Esto no es una crisis, es un cambio de era
Cambio de era. A raíz de la crisis están saliendo una especie de pregoneros, charlatanes y vendedores de ungüentos con remedios para la crisis, pero lo que más me llama la atención, es que casi todos coinciden en una cosa: Lo que se avecina o ya estamos es en un cambio de era. Otro gran número también hablan del cambio de ética, o sea que la mayor parte de la gente entienda que robar es malo. En especial en esto último mal nos va a ir la cosa, porque habría que hacer igual que hizo Stalin con sus disidentes, mandar a políticos y adláteres a Siberia.
Lo curioso es que estos mangantes, coinciden con Julián Pavón, famoso por haber escrito un libro, Modelo Parasitario Chino, que alguien puso en YouTube y lo han visto millones de personas. Desde luego coincido con él en el 90 % de lo que dice.
Este es el último que he visto. Sobre Europa dice verdades como templos, y ni él ni yo vemos que la cosa tenga arreglo, o sea que Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, y prepárate para emigrar, porque o echan rápidamente a la Merkel a la antedicha Siberia, o ese lugar, llamada África va a subir hasta Noruega y no precisamente por el calentamiento global (Me equivoque, el cambio climático).
Al final los mayas, van a llevar razón cuando la predijeron. El sol ha vuelto a alinearse con el centro del universo y los rayos gamma (por no llamarles otra cosa) nos van a joder bien jodidos.
Si quieres seguir aumentando tu pesimismo, léete esta entrevista a Amando de Miguel que ya se me había adelantado en el título.
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Réquiem por el gato sin nombre
Ya conté aquí su historia conocida y algo de la desconocida.
El sábado me extraño que a la hora de comer no se pusiera junto a mí, esperando que algo cayera. En caso de que no le echara nada, él se encargaba de empujarme con su pata, diciéndome que se encontraba allí esperando. Ya por la noche lo busque y siendo lo sobón que era, lo acaricie y no se levantaba. Le puse agua, hizo un esfuerzo, se puso de pie y estuvo bebiendo un buen rato. Comer, no quiso comer nada. No se le veían heridas.
El domingo no daba un duro por él, y el lunes en cuanto me levante y vi que seguía con vida, lo primero que hicimos fue llegarnos a Cóbano al veterinario. Lo auscultó delante de mí, y al tocarle en los riñones empezó a orinar sangre. Exactamente igual que cuando lo llevamos la primera vez, lo cual quiere decir que el animal, fuera humano o de los otros, que lo destrozó la primera vez, le dejo los riñones bien jodidos.
No era el mismo de antes. Se pasaba el día durmiendo y no insistía mucho para que lo acariciara.
Esta mañana llamaron advirtiéndonos que no se recuperaba y esta tarde la definitiva, que había muerto. No era el gato de las siete vidas.
Ha muerto sin que ni siquiera le pusiéramos nombre. Lo llamábamos gato.
Entre Rolo y Carlos le han hecho su tumba donde esta noche cuando lo traigan lo enterraremos.
R.I.P.
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