Las jugadas del cerebro o morir de miedo


.Reconozco que desde que cambié de antidepresivo, voy mejorando, pero no paro de pensar en las neuronas y como dominarlas. Me ha venido a la cabeza, creo, la vez que más miedo he pasado en esta vida. .
Tendría unos diez años. En una habitación dormíamos un hermano mío y yo. Cuando me acosté, mi hermano ya estaba en su cama. En aquellos tiempos era mucho lo que corríamos y los juegos en su mayor parte eran a base de esfuerzos, por lo que caías en la cama rendido y te dormías sobre la marcha. Estaba en ese punto en el que abandonas el mundo de los vivos y entras en de los sueños, cuando siento que el colchón se elevaba, lo que a mí me parecían cinco o diez centímetros. Volví al mundo de los vivos y me dije ¡Vaya con el gracioso de mi hermano!, se ha metido debajo de mi cama y la está subiendo para asustarme, por lo que encendí la luz para regañarle, pero ¡Oh sorpresa!, mi hermano estaba en su cama, mire bajo la mía y tampoco había nada. Apague la luz e intente seguir durmiendo, pero el sueño ya no venía tan fácil, pensaba en los motivos del movimiento del colchón. Cuando ya estaba otra vez dejando este mundo, vuelven a aparecer los movimientos del colchón. Note que el miedo me iba invadiendo mientras que mi mente trabajaba a una velocidad de vértigo intentando encontrarle una explicación al fenómeno, pero el miedo era más rápido que mi raciocinio, por lo que iba aumentando exponencialmente, hasta el punto de que quería escapar, pero estaba paralizado. No sé si fueron segundos, pero notaba que moría, cuando mi organismo me proporciono esa energía necesaria para la respuesta de . Di una patada sobre el colchón y salí disparado como una bala.
No recuerdo el tiempo que estuve en el salón. Ahora fue a la inversa, me iba bajando el miedo y aumentando el razonamiento, y como nunca he creído en fantasmas, volví a intentar buscarle explicación a lo que me había pasado y no encontrándole ninguna me dije que la explicación tenía que estar en la cama, por lo que con bastante respeto volví a ella con todos mis sentidos en alerta máxima. ¡Y volvieron los movimientos!, pero esta vez, vencí al miedo y puse mi atención en todo lo que experimentaba y ¡Dios!... ¡Que estupidez! ¡Qué alivio! En aquellos tiempos dormía boca abajo y no era el colchón el que se movía, al inspirar el pecho se inflaba, y daba la sensación de que me elevaba.
Lo que más se me ha grabado en la mente es como el miedo paralizo mi cuerpo y se perfectamente de que va la muerte súbita.

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