El olvido del tiempo


Son muchas las veces que he escuchado aquello de el muerto al hoyo y el vivo al bollo, y siempre me ha parecido una frase (refrán/proverbio) humillante y más cuando hay un difunto presente, pero me voy dando cuenta que el saber popular es muy sabio, al menos en este caso, aunque lo del vivo al bollo, si me lo aplico a mi, siento vergüenza ajena.
Van pasando los días, y tengo que reconocer que cada vez es menos el tiempo que María está en mis pensamientos. Noto como el baúl de los malos recuerdos de nuestro cerebro, cada vez está más cerrado, y que incluso cuando quiero traérmela al presente hay cierta oposición de mis neuronas a que esto ocurra. Siento una especie de pena de que esto suceda; algo así como si ella me estuviera viendo y me preguntara: ¿Es que ya no soy nada para ti? Ocupa cada vez menos tiempo de mis pensamientos, pero esta mañana, quizás porque el día ha amanecido gris, me he despertado pensando en ella. Me he acordado cuando estando su cuerpo presente, su tata, de la que siempre me dijo era más que una hermana, me dio las gracias por haberla hecho tan feliz.
Recurro a otro dicho: Todo se paga en esta vida, y aquí para nada estoy de acuerdo con el saber popular. Sé que su vida no ha sido nada fácil, y cuando lo iba a tener todo, se marcha. ¿Por qué? ¡Para nada se lo merecía! Daba más para los demás de lo que recibía, y si me lo aplico a mí, la verdad es que algo muy malo debí hacer y que el baúl de los recuerdos metió en su parte más profunda, para no recordarlo. Llevo un palo tras otro y cada vez más fuertes. Dicen que después de la tempestad viene la calma, pero la mar sigo viéndola muy encrespada.
Hablaba en un escrito anterior que María y yo habíamos empezado una nueva vida con dieciocho y veinte años cada uno. ¡Qué ironía! Ella mejor que no hubiera empezado esa vida tan corta y yo en el espacio de unos días he envejecido con tal rapidez, que me encuentro achacoso y sin ninguna ilusión. Vegetando.

Te prometo que el próximo escrito será, digamos, de investigación. Me regañabas porque últimamente no lo hacía.

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Regreso a mi ascetismo (involuntario)


Estoy inmerso en una nube, pero me doy cuenta que para mi desdicha he vuelto a mi ascetismo.
Ya sí que sí. Ya si me encuentro solo. Mi hija aprovechando el festivo de esta semana que ha pasado, ha vuelto a estar estos últimos cuatro días conmigo, pero esta mañana cuando me he levantado, he escuchado el silencio.
Mi hijo se ha quedado a vivir conmigo y lo veré más, pero es uno de los que engrosan las filas del paro, y la verdad sea dicha se agarra a ese mercado de los chapuces y unas veces haciéndolos y otras buscándolos, lo veré solo por las noches, y aunque estuviera aquí todo el día es poco hablador motivo por el que tampoco será de gran ayuda (emocionalmente, me refiero).
Pienso que ya no tengo escusa, para salir del túnel. Me preparo el desayuno, y tomándolo vuelve María (si es que alguna vez se ha ido). Para ella el desayuno era un rito.
Durante este tiempo he tenido llamadas y he recibido correos que no he contestado y me decido a ir cerrando puertas. He contestado y he hablado con alguien.
La soledad, dicen puede ser la puerta de la depresión, pero para mí fue de gran ayuda cosa que ahora veo como todo lo contrario. Me va a ser muy difícil vivir sin ella. Nos habíamos adaptado tanto el uno al otro que no me imagino un mundo en soledad.
En su día me trajo un sobre en el que había fotografías y otros documentos y me he decidido abrirlo y ver todo. No ha sido un trago fácil, pero me alegro de haberlo hecho. Otra puerta cerrada.


A la piscina a despejar ideas y cuando me siento junto a la misma, me sigue faltando ella. En este asiento estábamos hasta que oscurecía y observábamos cosas tontas como los gorriones tomando agua en el bebedero de los perros, y la pareja de tórtolas que todas las tardes se posaba en la antena de la televisión. Yo criticaba su llamémosle canto, y ella las defendía, diciendo que era agradable.
He aludido varias cosas curiosas que me están pasando últimamente y lo de las tórtolas, es otra de ellas. Como he mencionado venían en pareja, pues bien, ahora viene una sola y estoy convencido que es el macho.
Cuando me fui a Costa Rica, in mente, tenía la idea de que empezaba una nueva vida, a la cual le puse hasta edad, dieciocho años. Cuando allí llego ella se lo conté, decidimos que empezáramos una nueva en común con dieciocho ella y veinte yo. Me veo hecho un desecho y cansado para emprender otra, y sin embargo se que para bien o para mal la tendré que comenzar. Me daré un tiempo muerto hasta que me vuelvan a operar de la vejiga y si no me cambian las ideas volveré a aquel país aunque no sé si será el que fui tan feliz.
Siempre tuvo la maleta preparada para irnos.

Ayer se encargó Sole de recordarme que hacía un mes que nos había dejado. ¡Como si el tiempo y los sentimientos fueran compatibles!

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