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De análisis clínicos y otras gaitas en Puntarenas


Me he vuelto de la playa, quería aguantar la lluvia hasta donde pudiera, pero ya me parecía estar haciendo el canelo, me pongo delante de este bodrio que en su día fue un ordenador, o una computadora, a ver si sigo alimentando mi pobre blog que es el que paga el pato de mis cabreos. Si algo sale, me imagino será un relato de humor black (por aquí el que no sabe algo de gringo es que es tonto).
Comienzo el tratamiento que me manda mi medico cirujano, tres píldoras por la noche y una por la mañana, pasan algunos días y voy notando que mi cansancio va en un aumento exagerado. Lo llamo, mejor dicho lo llaman, y se lo dicen, a lo que me recomienda que deje de tomar la pastilla equis durante una semana, pero que después retome la ingesta de la misma. Le hago caso y ya al despertarme iba arrastrándome por el suelo hasta el sitio del desayuno. Mis pobres piernas ya no aguantaban el peso de mi cuerpo.
He de explicar que aquí te dan las medicinas en la farmacia, no por cajas, sino por las que pidas. Deme, o regáleme, tres aspirinas, no una caja de aspirinas, cosa que me parece muy bien, pero en mi caso venían cajas completas y en ninguna de ellas un dichoso prospecto, de esos que algunos/as se leen de punta a rabo y que yo nunca les he hecho puto caso. Dicho de otro modo, no sabia de que coño me estaba tratando mi doctor (esa es otra, aquí no hay médicos, hay doctores). Se me ocurre mirar en internet, y me doy cuenta de que me esta tratando de una depresión severa. Es tal el cabreo que cojo que a poco mas llegan las medicinas al río Pánica.
¡Vamos!, que un medico cirujano, me trate de una depresión no es una cosa que me quede muy clara.
Helena me convence de que con un buen masaje, oxigenaría la sangre, y expulsaría los fármacos que me estaban agotando hasta lo indecible. También me llevan a un fisioterapeuta que aparece cada quince días por Cóbano y que me va a dejar mi zona lumbar izquierda más derecha que una vela (cuando me viene una, me vienen todas). Me pone una especie de almohadilla en la zona dañada y mientras me suelta unas descargas eléctricas, me da una lección de autoayuda: Todas las medicinas que haya en una farmacia, las tenemos nosotros en el cerebro, me viene a decir. Pienso inmediatamente en un libro que me han regalado: Tu salud en los nuevos tiempos, y me digo este tío se lo acaba de leer. Eso si, sigo hecho una alcayata (mi quiropráctico, el escocés de Santa Teresa, debe de estar en los juegos olímpicos porque no hay forma de que conteste al teléfono).
Pienso que la farmacia de mi cerebro debe de estar mas vacía que la de los habitantes de Uganda, y decido ir a ver a otro medico en Paquera. Cuando leo en la puerta medico cirujano, me digo ya la hemos jodido, así que solo entrar le digo: Seguro que no tengo depresión, y a partir de ahí le cuento lo de mi cansancio y mi desgana con la comida. Me manda a la farmacia y me dice que vuelva con un suero y una dosis de vitaminas que él mismo mezcla y me inyecta. También me manda unas píldoras de un complejo vitamínico a tomar todos los días, y lo del suero cada tres días tengo que ir por su consulta a ponérmelo. También me insiste en que debo de ir a Puntarenas a hacerme unos análisis, porque esta actuando a ciegas. Iba a ir ayer, pero el viaje se fastidio así que fui hoy.
Alarma a las cuatro y media y a las cinco en marcha para coger el ferry. Estos bichos no tienen ni proa ni popa, los vehículos entran en una posición y cuando atracan están en orden de salida, pero hoy al salir, da marcha atrás y digamos va todo el trayecto con lo que hubiera sido la popa, pero no solo eso, sino que va con unas vibraciones anormales. Los asientos de cubierta son de duelas de madera de esas que no sabes donde coño poner los isquiones, porque si los pones sobre la madera propiamente dicha, te duelen a joderla, y si los colocas en los huecos, las aristas se te clavan en la carne como si fueran cuchillas, pero conforme transcurría el viaje mi lumbalgia iba en aumento.


