Algunas imágenes de las tomadas durante este tiempo
Llueve, no un gran aguacero, pero si lo suficiente para no poder ir a sentarme a mi mesa de la playa, así que decido quedarme aquí. Me pongo delante de este aparato y repaso las imágenes desde que llegué. Le hecho un vistazo al blog. Ya ha pasado un mes desde que volví a este país, según deduzco del mismo y si digo la verdad, temía volver a él. No se el por qué me había obsesionado en que pasado un tiempo debía hacer balance de mi estado emocional.
Pocos cambios ha habido en Tambor. En lo referente al personal, siguen los mismos, Carlos, Javier, Cartago aparece de vez en cuando, Ceviche se ha liado con una gringa que ha abierto un bar, a Rodolfo lo han echado del Tropical, Mariano sigue sin faltar a los karaokes, y paro de contar. También es verdad que otros se han ido a otro lado del país, y han aparecido otros extraños personajes como Marcos, arquitecto, sin trabajo y sin un colon, que para en las cabinas de Cristina. Algunos se han retirado del guaro, pero otros han vuelto a recaer. Especial mención de Giovanni, con la mujer en el hospital, y que pasó una noche en la cárcel por no pagar la pensión (se llama otra cosa) de su hija, y al paso que va, no será la primera. En este tiempo he sabido tantas cosas de ellos que podría rescribir muchas historias. Tiempo al tiempo. Hablando con ellos deduzco que efectivamente estoy en otro mundo. ¿Crisis? ¿Qué es eso? Aquí no existe crisis. Al igual que en tiempo pasado lo único que saben es que se acaba la temporada de turismo (época seca) y que llega el invierno (época de lluvias) y que son muchos los que, sigo sin enterarme, como subsisten durante los meses que siguen, o que ha habido una buena pesca de cabrilla y que algunos ganaron incluso un millón de colones en una sola pesca; ahora están en la pesca del pargo y tardara en llegar la del dorado.
Han caído un par de aguaceros fuertes, pero lo suficiente como para ver como va subiendo la gama de verdes, la verdad es que me desilusionó un poco, ver los amarillos entre los bosques. A partir de aquí vienen los atardeceres con los que antes me quedaba extasiado.
Me vine con el tiempo suficiente como para renovar mi residencia, pero me exigen un extraño documento que me tienen que mandar de España. Ya me ha caducado, pero curiosamente, esta mañana estuve en Cóbano para reservar en Correos un apartado y tenia que entregar una fotocopia bien de la cedula o del pasaporte. He entregado la de la cedula. Ni puto caso a que esta caducada. Ya me advirtió la muchacha que me atendió en Migración al verme con cara de desesperación cuando me pidió el extraño documento: No se estrese, vera como todo tiene solución. Ya voy entrando en el pasotismo que caracteriza a este país. Buena señal.
Y ya puestos, ¿el por qué no hablar de mi estado emocional? Venia hecho una mierda, de eso estoy completamente seguro, hasta el extremo que tenia la seguridad de volverme con mi hijo, en el intermedio me dije que me daría un tiempo para que viniera mi hija y volvería con ella, y ahora de lo que estoy seguro es que no tengo fecha de vuelta. ¿Que mejor termómetro? Tampoco es que haya llegado a encontrar la felicidad. Tengo que volver a ponerme en contacto con personas de las que ni me despedí. Pero de prisas nada. Mis tertulias me han hecho mucho bien.
¿Y físicamente? Me vine después de haberme hecho radiografías y una resonancia magnética, sin esperar a que me llamaran del hospital para darme un diagnostico para mis lumbalgias y como no podía ser menos, al poco de llegar aquí me quedé doblado como una alcayata. Me recomendaron que fuera a darme unos masajes o bien con Helena (la canadiense) o con una argentina que ha caído por estos lares, pero no quise que me pasara lo que la vez anterior que me dejaron destrozado, alguien me dijo que en Malpais, había un Quiropráctico y allí me llegué. Otro extraño personaje y van… Escoces que lleva por aquí diez años, joven él, y que no se done ha podido estudiar tal cosa (Quiropráctica: No tiene ninguna base científica que la sustente. Leo por ahí). Me pone cuasi en pelotas, y ante un espejo: Me vi totalmente torcido hacia la derecha. Empujones en la columna, tirones de la cabeza hacia la derecha y hacia la izquierda, crujidos de huesos, y cuando acaba me vuelve a poner delante del espejo. ¡Milagro!… Estaba derecho.
Bueno, ha parado de llover, pero ya es la hora en la que suelo volver, así que hoy me quedo sin bahía. Habrá que agradecer a la lluvia el que me haya colocado frente al teclado.
Continuaré.
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