El miedo y mi cansancio físico/mental


Parece ser, según últimos descubrimientos [al pobre cerebro lo están estudiando más que al alargamiento de la vida (empecinamiento de convertirnos en Matusalenes)], el interruptor del miedo rápido, está en una estructuras cerebrales del tamaño de una nuez llamadas amígdalas. Una especie de protocolo de emergencia, parte del órgano sensorial que perciba el peligro hasta el tálamo y la amígdala y el cuerpo se prepara para luchar o huir. Todo esto sucede de forma automática, sin un análisis consciente de la situación y en decimas de segundo.
El segundo mecanismo es más complejo, reacciona más lentamente y va a la corteza cerebral que procesa y valora todas las informaciones disponibles antes de sacar ninguna conclusión o emprender la huida o luchar. Ambos circuitos están interconectados, el problema es que la mayor parte de las conexiones van de la amígdala a la corteza cerebral, lo que se traduce en que la corteza, por su parte, tiene poca capacidad para influir en la amígdala. Dicho de otro modo, el miedo primitivo, siempre es más fuerte.

En mi anterior blog, son varias las veces que he hablado sobre el miedo. El escrito que precede a este lo he recuperado como algo curioso que padecí.
En el post recuperado (anterior a este) decía: después de salir del cenit de mi depresión, y lo que es por ahora, no siento ningún tipo de miedo, pero es que incluso anterior a la misma, he descrito situaciones en las que he visto llorar a los que me rodeaban por miedo a la muerte.
Ha sido relativamente hace poco cuando he descubierto que sí, que tengo miedo. En mi , lo descubrí y a base de bien. Tenía miedo a que me volvieran aquellos horribles dolores cuando se me obstruía la sonda y no podía expulsar los coágulos. Es muy curioso que le tuviera menos miedo a la muerte que al dolor (En especial recuerdo uno a las cuatro de la mañana, en el que no se el por qué me imagine con la cintura rodeada de unos cartuchos de dinamita y no encontraba el botón para hacerlos estallar. Lo hubiera hecho con sumo placer). Decía en este escrito.
Pero no, cuando me he puesto delante del teclado, mi intención no era hablar del miedo, sino de otros mecanismos del cerebro, que últimamente me traen a malparir y que posiblemente estén relacionados con el mismo. Pensaba hacerlo sobre un cansancio que estoy padeciendo y del que estoy hasta los cojones. Ayer precisamente estaba con él a tope, y curiosamente lo relacioné con el miedo, con ese que reacciona más lentamente y va a la corteza cerebral que procesa y valora todas las informaciones disponibles antes de sacar ninguna conclusión o emprender la huida o luchar. Lo jodido del caso es que no huyo, lucho, si es que se le puede llamar así, pero con verdadero miedo.
Miedo a nimiedades: Ir a dar de baja una cuenta a un banco, solucionar un problema con la empresa eléctrica, ir a la ciudad a meterme en ese tráfico que a mí me parece infernal. No es ese miedo al peligro, luego, me pregunto: ¿a qué coño es?
Supongo que el que está agotado fisicamente le dicen de descargar un camión de sacos de cemento, sentirá esta sensación que yo siento cuando pienso en que tengo al ir a darme de baja en el banco, solo que él piensa en su cuerpo y yo en mi mente.


Mi cansancio cuerpo/mente es total, y mi siguiente pregunta es: ¿y por qué?
Son tres veces las que he estado en el médico y las dos primeras me las ha relacionado con la operación de vejiga y con su posterior tratamiento, a la tercera le he dicho que el último urólogo que me ha visto, sugiere que eche las redes por otro lado, porque de esa no es la causa, así que no sé si por escapar a su falta de conocimiento y quitarse un coñazo de en medio, me ha dicho que es un problema de inadaptabilidad (¿Qué será eso?), pero curiosamente, yo me he aferrado a ella.
En mi estancia en Costa Rica, a pesar de encontrarme en un país extraño, me admiraba con las narices que le presentaba cara a cualquier problema que me surgiera, y sin ayuda de nadie. Llegué a enfrentarme con el Director General de Migración ante las pegas que me ponían para la obtención de mi residencia. ¿Qué me puede pasar? ¿Qué me echen del país?.. Pues me voy a otro.
Curiosamente esta apatía, cansancio o lo que sea, lo tengo desde que volví a España.
¿Cambio de sistema de vida? ¿Pasar de un clima ideal a unas temperaturas que no las soporto? ¿La inadaptabilidad de la que me habla el médico?.. No lo sé, pero estoy convencido que cuando vuelva recuperaré esa fortaleza que tanto echo de menos.

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