Estos Barceló, son más agarrados que la hostia, al menos se los podían poner de plástico como al último ferry que han puesto en servicio y que gracias a dios fue el que me tocó a la vuelta.
A la salida de Tambor, compruebo que los días se van acortando y me dije: al menos veré una bonita salida de sol. No podía ser menos, mañana tenebrosa tipo Londres. O ¿es que a mi me lo parecería?
Llegada a Puntarenas y observo no quedaban taxis, o si quedaba uno con tres personas dentro y nos dice que subamos que también cabemos. ¡Claro que si! Parecíamos un tren de la India, pero o lo tomas o lo dejas.
Directos a la clínica de los análisis. Orino en el típico tarrito, me sacan sangre y me doy cuenta que deben de ganar un pastón, porque al darse cuenta de que soy español me dice que en las próximas vacaciones piensa visitar la Alhambra y de paso me cuenta sus viajes a Francia y a Grecia (los griegos al parecer no le hicieron mucha gracia).
Creía había acabado, cuando me preguntan que donde traía las heces. La cabeza la tengo jodida, esta fulana me esta pidiendo mi mierda. La verdad es que ni había leído lo que me pedía el medico/cirujano de Paquera. Le vine a decir que la llevaba dentro a lo que me contesto, dese una vuelta y cuando tenga ganas, lo hace en un bar. Quiere usted callar mujer, lo hago aquí, para lo que me da dos extraños tarritos. En mis tropecientos años de vida jamás me han hecho un análisis de mis excrementos. Al menos que yo sepa. Que cada cual piense como lo haría el/ella para que tal asquerosidad vaya al tarrito.
Y el electrocardiograma, ¿Dónde lo hacen?
Coja usted u taxi, que lo lleva hasta… allí coge un autobús… y sigue.
¿No me joda que en toda Puntarenas no hay donde hacerse un electro?
Pues no…
Taxi y directo a Barranca.


El hospital, aunque pequeño tenía buena apariencia. Tía estúpida que me lee la cartilla como si fuera un memo. Bájese las medias, se quita la faja y todo lo que tenga metal, así sean monedas o cualquier otro tipo…
Pare, pare, ¿prefiere que me quede en calzoncillos?
No, haga lo que le estoy diciendo.
Acabo el electro y me pasan a hacerme una radiografía de tórax. Aquí el tío es más amable.
El chequeo no ha podido ser más exhaustivo. Y lo bueno es que he sobrevivido.
Vuelta a Puntarenas y lo primero es sentarnos y tomarnos un café. Andamos y bastante, a preguntar por un sitio que me habían dicho que arreglaban máquinas fotográficas (no acaba de gustarme el dichoso smartphone nokia 800) y también sobrevivo. Algo de rollo deben tener mis neuronas. Eso si, no existe sitio que reparen maquinas, para eso tengo que ir a San José. Ya me lo decía mí medico/cirujano de Paquera: Vivimos en el culo del mundo (no exactamente así), aunque cosa curiosa, la Península de Nicoya, es el sitio de mayor esperanza de vida del planeta.
En el Golfo de Nicoya que siempre algo encuentro algo que fotografiar, solo se me ocurre tomar una imagen de un pajarraco que hay por aquí al que todo el mundo le tiene manía (picotea las frutas y se come los huevos de otros nidos.


Ya en Paquera paramos a coger unos ceviches y este puto pavo, me atacó sin ningún complejo.
Podría seguir contando, pero paro aquí.

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Vuelta a Puntarenas. Hay que ser más tico para soportar a la burocracia


Por fin me llega el dichoso Certificado de Antecedentes Penales, no me lo pienso mucho y al día siguiente decido llegarme a Puntarenas a llevarlo a Migración, con la idea de venirme con mi cedula de residente renovada. Esta visto que jamás aprenderé.
Esta vez, nada de madrugar, cogemos el ferry de la nueve, aunque por lo que sigue, tranquilamente podía haber cogido el de las once.


Siempre hay algo que fotografiar en el Golfo de Nicoya

Taxi y a Migración. Me encuentro la puerta abierta, por lo que no estaba el aire acondicionado puesto, cosa que me hace sospechar que algo ocurre. Espero hasta ver a la funcionaria que en las veces anteriores me había atendido, y aquí la primera broma del día: No tenemos corriente por lo que no te puedo hacer nada, así que, yo tú, mejor me iba y volvía mañana.
¿A que hora vuelve el fluido eléctrico (con un poco de cachondeo)?
A las dos.
Con hoy, son setecientas veces las que atravesado el Golfo de Nicoya, así que me espero.



