Crónicas de Tambor


Creo estoy algo descontrolado. Estaba fuera viendo a los congos, que o tenían mucha hambre, cosa que dudo, puesto que todo lo que hay desde donde se encontraban, hasta bastantes kilómetros hacia el fondo, es puro bosque, o al parecer lo que tenían eran ganas de aventura y se han acercado tanto que ganas entraban de coger uno, al menos a Vanessa, que me decía que lo hiciéramos aunque solo fuera para acariciarlo y después soltarlo.
Alguien se acerca por aquí, y aparte de dar las ultimas noticias sobre W…, al cual detuvieron ayer, me cuenta la pelea que C… tuvo ayer con Huevo de pato. Al parecer C…, recibió un puñetazo en la nariz, se encojonó, y con un palo le arreo bien al primero, hasta el punto que esta tarde, ya le habían cambiado el apodo por el de Piñata.


Lo de W…, merecería capitulo aparte. En este pueblo quizás haya mas vendedores de mota que consumidores y daban por supuesto era el capó. Anteayer en la madrugada hubo una redada y su casa la tomaron en plan hombres de Harrelson. Que nadie de por supuesto me encuentro en un pueblo de drogadictos y de mafias de la coca, nada de eso. Se puedan contar con los dedos los consumidores de mota que hay, quizás en proporción el lugar de los que conozco que menos la consumen. Tampoco un pueblo violento. Teniendo en cuenta que la policía aparece por aquí de higos a brevas, una pelea al año, normalmente como consecuencia del guaro, no hace daño.


Mi informante mañanero me dijo que estábamos en domingo y que jugaban Italia y España, por lo que después de comer, busqué en el PC y he estado viendo el partido. Al fin y al cabo no dejaba de ser el final de la copa de Europa, y quiera que no, soy de los que en mi niñez liábamos con cuerda papeles y jugábamos a la pelota, o dicho de otra forma, me gusta el buen futbol, aunque de fanatismos nada.
Me dirigía hacia la playa y no había persona con la que me cruzara que no me felicitara por haber ganado España, algo así como si hubiéramos ganado la batalla de las Termópilas.


Primero observo que la soda de Mariana no solo está abierta (la primera vez desde que volví) sino que hay clientes sentados en las mesas.


Me escamo, pero más cuando llego y están todas las mesas de la playa ocupadas. Sabía que había vacaciones para los críos, pero no para los que bretean por ejemplo en la construcción. Por supuesto también las tendrán los maestros, pero no se si para el resto de los funcionarios. Algún día me enteraré como funcionan las vacaciones en este país.
Una brisa muy agradable, pero el asiento que busco no es nada cómodo. German y Marcos se van a jugar al pull (o algo así le llaman al billar), y yo no tardo mucho en volverme.
Me siento fuera y mientras como castañas observo la luna que está casi llena.


Algún desgraciado/a ha dejado colgada cerca de la puerta una bolsa de plástico y dentro esta parva de gatos. Leche en el suelo y han lamido hasta la ultima gota. A ver que hacemos con ellos.

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Los pioneros de estos territorios


Me quejo del estado de las carreteras de esta zona, pero hablando con los viejos del lugar me doy cuenta de que demasiado a prisa ha ido el desarrollo y a la vez el deterioro de la misma, en especial a lo que a deforestación se refiere.
Los primeros días de mi estancia en Tambor, mi reloj biológico, no fácil de cambiar, me tenia descontrolado el sueño, y durante mis vigilias, una señal horaria que no me fallaba era la del paso de Lorenzo subido en su caballo camino del potrero en que pastaba su ganado. Paso lento el del animal, pero el ruido de sus cascos sobre el asfalto eran de una cadencia agradable. Prisas, ninguna. Asomaban las primeras luces del día.
Lorenzo todas las tardes va a dar su paseo a la playa, pero es raro que se acerque por la mesa de mi tertulia. No le debo de aportar mucha confianza, al fin y al cabo no dejo de ser un extranjero y no es extraño que me asocie con los que se han apoderado de estas tierras cambiándole el trayecto lógico a la naturaleza, y a ellos sus usos y costumbres. Poco a poco lo va haciendo y con la complicidad de German, le vamos sacando como era Tambor hasta lo que el conoce.


¿Carreteras?, los únicos caminos eran los del ganado y el transporte, al que el sigue fiel, el del caballo. No concibe que para desplazarse cien metros, la gente use el carro; ellos caminaban días enteros. No olvidemos la carreta.


