“Como decíamos ayer”…, la sinapsis de mis neuronas, aun no dejan circular a su ritmo entre otras a mi serotonina, por lo que no se me apetece para nada desarrollar “mi espíritu aventurero”, pero la gente de por aquí conoce mi afición a fotografiar todo lo se sale de lo común y me traen desde semillas hasta flores.
Ayer, Rolo me trajo el aguijón de una mantarraya, que no es otra cosa que su cola. Supongo que al entrar en la carne no debe de doler mucho, pero si no se le ha partido y es ella la que tira, debe de ser horrible, porque se trata de una especie de arpón múltiple, que al sacarlo hace el efecto de una doble sierra. He visto en directo a dos personas que le han hincado este aguijón. Una de ellas de la saco de un tirón y no sé si como consecuencia del dolor, o del veneno, le entró hasta diarrea, y a la otra la tuvieron que llevar al ambulatorio para quitársela, aunque no sé qué le podrían hacer allí aparte de ponerle anestesia.
La playa de tambor debido a los arrastres del Río Pánica es de arena muy fina, y supongo que al igual que hacían las tembladeras (otra especie similar que habitaba en el Mediterráneo) se entierran en la misma esperando a sus presas.
Una noche estábamos en Pochote, junto al estero y había una pareja con sus críos pescando. Sacó una y me acerqué a fotografiarla. Me regañó, diciendo que si estaba loco. Al parecer me había acercado demasiado.
Búsqueda en Google de: La defensa de la mantarraya