Mostrando entradas con la etiqueta : Opinión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta : Opinión. Mostrar todas las entradas

Pueblo en el que me asenté. Tambor de Puntarenas


Ya he dicho que la primera vez que lo vi quede extasiado en especial por su bahía
Como pueblos, los ticos, poco tienen que describir; la gran mayoría, son una continuación de casas bajas a lo largo de la carretera, cuya arquitectura es muy similar al resto de Latinoamérica, lo mas feo, es que los techos son de zinc, y preguntado el por qué, me dicen que fabrican tejas, pero sus economías no les permite ese derroche. Su escuela y su pequeña iglesia, que en realidad son dos juntas, la vieja y una de reciente construcción, similar a la primera. La playa a cincuenta metros de la carretera y centro neurálgico, puesto que en ella se encuentra el súper, tienda de comestibles y de otros muchos productos, y la ferretería donde venden el resto de lo que le hace falta a los habitantes del mismo, bar/karaoke y sigo con la playa: No distinguía, si lo que veía frente a mi era una isla, pero observando, veo que no, que es una bahía tan cerrada, que mas que tal, es un magnifico puerto natural, mas resguardado contra los temporales que lo pueda estar cualquier puerto artificial; ni que decir tiene que la vegetación no solo llega hasta las casas, sino hasta la misma orilla del agua. Al parecer en la misma, desembocan dos ríos, pero en mis paseos solo he llegado hasta la desembocadura de uno de ellos, con sus aguas turbias consecuencia de que estamos en la época de lluvias y desde que hemos llegado no solo no han faltado sino que a veces son intensas y algunas acompañadas de fuerte aparato eléctrico.
Una vez asentado, he ido descubriendo nuevas cosas. Tiene su farmacia, su tienda de souvenir que a la vez es local de Internet, pero veo una construcción de arquitectura más moderna, y por supuesto con todos los letreros en ingles; pregunto, y son las oficinas de una compañía de aviación. Aunque parezca increíble, relativamente cerca hay un campo de aviación, en el que aterrizan bimotores de pasajeros par traer turistas a un emporio hotelero por más señas español; afortunadamente sus ocupantes no salen del mismo.
He ido descubriendo, alquiler de qad, rentacar, e incluso inmobiliarias, pero vuelvo a repetir, esta todo tan disperso que pasas en vehiculo por la carretera y difícilmente te imaginas el pueblo.
Todos los terrenos colindantes son propiedad de yanquis aunque anteriormente lo habían sido del propietario de la cadena de hoteles, lo que me hace suponer que el destino final será verse invadido por el turismo, pero con la crisis de las subprime de Estados Unidos, los propietarios de hoteles y demás recintos relacionados con el turismo, lo están pasando tan mal que incluso no les pagan a sus trabajadores o los despiden y son muchos los que los tienen en venta.
Me decía un bloguero tico, Labriego sencillo si mal no recuerdo, que las tierras que habían sido de sus padres, que a su vez las habían heredado de sus abuelos y así hasta perderse en los tiempos, la gente las vendían por cuatro dólares, los cuales ni siquiera sabían invertir por lo que al final se encontraban sin tierras y sin dinero. Creo que llevaba mucha razón.
Me contaba un vecino, que un gringo loco quería comprar un terreno y el dueño del mismo, tiro hacia arriba todo lo que en su imaginación cabía y quedo estupefacto cuando le dijo que le pagaba sobre la marcha, lo que trajo como consecuencia que todos los propietarios crean que sus terrenos mas que tierra lo que tienen es oro, y hay que reconocer que son tercos, porque nadie se apea del burro, hasta el punto de que uno de ellos urbanizó un terreno, con todas las infraestructuras de agua y demás servicios, para vender por lotes y no vende ni uno, se va deteriorando todo hasta el extremo que el asfalto de lo que seria la calle principal, en el que tampoco se arruino mucho, puesto que tiene menos de un centímetro de espesor, ya apenas existe. Para mi no entienden lo que es la ley de la oferta y la demanda. Aunque sea en plan egoísta, ojala sigan pensando en que sus terrenos tienen un altísimo valor, y que continué la crisis de los yanquis, puesto que mas tiempo esta parte de la costa conservara su virginidad.











