La pequeña aventura de un paseo en Jeep


Los niños se habían ido con Sole a putear al guarrillo vietnamita. Pasado un tiempo, Sole viene a buscarnos a María y a mí, diciéndonos que Pedro había decidido darnos un paseo en el Jeep que le había dejado el hermano. María se apunta pero mis neuronas, lo que es a mi, aun no me permiten semejante experiencias. Sabía que Pedro campo a través haría demostraciones intentando hacer ver que si no va al Dakar, no es por falta de pericia, sino por falta de medios.
Pasa un tiempo y llamada a través del móvil. Estaban atascados y nos dan las señas de donde. Tanto mi hijo como yo conocíamos bastante bien los terrenos por los que andaban. En mis tiempos de motero los había recorrido muchísimas veces.
Vamos a buscarlos en mi coche y mi hijo echa todos los artilugios necesarios para intentar sacarlo de la trampa.
Pedro sabiendo que María, siempre había deseado tener un todo terreno (más bien un Land Rover) en un determinado momento dejó que condujera ella. Llegan a un lugar del camino que atravesaba un riachuelo y que con el paso de la maquinaria agrícola, había un par de hermosas y profundas rodadas. María para y dice: Por ahí no pasamos.
Sigue, que este vehículo pasa por eso y por más, le dice Pedro.
Pues bien, de eso nada. Se asentó el fondo del Jeep sobre el saliente entre las dos rodadas y perdió la tracción a las cuatro ruedas. Todos los intentos posibles para sacarlo y al final piden ayuda (gran invento el del móvil para estos casos siempre que tengas cobertura).
Muy cerca de donde estaban atascados una inmensa huerta de placas solares. Entre estas y los molinillos de producir electricidad, el campo ya no es lo que era.
Varios intentos de arrastrarlo con mi coche pero el todoterreno estaba bien clavado.
Ya era noche cerrada.
Vuelven con el Passat a llevar a los niños y a María y a intentar traerse un Land Rober para tirar de él. Nos quedamos Sole y yo. Las nubes impedían que la luna nos alumbrara con sus rayos así que nos quedamos en completa oscuridad, aunque la vista se va adaptando y si no ves al menos te imaginas el camino. Con la llegada de la noche el frio aumenta y le digo a Sole de pasear hasta lo alto de un cerro desde el que veríamos las luces del vehículo cuando volvieran. El tiempo se hace eterno.
Volvemos al lugar del incidente y por fin vuelven. La verdad es que no hay muchos problemas para arrastrar de él.
Yo vuelvo en el Jeep y lo que me faltaba. Paso más frio que si estuviera en el polo norte.
No es la primera vez que acudo en auxilio de un todoterreno que queda atascado. La gente se empeña en hacer barbaridades y más si van acompañados y pueden demostrar lo buenos que son en cosas que no tienen ni puta idea.


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1 comentario:

  1. Ves, sin querer tuvistes que entrar en la aventura, siempre nos viene bien participar,de la forma que sea, me ha gustado verlo,porque sé que has puesto mucho en ello,y sobre todo poniendo a los demás que no tienen ni puta idea. so engreido.

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