Refugio de bichos. Ahora le toca a una ardilla


Ya en su día escribí que esto se había convertido en un refugio de iguanas, pero la cosa se va agravando.
Pichi, ya ha abandonado a Carlos, y aquí está de guardia las veinticuatro horas del día. Si le hecho comida ya es mío, me digo, así que esperaré a que tenga hambre y ya se ira, pero cuando pasan tres días, acabo comprándole pienso y se sale con la suya.


Pichi se debía encontrar demasiado solo y se ha echado un amigo. Tres cuartos de lo mismo, ya se ira, pero no hay forma de que lo hagan, ni el uno ni el otro. Aquí no acaba la cosa, hoy van a Cóbano, y cuando vuelven lo hacen con una ardilla, se la ha dado Randall, me dicen. Muy bonita, me digo, pero pienso que Randall ha sabido lo que ha hecho.
Ya tuve una, que también compré en Sudamérica, entre otras cosas, me hizo un destrozo de libros de narices. Me enteré que al igual que los conejos, no para de crecerle los dientes y se los tienen que afilar/desgastar con lo que sea. Aquella lo hizo con los libros, pero no con uno, sino que hacia un hueco y cogía otro, así hasta no dejar uno sin mutilar.
La verdad es que esta es de lo más nervioso que uno se pueda imaginar. No para. Va de persona en persona y se sube hasta la cabeza, supongo que en su instinto busca lo más parecido a los árboles, porque doy por hecho de que esta se ha criado desde pequeña en una casa. Se han ido todos, y observo que cada vez que me muevo, viene detrás de mí como si de un perro se tratara. Ahora mismo la tengo en mis hombros me imagino que durmiendo.
Veremos a ver en que queda la cosa. La primera putada es que tenemos que tener la puerta cerrada, porque aunque creo no se fuera, ahí están, como dije, Pichi y su compa que no la tratarían como un juguete, sino como un bocado especial.


A ver si mi hermano, se entretiene y le hace una jaula como la de sus pajarracos, aunque lo difícil va a ser mandarla, así que ya sabes, te vienes, se la haces y después te vuelves.

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Renovación de cedula y nuevo viaje a Puntarenas


En el caso de la crisis (ruina) actual, poco se habla de la burocracia, y cuando a ella me refiero, para nada me estoy dirigiendo a los funcionarios. Es inconcebible, que para renovar mí cedula de residente en este país, se tarde un año, y aun no me fio, hasta que no la tenga en la mano.
Despertador a las cuatro de la mañana, viaje en carro hasta el ferry, travesía del Golfo de Nicoya, llegada a Puntarenas, taxi y a Migración. En realidad ni sabía que era un privilegiado, puesto que todos los que estaban allí, habían tenido que ir otro día anteriormente, solo para pedir cita. Yo, creo que dándole lastima al Funcionario/a (primero me dijo que estaría solucionado en tres meses, después en seis, y así) que había llamado por teléfono y que me dijo que me presentara, me lo había evitado. Solo verme me dijo que fuera a su mesa, pero no podía acabar la cosa ahí, me dijo que primero fuera a pagar una tasa al banco el cual todavía no había abierto y donde había unas colas terribles. Me puse en la más larga, hasta que un invalido me aviso que me mudara a la más pequeña. No sé si por ley, se hacen tres colas, la preferente es la de los inválidos, la segunda la de las personas mayores, y la tercera, digamos, la de la gente normal. Es de sentido común y de educación, pero lo último que recuerdo yo de España es de una embarazada que sube a un bus, a punto de dar a luz, y no levantarse ni dios para cederle el asiento.
No tengo muchos problemas para pagar, vuelvo a Migración, no estaba mi fulanito/a y veo que van llamando por números, cosa que yo no tenía. A la hora pregunto por él/ella y me dicen que está reunida con el jefe. Menuda reunión, desde las ocho hasta cerca de las doce. No podía fallar que me dijera que me faltaba otro documento, pero como digo se ve que le di lastima, ordenó todo, rellené un formulario y me dijo que pasara a otro cuarto donde me fotografiaron, me tomaron las huellas y la firma digital. La verdad es que estaba tan liado/a que no pude ni despedirme.
Justo el tiempo de graduarme la vista, comer y volver a tomar el ferry de las dos. Llegamos de noche.
Me habían dado un papel que decían que tenía que entregar en Correos cuanto antes, así que esta mañana, lo primero que hago es llegarme a Cóbano. El sistema no funciona, me dice el funcionario. Funcionará antes de cerrar. Cara de no sé, y a volver mañana a ver si funciona el dichoso sistema o no hay tanta prisa como me dijeron en Puntarenas.


Me queda el consuelo de haber visto una luna llena preciosa.

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