Vuelta de Costa Rica a España. ¿Ha merecido la pena?

Llevo unos días bajos. Más bien estoy ahuevado como dicen por aquí. Hoy he estado con una apatía total y aunque he hecho un esfuerzo por llegarme al muelle a comprar pescado, solo tenia ganas de estar en la cama y de vez en cuando un baño pensando en despejar la mente.
¿Es porque me toca?,
¿Es porque voy a regresar a mi país?
¿Es que tengo el biorritmo bajo?

Lo anterior lo escribí en Costa Rica el jueves veintinueve del mes que ha pasado, y hasta hoy, ya en España, no he sido capaz de continuar y ya tengo perfectamente claro que era la segunda pregunta la causa de mi malestar. Razones no me faltaban.
Lo teníamos todo preparado para nuestra salida el día cinco. Mi amiga… nos llevaría hasta el aeropuerto en mi viejo (más bien candray) carro, pero por extrañas coincidencias, su jefa, en recuperación de una operación, y a la cual la acompaña en todo momento una enfermera, decide venirse el mismo día, y llegamos al acuerdo de viajar todos en su buseta. Bien el paso del Golfo de Nicoya en el ferry, salida de Puntarenas y había quedado con… para comer en San Ramón con la idea de no hacer larga la espera en el aeropuerto. A tal punto nos acercábamos cuando el motor de esa especie de microbús, se acelera a tope y comienza a echar grandes cantidades de humo verdoso. Lo cierto es que no había forma de pararla y lo que todos temíamos era el incendio de la misma. Nadie pensó en sacar los equipajes, puesto que como es lógico lo primero que se nos vino a la cabeza fue evacuar a la enferma.
Se interrumpió la circulación, que no era poca, acudieron bastantes conductores en nuestra ayuda y solo a un camionero se le ocurrió calar el vehículo con una velocidad puesta, freno pisado a tope y suelta el clutch (embrague) de golpe.
No solo acudieron conductores y demás viajeros, sino lugareños de viviendas cercanas que creían se había incendiado el bosque. Por cierto que uno de ellos al ver que había españoles (no hacen mucha diferencia con los gringos) no desaprovechó la ocasión para intentar vendernos un lote.
Buen invento el del celular, mediante el cual se pidió una grúa y un taxi para nosotros que la verdad sea dicha no fue mucho lo que tardo en llegar.
Despedida, en especial de mí amiga…, y continuamos ruta.
Llegamos al Juan Santamaría (poco se imaginaba este pobre muchacho que a falta de héroes para enriquecer una historia que no existe a él lo convirtieran en uno) con el tiempo suficiente para sacar los billetes, cambio de monedas y comer algo.

Eso sí, para esto último tuvimos que buscar una especie de caverna del paleolítico, con idea de poder fumarme algún cigarro, y aquí viene mi primer cabreo: Lo que para todo el mundo es ya una cosa normal, que los fumadores somos unos apestados, para mí no lo es tanto. Sigo sin comprender que si tan malo es para la salud, no prohíban su venta al igual que lo hacen con la cocaína, o quiten de la circulación tantos alimentos dañinos para la misma. Por otro lado tengo mis grandes dudas, por no decir que no me lo creo, de que sea el causante del cáncer de pulmón, y si no ahí está el caso de Grecia con el mayor índice de fumadores por habitante y uno de las más bajas incidencias en esta enfermedad, o lo que sobre el mismo nos cuenta Joe Vialls.

Detalle curioso: mientras en ese antro estábamos, en diferentes momentos, se acercaron por allí dos pilotos a fumar. ¿De verdad alguien se cree que todos los pilotos del mundo hayan dejado de fumar? Estoy completamente seguro de que el que el que sea fumador, lo hace en la cabina, y si ellos pueden hacerlo, el por qué yo no. Sigo manteniendo que el fumar es el vicio más estúpido que se pueda tener.
Paso por aduana y mi cabreo sigue en aumento. Habíamos facturado la mayor parte del equipaje, pero llevábamos a mano mochila, bolsos, computadora y no sé si algo mas, los cuales pasaban por el escáner, preparado a tal efecto, pero para pasar por el de los humanos, nos hacen vaciarnos los bolsillos, me quitan el mechero, y cuando me dicen que tengo que quitarme las zapatillas ya no me hace tanta gracia.

