más lo toco con las manos.
Taxi y autobús a San José. Tanto en de Paquera como en este así como en el ferry, a pesar de un cartel bastante explícito de prohibido dormir en los asientos, la mayor parte de la gente iba soñando con los angelitos.
Todo el día ocupado con el papeleo de mi dichosa residencia, y mejor olvidarlo. Ni siquiera comí, pero llegada la noche mi amigo Javier me lleva a conocer la ciudad. Es curioso que ya había estado antes aquí, y desconocía la zona más céntrica de la misma.
Avenida principal, calle peatonal muy concurrida, zona de comercio y entre esta y la avenida numero dos (o algo similar), monumentos como el teatro de la opera y otros dignos de ver.
Aprovecho mi estancia para comprar dos libros, tan difíciles de conseguir por la zona donde me ubico, Historia de Costa Rica y La década decisiva. Me gradúo la vista y me compro unas gafas, porque de la pareja que me traje, a una de ellas le rompí un cristal en uno de mis paseos (me las quito porque aunque parezca increíble con ellas puestas, se difumina la gama de verdes aquí existentes).
Hora de cenar y entro en un restaurante más que otra cosa para que coma Javier, puesto que a mí, mis avatares burocráticos me habían cerrado el estómago. Envidia me daba verlo comerse un hermoso plato de pollo guatemalteco. Me acompaña al Hotel Talamanca, donde no quiere quedarse, se va a dormir a Atenas donde viven los padres.
Despierto al día siguiente y ni sabía la hora (ya hace más de un año que no utilizo reloj), pongo la televisión y ya sé por dónde ando. Ducha y ahora viene lo bueno, porque supuestamente solo iba a estar una mañana, así que no traje ni cepillo de dientes ni peine ni nada, así que a peinarme y a cepillarme con los dedos.
Llega Javier, vamos a la embajada española a hacer una última consulta y él dice de quedarse a recoger sus ocarinas y a recogerme los documentos que habíamos tramitado.
Vuelta a Puntarenas, me llego por Migración y ya en el ferry veo a mi amigo Edward, otro “capitán” de panga con el que hago el trayecto.
¡Por fin en mi pueblo! Me pego un baño y me voy a la playa a respirar la marina.En mi anterior escrito, he hablado de las putadas que me hicieron en la embajada española, putadas que fueron el avance de otra serie de ellas en la administración costarricense, pero todo en esta vida tiene su lado positivo, así que el por qué no hablar de él en mi viaje a San José.
La noche anterior a mi salida, tenía la intención de acostarme temprano, pero mi tertulia en la playa se animó con Rolo, “capitán” de panga de excursiones marítimas para guiris, a diferentes islas, y como no de mi amigo Javier, así que lo hice sobre las once.
Despertador a las tres de la mañana, a las y media llamo por teléfono a Javier, el cual al enterarse de que iba a San José, dice que me acompaña porque él tiene que comprar allí ocarinas para su negocio. A las cuatro llega el autobús y rumbo a Paquera; embarque en el ferry y a atravesar el Golfo de Nicoya. Sobre él me cogió el amanecer. Probablemente no sea el mas bonito que haya visto, pero fue precioso a pesar de estar seminublado.
En el atraque del Ferry, veo un pelicano, tan acostumbrado a convivir con los humanos que a poco más lo toco con las manos.
Taxi y autobús a San José. Tanto en de Paquera como en este así como en el ferry, a pesar de un cartel bastante explícito de prohibido dormir en los asientos, la mayor parte de la gente iba soñando con los angelitos.
Todo el día ocupado con el papeleo de mi dichosa residencia, y mejor olvidarlo. Ni siquiera comí, pero llegada la noche mi amigo Javier me lleva a conocer la ciudad. Es curioso que ya había estado antes aquí, y desconocía la zona más céntrica de la misma.
Avenida principal, calle peatonal muy concurrida, zona de comercio y entre esta y la avenida numero dos (o algo similar), monumentos como el teatro de la opera y otros dignos de ver.
Aprovecho mi estancia para comprar dos libros, tan difíciles de conseguir por la zona donde me ubico, Historia de Costa Rica y La década decisiva. Me gradúo la vista y me compro unas gafas, porque de la pareja que me traje, a una de ellas le rompí un cristal en uno de mis paseos (me las quito porque aunque parezca increíble con ellas puestas, se difumina la gama de verdes aquí existentes).
