Análisis de sangre y electrocardiograma para el Anestesista de la operación de uretra


Entre las fiestas [Que por más que hagas no te escapas de ellas (por ejemplo los telediarios solo hablan de Santa Claus, de cómo le dan permiso en la cárcel a los pocos chorizos que debían de estar en ella y de las caravanas de reyes)] y de los hospitales, la neuronas se me están haciendo un ovillo (Le estoy cogiendo fobia a hospitales y a todo lo que tenga que ver con la medicina).
Los análisis de sangra eran entre las ocho y media y las nueve y media, pero yo puse el despertador a las siete y procuré acostarme temprano, pero nada, a las dos me desperté. Me dije bueno aún faltan cinco horas para que suene este cacharro.
Había visto que la temperatura iba a estar a -5º C así que preparé ropa de abrigo, entre otras un chaquetón de ante que debe de pesar entre diez y quince kilos, camiseta y calcetines térmicos. ¡Hostias! El frio me llegaba a los huesos.
La verdad es que para los análisis no había mucha cola. Me sacaron cuatro botes de sangre y al salir compramos churros y fuimos a comérnoslos a casa de mi hija que vive cerca (El electro era a las once). Ni que decir tiene que los churros llegaron helados.
La casa de mi hija tiene calefacción central, la cual ponen por la tarde/noche pero al entrar parecía una nevera. Me puso una estufa.
Vuelta al hospital y veo que hay gente esperando a pesar de que yo tenía el número uno. Alguien dice que no suben hasta que acaben los análisis.
Entro y la primera en la frente. No funciona el ordenador. Me ponen casi en pelotas y una especie de electrodos en las piernas y en los brazos y alrededor del corazón. Me hacen tropecientas pruebas y todas a la papelera. Llama me imagino que al técnico y no contestaba. Al final se le ocurre echarme alcohol en los electrodos y funciona.
Mi hijo me dice de ir a otro sitio, pero le digo que me lleve rápido a mi casa/desierto.
Hasta el día veinte que me ve el Anestesista.


Al ver este cuadro me acordé de mi amigo Carlos que tanto tiempo vivió allí.

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Muerto de frio y eso que solo estamos a -2º C



Anoche estuvo la chimenea encendida hasta las doce y los radiadores no se les podía tocar porque quemaban, pues bien, esta mañana serían las siete cuando me despertó el frio. He de decir que duermo con sabanas de peluche (o como se llamen), con dos mantas y con un edredón.


También colgado de la pared una especie de estera que es una resistencia eléctrica. Me he levantado y antes de desayunar he puesto la estufa que tengo en los pies, he bajado al sótano y he encendido la caldera eléctrica hasta las doce que comienzan las horas punta.


Algo he metido la casa en calor, pero esto no es lo mío. Le haya puesto el precio que le hayan puesto a la energía eléctrica (No hay quien coño entienda la factura porque la electricidad a cada hora tiene un precio), voy a tener que programar la caldera para que encienda de madrugada.


Tampoco es que estén haciendo unas temperaturas desorbitadas, esta mañana estaba a -2 ºC. Ni quiero imaginarme como dije en una entrada anterior lo-40 ºC.
Pero ¿y la calle? Ni siquiera la piso o sea que estoy en una cárcel o quizás peor porque tal y como están los derechos humanos hoy en día puede que estos establecimientos tengan calefacción las veinticuatro horas.


De la cama a la estufa de los pies a hacer solitarios en el PC, a cierta hora a ver la TV a la mesa de camilla, por supuesto con su estufa, a comer, siesta, más solitarios y más TV.
El día cinco tengo que ir al hospital a que me hagan análisis de sangre y un electrocardiograma y llevo más de una semana pensando en que tengo que estar allí antes de las ocho y media y mientras el coche no caliente y se note la calefacción, las voy a pasar putas.
Me operarán y espero que la depresión no dure cien años, pero lo que sí es seguro es que tengo que cambiar de clima. Así no merece la pena vivir. Volveré a Costa Rica (si tiene solución lo de la residencia), me iré a Las Azores o a Malasia, pero huiré de aquí.