María llevaba unas como las de la imagen y con recochineo le preguntamos al aduanero si de verdad cree que en ellas puede ocultarse una bomba y si es necesario que se las quite. Lo que diga la oficial, responde, cosa que como es lógico dice que sí. El caso es joder y humillarte. Disfrutan.
Con los pantalones que me deben estar anchos y sin correa, se me caían y la verdad es que aunque estuve a punto de dejar que lo hicieran e ir luciendo mis calzoncillos, no lo hice, por lo que tuve que dedicar mi mano izquierda a este menester y en la derecha dos canastas con la mochila y la computadora. Ridículo a más no poder. Me cagué en la puta madre de los que no estrellaron los aviones en la Casa Blanca, aunque también estoy seguro que su inquilino no hubiera estado dentro, puesto que supuestamente él lo preparo todo.
La gran mayoría de la gente con la que comentas esto, te dicen que todo es por nuestra seguridad, pero estoy convencido que la idea principal es ridiculizarnos y acojonarnos, y si no que me digan como detectan un artilugio explosivo en el equipaje facturado el cual se podría hacer estallar mediante un mecanismo de relojería o a distancia y no lo detectan en una persona caminando. Sobra tecnología para hacerlo.

Nos ubicamos en el avión y despegamos.

Pensaba tomar algunas imágenes de Costa Rica desde el aire pero las nubes lo impedían (por algo ya estamos en época de lluvias). Volamos en dirección contraria a la del sol por lo que no tarda mucho en oscurecer y llega la noche cerrada. En el viaje de ida iba contemplando las nubes sobre el Atlántico, pero en este solo se podía contemplar las tinieblas, así que largas horas nos esperan sin nada en lo que entretenerse. La pantalla que tengo frente a mi, indica que sobrevolamos Puerto Príncipe y un poco después Santo Domingo, a partir de aquí, océano bajo nuestros pies. A dormir tocan.
La economía manda y no creo que haya artilugio menos adecuado que el asiento de un avión para poder dormir. Tienen que meter el máximo número de asientos, por lo que la reclinación de los mismos es mínima. Cuando se ven las primeras luces del día, no había hueso que no me doliera a pesar de no haber dormido nada, o quizás dormitado algo.

Sensación rara al ver la costa de Portugal. Estoy llegando a Europa me dije. Otra vez el mar de dudas sobre si había hecho lo correcto volviendo a verla.
El poder de la mente: en las diez u once horas que duro el vuelo, ni me acorde del tabaco.

Aterrizaje en Barajas y desde que salimos del avión hasta llegar a la zona donde poder comer y por qué no fumarme algún cigarro, recorrimos kilómetros, o al menos a mi me los parecieron, parte caminando, parte en cintas transportadoras, en las cuales tenía la sensación de ser un borrego que llevaban al matadero y trenes (lanzaderas le llaman) que a través de subterráneos, te hacen perder por completo el sentido de la orientación, eso sí, una voz metálica te va advirtiendo que te cojas a las barras verticales para no caerte y que no salgas hasta que el vehículo este completamente parado.

