No cambio mi libertad por nada

La frase del titulo de este escrito son muchas las veces que me las he repetido, pero también son muchas las que me he preguntado en que consiste y si al decir “mi”, ya no estoy haciendo géneros de la misma.
Vayamos por partes. Etimológicamente la palabra viene del latín "liber", lo que se interpreta como "persona cuyo espíritu de procreación se encuentra activo", esto derivado del significado que tiene la incorporación del hombre a la sociedad al alcanzar su madurez sexual, para que comience a asumir responsabilidades.
Los romanos decían: "Libertas est potestas faciendi id quod Jure licet" (La libertad es la facultad de hacer lo que el derecho permite)". Justiniano transcribió en el Digesto el concepto y las palabras similares de Florentino: la libertad es la facultad de hacer cada uno lo que le plazca, salvo impedírselo la fuerza o el derecho.
No, no es esta la libertad a la que me refiero.
El filósofo Isaiah Berlin, señala una importante diferencia entre la "libertad de" (libertad negativa), y la "libertad para" (libertad positiva). Por ejemplo, la libertad de la opresión y la libertad para desarrollar el potencial propio. Estos dos tipos de libertad son, en realidad, las que se reflejan en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Soy torpe, no me veo reflejado en lo hasta ahora descrito.
Veamos algunas definiciones:

Rene Descartes... consiste solamente en que, para afirmar o negar, perseguir o evitar, las cosas que el entendimiento nos propone, obramos de manera tal que no sentimos que ninguna fuerza fuerce.

Spinoza... es libre lo que existe únicamente por necesidad de su naturaleza y solo por ella se determina la acción.

Para Aristóteles, la libertad está ligada a la capacidad de decidir por si mismo en el ser humano, y estaba ligada a la moral.

Según San Agustín, la libertad consiste en la realización efectiva del bien, para alcanzar la beatitud.

Para Hegel, el concepto es fundamentalmente la libertad de la idea.

Según Henri Bergson, la libertad es la capacidad de la conciencia de regirse por su propia naturaleza, independiente de las leyes y fenómenos de la naturaleza.

Sinceramente, temía escribir sobre un asunto que para mi no esta nada claro. También puede que mis neuronas con el día nublado no den para mucho, pero sigo sin ver lo que en mi mente es la libertad.
Recurro a frases de libertad y esto es lo que encuentro:

Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo.
Franz Grillparzer

Si no tienes la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder tener?
Arturo Graf

El hombre nace libre, responsable y sin excusas.
Jean Paul Sartre

Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo.
Voltaire

La libertad es incompatible con el amor. Un amante es siempre un esclavo.
Germaine de Staël

No pido riquezas, ni esperanzas, ni amor, ni un amigo que me comprenda; todo lo que pido es el cielo sobre mí y un camino a mis pies.
Robert Louis Stevenson

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.
Miguel de Cervantes Saavedra

La libertad no tiene su valor en sí misma: hay que apreciarla por las cosas que con ella se consiguen.
Ramiro de Maeztu

La libertad es un lujo que no todos pueden permitirse.
Otto von Bismark

Es más fácil apoderarse del comandante en jefe de un ejército que despojar a un miserable de su libertad.
Confucio