Hora de cenar y entro en un restaurante más que otra cosa para que coma Javier, puesto que a mí, mis avatares burocráticos me habían cerrado el estómago. Envidia me daba verlo comerse un hermoso plato de pollo guatemalteco. Me acompaña al Hotel Talamanca, donde no quiere quedarse, se va a dormir a Atenas donde viven los padres.
Despierto al día siguiente y ni sabía la hora (ya hace más de un año que no utilizo reloj), pongo la televisión y ya sé por dónde ando. Ducha y ahora viene lo bueno, porque supuestamente solo iba a estar una mañana, así que no traje ni cepillo de dientes ni peine ni nada, así que a peinarme y a cepillarme con los dedos.
Llega Javier, vamos a la embajada española a hacer una última consulta y él dice de quedarse a recoger sus ocarinas y a recogerme los documentos que habíamos tramitado.
Vuelta a Puntarenas, me llego por Migración y ya en el ferry veo a mi amigo Edward, otro “capitán” de panga con el que hago el trayecto.
¡Por fin en mi pueblo! Me pego un baño y me voy a la playa a respirar la marina.
En mi anterior escrito, he hablado de las putadas que me hicieron en la embajada española, putadas que fueron el avance de otra serie de ellas en la administración costarricense, pero todo en esta vida tiene su lado positivo, así que el por qué no hablar de él en mi viaje a San José.
La noche anterior a mi salida, tenía la intención de acostarme temprano, pero mi tertulia en la playa se animó con Rolo, “capitán” de panga de excursiones marítimas para guiris, a diferentes islas, y como no de mi amigo Javier, así que lo hice sobre las once.
Despertador a las tres de la mañana, a las y media llamo por teléfono a Javier, el cual al enterarse de que iba a San José, dice que me acompaña porque él tiene que comprar allí ocarinas para su negocio. A las cuatro llega el autobús y rumbo a Paquera; embarque en el ferry y a atravesar el Golfo de Nicoya. Sobre él me cogió el amanecer. Probablemente no sea el mas bonito que haya visto, pero fue precioso a pesar de estar seminublado.
En el atraque del Ferry, veo un pelicano, tan acostumbrado a convivir con los humanos que a poco más lo toco con las manos.
Taxi y autobús a San José. Tanto en de Paquera como en este así como en el ferry, a pesar de un cartel bastante explícito de prohibido dormir en los asientos, la mayor parte de la gente iba soñando con los angelitos.
Todo el día ocupado con el papeleo de mi dichosa residencia, y mejor olvidarlo. Ni siquiera comí, pero llegada la noche mi amigo Javier me lleva a conocer la ciudad. Es curioso que ya había estado antes aquí, y desconocía la zona más céntrica de la misma.
Avenida principal, calle peatonal muy concurrida, zona de comercio y entre esta y la avenida numero dos (o algo similar), monumentos como el teatro de la opera y otros dignos de ver.
Aprovecho mi estancia para comprar dos libros, tan difíciles de conseguir por la zona donde me ubico, Historia de Costa Rica y La década decisiva. Me gradúo la vista y me compro unas gafas, porque de la pareja que me traje, a una de ellas le rompí un cristal en uno de mis paseos (me las quito porque aunque parezca increíble con ellas puestas, se difumina la gama de verdes aquí existentes).
Hora de cenar y entro en un restaurante más que otra cosa para que coma Javier, puesto que a mí, mis avatares burocráticos me habían cerrado el estómago. Envidia me daba verlo comerse un hermoso plato de pollo guatemalteco. Me acompaña al Hotel Talamanca, donde no quiere quedarse, se va a dormir a Atenas donde viven los padres.
Despierto al día siguiente y ni sabía la hora (ya hace más de un año que no utilizo reloj), pongo la televisión y ya sé por dónde ando. Ducha y ahora viene lo bueno, porque supuestamente solo iba a estar una mañana, así que no traje ni cepillo de dientes ni peine ni nada, así que a peinarme y a cepillarme con los dedos.
Llega Javier, vamos a la embajada española a hacer una última consulta y él dice de quedarse a recoger sus ocarinas y a recogerme los documentos que habíamos tramitado.
Vuelta a Puntarenas, me llego por Migración y ya en el ferry veo a mi amigo Edward, otro “capitán” de panga con el que hago el trayecto.
¡Por fin en mi pueblo! Me pego un baño y me voy a la playa a respirar la marina.









Posterior a este viaje hice  del que disfrute y bastante.
Búsqueda en Google de: