Historias extrañas. Alonso Sánchez de Huelva


Se acerca el 12 de Octubre y ya los medios de comunicación nos bombardean con la Fiesta Nacional de España, Día de la Hispanidad o Día de la Raza. Esta ultima denominación atribuida a Franco, fue creada por el ex ministro español Faustino Rodríguez-San Pedro, como Presidente de la Unión Ibero-Americana, en 1913, y curiosamente así es como la denominan mayoría de los países hispanoamericanos, palabra que les jode mucho (ellos siempre utilizan la de latinoamericanos).
Ni que decir tiene que vendrá la polémica si Colón descubrió América y se encontrarán opiniones para todos los gustos, desde que fueron grupos mongoloides asiáticos cruzando el estrecho de Bering, que llegaron de la Polinesia, Melanesia o de Australia, y ya más reciente de los vikingos, de los vascos y lo que me quedaba por saber es que los ingleses también se atribuyen este descubrimiento con . Y .
Ya de Colón ni hablemos, desde que fue un hasta un . No digamos nada de .
En nada de esto voy a entrar, porque sería la historia interminable, pero si lo voy a hacer de un personaje que siempre me ha intrigado que es , también conocido por o el .
Que Colon tenía información, es seguro: en lugar de navegar directamente hacia el oeste (así figuraba en las noticias y en la carta de marear de Toscanelli ) siguiendo los paralelos de España, alarga la ruta y pone proa al sur. ¿Por qué? Colón lo sabe muy bien. Es allí donde encontrará los vientos y las corrientes propicios. Desciende hasta las Canarias, y se sitúa entre los paralelos 27 y 28. Modifica las velas de la Pinta y cambia el aparejo latino (cuadrado) por el redondo, más útil para beneficiarse de los vientos de popa. Lo último que vieron fue San Sebastián de la Gomera y la isla de Hierro, a babor. (De Las cartas marcadas del Almirante)
Tampoco voy a escribir sobre él, porque si pones en cualquier buscador (en realidad he puesto enlaces para que no os molesteis), cualquiera de los tres nombres te aburrirás de leer sobre este personaje que al igual que Colon se duda desde su origen hasta si en realidad fue asesinado (hay hasta quien da datos de cómo lo hizo) por este último para quedarse con la información que traía.
Si te interesa este individuo, voy a poner algunos enlaces a videos (solo pongo uno, pero son tres), en este caso de Iker Jiménez, en el que incluso entrevista al historiador Mariano Fernández Urresti, autor del libro .
También de , en este caso andaluces, que haberlos, haylos, y al otro extremo


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Lo prometido es deuda.

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El olvido del tiempo


Son muchas las veces que he escuchado aquello de el muerto al hoyo y el vivo al bollo, y siempre me ha parecido una frase (refrán/proverbio) humillante y más cuando hay un difunto presente, pero me voy dando cuenta que el saber popular es muy sabio, al menos en este caso, aunque lo del vivo al bollo, si me lo aplico a mi, siento vergüenza ajena.
Van pasando los días, y tengo que reconocer que cada vez es menos el tiempo que María está en mis pensamientos. Noto como el baúl de los malos recuerdos de nuestro cerebro, cada vez está más cerrado, y que incluso cuando quiero traérmela al presente hay cierta oposición de mis neuronas a que esto ocurra. Siento una especie de pena de que esto suceda; algo así como si ella me estuviera viendo y me preguntara: ¿Es que ya no soy nada para ti? Ocupa cada vez menos tiempo de mis pensamientos, pero esta mañana, quizás porque el día ha amanecido gris, me he despertado pensando en ella. Me he acordado cuando estando su cuerpo presente, su tata, de la que siempre me dijo era más que una hermana, me dio las gracias por haberla hecho tan feliz.
Recurro a otro dicho: Todo se paga en esta vida, y aquí para nada estoy de acuerdo con el saber popular. Sé que su vida no ha sido nada fácil, y cuando lo iba a tener todo, se marcha. ¿Por qué? ¡Para nada se lo merecía! Daba más para los demás de lo que recibía, y si me lo aplico a mí, la verdad es que algo muy malo debí hacer y que el baúl de los recuerdos metió en su parte más profunda, para no recordarlo. Llevo un palo tras otro y cada vez más fuertes. Dicen que después de la tempestad viene la calma, pero la mar sigo viéndola muy encrespada.
Hablaba en un escrito anterior que María y yo habíamos empezado una nueva vida con dieciocho y veinte años cada uno. ¡Qué ironía! Ella mejor que no hubiera empezado esa vida tan corta y yo en el espacio de unos días he envejecido con tal rapidez, que me encuentro achacoso y sin ninguna ilusión. Vegetando.

Te prometo que el próximo escrito será, digamos, de investigación. Me regañabas porque últimamente no lo hacía.

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