Reunión de gringos en Tambor de Puntarenas
Sigo sin entender que personas que viven bastantes años fuera de su país no hagan por integrarse en el que ahora se encuentran. Bien, esto es lo que ocurre al menos con los que yo conozco en este pueblo de Tambor. Puta coincidencia, todos son gringos.
Aclararé que, al menos por esta zona, la palabra gringo no es despectiva, conozco una niña y fue ella la que me dijo mi papá es gringo.
Sé que viven por aquí, pero salvo alguna rara excepción jamás los he visto por el pueblo, no sé dónde viven ni a que se dedican. Si puedo asegurar que estos no son de los que rápidamente relacionamos con la palabra gringo, o sea que no les sobran los dólares. Alguna vez he hablado con uno de ellos, el más joven, que algo de español chapurrea y se dedicaba a la pesca. Los otros deben de vivir de alguna pensión o algo por el estilo´.
Normalmente un día a la semana, se reúnen en una mesa de la playa, curiosamente al igual que yo con la mía, ellos también lo hacen en la misma. Algunos se traen su propio asiento, porque hasta ahí podíamos llegar, los bancos de hormigón/concreto, están demasiado duros.
Llevan dos días seguidos reuniéndose, y lo he relacionado con que están celebrando sus propias navidades. Inflaron con fuego un par de globos y los soltaron.
Ni que decir tiene que nunca los he visto con huevo de pato ni con Giovanón, al que por cierto hace tiempo que no veo. Mary su compañera también murió.
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Vi a Paula a través del ciberespacio
Habían pasado horas desde que nació Paula, cuando ya tenía imágenes suyas aquí, pero una cosa son las imágenes y otra verla en vivo. Mi hija que no disponía de la computadora, intentó enseñármela a través del celular, pero ella que no debe ser ninguna experta y yo menos, no lo conseguimos. Hoy ya dispone de computadora y no ha tardado en enseñármela.
Lo que más me ha llamado la atención es lo contenta que se encuentra ella, ¡vamos!, como niño con zapatos nuevos. Todo le parece perfecto de Paula, que no llora, que toma su alimento a sus horas y no sé qué más.
Paula en sí, al principio miraba para la cámara, pero después protestaba, lo único que quería es dormir y que no le dieran más el coñazo. Tuve que ser yo el que dijera que dejara la comunicación, porque supongo que la niña, ni tiene puñetera idea de lo que es un abuelo, de que está en la otra parte del mundo, ni nada que se le parezca. Había tomado su teta y lo que quería era dormir.
Sé que se puede gravar un video directamente desde Skype, pero ni tenía tiempo ni era cuestión de perder un tiempo precioso, así que lo que hice es tomar varias capturas de pantalla.
Aquí quedan como muestra de la primera vez que la vi.
Se da por supuesto que la calidad de las imágenes dejan mucho que desear.
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