Hasta Javier tiene que ser políticamente correcto

Hace tiempo que Javier esta raro. Así es Javier, me digo. Lleva un tiempo que cuando viene de de su venta de abalorios en un hotel cercano, a pesar de hacerle señales para que se acercara por mi mesa, pasaba de largo, eso si, saludando con movimientos de su mano, pero también, cosa rara, sin dar una sola voz de las típicas en él.
Hace unos días que ni lo veo pasar y ya la cosa me escama más. Pasará mas tarde, pero no, aguanto hasta bastante entrada la noche y no. De hoy no pasa, me llego por su casa a saber de él.
Javier estaba sentado en su porche en su típica postura de los pies sobre la pared.
Javier, coño, me tienes preocupado, ¿te pasa algo?
La policía me echó, dándome tres minutos para que lo hiciera
Seria larga la historia. Javier lleva en este lugar más de veinte años, pero un día le cayó mal a uno de los dueños del hotel, en concreto a Simón. Un tío con el pelo rasta, que vende con grandes aspavientos, y que pone su mercancía sobre una bolsa negra de basura, no es buena imagen para el hotel, así que da ordenes a sus guardas de seguridad para que lo echen. Le explican que en Costa Rica la playa es de todos y es allí donde tiene su industria. El hijoputa español(los españoles en Hispanoamérica tenemos fama de tales y cada vez lo comprendo mas), no puede aceptar que un desgraciado pueda con uno de los dueños de un emporio hotelero, así que recurre a su accesoria jurídica. Javier no tiene patente (algo así como permiso de venta ambulante pero que solo sirve para un lugar en concreto). No es mucho lo que tarda en aparecer, no los guardias de seguridad, sino la policía, y lo echan. Javier que es muy pacifico pero a cabezón no le gana nadie, se saca la patente y sigue vendiendo en la playa del dichoso hotel.
Simón no concibe que un desgraciado como Javier pueda con él, así que la siguiente vez que aparece por estos lares le dice al responsable del hotel que haga lo que sea pero que no quiere verlo. El gerente ve peligrar su cargo, y llega a un trato con Javier: te doy… dólares por cada día que este Simón por aquí y no aparezcas. Javier encantado, es mas de lo que gana en un día normal, así que deseando que el hijoputa aparezca.
Hace nueve días se dejo caer por aquí, el gerente ha cambiado y no sabía la táctica del anterior así que llama directamente a la policía, con la mala suerte de que se encontraba sin patente.
Otra aclaración. Esta vez no un hijoputa sino una ... india, y para nada es racismo, sino que es india de verdad, y eso no quita para que lo sea, le saca a Javier hasta la cerilla de las orejas. Me es difícil comprender como sobrevive.
No se como lo hará, pero hasta que no pague la patente, el sabe que no puede volver.
Lo curioso del caso es que Javier no es el único vendedor ambulante que hay frente a esa mierda de hotel; que yo sepa al menos hay cinco nicas, que aparte de no tener patente están mas ilegales que la colombiana. El por qué la policía solo va en su busca, no lo entiendo, o lo dicho, Javier no es una persona políticamente correcta para el hijoputa Simón y la policía obedece ordenes extrañas, sin cumplir la ley.

Otrosí: Todos los días son de aprender. Hace unos días comí mango verde con sal. ¡Vaya cosa rica! Pues bien esta tarde veo a una niña que pasaba junto a mi mesa vendiendo unas bolsas de fruta [un rojo (mil colones) mas de un kilo], pregunto que clase de fruta es y me dicen que guayabas (a mi madre le encantaban). 
Pero vamos a ver si están más verdes que la hostia
Es así como están ricas
Compro una bolsa y las pruebo, ni siquiera con sal. Repito, ¡riquísimas! Lo que no se si esta noche despertare con un terrible dolor de barriga.


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Montañas y caminos de rosas. Problemas donde no los hay


En esta vida, lo que para unos puede ser un gran problema, para otros es una solemne chorrada o dicho de otra forma lo que para unos es un camino de rosas para otros se transforma en una enorme montaña difícil de pasar.
No me voy a referir a un problema matemático, ni siquiera a uno social, sino más bien al filosófico, el que puede generar inquietud o perturbar la paz o existencia de quien lo tiene en su conciencia.
Hace unos días escribí sobre , pues bien, este puede ser uno o quizás el principal problema que pueda perturbar la paz o existencia de una persona, pero hay muchas más situaciones en esta vida que para unos pueden ser vitales y para otros carecer de importancia. Baste comparar religiones, lo que en una es pecado capital, en otra no solo está bien, sino que aconsejan o más bien obligan su cumplimiento o uso. Sigamos con culturas, climas, y otras circunstancias que hacen que lo que en una parte es blanco en otras serias negras.
No sé si alguien se estará preguntando qué coño estoy diciendo, por lo que pondré unos ejemplos que al menos para mí son indicativos de lo dicho hasta ahora.
Pongámonos en el caso de una mujer afgana. Ella no se pone el burka porque la obliguen; se lo hicieron mamar desde que tuvo uso de razón, y para ella lo anormal y pecado seria el no llevarlo. Habría que desprogramarla, cosa harto difícil.
Al menos en mi pueblo, el día de los difuntos, se les ponía flores a los muertos. En Japón, les llevan comida. Sería un verdadero problema que me vieran llevarle un plato de puchero a alguno de los míos; o me tomaban por loco o se destornillaban de risa.
Que a una mujer (doy por hecho que ningún compromiso, sea del tipo que sea, se lo impida) le gusta un hombre y termina en la cama con él, para unos/as, lo más normal del mundo, para otros/as, es una puta.
Seguiría, pero voy a intentar buscar transformaciones que he sufrido desde que estoy en este país y que me hacen sentir bastante mejor, y lo primero que me viene a la cabeza es la obtención de residencia en el mismo. ¡Dios!, la de viajes que di a San José, los escándalos que armé en Migración, y el miedo que pasaba cada vez que me comunicaban que la policía iba a hacer una redada. Pues bien sigo sin tener la residencia y para nada me preocupa, ni me escondo cuando sé que los de migración están por esta zona; estoy seguro de hacer comprender a los agentes que si no la tengo no es por culpa mía, sino por la lentitud de sus burócratas (más de lo que he hecho para obtenerla no puedo hacer), y en caso de que no lo comprendan y me echen, ¿qué?; seguiré camino sin importarme hacia dónde.
He tenido problemas de salud, que puede que, en otras circunstancias, me hubieran tenido preocupado, pero no solo no lo he estado, sino que ni puñetero caso, y el cuerpo sabio él los ha arreglado solos (la verdad es que he recurrido a remedios que ahora al pensar en ellos me descojono). El tener ambulatorios, servicios de urgencia, hospitales, a la vuelta de la esquina, hace que todos seamos un poco o un mucho hipocondríaco.
El qué dirán. En mi mente está descartado.
¿Prisas? Quizás es la mayor lección aprendida de los ticos. Ni para comer.
No querida, delante de ti no tienes ninguna montaña, esta solo existe en tu mente, y si te puedo asegurar, y lo veo clarísimo, que lo que te espera es un camino de rosas.

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