Me habían hablado de un libro que hablaba del pequeño comercio, de los microcréditos y de cómo debían de actuar los políticos. Tengo una colección de imágenes de los mismos, así que decido ir a ver si cae la breva. Nada, pero la verdad es que salgo con otros tres. Por ahora se acabó el repetir libro.


Hora de comer y al acabar yo me voy dando un paseo, quiero ir a un museo, en el que estuve hace bastante tiempo, pero estaba completamente vacío. ¿? Continúo hasta que llego a un parque, y con el calor que suele hacer en Puntarenas, no me lo pienso mucho, me siento en un banco a leer uno de los libros que acababa de comprar. Otra decepción, el libro que trata sobre los mayas, y que yo esperaba que tuviera, al menos una base científica, es de ciencia ficción. Entre estos y los de autoayuda, tenemos una verdadera invasión, y no precisamente de extraterrestres.
Mi reloj biológico, parece que funciona bastante bien, pregunto la hora y son las dos, así que vuelta a Migración, donde (¡aleluya!) había vuelto la corriente. Me siento con mi amiga y después de colocar tropecientos sellos, firmas mías y no se cuantas de ella, me dice que los documentos los ha de mandar a San José, y que tenga paciencia, porque hay cuatro mil expedientes en espera. Me imagino que con idea de consolarme, me dice que han aprobado un presupuesto, para que los funcionarios hagan horas extraordinarias y se quiten este atraso. Para terminar de joderme, me dice que ella calcula que dentro de tres meses lo tendré todo resuelto. La verdad es que no salgo muy mal ni me cago en la puta madre de nadie.


El próximo ferry salía a las cinco, así que decidimos andar por el paseo marítimo. Tengo que reconocer que es precioso.Decidimos tomar un fresco en un restaurante, pero nos sentamos en las mesas de fuera, enciendo mi cigarro y viene el camarero y me dice que no se puede fumar. Hasta aquí no llego.
¿Esta mesa donde esta?
En la calle.
Pues mire, me he entretenido en leerme la ley antitabaco (es verdad), y en la calle se puede fumar. Cada vez somos mas apestados.
No se preocupe, si viene la policía, le diré que estoy fumando en contra de su voluntad.
Continuamos hasta la hora de salida del ferry. Hacia tiempo que no andaba tanto y cuando llegamos era casi la hora de salida.


Los Barceló, están haciendo una especie de terminal y observo que siguen despreciando a la segunda lengua más hablada del mundo.
Cantidad de guiris/mochileros. No paran de tomar fotos. Me digo que así me verían a mi cuando yo no paraba de hacerlas. Y mi gran pregunta: ¿Qué hacen aquí en estas fechas?
San Lucas, Guayabo, Jesusita, Paquera y llegada a Tambor.
Pienso en ir a mi tertulia, pero aparte de dar por supuesto que ya no habrá nadie, estoy cansado, así que me acuesto.

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Diario de mis hospitales


Así se tenía que haber llamado este blog. Por circunstancias que solo el destino nos puede llevar, en los últimos tiempos, los he visitado más que en toda mi vida junta, pero la ultima, concretamente ayer, ni hubiera aparecido a no ser porque me aviso el ordenador, tal era el tiempo que me habían dado para el especialista.
Hace años, antes de irme a Costa Rica, mis paseos por el campo, con la moto, no había quien me los quitara. Un puente se lo había llevado una torrentera, cabezón yo, me empeñe en seguir y el desenlace fue que volqué, quedando la moto arrancada y con el depósito hacia abajo soltando gasolina. Me encontraba lejos de cualquier ruta normal, y o la paraba para evitar el incendio de la misma o rápidamente la ponía de pie, temiendo que no me volviera a arrancar. Esto último fue lo que hice. En ese momento se me antojó que pesaba menos que una pluma (más de 250 Kg), seguí ruta, pero al otro día estaba hecho un cuatro y sin posibilidades de enderezarme. Algo se me jodió en la zona lumbar, y cada vez que hacia un esfuerzo como coger una bombona de butano me volvía a dejar hecho una alcayata.
La cosa fue a más, y ya no era el hecho de levantar una simple maceta, sino que algunas mañanas ya me levantaba doblado sin haber hecho ningún esfuerzo. Cada vez que iba al médico, me recetaba una pomada que en nada me aliviaba.
Esto es para mí, para toda la vida, me dije, con no hacer esfuerzos, santas pascuas, pero María, que para ella no quería un medico ni de visita, se empeñó en que me lo curara, y aquí empezó la aventura.
Me pidió cita para mi médico de cabecera, aquel día no estaba, ella removió cielo y tierra y me vio otro médico de familia, que rápidamente me despachó diciéndome que pidiera cita para hacerme una radiografía. Pasó el tiempo (ya estaba ella en el hospital) y fui y me la hice.