Búsqueda en Google de:

La casa en la que me quedé en Tambor de Puntarenas


Si para llegar a Malpaís, se resintieron mis riñones como consecuencia de los baches del camino, más bien pequeños cráteres, a la vuelta fue peor porque los puñeteros estaban llenos de agua de la tormenta de la noche anterior, por lo que había que imaginar su profundidad.
Llegamos al pueblo que nos había recomendado Víctor, y aunque el día anterior me había puesto en contacto con la persona a la que me recomendó, hoy vuelvo a hacerlo y esta a su vez me dice que en realidad el que tiene las casas que se alquilan, es su hermano del cual me da su teléfono y hablo con él. Quedo en llamarlo una vez lleguemos.
Comimos al llegar, tomamos café y repito la llamada, sin imaginarme que estábamos a cincuenta metros de él. Presentación, nos dice que sigamos a su vehiculo, cosa que hacemos, hasta llegar a dos viviendas adosadas que incluso estaban los albañiles dando los últimos retoques. Antes de verlas sabía que por bien que estuvieran no eran las mías, porque habíamos recorrido más de cinco kilómetros, desde que dejamos las ultimas casas del pueblo, cosa que le dije cuando estábamos viéndolas. Hombre que piensa las cosas antes de dar una respuesta, tarda en contestarme y al final dice que volvamos a seguirle. Dentro del pueblo es propietario de un hotel de cabinas y me enseña una de ellas. La moral me iba cayendo por momentos; una cabina no era lo más adecuado para vivir definitivamente.
Aunque sabía que el tiempo se me acababa y encontrar otro pueblo que reuniera las condiciones que yo quería en el cual también debía de estar una casa disponible, le dije que no. Mi cabeza trabajaba a una velocidad de vértigo, puesto que por una parte me veía volviendo a España, lo que en mi moral hubiera sido un verdadero zarpazo o también recordé que mi amigo Mauricio que en su momento me dijo que en Ciudad Quesada, cerca de su casa había una que podía alquilar lo que prefería antes que volver al país del que venia huyendo, porque allí aunque lejos de la costa, me serviría de base para volver a recorrer la parte del país que no había visitado y al final encontraría mi rincón.
Como he dicho este hombre era lento en sus respuestas, y cuando ya tenía casi decidido irme a Ciudad Quesada, veo que vuelve a sacar el celular, y hace una llamada. Nos dice que esperemos y aparece otro hombre, el cual también nos dice que le sigamos llevándolas a otras dos casas adosadas, pero estas en pleno pueblo. Cuando las vi, me pareció ver el cielo. Tan me aferre a ellas, que ni discutí precio, cosa de la que estoy seguro se aprovechó, y no solo esto, sino que me dijo que estaban sin amueblar y que él por ahora no tenía dinero para hacerlo, a lo que le conteste que yo la amueblaba con la condición de que me lo fuera descontando del precio del alquiler. Aceptó encantado, pero yo he hipotecado mi estancia en esta casa al menos mientras recupero lo invertido en muebles y electrodomésticos, lo que no me preocupa, puesto que el dinero en mi orden de valores esta de los últimos.