Mientras María pedía algo de beber, salgo al exterior a fumar un cigarro, y cuando vuelvo me encuentro a María y a Patricia abrazándose. Tengo la sensación de que yo no soy el tipo que ella esperaba, mientras que a mí me paso todo lo contrario.
Charlamos mientras comemos y cuando nos damos cuenta ya era la hora de coger el avión de Granada.
Ya me voy adocenando. El registro para subir a este segundo avión, ya no me sienta tan mal, aunque me pregunto si lo hacen en un vuelo nacional, el por qué no se lo hacen a los viajeros del metro de Madrid o Barcelona donde ya tenemos antecedentes de que pueden colocar bombas con relativa facilidad.
Nos esperan y directos a mi casa. A la llegada otra sorpresa: la Penca y el Fideo, perra que saque de un refugio y perro que recogí en la calle, no hacen el menor gesto de conocerme.
Entre comentarios de bienvenida, y rememorar los amigos comunes que habíamos dejado atrás, también comentamos como va este país al que llego y en especial en lo que a mí me concierne. La compañía telefónica a la que habíamos solicitado el teléfono fijo desde Costa Rica para que al llegar no solo lo tuviéramos funcionando junto con la conexión a internet, no había dado señales de vida (han pasado más de diez días y sigo sin tenerlo), los documentos del coche y de la moto no están al día, o sea que desde mi casa, ubicada en un desierto estamos incomunicados, puesto que con el celular de María, la señal es mala [peor que cuando me fui (es curioso que la televisión digital, única existente, por ley, la tenga que recibir todo hijo de cristiano y la señal telefónica vaya a peor)], la compañía eléctrica lleva unos meses sin cobrarme la factura del consumo de electricidad y al parecer no es a mi solo (alguna putada nos tendrán reservada y espero que no sea que llegue la noche y tenga que recurrir a un cirio), le tengo que pagar al sinvergüenza de Lachica (personaje que nos vendió estos terrenos) una buena cantidad de euros porque la cita del juzgado para el juicio no me ha llegado (alguien con muy buenas ideas la debió de tirar a la basura) y han fallado en mi contra por no acudir al mismo, y paro. No, lo del capullo de mi presidente, que según él todo iba como dios y les ha bajado el sueldo a los funcionarios y ha congelado las pensiones, ha sido posterior.
Con todo lo que peor me ha sentado ha sido el frio. Había decidido volver cuando por estos lares hubiera llegado el buen tiempo, cosa que suele ser en Mayo, pero no, desde el centro hacia arriba nevando y por aquí se que hemos llegado a seis grados, al menos por la noche, lo que para mí es frio polar. Casi dos años con mínimas de veintiocho grados y máximas de treinta y tres, ha sido un cambio demasiado brusco. Nunca soporte el frio, pero esta vez me ha acobardado tanto que solo se me apetecía estar en la mesa de camilla con el brasero puesto por mucha calefacción que estuviera en marcha.
Han sido más las cosas que he visto en mi contra y que me parecían un mundo. He pasado ansiedad y juro que ha sido más de una vez las que he pensado en coger el avión y volverme.
Algo he aprendido de los ticos, y precisamente el esperar sabiendo que las cosas se resuelven sin prisa, es una de ellas. Ha retornado el tiempo primaveral, he puesto a funcionar la piscina e incluso esta mañana me he dado un baño (el agua estaba tan fría que tengo la sensación de haber resucitado), he pasado la ITV del coche (carro) y he cambiado las cubiertas [llantas (después de dos años sin usarlo estaban cristalizadas y me aconsejaron se lo hiciera)].

A la moto que no me arrancaba, le he puesto batería nueva y ya lo hace, incluso me he dado una vuelta en ella (sé que a mi amiga… le encantaría darse una vuelta en la misma).

En la lejanía recuerdo a Costa Rica como el lugar que cumplí cosas que en este no me atreví, y valga como ejemplo el dejarme el pelo como Jesucristo.
Me he vuelto a quedar solo. María ha ido a su ciudad a solucionar sus problemas. Me acuerdo de los tres años que pasé aislado en este lugar, aunque mi mundo era otro y la soledad no solo no me perjudicó sino que me benefició, pero ahora estoy seguro no la soportaría. Echo mucho de menos mis tertulias, mis atardeceres, mis amigos/as.
En estos días de frio/ansiedad me he preguntado si el mundo que me he fabricado podría continuarlo aquí, y rápidamente mi subconsciente se ha enfadado conmigo. No veo ningún faro que me indique que puede ser así. Puede que si me quedo el tiempo suficiente para resolver lo que me trajo, en algo cambie de opinión, pero cada vez lo dudo más. Hoy sin ir más lejos, me encuentro solo, aparte de saludar al trío de perros, se que tenía que cambiar el sílex del filtro de la depuradora, pero por si faltaba poco, el lumbago que gracias a mi querida Tenere, a la que tanto me he alegrado de ver, lo tengo fatal y no es cosa de quedarme como una alcayata. Alguien a través del celular [en el único sitio que tiene cobertura es en la esquina de la piscina (menos mal que remitió el frio)], me dice que me vaya al pueblo a pasear y me pregunto: ¿A ver escaparates?

Sigo sin teléfono, sin internet ni la madre que los pario y todo gracias a Telefónica de España y su puta madre, pero también gracias a una artimaña, que puede que sea la definitiva, consigo salir al ciberespacio, eso sí con una lentitud agobiante. Intentaré meter lo escrito.

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Segundo viaje de María a Costa Rica

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Y volvió. Esta vez estuvo un mes y algo. Se hizo querer por todo el pueblo y si volvimos, era porque yo tenía que resolver unos problemas en España. Daba por seguro que volveríamos, incluso ya tenía un sitio junto a la playa donde nos haríamos una casa. No paraba de imaginarse como seria. Eso sí, con espacio suficiente para que fueran a visitarla los suyos.

