Sigo con mi crisis de otoño, pero nada que ver con las que he pasado. Se que a todo el mundo le influye el cambio de estaciones así que me he dicho que yo por qué voy a ser una excepción y a aguantar que ya vendrán tiempos mejores. Llegadas las diez de la noche sigo yéndome al martirio de la televisión; había dos películas y o yo pertenezco a otra raza, palabra que, por cierto, es peligroso usarla, por ahora es políticamente incorrecta (Cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia), o los contenidos televisivos están pensados para retrasados mentales. Al final en una local vi un reportaje que trataba en de los accidentes, en especial de tráfico, y la actuación de la medicina. Al parecer se están dando cuenta, que el cuerpo es una maquina, que aunque no perfecta, tiene los suficientes recursos para su propia curación. Fue en Vietnam, en donde la atención a los heridos de guerra se efectuaba con gran rapidez, fueron dándose cuenta de que los “protocolos” al uso estaban equivocados. Cuando sufrimos, por ejemplo la amputación traumática de una pierna, la sangre, se concentra en los órganos vitales y hacia la herida acuden en masa los leucocitos, espesando la sangre hasta su coagulación y como consecuencia de esto la temperatura del cuerpo disminuye; la reacción inmediata, era subirle la temperatura y hacerle grandes transfusiones de sangre. Hoy en día, se da el caso, que solo “reparan” lo más evidente, y dejan al cuerpo que actúe, puesto que más intervenciones no solo no ayudan sino que son contraproducentes. Lo Curioso del caso, es que hayan pasado dos mil y pico de años para volver a lo que ya
Hipócrates dijo en su día; su mérito fundamental fue el de desarrollar un sistema racional basado en la observación y la experiencia para el estudio de las enfermedades, cuyas causas atribuía a fenómenos naturales y no a intervenciones de los dioses. Para tratar las heridas se usara agua limpia o vino, según él.
Para mi se trata del instinto de supervivencia, Un búfalo, ante un león, primero intenta huir, pero si es alcanzado por este, ataca. Nosotros huimos de un peligro inminente, pero si este nos llega, como en el caso del traumatismo, nuestras defensas atacan con todos sus recursos;
hay un punto en la progresión de la enfermedad en el cual ésta comenzaría a derrotar al paciente y como consecuencia el paciente moriría, o del contrario, los procesos naturales harían que el paciente se recuperase. Esto último lo dijo Hipócrates.
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