Mi estancia más horrible en un hospital. Apendicitis aguda complicada con colección pasacólica



Ya solo comía yogur en las comidas, el resto me dolía al tomarlo así que decidí que así no podía seguir y que me llevaran a urgencias, ya que mi última experiencia con el médico de cabecera no fue de lo más acertada.
La marcha fue el último día de Agosto sobre las diez de la mañana. Mientras deja el coche en el aparcamiento, me siento en un tranco y cuando entramos definitivamente, observo que se me ha olvidado la cartilla de Seguridad Social (La cabeza no la tengo en su sitio).
Paso por dos mesas antes de llegar al médico (No ha sido demasiado tiempo).
Preguntas, auscultación y me manda a otra consulta en la que me tenían que hacer una analítica y unos rayos X.
Ya el tiempo se me va alargando, y cuando me llama el médico y me dice que no tiene claro lo que ve en los rayos, va a hablar con los de la eco y que me hagan una.
Al parecer fue la doctora de rayos la que tampoco se aclaró con la ecografía y me mando hacer un TAC.
A todo esto yo de silla de ruedas a cama y veo que era hora de cambio de turno.
Tengo frio, alguien me echa una especie de manta por encima. La medica sustituta llama a gente nueva y yo me veo allí muy olvidado.
Se acerca por allí una doctora algo mayor y me dice que me encuentro mal, cosa que no le niego, Da unas ordenes, me vuelven a subir a una cama y me llevan a una especie de UCI (La llamaban otra cosa). (Ahora me acuerdo “Sala de Frágiles”)
Ya estoy ingresado pero sin saber por qué.
Empiezan a aparecerme todos los dolores y ansiedades inimaginables. Ya estoy entubado a varios potes de líquidos y mear y vaciarme diarreicamente a cada instante.
Allí hay de todo, desde locos dando voces para que los echen, quejidos de dolor intenso, tráfico de camas, voces de enfermeras.
Algo llama poderosamente mi atención, el poco personal médico para atender a tanto tullido pensé que para que algo cambie en este mundo, por allí tenía que pasar un político pero con la misma asistencia de los demás. A Rajoy le da por hoy un lumbago en Galicia y al otro día está viendo al rey en Mallorca.
Vienen a verme mis hijos y unos tres médicos para explicarme por qué me han enchiquerado. Creo que primero fueron mis hijos.
La médica (Otra vez) me dice que junto al apéndice y exterior a ella tengo unos diversiculos, todo en un magma de pus. Soluciones: Operarme, pero que al no tener claro lo que tenía me podían hacer una carnicería sin buenos resultados. Segunda: No me acuerdo. Tercera, meterme antibióticos y cuando se aclare qué es lo que tengo asi actuarían.
Dolor, me vacío de excrementos y no solo me tienen que cambiar la pella sino toda la cama.
De los botes que tenía colgados, algún debía de ser un sedante puesto que me dormí. Me desperté cuando alguien empujaba mi cama. Al parecer me trasladaban a planta. Paseo por una serie de pasillos totalmente a oscuras, el que la empujaba se alumbraba con una pequeña linterna y al final me meten en una habitación que no se ni cuantos había ni quienes eran ni que padecían.
Me despierto ya con la claridad del día, que esa es otra ni poder saber la hora sabia, veo dos camas más y también a una de mis hijas.
El dolor, ahora, en toda la barriga era horrible, pero sabía que no era un dolor normal. Hablo con mi hija para que me consiga un tranquilizante y me lo consigue. Me calmo-
Me dicen que tenía que estar en la séptima, planta de cirugía, pero a falta de sitio me habían trasladado a la tercera planta de corazón. Demasiado bien la conozco.
A todo esto estaba fuera del tiempo, no ya la hora, sino ni qué mes o año.



El que estaba frente a mí no paraba de hablar. Andrés se llamaba o se llama. Al principio parecía un tipo inteligente, pero me fui dando cuenta que su cabeza trabajaba con drogas de las de la calle.


Pasan unos días, eso sí, con mis tres hijos haciendo relevos para estar conmigo. El peor el de la noche que cada quince minutos me tenía que poner que poner el aparato para mear y más de una noche inunde todo de mierda con el consiguiente limpiado, lavado, duchado y cambio de sabanas.


A cada instante cambio de líquido para los goteros. Parece que se van directamente para la vejiga de ahí tanto mear.
Día D: Andrés se pelea con el cirujano que nos pasa revisión todos los días y le pide el alta voluntaria. Parece que me metió en algún lio porque al auscultarme a mi me dijo que mañana me daba el alta, porque yo había entrado allí por peritonitis y ya estaba bien. Mi hija habla con él y le pregunta si había visto bien el TAC, cosa que ni siquiera había hecho porque después volvió a bajar y le pidió digamos disculpas.
El cirujano me dio alguna señal cuando me dijo que me harían una ecografía.
Llego ese día y por fin el del alta.
No sé cuántos días a caldo y zumo, cuando salí tenía que ir apoyado en un hombro porque mis piernas no sostenían mi cuerpo.
Mi casa me pareció la gloria.

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De bichos: Mochuelos, tórtolas avispas y moscas, no cojoneras, sino comunes


Había un animal que echaba de menos desde que vine de Costa Rica y otro que estoy hasta las narices de él aunque también últimamente ha dejado de molestar. Los dos son aves, el primero es el mochuelo, me acuerdo de aquellos atardeceres que los marcaba el “canto” de aquellos bichos a los que llegue a ponerles dos palos verticales con sus respectivos nidos y a una distancia de unos cincuenta metros que en algún sitio leí era la mínima para que cada uno pudiera marcar su terreno. He preguntado qué a que se deberá su desaparición y me han dicho que los cazadores le tiran a todo lo que vuela. No me creo esta versión. Puede que se hayan ido a los vertederos igual que las gaviotas.
El otro que no soportaba es a las tórtolas, precisamente por su canto, que más que tal será el sonido que hacían para llamar a la hembra y aparearse. Habrá terminado la época de celo y como he dicho han dejado de emitir ese estúpido sonido.
Me estoy yendo del tema por el que me he decidido escribir: La mosca y no precisamente la cojonera, sino la mosca común, esa que aburre al más santo con sus picaduras y con dar el coñazo por más que las espantes a manotazos.
No paraba de comentarles a las pocas personas con las que me trato, que me extrañaba que estando a mitad de agosto, como aquel que dice al final del verano, no veía ni una. También me extrañaba no ver las avispas que revoloteaban cerca de las escaleras de la piscina y había que meterse con cuidado de no molestarlas o te tirabas de cabeza si no querías que te hincaran su puñetero aguijón. ¡Bien!, estas últimas siguen sin aparecer debido a algún fenómeno extraño y no al que yo digo y que es que vivo tan alejado del mundo que ni llegan, pero las moscas han aparecido de golpe y vienen con una mala hostia que no hay insecticida que las pare.
Sigo utilizando el dejar la habitación a oscuras y abrir y cerrar una ventana para que al ver la luz se vayan (Lo aprendí de pequeño en Guardajamar) y con los moscardones me da un resultado excelente pero con estas putas moscas nada. Pensaran que me vaya yo.



Mi pesar por los que han muerto en Las Ramblas de Barcelona a manos de unos cafres (nada que ver con los de la Cafrería) así como por sus familiares.

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