Vuelta a mi médico y tampoco estaba. Me ve una Dra. que también me quita de encima mandándome la dichosa pomada y unas píldoras para el dolor, hasta que me viera mi médico. Ya no recuerdo al cuanto tiempo al fin me ve (no había estado de vacaciones), ve la radiografía, dice que el allí no ve nada, pero pone todas las pegas posibles para que me vea un especialista. Al final cede y otra vez que pida cita. Hasta ayer. Un robot, tipo para tal cosa marque el uno… va avisando a los pacientes que pases a la consulta ocho, o tres (o la que te toque). Una hora de espera, a pesar de que en el documento que llevaba decía que la hora de la cita era a las 9h 46m y por fin me ve el traumatólogo. Busca mi historial y no lo encuentra. Mira la radiografía y tampoco ve nada. Me tiende en la camilla, me ausculta y no me duele nada en absoluto. La Ley de Murphy, también trabaja al revés, me digo, pero el hombre da por hecho que yo no voy a estar allí por hacerle perder el tiempo y me dice que puede ser un ligamento o algo por el estilo y me manda a que pida cita para hacerme una RM (resonancia magnética).
Otra hora en la cola y cuando me atiende la muchacha, me dice que me avisarán o bien por carta o por teléfono, pero que si a finales de Diciembre no lo han hecho, vaya a protestar, me dice donde, y volveré a la lista de espera.
Pienso en cuantos podían pedir la baja médica por este sistema y también pienso que no creo que sea esta la misma metodología que usen con un jugador del Real Madrid o del Alcoyano.
No es esto lo que me preocupa en esta vida, ni mucho menos, si me preocupa en que la Seguridad Social va cayendo en picado. Otra de las genialidades que se les ha ocurrido, es que si te estás muriendo y te pagas a un especialista, no te recetan lo que te haya dicho, tiene que ser recetado por un especialista de ellos, así que o te compras tu las medicinas o las pasas putas, o te mueres antes de que te lleguen por su método.
También me preocupa que después de haber ya pasado por el anestesista de preoperatorio, y antes por todas las pruebas correspondientes, no me hayan llamado todavía para operarme de la vejiga y espero que sea la última vez, porque tengo la impresión de que están experimentando conmigo.
Mi vida se debe ir normalizando cuando soy capaz de escribir estas chorradas.
Tengo ganas de volar.

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Yogures milagrosos, y leche que quita el colesterol


Quería escribir sobre materia oscura, neutrinos o de como la Seguridad Social está llegando a usar los quirófanos (piensan alquilárselos a la sanidad privada) solo para los que entran por urgencias, pero no, mi cerebro no está para activar la sinapsis entre neuronas.
En los últimos acontecimientos ocurridos, he pasado del estrés extremo, al normal y ahora a la ansiedad (que entre otras cosas produce arritmias). Esta ultima la he padecido durante mucho tiempo y es algo horrible, y aunque ahora esté en una fase media/baja lo suficiente para tener un cansancio mental que a la vez te lleva al físico.
La ansiedad tiene una función muy importante relacionada con la supervivencia, y el estrés es una respuesta natural y necesaria para la misma, pero esto debía ser en los momentos que los humanos éramos trashumantes, pero desde el momento que nos convertimos en urbanitas, ha pasado a ser tanto uno como la otra un verdadero martirio.
Nos pintan que vivimos mejor que nunca, que nuestra esperanza de vida ha aumentado, y no sé cuantas cosas más, pero al menos en este momento lo dudo y bastante. Ya no digo cuando hablan de la calidad de vida. ¿A qué coño se refieren?, ¿a los que están en el paro?, ¿a los que tienen una hipoteca de por vida?, ¿a los que salen al alba a su trabajo para regresar a la hora de acostarse?, ¿a los que llevan tres operaciones para un puto tumor, que en principio decían del tamaño de una lenteja, en la vejiga?, ¿o a Emilio Botín?
No sé el por qué me acuerdo cuando vino a visitarnos Ricard (Ricardo en español) Fornesa, por aquel entonces presidente del grupo Agbar y posteriormente de La Caixa. En su séquito aparte de un médico, le seguía a todos sus desplazamientos una ambulancia. Para estos cabrones no hay listas de espera. ¿Medirán por tipos como este, la calidad de vida?
Ayer estuve en mi psiquiatra, y cuando le hablé de la ansiedad que estoy padeciendo, tampoco se calentó mucho la cabeza, me aumento la dosis de ansiolíticos. También me recetó un nuevo fármaco. Ya he perdido la cuenta de cuantas tomo. He tenido que recurrir a un guiaburros (¡Tanto como se lo criticaba a ella!), porque con esto de los genéricos o estudias farmacia o no te enteras. Por cierto esta semana tengo que ir al anestesista, y si le dijera la industria farmacéutica que me meto en el estomago, no me pasaría a la mesa de operaciones, así que lo engañare como a un chino y le diré que los más parecido que me tomo es un yogur de esos que anuncian para estar más ligero, y si acaso leche que quita el colesterol.
Lo dicho tengo el perolo jodido.

