Tiempo. Si buscas su significado en el Diccionario de la lengua española, encontraras diez y siete acepciones. Ninguna me convence. Quizás esta: Magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro. En Wikipedia: El tiempo es la magnitud física que mide la duración o separación de acontecimientos sujetos a cambio, de los sistemas sujetos a observación, esto es, el período que transcurre entre el estado del sistema cuando éste aparentaba un estado X y el instante en el que X registra una variación perceptible para un observador. Nótese que aquí ya se habla de un observador.
En mecánica relativista la medida del transcurso tiempo depende del sistema de referencia donde esté situado el observador y de su estado de movimiento, es decir, diferentes observadores miden diferentes tiempos transcurridos entre dos eventos causalmente conectados. Por tanto, la duración de un proceso depende del sistema de referencia donde se encuentre el observador.
Me salí por la tangente. Bajo ningún concepto quiero dar una lección magistral sobre esta palabra, sino que quería hablar de mi tiempo.
Mi tiempo que para mi es el del universo y por qué no, el del universo de los universos, pero pero otra vez estoy derivando, porque tendríamos que entrar en el terreno de la filosofía, ya que la ciencia ni ha llegado ni creo que jamás llegue a él (somos demasiado insignificantes), y ya puestos quería hablar del lapso entre mi aparición en este diminuto planeta hasta mi próxima desaparición del mismo en que continuaré camino.
Quien no ha escuchado hablar de la paradoja del viaje en el tiempo, la paradoja del tiempo o la paradoja del abuelo, pero tampoco voy a hablar de esta sino de otras paradojas que conciernen a lo que a mi tiempo terrestre se refiere.
En su momento llegue a pensar que en este paso circunstancial por mi vida, no tendría el suficiente (tiempo) para realizar todo lo que a la imaginación se me venia. Craso error, es una paradoja, lo importante es saber seleccionar las cosas que de verdad nos son necesarias y nos sobrara tiempo para llevarlas a cabo. El resto si lo analizamos un poco, es basura, jugadas de nuestra entelequia.
La segunda paradoja es que ese tiempo nuestro, si no lo usamos, igualmente desaparecerá, por lo que una vez seamos conscientes de ello, apliquemos la primera. Es nuestro, a nadie mas pertenece, nadie podrá aprovecharlo, luego no lo malgastemos.
Como consecuencia de estas dos, se perfectamente que el mio, esta mas cercano del final que del principio. La tentación de volver a caer en el pensamiento de que no tenemos tiempo de cumplir lo deseado se agudiza, razón demás para volver a poner los pies en el suelo y decir que ese tiempo, aunque escaso pero nuestro, no solo hay que aprovecharlo sino agudizar en la búsqueda de lo que verdaderamente es importante.
Si querida mía, estas desaprovechando un tiempo, obnubilada por temas pasajeros, que posiblemente jamás recuperaras y por tanto tampoco lo recuperare yo. Será un tiempo perdido por los dos, puesto que a ambos nos concierne, pero mas perdido para mí que para ti.
Aunque solo sea pensando en mi, aplícate estas dos insignificantes paradojas. Como decía en mi anterior escrito, preséntale cara al mal tiempo que a la larga lo agradecerás. Lo agradeceré.
Búsqueda en Google de: Las insignificantes paradojas de mi particular tiempo
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Publicado por Perroverde para Diario de un asceta en Costa Rica el 8/16/2009 09:52:00 p. m.
En mecánica relativista la medida del transcurso tiempo depende del sistema de referencia donde esté situado el observador y de su estado de movimiento, es decir, diferentes observadores miden diferentes tiempos transcurridos entre dos eventos causalmente conectados. Por tanto, la duración de un proceso depende del sistema de referencia donde se encuentre el observador.
Me salí por la tangente. Bajo ningún concepto quiero dar una lección magistral sobre esta palabra, sino que quería hablar de mi tiempo.
Mi tiempo que para mi es el del universo y por qué no, el del universo de los universos, pero pero otra vez estoy derivando, porque tendríamos que entrar en el terreno de la filosofía, ya que la ciencia ni ha llegado ni creo que jamás llegue a él (somos demasiado insignificantes), y ya puestos quería hablar del lapso entre mi aparición en este diminuto planeta hasta mi próxima desaparición del mismo en que continuaré camino.
Quien no ha escuchado hablar de la paradoja del viaje en el tiempo, la paradoja del tiempo o la paradoja del abuelo, pero tampoco voy a hablar de esta sino de otras paradojas que conciernen a lo que a mi tiempo terrestre se refiere.
En su momento llegue a pensar que en este paso circunstancial por mi vida, no tendría el suficiente (tiempo) para realizar todo lo que a la imaginación se me venia. Craso error, es una paradoja, lo importante es saber seleccionar las cosas que de verdad nos son necesarias y nos sobrara tiempo para llevarlas a cabo. El resto si lo analizamos un poco, es basura, jugadas de nuestra entelequia.
La segunda paradoja es que ese tiempo nuestro, si no lo usamos, igualmente desaparecerá, por lo que una vez seamos conscientes de ello, apliquemos la primera. Es nuestro, a nadie mas pertenece, nadie podrá aprovecharlo, luego no lo malgastemos.
Como consecuencia de estas dos, se perfectamente que el mio, esta mas cercano del final que del principio. La tentación de volver a caer en el pensamiento de que no tenemos tiempo de cumplir lo deseado se agudiza, razón demás para volver a poner los pies en el suelo y decir que ese tiempo, aunque escaso pero nuestro, no solo hay que aprovecharlo sino agudizar en la búsqueda de lo que verdaderamente es importante.
Si querida mía, estas desaprovechando un tiempo, obnubilada por temas pasajeros, que posiblemente jamás recuperaras y por tanto tampoco lo recuperare yo. Será un tiempo perdido por los dos, puesto que a ambos nos concierne, pero mas perdido para mí que para ti.
Aunque solo sea pensando en mi, aplícate estas dos insignificantes paradojas. Como decía en mi anterior escrito, preséntale cara al mal tiempo que a la larga lo agradecerás. Lo agradeceré.
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