Primera tormenta 2013 en Tambor de Puntarenas


Después de lo que ya parecía ser una sequía, llega la primera tormenta a Tambor.
Ellos se habían acostado tarde, por lo que no esperaba ningún acontecimiento especial esta mañana, pero cuando se van desperezando, Jose dice de ir a algún sitio. No estaba muy claro ni a donde iban a ir, pero me apunto para ver si salgo de esta puñetera apatía.


Primero vamos al muelle y no había ni un alma. Bueno en realidad había un pescador encarnando los anzuelos para salir a pescar.



Decidimos irnos a Tangomar, y paramos en la casa de Olga [la macha (la rubia)]. Nos ofrece un fresco y vemos todos los inventos que está haciendo alrededor de la misma, desde una tortuga muerta, caracolas y piedras raras. También vamos a ver otros lotes que están en venta.


Por fin bajamos a la playa y baño que te crió. Hacía tiempo que no lo hacía.
Cerca estaban Toro y Chamwich (no sé cómo se escribe pero al menos así lo pronuncian), buceando para coger langostas y cambutes. No sé si tendrá más suerte que las otras noches, que llevaba más de ocho kilos de langostas y no pudo vender ni una.
Vuelta, comemos, y hay quien se echa un poco. Yo ya estaba pensando en ducharme para irme a la playa cuando se viene una buena tormenta encima.


Aunque según las estadísticas, a los históricos de este mes no le corresponde ni un litro, para eso están, para fallar.
De una forma o de otra, el invierno se está acercando, y yo lo prefiero a este calor, que más que calor, es la humedad que hay en el ambiente.

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… y llegó nuevamente a Costa Rica


Todavía no le habíamos puesto la capota al Suzuki. Tampoco fue mucho lo que madrugamos puesto que cogíamos el ferry de las nueve. Travesía del golfo y digo de ir a buscar algunos libros. Buen cartel en la entrada de “Librería”, pero cuando me voy para la estantería donde ya había estado otras veces no veo ni uno. Le pregunto a la dependienta y me dice que ya no los venden. ¿Pero habrá algún otro sitio en Puntarenas que si lo hagan? Gesto de negativa y a joderse.
Continuamos camino.
Vanessa dice de parar en San Carlos. De verdad que pensaba en los libros así que le dije que sí. Total también teníamos que comer. Vanessa me lleva directamente a la casa de unos tíos suyos. La amabilidad con la que te acogen los ticos se sale de lo normal.
Ni que decir tiene que comimos allí. Un ceviche riquísimo y un casado de pollo. Le pregunto a la tía por una librería y nos orienta. No es que hubiera un gran surtido, pero por si acaso cojo cuatro.
Carretera. Me extrañaba ver todo tan verde, comparándolo con los alrededores de Tambor. Delante unos nubarrones negros, hasta que llego lo que tenía que llegar, la lluvia. Mientras íbamos a buena velocidad el parabrisas, nos protegía, pero al ponernos detrás de un camión, ducha que te crió.
Llegada al aeropuerto, y sorpresa, han abierto un restaurante en la espera de pasajeros. Antes no había ni donde sentarse.
Ya van las de no sé cuántas veces que el vuelo de Iberia se retrasa. Su llegada era a las tres menos veinte y no lo hace hasta las tres y media.
Llega Jose con un buen equipaje y nuevamente al carro. Le digo que conduzca el, pero toda la noche en autobús desde Granada a Madrid, mas once horas de avión, y dice que no durmió nada asi que es para estar agotado. Desde que salimos sigue la lluvia y Jose que se había sentado en el asiento trasero no estaba nada protegido así que a ponerse chorreando.
Menos mal que en Puntarenas no llovía, pero por la mierda del retraso del avión perdimos el ferry de las cinco así que a esperar el de las ocho y media.
Se tumbó en la cubierta y se quedó frito.
Por fin llegada a casa.
Que todo vaya bien.


El viaje no fue como para tomar muchas imágenes.

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