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Oficios desaparecidos. Recuperándolos para la crisis


No todo van a ser penas.
Cuando abro los ojos después de una noche durmiendo, lo primero que veo es lo de la imagen de arriba. Por repetida nunca me fijo en los detalles, pero mira por donde hoy me he fijado en uno de los objetos que en ella hay. Normalmente este no ha sido su sitio; la tenia junto a otros instrumentos musicales, tales como maracas, flautas, cencerros y otros, traídos de mis viajes por esos mares y algunos regalados. No sé su nombre, pero yo siempre le he llamado trompetilla. La saco y le hago imagen aparte.


A este instrumento en especial, le tengo bastante cariño, hasta el punto que me lo lleve al trabajo y lo puse encima de mi mesa del despacho. Algún incauto me preguntaba el por qué la tenía allí y mi respuesta era: Para hacerle la trompetilla al que se lo merezca. Normalmente pensaba en mi jefe (todos en el trabajo tenemos un jefe). ¿A quién no le hubiera encantado hacerle la trompetilla al jefe? (Se que estas pensando en la que se hace con la mano). No me extraña que dijeran de mí que era más raro que un perro verde.
Por asociación de ideas, me retrotraigo a mi niñez, donde había lo había escuchado y con toda seguridad a los basureros cuando pasaban a recoger, lo que por aquel entonces era casi totalmente materia orgánica maloliente (no había ni bolsas ni botellas de plástico, ni tantos envolventes de comida prefabricada).


También lo utilizaba el pregonero, pero en mi pueblo si existía no se acercaba por la calle donde vivía, más bien a las afueras.
Sin darme cuenta pienso en personajes con diferentes oficios la mayoría con otros instrumentos musicales que cada cierto tiempo se acercaban por allí, y el primero que se me viene a la cabeza es el amolador.


Lastima no poder reproducir el sonido de su flauta (similar a algunas que traje de Sudamérica, de caña).


Me admiraba la tecnología que habían aplicado a una simple bicicleta, para hacer girar una piedra de amolar, pedaleando sentados en el sentido inverso de la marcha. También la destreza que tenían afilando cuchillos, tijeras o cualquier objeto cortante que pusieran en sus manos.



El siguiente que me viene a la cabeza es el lañador. Tampoco existía el Super Glue, y no estaban los tiempos como para tirar una fuente que en su momento se rompió y que posiblemente era herencia de la abuela. De este profesional lo que más me gustaba era su berbiquí, sin enchufe, sin baterías y con accionamiento manual. El que pongo en la imagen, debía ser de importación, porque los he visto, parecidos a un arco de madera cuya cuerda la liaban alrededor de la broca y actuando como si tocaran el violín, taladraban donde iban las lañas. ¿Cómo las podían apretar de forma que no perdiera una puñetera gota?


También estaba el sombrillero. No recuerdo el instrumental, pero sé que llegaban con las primeras lluvias.


Sigamos con el sillero.


Los asientos más comunes en aquella época eran con culo de anea, la cual bien por el uso, por los gatos que tenían debilidad por afilar sus uñas en ellas, o por otras causas, terminaban con el peligro de que se colara uno por ellas. A cuestas llevaban un haz de aneas, pregonaban su trabajo, se sentaba en un lugar a la sombra y hasta allí le llevaban, normalmente las mujeres, las desvencijadas sillas.


