Siempre he sido un maniático del orden, pero llevo un tiempo, que me parece una eternidad, como consecuencia de la depresión, lo he ido abandonado todo y el desorden campaba por sus respetos. El verlo todo así me hacia sentirme mal, con lo cual era la pescadilla que se muerde la cola. Ya que me voy encontrando mejor, los otros días me baje al sótano y algunas cosas fui ordenando. Mi hijo me vio, y sin yo decirle nada ha estado varios días ordenando los exteriores de la casa, un recinto que tengo para las herramientas del campo (Motocultor, sierra mecánica, cortasetos y otras) y en especial el sótano; había tanto trasto en él, que ni podía meter el pobre coche. Esta mañana, aunque a falta de de fregar suelo y ordenar herramientas, ya lo ha dejado en orden de marcha. Ahora veo a mi pobre Sherpa, moto de trial, la cual restaure por completo y con la que he hecho perrerías por esos campos. Aunque la deje en perfectas condiciones ni he tenido ganas de arrancarla. Reconozco que tengo sentimientos encontrados. Cuando pienso en mi ida, veo que voy a dejar muchas cosas a las que les tengo mucho cariño
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