La sensación que tuve al cerrar el trato es de qué había tomado una de las grandes decisiones de mi vida. Puede que la sensación se convierta en realidad.
Resaltar la que yo creo buena fe de Arturo, dueño de las primeras casas, porque cuando vio que el no podía darme lo que pedía, no dudo en llamar a la competencia para intentar dármelo, aunque también puede jugar un buen papel la comisión. Por aquí nadie desaprovecha el ganar unos colones.
De esto ya hace un tiempo, o al menos eso creo, y la verdad es que no solo no me he arrepentido, sino que cada vez estoy más contento. Jose, el dueño de la casa, por ahora se desvive por atenderme, no pasa un día si que venga a verme, para preguntarme si me hace falta algo, y son varias veces las que me ha llevado a la ciudad principal a resolver cosas.
Tengo justo lo que necesito y una de las cosas que más me ha gustado es la pequeña piscina para mi uso exclusivo, en la que me baño nada más que me despiertan mi particular jauría de monos. Una mujer ya mayor, Betty, me hace de “ama de llaves” trayéndome la comida todos los días a las doce de la mañana, echa un vistazo a mis avituallamientos, y en caso de que vea que me falta algo y aquí incluyo el tabaco, se encarga de traérmelo del súper. También me ha traído una canasta para echar la ropa sucia y cuando ella cree oportuno se la lleva para lavármela. Le sonsaco los últimos chismes del pueblo y en voz muy baja como si temiera que alguien la escuchara me los cuenta. Su marido Ezequiel (Aquí todo el mundo tiene su apodo y el suyo es Chequelo), ya me ha hecho una visita de cortesía y yo le debo una, cosa que iba a hacer esta misma noche, pero a pesar de no haber llovido en todo el día cosa extraña por estas fechas, cuando me duchaba para ir, se ha puesto a diluviar furiosamente.
Si como decía Buda la casa de uno es en la que se encuentra bien, yo estoy en ella.
Ya he hecho varios amigos, pero no con la rapidez que yo quisiera, a pesar de que una de las cosas buenas que he sacado de la depresión es no tener prisa para nada, al menos me gustaría saber quien es cada cual.
Azucena, me ha dicho que va a consultar a su abogado para tramitar mi residencia porque dice que se fía mas de él que del que me ha recomendado Jose, y una vez que la tenga, cosa que anhelo, me comprare mi moto y a recorrer todos los alrededores.
Supongo que también comprare una maquina fotográfica con un buen zoom, porque la gama de animales que voy viendo son totalmente desconocidos para mi, independientemente de la flora de la que creo haber hablado mas de una vez.
He estado presente en un terremoto cuyo epicentro estaba a pocos kilómetros, y que en las noticias le han dado mucha importancia pero que yo lo “sufrí” como la cosa más natural del mundo.
Dejo de escribir y sigue diluviando.
Ayer me pusieron la conexión a la televisión y tan poco amigo soy de la misma, que todavía ni la he visto. Sé que tiene cincuenta o sesenta canales donde elegir, pero dudo mucho de que este el mío. Lo voy a investigar.