El canastero. No sé el por qué este era un oficio de gitanos, pero yo como vivía muy cerca de ellos, veía el arte que tenían para hacerlas de diferentes formas y tamaños.
Los sobrantes de las cañas lo utilizaban como combustible para hacer la comida y como te acercaras a la fogata, se te introducía un olor en la piel que no la quitaba ni el jabón Lagarto. ¡Hueles a gitano! me decía mi madre.
Hay otros más que interesaría recuperar, en especial el herrero. Hacían verdaderas obras de arte, pero también al sereno, el vendedor de barquillos de canela, otros que cambiaban alpargatas viejas (¿Qué harían con ellas?) y botellas por chucherías; y más que se me olvidarán.


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Los parados. De talleres de reparación de autos y de la recogida de ajos


No sé el por qué me sonaba que tenía que pasar la ITV al Passat. Ya desde el año pasado tenia fundido uno de los pilotos intermitentes laterales (No se para que narices sirven), así que junto con que arranca cuando le da la gana, decidimos llevarlo al taller. Precisamente a uno que le habían recomendado a María diciéndole que el mecánico era muy bueno.
¡Nada hombre!, esto le ponemos una válvula de retención en el circuito de combustible y ya arranca como dios, me dice.
Y no te olvides del piloto, le contesto.
Tráelo mañana.
Volvemos y no esta él. Después de buscar por los alrededores, encontramos al hermano que también trabajaba allí.
Me dice que el hermano había tenido un accidente y que solo estaba él. Vuelvo a explicarle lo que quería.
Bueno en realidad lo que necesita es una preiteuve.
Por acabar, le digo que sí, pero que no se olvide de la válvula de retención.
Tráelo mañana.
Al fin lo miró. Nada de piloto ni de válvula de retención, miró/hizo lo que le dio la gana.
Se me ocurre mirar la fecha y ya la tenía que haber pasado. María tenía que ir de viaje y le digo de llevarlo aunque no la pase. Tendríamos un documento en el que decía que lo habíamos intentado.
No sé si avisan de la fecha de pasar la revisión, lo que sería de lo más normal. Lo que es seguro que a mí no me han avisado, por lo que pienso que es una buena forma de recaudar en multas.
La pasó María, sin piloto y al parecer tenía el nivel de aceite bastante bajo pero ella con sus armas de mujer, consiguió pasarla.
Pasan los días y decidimos llevarlo nuevamente. Taller cerrado. Después de no sé cuánto tiempo, lo vemos abierto, paramos y vemos al buen mecánico collarín al cuello.
He tenido que pedir el alta, mi hermano ha desaparecido y no sabemos dónde anda. Traedlo mañana (y van…) que el que no arranque es un circuito electrónico, y al piloto le falta un contacto. No es cuestión de bombilla.
No continuo, porque a día de hoy seguimos igual después de que María haya estado otras quinientas veces.
Es que estoy yo solo y no doy abasto, es lo que le dice ahora.
El carro sigue igual.
¿De verdad no hay mecánicos entre esos cinco millones de parados? O será que consideran que les paga poco. Si es esto último van jodidos.
o algo similar veo/escucho en la televisión. Claro que si mal no recuerdo decía que cobraban veinte euros al día, con lo que ya están consiguiendo lo que se proponían que era (los hijos de la gran Bretaña, no tienen otra solución para hacerles la competencia a ese país). Ajos chinos encontraras en cualquier supermercado.
También me acuerdo de un video que vi por ahí y que os lo dejo.


¡Vamos de puta madre! ¡Ni indignados ni hostias!

