Réquiem por una cámara fotográfica

Concédele el descanso eterno, Señor, y que brille para ella la luz perpetua. Puede que no merezca tanta solemnidad, pero lo cierto es que ha captado lo que ha acontecido a mí alrededor durante los últimos años y al menos  dedicarle unos minutos, si.
Todas las imágenes que aparecen en este blog son suyas (puede que haya alguna excepción). ¿Calidad? ¡Y que más da! ¿Acaso la tenia Death of a Loyalist Soldier de Robert Capa?


O la imagen del Che de Alberto Korda.


Por su coincidencia, voy a destacar dos tomadas por esta.
Vi llorar a la alemana, y antes de que yo preguntara me dijeron: ¡Pobrecilla!, le han matado un caballo. Lo hicieron con un fusil de caza. Nadie sabe el por qué. Curiosamente fue su penúltima foto (la ultima fue de un congo).


La otra es de Diego. En mi anterior blog ya hablé de él. Me extrañaba que no apareciera por aquí. A todo el que le pregunté me contestó lo mismo: Lo mataron de un balazo. ¡Ojala no sea cierto!


Playa Murciélagos. El garrobo negro


Por aquí le preguntas a alguien que a donde se puede ir a ver algo interesante y rápidamente te contestan que a Montezuma o a Malpaís, a lo que les contesto, donde no vea a ningún extranjero (no siempre voy a decirles gringos). Ayer estábamos en el debate sobre donde llegarnos, y como no, salió a relucir Playa Murciélagos por el hecho de hace una semana. Mira por donde estaba por aquí Rigoberto y nos dice que él nos lleva. No lo pensamos mucho a pesar de ya ser tarde. Se apunta también Carlos.
Llegada al caserío donde está el redondel, y me cuentan que esta es una finca de unos europeos, que la cuida (es un decir) Trompas. Rigo se baja a pedir permiso, pero nadie contesta, así que seguimos.
Se ven más vacas de lo que es normal en, por ejemplo, mis viajes a Cóbano.


A pesar de ir por un potrero, no es a mucha distancia la que se ve el bosque. Me van señalando especies de árboles, algunos de gran tamaño, y me dicen que son centenarios.



No se veía por donde seguir, y Rigo nos dice que ya hemos llegado. Por fin veo el agua, digamos que al otro lado del lagarto (cadena de montañas que rodea a Bahía Ballena). Tampoco tenia tan claro por dónde llegar a la misma porque nos acerca a una especie de mirador, que era un acantilado
Vistas preciosas.


Antes de bajar, veo una iguana para mi especial. Me dicen que es el garrobo negro.

Me van enseñando semillas y frutas para que las fotografíe para mi colección. Ahora comprendo la discusión entre Marcos y Carlos cuando el primero me dio una de cedro.


Al fin piso Playa Murciélagos.

Los desprendimientos de tierra como consecuencia de las lluvias, han afeado lo que es la playa propiamente dicha.


En marea baja es mucho el roquedo. También veo vida en las rocas sumergidas.
Desde la parte de arriba, antes de bajar, se vio un cardumen con sus movimientos de baile, también una tortuga que salió a respirar pero no fue mucho tiempo el que tardó en sumergirse.

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El final de mis diarios


Son muchos años los que llevo escribiéndolos. ¿Treinta?.. ¿cuarenta? La verdad es que no recuerdo. Durante todo este tiempo, ha sido una obligación. Todos los tengo archivados en España excepto dos: El del 2008, que me dejé olvidado en el maldito viaje que hice allí, y el del año en curso que es el que he dejado de escribir; mas concretamente lo hice el día 27 de Abril. Han sido varias las veces que me he dicho de recuperarlo, pero ya tengo la completa seguridad de que no lo haré.
En realidad, ya en España dije de hacer una hoguera con ellos y quizás para lavar un poco mi conciencia busqué la complicidad de otra persona que en principio me tomo por loco, pero al final la convencí. Llegaron el cumulo de desgracias, y esta acción quedó en segundo plano, pero precisamente en ellos están reflejadas.
¿Hay cosas de importancia que merezca la pena conservar escrita? Posiblemente si, pero viene mi gran pregunta: ¿Para quién? Precisamente uno do los motivos de dejar de escribirlos es ese. Soy perfectamente consciente de que estoy en la recta final de mi camino en este mundo y lo que si es cierto es que en mas de un momento he puesto burradas sobre algunas personas, que también estoy completamente seguro se las merecían, pero una vez que mis restos vaguen por la inmensidad del espacio, ¿vale la pena que sepan lo que pensabas de ellas?. Seguramente no hace falta que se lo certifique ningún documento escrito; cada uno es perfectamente consciente de lo que ha hecho bien y mal en esta vida.
Mientras esto escribo, recuerdo cuando alguna vez abría alguno de los anteriormente escritos y me desesperaba lo puñeteramente rutinaria que es nuestra vida, y si salías de ella, al menos en mi caso, lo normal es que no fuera para bien, sino todo lo contrario.
En estos días estoy echando de menos mi escritura manual. Debido a este maldito aparato que tengo enfrente, con sus correspondientes periféricos, entre ellos el teclado, nos hemos olvidado hasta de escribir, solo me quedará el folio doblado por tres veces (también costumbre de toda la vida) que siempre llevo en el bolsillo junto a un bolígrafo, en el que tomo notas.
La verdad es que al escribirlos por las mañanas, hacia examen de conciencia de todo lo que había hecho el día anterior, y me hacia reflexionar sobre lo bueno y lo malo.
No puedo asegurar que sean ratos agradables los que he pasado con vosotros.
Puede que sean la historia de una vida. Ni mejor ni peor que otras.
Por lo pronto ahí quedáis.
Todo pasa en esta vida.

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