Búsqueda en Google de:

A la búsqueda de mi nuevo hogar


Aunque ya estoy asentado en mi nuevo hogar, carezco de conexión a internet y sospecho que tardare en tenerla, porque los trámites no es que sean más lentos que en España, son diferentes, no pueden estar a mi nombre al no ser residente, y dependo del señor que me ha alquilado la casa, y aunque se desvive por atenderme, la verdad es que no me entero mucho de los caminos que aquí sigue el dichoso papeleo, así que he optado por llegarme a un comercio en el que hay varias computadoras con conexión a internet, copiar los correos, leerlos aquí con tranquilidad, contestarlos, y al día siguiente vuelta a ir para mandarlos. Hoy ha sido el primer día que estando solo (cuando esto escribo mi hijo debe estar volando camino de España), me he llegado al citado comercio y aunque mi idea era solo ver los correos, me he asomado por mi blog, y me he llevado la grata sorpresa de ver varios comentarios, y aunque no he caído en copiarlos y hacer lo mismo que con los correos, la sensación que tengo ahora es que eran de ánimo, cosa que en estos momentos se agradece y mucho. Procuraré contestarlos todos, pero es de bien nacidos ser agradecido así que en primer lugar, ¡gracias!
Al hotel donde nos hospedábamos en San José, fue a visitarnos Azucena acompañada por su sobrina. Mucha amabilidad, y comentamos los sitios en los que ella suponía encontraría mi refugio. Los fui marcando en el mapa que nos habían dado en el Instituto Costarricense de Turismo, junto a los teléfonos de contacto.
Día siguiente, entrega del todoterreno, y primer cabreo, porque por mucho que insistí en la agencia de viajes que quería ir cubierto de todo y con todos los extras, tengo que sacarle el seguro al vehiculo, y pagar como extras un celular (ya me voy acostumbrando a los modismos de mi nuevo país), y le digo que también un GPS. Ciento quince kilómetros a Puntarenas que los hacemos en medio día.
El primer día en Puntarenas, decidimos recorrer la parte Este del Golfo de Nicoya, a visitar algunos de los pueblos recomendados por Azucena, Costa de Pájaros y Manzanillo (Puente de madera de película de aventuras).
Primera desilusión, aunque lugares paradisíacos, agua turbia y al menos nosotros no vimos playas, el manglar mete los árboles en el agua salada. También vimos el embarcadero de isla Chira, isla que había visto en un documental y aunque por ejemplo solo tienen medico dos días a la semana y donde puede que se encuentre uno de los focos de pobreza de Costa Rica, lo tenía anotado como uno de mis posibles destinos. El transbordador, no era tal, sino una barca grande que solo transportaba personas, razón por lo que también lo deseche (Me pregunto como solucionaran un infarto en uno de sus habitantes)
Vuelta a Puntarenas, y mientras yo me bañaba en la piscina, Jose, el que es muy difícil sacarle una palabra, había entablado conversación con una pareja, Rosita y Víctor, muy amables ellos (Creo no volveré a mencionar lo de la amabilidad, porque es una constante en el noventa por ciento de los ticos, y en algunos casos, bajo mi punto de vista se pasan). Entro yo en la reunión, y entre otras cosas también nos recomiendan otros lugares del que Víctor incluso me da teléfonos. Aunque Víctor es menos hablador que Rosita, se ufana porque los contactos estén al tanto de que vamos a ir y de que nos atiendan adecuadamente.
Día siguiente: Salimos de Puntarenas en el transbordador rumbo a Paquera cruzando el Golfe de Nicoya. Al igual que he dicho de la amabilidad, insistir sobre los paisajes en Costa Rica, es no parar. Los nativos de aquí, están acostumbrados a verlos y creen que el resto del mundo es así; pienso que no son conscientes del paraíso terrenal en el que viven. Es tal la gama de verdes, que los cristales de las gafas los difuminan, razón por lo que constantemente me las estoy quitando; muy buen pintor tiene que ser el que los plasme en un lienzo. En el trayecto, islas pequeñas y mas grandes, pelícanos, barcas, troncos enormes echados al mar por los ríos; en una hora llegamos a Paquera, carro, paramos a comer, y pedimos habitación en un hotel del pueblo recomendado por Víctor, al que habíamos decidido visitar antes de Malpaís y cuyo nombre nunca pondré en este blog a no ser por un descuido, y varias son las razones para no hacerlo. Dejamos las cosas y nos vamos a conocerlo. La primera impresion, buena. Estudiamos ruta y hoteles de nuestra siguiente meta, Mal País en unos mapas y Malpaís en otros, siguiente de los pueblos aconsejados por Azucena y en especial por su sobrina.

Estoy observando relámpagos por la ventana y salgo fuera a verlos y mientras lo hago, escucho una canción cantada a coro. No la conozco, sigo prestando atención, y caigo en que el único sitio de reunión es un bar con karaoke y son los chavales los que cantan, acompañando las canciones de palmas y de algunos gritos de júbilo. Siento una especie de felicidad; me viene a la memoria Melicena y sus fiestas. No, no es un karaoke como los bien pocos que he visto en aquel mundo, es un bar cuya única vista es el mar y sus montañas verdes al fondo, y donde se reúnen no solo la juventud, sino personas de todas las edades. No lo voy a dudar, me voy a poner ropa (todo el día ando en bañador) y voy a ir a escucharlos.
Mi hijo seguirá en vuelo.
Lo más probable es que mañana continúe.




