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Malditos protocolos. Me están jodiendo mi vuelta a Costa Rica

Por fin llega el esperado día. La revisión médica para ver cómo va el postoperatorio de la extirpación de un tumor (¿o tumores?) de mi pobre vejiga. Sigo a rajatabla todo lo que indicaron: Introducción en la vejiga urinaria de medicamentos de quimioterapia para prevenir la reaparición del tumor, y beber mucha agua (empecé con 2,5 litros/día y me he estabilizado en dos), así que voy tranquilo.
Con anterioridad a esta cita me habían hecho análisis en diferentes departamentos de la Seguridad Social los cuales los tendría en su poder el Urólogo que me reconociera (¿me reconociera?).
Sale la enfermera pregonando mi nombre y me introduzco en la consulta. Los buenos días por mí parte. El médico estaba intercambiando papeles con la enfermera/secretaria y al cabo de un rato me pregunta: ¿te han hecho la cistoscopia? No tenía muy claro que era, pero sabía que aparte de los análisis, nada me habían hecho, así que le digo que no.
Empieza a pasarme documentos para que los firmara (librándose de responsabilidades para caso de que me ocurriera algo en la exploración, y uno de ellos citándome para un nuevo reconocimiento (para Mayo).
¿Pero para cuando es la dichosa cistoscopia?
Cuando haya tiempo/espacio le avisaran por teléfono.
Muy bien, me digo, esto es tenerlo todo bien organizado. Doy por supuesto que será antes de la segunda revisión, o sea antes de Mayo.
Me mira a los ojos y me dice: Bueno, ya está.
Hombre si no le importa yo quisiera hacerle un par de preguntas.
Por supuesto.
Estoy en una racha de cansancio físico/mental y el médico de cabecera me ha que es como consecuencia del tratamiento que me están poniendo.
Estos tíos son la hostia (o algo similar), se quitan el muerto de encima y nos lo echan a nosotros. Se estaba dirigiendo más a la enfermera que a mí.
Los análisis indican que todo va muy bien.
Segunda: El tratamiento con Mitomicina, me lo pueden seguir haciendo en Costa Rica, pero me piden un informe médico, le importaría hacérmelo.
Eso te tienes que dirigir a… (No recuerdo que coño de departamento me dijo) y allí solicitarlo.
Voy a abusar, ¿que tiempo es el mínimo, en el que tengo que estar con el tratamiento de Mitomicina?
Seis meses (Supongo que el tenerte durante un año con él es para que no quede una puta célula viva).
Adiós y gracias por todo.
Salgo mas despistado que nunca. Ahora sé que no sé nada, ni cuando me meterán la cámara de televisión por la uretra para ver como está mi vejiga, y mucho menos cuando me podre ir a Costa Rica con ciertas garantías. Lo que tengo la completa seguridad es que ellos están cumpliendo los protocolos a rajatabla y me los están haciendo cumplir a mí. Yo no soy un enfermo, soy un puto número, el cual no pongo aquí no vayamos a que se venguen teniéndome tres años de tratamiento.

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Las cenas de navidad y las enfermedades mentales

Ni con mucho soy un asiduo de la televisión, pero por estas fechas, me ha parecido ver un anuncio igual o similar de uno que nos martirizó durante varios años: Vuelve por navidad en la que una pobre madre veía con sorpresa que por esas fechas le llegaba un hijo que supongo que por circunstancias laborales, se encontraba alejado de ella el resto del año. La estampa era idílica, y había hasta quien lloraba viendo semejante escena.
Tengo que reconocer que aunque guardo muy buenos recuerdos de las navidades de mi niñez, bien porque pasé muchas en alta mar y mi prioridad era mantener en perfecto estado de funcionamiento todos los elementos de buque que nos hiciera llegar a buen puerto, bien porque cuando dejé de navegar, las cosas no eran como yo recordaba, las fui rechazando y procuraba alejarme de ellas, o más bien que no me envolvieran con sus reclamos mercantiles e ideas preconcebidas. Aun recuerdo las dichosas comidas de empresa con sus protocolos, sus vestidos de gala y los esfuerzos de los más pelotilleros por acercarse a la mesa del mandamás. Hacia lo imposible por no asistir, pero sibilinamente, más bien con ordenes encubiertas, hacían que asistiera.
Terminé de apartarme de las normas en los años pasados en Costa Rica, donde a pesar de ser un país muy religioso, no las celebraban, al menos en el pueblo donde residía, y para mi eran unos días normales. Allí debía estar en estos momentos, pero el hombre propone y quien coño sea, dispone y heme aquí que después de una operación inesperada, me están haciendo tomar un tratamiento. No sé hasta cuando lo soportaré, y tomaré carretera y manta.
A pesar de vivir en una urbanización alejada del mundanal ruido, hasta aquí, y muy a pesar mío, me llegan noticias de la una típica cena de Noche Buena familiar. También es verdad que la familia es un poco especial. El digamos cabeza de familia es un psicópata, la madre de familia padece el síndrome de Estocolmo, y la abuela una paranoica pero de las peligrosas. Como puntilla, la invitada es hipocondriaca.
Ya antes de la cena propiamente dicha, la paranoica arma tal chismorreo, que separa a otros miembros de la familia que para nada iban a intervenir en aquel ágape.
Llega la hora de colocar las viandas, hora de las bromas forzadas, y lo que debía de haber quedado justo en eso, acaba en una pelea entre el psicópata y la hipocondriaca, hasta el punto de que el psicópata se va a cenar a su habitación (eso sí, el llenar la tripa que no le falte). Los demás miembros de la familia, o al menos la paranoica y la del síndrome de Estocolmo, se van a llorar a otra. Terminan haciendo llamadas telefónicas a la familia (insinuándole sus desgracias) con lo que consiguen transmitir el espíritu navideño.
Han querido seguir contándome el final de semejante noche de paz [al menos eso decía un villancico y no precisamente aquel de beben y beben los peces en el río (¿qué no se qué coño hacían los policromados habitantes del ácueo elemento, bebiéndose el liquido natural en el que suelen desenvolverse?)], y he dicho que hasta aquí soporto semejante desaguisado, que prefiero hacer vida de asceta antes de contagiarme de semejantes mentes enfermas.
De todas formas advierto a quien no esté contaminado por semejante espíritu, que lo considero incompatible con este mundo globalizado en el que vivimos. Así que en vez de una despedida de ¡Felices fiestas!, os digo ¡Mucho ojo!