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Aunque la crisis sea nefasta, la navidad, en España, se celebra


Exageraría si dijera que las navidades para mí son un martirio, pero sí que no me hacen ninguna gracia y que procuro evitarlas. Una cosa es que haya días de descanso, no sé si el hombre primitivo se los marcó, pero la verdad es que yo fui uno de los privilegiados que trabajé treinta y cinco horas semanales, o sea que no trabajaba ni los sábados ni los domingos, pero que alguien, en especial los grandes comercios, te digan cuando tienes que divertirte, es algo que siempre me ha repateado.
Con la que está cayendo, creo que no hay una sola familia que no haga por reunirse en nochebuena, otra cosa es que unos coman centollos y otros se tengan que apañar con papas fritas.


Habían venido mis nietos, uno de Barcelona y otro de Madrid. No quería decirlo, pero son de los afortunados que trabajan algo, uno cuando lo llaman en una fábrica de caramelos y el otro con una beca de físico. El resto de los que viven en esta casa, mis hijos están en el paro, mi yerno también y el menor de mis nietos estudia (no sé para qué).
Ayer amaneció a -2º y dije de encender la chimenea a primera hora. Unos estaban en Granada y otros jugaban a la play (no se ni como se escribe) pero a medio día llegaron todos. A comer, unos siesta, otros más play y sobre las cinco vi que mi hija y un nieto se metieron en la cocina y otro fue con el coche a por ramas de una planta que tiene bolas rojas y ramas de cipreses. Cuando los vi colocando adornos, ya no me cupo la menor duda íbamos a celebrar la nochebuena.



Discurso del rey, el gran dilema nacional era si iba a decir algo de su hermana la choriza (parece que no dijo nada) y a cenar, no en la mesa de camilla, sino en la de verdad del salón. Eso sí me alegro porque encima de ella había desde libros hasta macetas y como es lógico hubo que limpiarla para colocar los platos.
Comida yo creo que normal solo al estilo moderno, como los preparan ahora esos grandes restauradores (antes se llamaban cocineros) que más que un plato de comida parece un cuadro de Dalí.
No falto el que estuvo encerrado en su cuarto, salió solo para comer, lo hizo en diez minutos, y se volvió a encerrar. Menos mal, porque de todas las nochebuenas que recuerdo, siempre acababa en pelea familiar. Se sacaban los trapos sucios del último año transcurrido.
Llamó Mari Pepa y yo que llevo días detrás de llama a mi hermano Manolo iba a hacerlo, pero después lo pensé y me dije que cualquier día menos este.
De los años que he estado en Costa Rica una de las cosas que más me gusto, es que allí, excepto el año pasado, que hicimos una barbacoa y no por la fiesta en sí, sino porque tocó. Al menos en el lugar que yo estaba no se celebraban, estas fiestas, ni había grandes comercios con el coñazo de los villancicos. Si se celebraba la despedida del año y no como nochevieja sino se reunía todo el pueblo en el bar Los Gitanos a beber cerveza y guaro y a bailar bachatas o lo que se presentara.
Alguien me puso un correo los otros días, y me dijo que me animara a irme a las Azores. Pasa la Corriente del Golfo y las temperaturas al parecer son agradables. Me lo pensare cuando las neuronas se comuniquen bien entre ellas.
Esta mañana muy temprano, vi a mi hijo estaba quitando el hielo del cristal de su coche y al poco se fue con mi hija y un nieto. He preguntado por ella (pensando en sacar de su teléfono las fotos que sacó anoche) más de una vez y nadie me decía donde habían ido, al final me he enterado que mi ex está en urgencias y que le están haciendo pruebas del corazón (sic).

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