Búsqueda en Google de:

Buscando otro mundo. Primeras impresiones. Primer viaje a Costa Rica


Todo muy calculado, muchas listas, pero pongo el despertador para que suene a las cuatro de la mañana, y me despierta mi hijo zarandeándome porque el puñetero no había sonado. Son las cinco de la mañana, y tardo en arreglarme cinco minutos.
Al subirme al coche de Fernando se me quedan grabadas las caras de Penca y Fideo; estoy completamente convencido de que saben que su vida va a cambiar.
Tanto correr y llegamos al aeropuerto de granada de los primeros, correspondiente cola, facturacion de maletas directamente a San José.


Una hora de vuelo a Barajas, o sea que aproximadamente a las ocho estamos alli y a esperar hasta las doce. Buscamos un recinto de apestados, fumadores, y a calmar el mono.
De la T4 a la T4S, de la cual sale el avion de San Jose, pasamos por un subterráneo en una lanzadera. Algunas vueltas, nichos de fumadores y cuando nos damos cuenta ya estábamos subiendo al avión, un Airbus de cuatro motores con dos asientos junto a las ventanillas y cuatro en el centro, dos pasillos. A nosotros nos corresponden dos de ventanilla en la parte derecha y detrás del ala.
Una vez el avión coge su altura la vista es tierra quemada, y al llegar al final de Portugal y verse el mar tomo una foto pensando es la última vez que veo Europa.


Típica comida de avión, nos hacen cerrar las ventanillas con el pretexto de una película, pero la idea es hacernos dormir y la tripulación estar tranquila. Duermo a ratos y cada vez que despierto es un hueso diferente el que me duele. Tienen que hacer rentables los aviones a base de jodernos la comodidad.
No comprendo como nadie mira por la ventanilla, yo disfruto viendo la inmensidad del océano, y o sorpresa veo un atolón, lo que me extraña bastante, pero a continuación veo otro por lo que pienso que estamos llegando, pero no estábamos acercándonos a Venezuela. Pienso que mi amiga Gaby esta allí debajo. La cruzamos por su parte norte, otra vez mar y por fin llegada a Costa Rica.


Por la aduana se puede pasar un misil con cabeza nuclear que no pasa nada. Fulano con un cartel con nuestros nombres y el de otros, supongo turistas, nos suben con otra pareja en una furgoneta, a la cual dejan primero, momento que aprovecho para establecer mis primeros contactos con un nica. Hombre bastante amable, al que le explicó brevemente lo que busco y con mucha sinceridad nos da a entender que por mucho que lo disimulemos se nos nota a distancia que somos extranjeros y que por supuesto intentaran estafarnos.
Llegada al hotel y me acuerdo de la madre de la señorita de la agencia de viajes por no habernos advertido que en él no se puede fumar. No ha sido poco el mono de diez horas de avión para ahora esto. Tentación tengo de dejarlos y buscarme otro, pero Jose sensato dice de quedarnos. Agotados nos echamos en la cama, no dormimos, nos duchamos y medio espabilado llamo a Azucena. Apenas tenía cobertura, por lo que bajamos nos metemos en la cafetería, habiendo dejado dicho que espero una llamada, que por cierto tarda bastante y me dice que mañana vendrá a vernos (pequeña desilusión) y aunque pensamos en salir a dar una vuelta diluviaba. Así que nos subimos a la tercera planta que tenian un PC con teclado en inglés, Word con corrección ortográfica en el mismo idioma y a la que llaman el rimbombante nombre de sala de ejecutivos (Uno por dos metros) y le mando un correo a Fernando que supuestamente lo habrá leído hoy.

