Poder especial. Otro viaje a San José


Desde que me desperté no ha parado de llover. Una lluvia que por lo menos para mí es rara por aquí. Está lloviendo parejo y no en gran cantidad. El cielo está todo cubierto y también parejo. Cada vez voy entendiendo más cuando por aquí dicen: vámonos que en cinco minutos nos mojamos. Tienen sus señales, que ya voy cogiendo, pero para nada esta forma de llover es lo normal, llega la nube que va descargando, suelta gran cantidad de agua y escampa, no queriendo esto decir que detrás no venga otra, de hecho siendo de día a lo lejos se ve perfectamente por donde van descargando.
Anoche me dijeron que Verónica y Tabo iban ir a tortuguear, pregunte que qué narices era eso y me dijeron que era ir a ciertas playas donde salen las tortugas a poner sus huevos (). Bonito espectáculo, pensé y de hecho lo primero que se me ocurrió fue ir con ellos, pero llego la lluvia y se me quitaron no solo las ganas sino que ya las dudas se me quitaron, no iba. No creo que ellos tampoco fueran.
A lo que iba, hace aproximadamente un mes me puse en contacto con la Embajada de España para que me hicieran un poder especial para uno de mis hijos para un asunto que no viene al caso. Me contestaron que consultarían con la Cónsul y que ya me avisarían. Veía pasaba el tiempo y de avisarme nada de nada, cosa que me vino muy bien puesto que con esta debilidad que he pasado ni me veía capaz de llegarme a (así llaman los ticos a San José), ni putas ganas que tenia, pero pasaba el tiempo y por fin me decidí a volver a ponerme en contacto con la embajada. Le dije algo así como que suponía que mi último correo se les habría “traspapelado” y que por eso no me habían contestado. Me contestan que este viernes o el que viene a las 13hpm me recibirían a lo que les contesté que me confirmaran si era uno u otro y nueva confirmación que mañana a la hora indicada.
Sabía que nos sobraba tiempo y esta vez de madrugón, nada. Cogimos el ferry de las nueve que por suerte es el Tambor III (el de los asientos de plástico). Vanessa se encuentra a Verónica/Paquera y decide que después de hacer una gestión en Puntarenas, se vendría con nosotros. No viene muy bien porque no solo conoce muy bien la nueva autopista (¿autopista?), sino que también conoce San José y no tendremos que dejar el carro en el aeropuerto y después llegar a la embajada a base de taxis.
Pruebo el GPS de mi nueva cámara y no solo no vamos por la autopista, sino que hay veces que navegamos por el Pacifico.
A pesar de hacer cinco paradas para pagar en otros tantos controles y de haber partes de la “autopista” con un solo carril, con las consiguientes caravanas tras los camiones, llegamos con hora y media de anticipación y aparcamos justo enfrente de la embajada, por lo que decidimos ir a comer. Cruzamos una avenida con verdadero riesgo para nuestras vidas. Lo carros pasaban follados vivos y si había algún paso de peatones debía estar bien lejos.


Entramos en un local de comidas rápidas y lo primero que observo es que hasta aquí ha llegado lo que llamamos civilización. En las mesas contiguas, gente de oficinas criticando a los jefes o a los compañeros y mandando mensajes por los smartphon.
La verdad es que el pollo que me comí estaba riquísimo.


Vuelta a jugarnos la vida y entramos a la embajada. Los guardias nos preguntan a la entrada y les digo que tengo cita y les doy mi nombre. Me quedo apabullado, pasamos y no nos hacen el exhaustivo registro que me han hecho otras veces. También me sorprende que nos pasan a una especie de sala de reuniones e incluso nos ofrecen café, cosa que acepto. Aparece la encargada de asuntos no se qué, que por cierto esta vez sí era española, se pone a leerme el poder y ve que desde la fecha que ponía el mes de Julio, hasta que no ponían DNIs, por lo que manda corregirlo y allí que firmamos unas pocas de veces.
Vuelta a cruzar Chepe y a la autopista y como nuevamente nos sobra tiempo en Puntarenas nos sentamos en una soda del paseo marítimo donde corría un aire que era verdadera gloria.
Se repite lo del Tambor III, o sea que el día ha sido completo, parada en Paquera a dejar a Verónica y llegada a mi pueblo. Tengo la sensación de haber cruzado América de Norte a Sur.


Llego a tiempo de ver este atardecer.

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Curiosidades sobre las hormigas zompopas


Hoy me tocaba ir a Paquera por varios motivos. Mientras alguien compraba cosas, y en este país, los fumadores ya somos tan apestados como en cualquier otro que se tenga por civilizado, crucé la carretera buscando la sombra y me senté en un tocón a envenenarme. Poco tenía que ver allí, pero al mirar hacia el suelo, por el mismo borde de una especie de acequia de recogida de aguas pluviales, veo un reguero de hormigas. Las que iban hacia la derecha, todas descargadas; las que iban hacia la izquierda con sus buenas cargas de trozos de hojas. Este tipo de hormigas por aquí son muy conocidas. Se llaman zompopas.
Lo que me ha llamado en especial la atención es que cada cuatro o cinco iba una sin carga de ninguna clase. He y puede que fueran soldados.
También he leído este que al que le gusten estos temas les puede interesar.