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Estado de alarma en los aeropuertos europeos


Debido a las grandes nevadas en centro y norte Europa, , motivo por lo que Bruselas ha declarado el estado de alarma. Hubo un momento en que dudaron si declararlo de sitio.
Consultan con Zapatero (Presidente español experto en estas lides), si aplicarlo contra los meteorólogos, por no haber previsto esta catástrofe, o contra la autoridad portuaria por lo no tener ni la sal ni los medios suficientes para tener despejadas las pistas.


Los usuarios del espacio aéreo, en estas fechas tan señaladas para volver con sus familias en navidades, estudian interponer una demanda, pero dudan de contra quien.

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Me dirijo a ti Joaquín (Es mi sobrino)


Hace un día gris. No ha parado de llover. Que mejor razón, para venirme a uno de mis rincones. En primer lugar me dirijo a ti Joaquín. Se que mas tarde o mas temprano leerás este mensaje. Por dos medios diferentes, me ha llegado tu invitación para que vaya a verte al molino. Te conozco lo suficiente como para pensar que no ha sido la imbecilidad humana la que te ha guiado a cometer semejante disparate. Tampoco quiero creer te hayas deshumanizado tanto como para ver las cosas bajo semejante prisma. Puede que el que se imagine los disparates sea yo. Te voy a recordar algo de nuestra historia. En primer lugar, aunque no biológico, fui tu primer padre. Cuando viajaba por esos mundos, si pensaba en algún regalo para traer a mi vuelta era el tuyo. Eras muy pequeño, pero los mejores juguetes que encontraba los compraba para ti. En mis estancias en tierra, te llevaba conmigo a todas partes, en aquel tiempo tenia el Spider descapotable y en el íbamos al puerto a que vieras los barcos, a tomar café; te tenía que subir en un taburete para que se te pudiera ver. ¿Te acuerdas cuando nos fuimos los dos solos a pescar a la playa de la Rijana? Pasado el medio día y no habiéndonos llevado comida, terminamos encendiendo un fuego y sobre una piedra al mas puro estilo Robinsón, nos comimos la carnada. Y de Guajar, se que de esto si te acuerdas. Nos íbamos de excursión los dos solos y entre otros arreos nos llevábamos una sartén en la que nos freíamos huevos. Ya siendo más mayor, cuando fuimos nadando desde Salomar hasta Playa Granada, más de dos quilómetros, mirándonos el uno al otro para ver quien se rendía antes. Sabes perfectamente, que después de la separación de tu tía, llevo mas de dos años retirado del mundanal ruido. Me conoces muy bien. En este tiempo has estado varias veces en Granada, anteayer estuviste, y estando a diez minutos de donde vivo, no se te ha ocurrido venir a verme. ¿Cómo se te ha podido pasar por la imaginación que sea yo el que tengo que hacerlo? Esta foto te la tome en Melicena. Verdad que lo pasabamos bien...

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