La única comunicación con la civilización, era una lancha que no me queda claro, si primero atracaba en el estero de Pochote y posterior fue el muelle de Tambor. La lancha de la imagen debió de ser posterior o había de varias clases, porque no me imagino a los chanchos en esta, en la descripción que el me hizo de cómo los subían a ella. Tampoco a las vacas que tenían que cruzar el rio Pánica, para hacerlo desde un embarcadero en Pochote y del que aun quedan restos.


Curiosamente en Tambor había banco (aún se conserva el edificio). No pretendo hacer historia, pero estoy convencido de que este pueblo era el centro neurálgico del sur de la Península de Nicoya.
El gerente del banco era Eduardo. Nada que ver con Lorenzo. Habla de aquellos tiempos atropelladamente y mezclando los temas, por lo que es complicado hacer que concrete cosas. También es verdad que es difícil que aparezca por la playa. De cómo el banco tenía que marcar las reses, aparte de la marca del ganadero, de cómo con un soplete intentaron forzar la caja fuerte, los caminos que tenían que recorrer para llegar a sus clientes atravesando ríos por encima de un palo, son algunas de las cosas que anoté. Ha prometido enseñarme fotos, pero eso de que me las traiga para escanearlas, parece que no lo ve tan claro. Otros me han dicho que llevaba un fajo de billetes en el bolsillo y en el bar hacia las transacciones a sus clientes.


¿Alumbrado eléctrico? Si lo había. Había tres generadores, uno en el banco, otro en la pulpería y el tercero no recuerdo. A las diez de la noche los apagaban.


Ambos coinciden en haber visto aterrizar avionetas en la playa.
Nada que ver con el Tambor actual, pero también es verdad que si lo comparamos con otros lugares de Costa Rica en los que el turismo salvaje hizo verdaderos destrozos, estoy en un lugar privilegiado. Mucho se han endurecido las leyes últimamente, pero hay daños irreparables.

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Comer castañas en el mes de Junio


Los domingos tenemos voluntarios para ir a descubrir cosas por esta zona. Tampoco comprendo el por qué tiene que ser en este día de la semana. Pueden hacer su trabajo cualquier día.
En mi cabeza esta descubrir lugares a los que le haya costado llegar la civilización o al menos que se pueda disfrutar de paisajes en los que la mano del hombre no haya hecho destrozos, en especial de deforestación, como los dichosos potreros que puede que en su día tuvieran explicación, pero en los que actualmente es difícil encontrar una puta vaca.
In mente tengo ver dos ríos, el Ario y el Bongo, que aunque hay que hacer un desplazamiento algo largo por caminos más bien intransitables en la época de lluvias, estábamos dispuestos a llagar a ellos. Lo ideal seria llegar a la desembocadura de ambos donde se unen y hacen un manglar que debe de ser digno de ver.
El primero que llega es Carlos, y no menciona lo de hacer ningún raid (así llaman por aquí a este tipo de viajes, pero en especial, hacer autoestop, es hacer raid). Nos dice de ir aquí cerca a coger castañas. Me intriga. Ni había visto ese árbol por aquí, y tampoco veía claro el que fuera esta la época en la que diera sus frutos.
Ni diez minutos de viaje. Dejamos aparcado el Suzuki junto al rio Pánica y caminamos un trecho. Vemos plataneras, bananos y cuadrados. El día que diferencie no solo la fruta, sino a los digamos arboles, habré dado un buen paso.


Llegada al supuesto castaño, y cuando me señalan la fruta en el árbol, aunque semejante a la que yo conocía, su tamaño me decía que o eran castañas gigantes o era otra cosa. Cogemos del suelo hasta llenar un par de bolsas de plástico y camino de vuelta.
Venia intrigado. De algo conocía esa fruta. Se me hace luz en mi cabeza y me viene el árbol del pan. Solo volver, miro en la compu y para nada iba equivocado.


Carlos se pone a sacar las semillas, lo más complicado (en cada fruto puede haber unas veinte) y alguna semejanza tienen con las castañas, pero cuando las pruebo, veo el por qué les llaman castañas.


Su cascara, su piel pegada a su carne y sobre todo su sabor, es el de ese fruto.
Sigo investigando y cosas como las siguientes:
El castaño fue denominado “arbus panis” (árbol del pan).
Las castañas han sido parte fundamental de la dieta atlántica.
En los cultos celtas, el castaño era venerado por sus druidas, junto al roble, que con el laurel y el tejo formaban parte del bosque totémico prerromano.
Definitivamente, hoy he estado comiendo castañas.

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