El sapo que se merienda la comida del gato


No suelen verse muchos sapos por esta época, pero en el trayecto entre donde vivo y la cocina todas las noches hay uno. Siempre se encuentra debajo de una de las luces, por lo que me he imaginado que allí espera a los insectos que a ella acuden.
Por otro lado el gato ya comienza a decir miau, porque de sus peleas territoriales con otro amarillo, se quedó afónico. Antes de ensalzarse a uñazos y a bocados, se tiraban más de media hora con unos aullidos espeluznantes, me imagino que con el ánimo de disuadir al contrario de la pelea.
Vuelvo al sapo: por su lado pasan el gato y los perros y ni le atacan ni él hace por huir.
Las otras noches estaba fresqueando, y el gato no paraba de darme el coñazo, por lo que decido echarle pienso en su comedero. Era hambre lo que tenía porque se pone a comer como un desesperado.
Mientras le echaba la comida, estaba observando el sapo y no sé si por el ruido del pienso al caer o porque lo olio, se puso a dar saltos hacia nosotros, y me quedo pasmado cuando veo que importándole un rábano el felino, se mete dentro del comedero y se pone a comer. El gato reculo, daba vueltas alrededor, y me miraba como diciendo: que me están quitando la comida.
Me dicen que por las espaldas sueltan un veneno, al que le temen los animales, pero más de uno se ha colado dentro, los he cogido y aún sigo con vida.
Me da la impresión de que a este le ha gustado el pienso y a lo que viene no es a por insectos, sino esperando comerse las sobras del gato.
Intente sacarle un video pero había muy poca luz, pero aquí lo dejo. Tenía que haberle tomado fotos con flash.


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Me vuelve la depresión en este lugar del mundo


El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y esto viene a cuento de que cuando me vine por primera vez a Costa Rica, no estaba seguro de haber dejado atrás la depresión, pero si recordaba lo que me dijo mi psiquiatra: Cuando tu creas que estas bien, tendrás que seguir tomando los antidepresivos durante un tiempo y después ir bajando la dosis hasta dejar de tomarlos. Pues bien esta segunda vez, aunque no me sentía tan fuera de este mundo como en la primera, las vivencias en aquel país, me hicieron venir tomándome antidepresivos, ansiolíticos e incluso algunas píldoras para dormir. La llegada, aunque cada vez que visitaba algún sitio, se me venían a la memoria ciertos recuerdos, que no me hacían nada bien y que solo curan el tiempo, mi cambio fue muy bueno. No paraba de visitar sitios. Todo lo que veía volvía a ser maravilloso, desde la gama de verdes, hasta el comportamiento de los animales.
Hubo un día, no recuerdo cuando, que dije a tomar por el culo las pastillas y no pensándolo dos veces, deje de tomármelas, sin pensar para nada en la recomendación de mi brujo.
Hará un mes y pico que empecé con la dichosa ansiedad, pero no me lo tome muy en serio hasta que el cuerpo me pedía ansiolíticos. Los ansiolíticos me calmaban, pero iba notando otras cosas, como que iba perdiendo el interés a todo lo que he citado como que me parecía maravilloso.
Conozco bien los síntomas de la depresión, por lo que decidí ir un médico, pero como he dicho más de una vez, me encuentro en el culo del mundo, y pensar en un psiquiatra por aquí es como pedir una farmacia en Somalia. Iba pensando en que me recetara antidepresivos. Se trataba de un médico cirujano (Parece que todos lo son), y cuando después de explicarle lo que me pasaba, me tumbo en la camilla y me auscultó con el fonendoscopio, me apretó en el vientre y me tomo la tensión, me dije por aquí no van los tiros. Ya en la mesa me dibujó una neurona que más bien parecía una caracola de mar, aparte de aconsejarme cosas, que aunque hubiera querido hacerlas, la depresión te las anula, por lo que le dije: Lo único que te pido es que no me mandes el prozac, sino más bien uno de última generación. Llamo al farmacéutico (puerta de al lado), vino a la consulta y ya me salí hablado con él. Algo más sabía y me recomendó unas, advirtiéndome que no iba a notar los efectos hasta como mínimo unas semanas.
Mira por donde anteayer, recibo noticas de España. Familiares. Trato de ponerme en contacto con una persona a través de otra, y por lo que leo ayer por la mañana de esta última, me hundo en un abismo tan profundo, que ganas tenía de estallar. Ni siquiera fui a fresquear (ir a ver el atardecer por aquí). Hoy no estaba mucho mejor, aunque si he ido, pero allí lo que he reflexionado es que muchas personas siguen creyendo que el dinero lo soluciona todo y sigue siendo su becerro de oro.
Jamás pensé que iba a escribir algo con la etiqueta depresión, y lo estoy haciendo, aunque estoy seguro de que de esta salgo. Me acuerdo de cuando me bañaba en la piscina con agua a cero grados, y como me resucitaba, pero aquí no encuentras agua fría como no sea en la nevera.
Algún día contaré las noticias que me llegaron de España.

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