Búsqueda en Google de:

La curva de mi depresión

A mi amigo Mauricio. ¡Igual que viene se va!

Ni con mucho quiero que cualquiera que esté pasando por esta maldita enfermedad, se vea reflejado en esta curva. Parto de la base de que tengo la completa seguridad de que cada depresión es un mundo, y como ejemplo cito lo que me decía mi amiga Miryam de cuando entraba en crisis, y era, que sentía un terror indescriptible, cosa que yo jamás he sentido. Han sido varios depresivos con los que he estado en contacto, y cada uno ha sentido diferente.
También dicen que cuando pasas una depresión los estados de ánimo describen un diente de sierra, pero dicho así parece, que cada vez que estas en la parte alta del mismo, eres una persona normal, y nada más incierto, porque estos dientes de sierra acompañan a la curva que he puesto en el encabezamiento, y en ningún lugar de la misma, llegas a lo que sería el estado de ánimo que he representado en la línea recta, supuesto de una persona normal, o sea que ni siquiera en los puntos A y D, estaríamos como suponen algunos, eufóricos. Son muchos, los que no solo creen esto, sino, que sin estar depresivos se toman el dichoso Prozac, como si de una droga se tratara, sin que les sean prescritos por ningún profesional de la psiquiatría.
Dicen y también puedo asegurarlo que el cerebro, oculta todo lo desagradable, por lo que a estas alturas, la mayor parte de la curva ni la recuerdo, en especial el tramo AB y es porque te vas encontrando mal, no duermes por las noches, el cansancio se va apoderando de ti, y cuando ya sospechas que puede ser una depresión, no quieres aceptarlo, pensando que eso es imposible que te pase a ti, que eso solo les pasa a los cortos de espíritu, por lo que vas retrasando el ponerte en manos del psiquiatra, y por tanto, no solo perdiendo la transmisión entre las neuronas, sino que estás perdiendo las neuronas propiamente dichas, tanto en el hipotálamo como en la corteza prefrontal. Alguien nos debía haber ayudado, pero a mí no solo no lo hicieron, sino que cuando yo estaba convencido de tenerla, te decían: ¡Venga vamos!, todos estamos un poco depres.
El segundo tramo, como ya he descrito más de una vez, es tanto el dolor del alma que sentía, que con mucho prefería estar muerto que padecerlo y en concreto tres fueron las veces que estuve muy cerca de conseguirlo. Es curioso, que, siendo un ateo persuadido, estoy más convencido de la existencia del alma que cualquier persona religiosa; yo notaba que el dolor que sentía era exterior a mi cuerpo, pero en caso de haberlo podido medir, superior a cualquiera corporal que haya tenido.
Por qué vuelvo a escribir nuevamente sobre la depresión, pues muy fácil, hace al menos un mes, que no lo hago, y aunque parezca una sandez, cuando empecé a escribir este diario, solo hice tres etiquetas y una de ellas era precisamente depresión; escritos recurrentes al principio del mismo, pero cada vez más espaciados, y como he dicho del ultimo hace un mes, por lo que considero que ya estoy en la línea recta; ya no es un diente de sierra, es la normalidad, aunque siempre queda el miedo de que venga otro. Esta etiqueta, ha sido mi termómetro.
A varias personas, que la habían pasado, mi primera pregunta fue como supieron que la habían vencido, pregunta que ninguno supo contestarme y ahora lo comprendo, los últimos coletazos, son tan leves que se difuminan con la normalidad. Si esto lo escribo es pensando en alguien que se vea reflejado en ella, sepa que se sale, y que también es cierto que igual que viene se va, porque al igual que no puedes ponerle fecha a cuando empezó, tampoco puedes ponérsela a cuando acaba.
Si has llegado aquí por primera vez, y quieres saber más sobre esta enfermedad llégate por , o por lo que en su día sobre lo que creía me había pasado.

Búsqueda en Google de: