Por fin al urólogo. Cita para cistoscopia uretroscopia


Pasados veinte días desde que el médico de cabecera me mandara las capsulas para la hiperplasia (inflamación de la próstata), vuelta a su consulta. El escocerme para orinar, y el levantarme por la noche, siguen igual (dicha la verdad ahora me estoy levantando menos veces), pero él me dice que siga tomándome las píldoras y que vuelva después. Ya me cabreo y le digo que de una vez me mande al urólogo, no opone resistencia y me dice que me va a mandar al Hospital de San Juan de Dios (me extraña que todavía lo sigan utilizando para dar este servicio) que tardan menos en darme la consulta.
Ya he estado más de una vez en él, pero ahora no sé si es que lo están remodelando,
Gran parte de las palmeras se han secado me imagino que por la plaga de dichoso escarabajo y todo estaba en obras.
Han quitado todos los cuadros que había en la pared


No es mucho lo que tardan en llamarme sobre la hora de la cita. Muy amble el médico y aunque tenía razones para ponerme pegas (abandone las revisiones), al momento me manda más análisis y cita para que me hagan una cistoscopia urestroscopia, según el para descartar que sea la próstata.
Parece que ya he entrado en el calvario de los hospitales.

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Bañarse en agua fría. Es psicológico


Que es psicológico, lo sé, pero me ha sentado muy bien.
Cuando estaba en mis horas bajas allí en Costa Rica, pensaba en agua fría. Pensaba en donde podía encontrarla para bañarme en ella, y por más que lo hacía no se me ocurría nada. El agua de la ducha, el agua del mar, la del rio y la de la lluvia estaban aproximadamente a la misma temperatura, y enfriar agua en el frigorífico no me parecía la mejor idea. Tampoco tenía bañera donde echarla.
El que pensara en bañarme en agua fría tiene su explicación. En alguna entrada habré escrito que en los peores momentos de la depresión mayor que pasé, pensé que solo había dos caminos, intentar salir de ella o el otro (que no quiero ni mencionar) y para intentar salir pensé, no sé por qué se me ocurrió esto, en por la mañana al levantarme, tirarme a la piscina. Ya había pasado el verano, y en otoño y en invierno estuve haciéndolo hasta que me dio un dolor en la nuca que no se ni como llegué nadando a las escaleras. Hasta ese dolor, que yo achaque a una hipotermia (había días que la temperatura ambiente era de 0º o menos), no dejé de hacerlo porque notaba una mejoría que ningún antidepresivo me había dado. Sinceramente creo que fue lo que me hizo salir de ella.
Al llegar a España lo primero que hice fue ducharme con agua fría, pero no era lo mismo.
Con la piscina con unos 70 cm hoy no me he aguantado y me he bañado. Repito lo que he dicho al principio, que bien me ha sentado. Será el efecto placebo, pero bienvenido sea.

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