Aunque mí admirado Miguel de Cervantes no define nada, percibo lo que siente, y comulgo con: por la libertad se puede y debe aventurar la vida.
Tambien veo algo de luz en Robert Louis Stevenson.
Definitivamente no se lo que es la libertad, pero la mía la intuyo en cosas muy simples:
No estoy amarrado a ninguna bandera, himno, religión, credo político ni sistema filosófico.
Mi moral no ha sido impuesta, tengo el convencimiento que ha salido de mí.
Nada me ata a ningún lugar del mundo. Si, se que la frase esta muy manida, para mí tiene total vigencia: Me considero ciudadano del mundo.
No me considero esclavo de eso inventos sibilinos como serian el celular/móvil, el despertador, la televisión, la computadora, y tantos otros que nos marcan el ritmo de nuestras vidas.
No tengo jefe que me tosa.
No voto (lo haré cuando haya democracia)
No tengo obligaciones impuestas; me las arbitro yo, y con respecto a los demás, me las marca mi propia moral. Mis derechos terminan donde comienzan los derechos del otro (Marthin Luther King), en donde sustituyo “mis derechos” por “mi libertad”
También se que hay cosas que me la coartan, y el “sistema” se encarga de recordármelas.
Mi sustento depende de una pensión que me dieron como consecuencia de mi depresión. Nada me regalan, puesto que si me hubieran dejado administrar lo que me descontaron para la misma a lo largo de mi vida laboral, tendría, no para una pensión, sino para permitirme lujos que con ella no puedo. Estando a miles de kilómetros de donde me siguen administrando, aun me joden pidiéndome una fe de vida; ¡como si no pudieran cruzar los datos de defunciones!. El caso, como digo, es recordarte que estas atrapado en él.
Ni siquiera puedo circular libremente por el país en el que me encuentro. Después de casi un año de solicitud de residencia aun no la tengo, y aunque dispongo de documentos que dicen que no soy ilegal, no disfruto de la libertad supuesta de los residentes.
Difícilmente uniré mi vida a la de una mujer. Mis dos recientes experiencias con ellas, me dicen que mi libertad seria seriamente amenazada. Le doy la razón a Germaine de Staël.

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Paralizarse de miedo


Tengo que reconocer que cuando no llego al fondo de una cuestión, soy obsesivo. Son varias las veces que en este diario, he mencionado que después de salir del cenit de mi depresión, y lo que es por ahora, no siento ningún tipo de miedo, pero es que incluso anterior a la misma, he descrito situaciones en las que he visto llorar a los que me rodeaban por miedo a la muerte. En mi escrito anterior, digo que no tengo ninguna fobia, que al fin y al cabo es un miedo a un algo. No, no me creo un extraterrestre ni ningún ser especial, por lo que he recurrido a la memoria y al fin he encontrado un momento en el que pase miedo y no fue un miedo cualquiera, sino un miedo inmovilizante.
Tendría unos diez años. En una habitación, dormíamos un hermano mío y yo. Cuando me acosté, mi hermano ya estaba en su cama. En aquellos tiempos era mucho lo que corríamos y los juegos en su mayor parte eran a base de esfuerzos, por lo que caías en la cama rendido y te dormías sobre la marcha. Estaba en ese punto en el que abandonas el mundo de los vivos y entras en de los sueños, cuando siento que el colchón se elevaba, lo que a mí me parecían cinco o diez centímetros. Volví al mundo de los vivos y me dije ¡Vaya con el gracioso de mi hermano!, se ha metido debajo de mi cama y la está subiendo para asustarme, por lo que encendí la luz para regañarle, pero ¡Oh sorpresa!, mi hermano estaba en su cama; mire bajo la mía y tampoco había nada. Apague la luz e intente seguir durmiendo, pero el sueño ya no venia tan fácil, pensaba en los motivos del movimiento del colchón. Cuando ya estaba otra vez dejando este mundo, vuelven a aparecer los movimientos del colchón. Note que el miedo me iba invadiendo mientras que mi mente trabajaba a una velocidad de vértigo intentando encontrarle una explicación al fenómeno, pero el miedo era más rápido que mi raciocinio, por lo que iba aumentando exponencialmente, hasta el punto de que quería escapar, pero estaba paralizado. No se si fueron segundos, pero notaba que moría, cuando mi organismo me proporciono esa energía necesaria para la respuesta de lucha o de huida. Di una patada sobre el colchón y salí disparado como una bala.
No recuerdo el tiempo que estuve en el salón. Ahora fue a la inversa, me iba bajando el miedo y aumentando el razonamiento, y como nunca he creído en fantasmas, volví a intentar buscarle explicación a lo que me había pasado y no encontrándole ninguna me dije que la explicación tenía que estar en la cama, por lo que con bastante respeto volví a ella con todos mis sentidos en alerta máxima. ¡Y volvieron los movimientos!, pero esta vez, vencí al miedo y puse mi atención en todo lo que experimentaba y ¡Dios!... ¡Qué estupidez! ¡Qué alivio! En aquellos tiempos dormía boca abajo y no era el colchón el que se movía, al inspirar el pecho se inflaba, y daba la sensación de que me elevaba.
Lo que más se me ha grabado en la mente es como el miedo paralizo mi cuerpo y se perfectamente de que va la muerte súbita.

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