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Viaje a La Esperanza. Del fresco de carambola a la preciosa martilla

German (sin acento en la a) es nuevo por aquí. La que primero persona de este pueblo con la que habló fue conmigo. El se sentaba en solitario en una mesa junto a la mía. Rompí el hielo y entablé conversación con él. Desde entonces es asiduo a la tertulia. Nada que ver con el resto de los tertulianos.
Sustituyó a Henry como vigilante nocturno en el hotel (es curioso lo que le exigen a estos para portar un arma y con la facilidad que la llevan todos los chorizos de los barrios marginales de San José y de Puntarenas, por citar las ciudades en las que tengo la seguridad de que esto ocurre) y no teniendo ningún tipo de vehiculo y su casa en La Esperanza, duerme en Cóbano, llega en el último bus, antes de las seis, y hasta la hora de entrada a su trabajo, las ocho, se ha hecho asiduo de los atardeceres.
¿Qué voy a hacer todo este tiempo cuando se vayan a España? Se pregunta y me pregunta. No estaría bien visto e incluso peligraría su puesto trabajo en caso que siguiera reuniéndose con el resto de los cabezas locas, sin estar nosotros.
Tenía mucho interés, en su día de descanso, llevarnos a su casa para presentarnos a su mujer y a sus hijos.
Ha tocado hoy.
Parece que el invierno se esta adelantando. Lleva unos días de fuertes lluvias, de las cuales me he alegrado bastante, no solo porque me gustan, sino porque María va a conocer la otra Costa Rica, la verde, pero sobre todo que viera como estallaba ese color con las primeras aguas. No estará aquí cuando la gama de verdes sea algo digno de llevar a un cuadro, pero volveremos cuando este en pleno esplendor.
Dejamos la carretera de Cóbano y nos metemos por un camino de tierra. Ni todoterreno ni leches, todo el camino en segunda y muchos tramos en primera para sortear las pequeñas torrenteras que ha abierto en el mismo el agua de los últimos días.
Merece la pena.

Pronto llegamos a la primera torrentera afluente del río Pánica. Atrás queda la sequedad de los últimos meses. Ya fluye el agua en abundancia.

Antes de llegar a lo que para mí es selva virgen, pasamos por un sembrado de tecas y otro de mangos.

Llegada a la segunda torrentera y vemos a un todoterreno que la atraviesa; creo que muy pronto no habrá vehiculo que pueda hacerlo.
Un par de desvíos a la izquierda y el camino empeora, se ven casas aisladas y por fin llegamos a la de German. Naturaleza en estado salvaje. Hace solo dos años que disponen de electricidad.
Le habíamos advertido que no hubiera ningún recibimiento especial, pero inútil. Lo primero que observo es que la vestimenta de mujer, suegra y abuela es la de los actos especiales.

Casa de madera y al entrar me llama la atención en especial la cocina. Hornilla de leña y cantidad de ollas colgadas de la pared. Con posterioridad me entero que cuando tienen visita esas ollas las limpian hasta que relucen como la plata.
Nos sentamos en el porche, hablamos, y no es mucho el tiempo en que veo que la mesa se va llenado de platos.



La suegra de German antes de sentarnos a comer, prepara una olla de comida para las gallinas y me asombra que estando totalmente desperdigadas entre la maleza acudan como si de toque de corneta se tratara. Pregunto por el gallinero que también me asombra y me dicen que al atardecer todas suben por el palo pero que ellos tienen que tener cuidado de retirárselo cuando lo han hecho todas, porque si no por él también lo harían los zorros (nada que ver con los de España). También que todas ponen en un nido que para ello les preparan al efecto.
De la comida lo que más me gusta es el fresco.
¿De que esta hecho?
De carambola, pero también los hacemos de tamarindo.







Salen a relucir la miel de marañón o el cuadrado frito.
De cualquier fruta que hablábamos German se retiraba un poco y traía una. No se como salio la leche de coco y va a por uno.



Me llama para que vea lo que según él era un zorro y que la suegra lo desmiente diciendo que es una martilla. No se asusta cuando la fotografío, es mas le empujan con un palo para que aparezca entera en la imagen.

Terminamos de comer e íbamos a sentarnos en una especie de plaza que quedaba entre un circulo de árboles enormes, pero que el ramaje se unía impidiendo ver el cielo en el centro de la misma.
Comienzan a caer unos goterones y conociendo lo suficiente este país y sabiendo que lo que continuaría seria lluvia torrencial, digo de irnos. No me veía pasando por los caminos por los que habíamos venido, con el agua a mares por mucho cuatro por cuatro que lleváramos.
German se queja de que no vamos a conocer a sus hijos que aun estaban en la escuela.

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