Esta segunda imagen no es mía.

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Del cansancio extremo a cantar al atardecer


La verdad es que el dejar de escribir mi diario de toda la vida (aquellos de papel y que por su culpa se está generando la deforestación del planeta) me está creando una cierta obligación con este otro, el digital. El primero raras veces lo consultaba para acordarme de algo, pero no sé si el alzheimer, o que estoy en plan demasiado pasota, que a preguntas como ¿cuánto hace que volviste a Costa Rica?, no tengo ni puñetera idea y cuando vuelvo por aquí me entra la curiosidad y lo consulto. ¿Cuál sería la obligación? Que ahora considero que todo lo que sea reseñable debo escribirlo. Pero y ¿qué es reseñable? ¡Y yo que sé..!
Y ya puestos el por qué no reseño el cómo va mi cansancio extremo. Bien, volví de Puntarenas y al día siguiente, me levanto y ¡dios!, no estoy cansado. Llega el medio día y me como un hermoso pargo. No es que tuviera hambre, pero me lo como.


Yo creo que estoy sobrevitaminado. Píldora de complejo vitamínico por la mañana tomada con un zumo de naranja en el cual disuelvo una ampolla que será de hierro o más vitaminas, vete tú a saber, y cada tres o cuatro días mi médico/cirujano me mete otra ración en la vena disuelto en suero. Lo dicho, que me van a salir las vitaminas por las orejas. En teoría tenía que haberlo visto hoy, contesto esta mañana con voz de haberlo despertado, dejo de contestar y cuando lo hizo a mas de las once me dijo que fuera mañana. Me imagino que después de ver los análisis (doy por supuesto que están bien) y de ver que como y mis piernas ya aguantan el peso de mi cuerpo, me bajara la dosis. Habrá sido un tratamiento de choque.
Por cierto también me han dicho que en Paquera hay otra fisioterapeuta. No sé si ir a verla o esperar a que venga mi amigo el escocés que fue el que más derecho me dejó.
Ayer domingo. El que sea este día, al menos en la playa no es que sea un día especial. Mas o menos siempre estamos los mismos en las mesas, pero ayer todas estaban ocupadas, en especial la mía, sobre la que ya creo tener algún derecho. También es verdad que han vuelto a abrir Los Gitanos, que desde que volví es la tercera vez que lo han cerrado. Les digo que aquí también ha llegado la crisis y no me creen. Ven el mundo desde una perspectiva, que los que hemos sido sometidos al lavado de cerebro que podríamos llamar occidental, jamás lo veremos. Si no que se lo digan a Giovanni, que después de habérsele muerto Mari, haber ido a las bananeras del Atlántico, haberle dado una paliza con costuras en la cara, y todo para quitarle un celular, me lo cuenta como si fuera de lo más normal y que gracias a su dios, el está muy bien y encontrará trabajo, porque como este mes no pague la pensión de su hija ya va a la cárcel definitivamente (ya estuvo una noche y pagaron los padres).
Decía que las mesas estaban ocupadas, pero Marcos, me tenía reservado sitio en la que estaba. ¿Qué iba a ser de él sin los dos o tres cigarros que se fuma a mi costa? También se sienta con nosotros Verónica. Eduardo, después de saludarnos, pasa a la mesa supuestamente mía en la que estaba una familia con todos sus miembros incluyendo a la vieja, su comida sobre la misma y como no una buena botella de guaro. Eran dos los que tocaban la guitarra pero no es mucho tiempo el que tarda Eduardo en hacerse con ella.


Creo que escribí sobre Eduardo (¡maldito alzheimer!). Ingeniero Agrónomo, director de banco, aunque ahora vive del dinero que ha hecho Cristina, su mujer, pero lo que más me llama la atención sobre él es su desparpajo. Son muy pocas las veces que viene por la playa, pero cuando lo hace a mi me encanta hablar con él. A mí me llama español.
No es que la fiesta estuviera desanimada, pero él le dio otro ambiente y al ver que lo estaba fotografiando, no tardo en arrastrar de todos hacia la mesa en la que estábamos. Si eres español y sobre todo andaluz, estas condenado de por vida. Todo el mundo va a dar por supuesto que cantas muy bien y es lo que me pedían. ¡Yo!, que no soy capaz de cantar ni aquello de tengo una vaca lechera…


Lo cierto es que pasamos un rato muy agradable.


Se nos fue el Pichi y ahora tenemos gato.

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