Etapas de mi vida que ningún bien me hacen


Etapas de mi vida que ningún bien me hacen
La verdad es que me lo esperaba. Esta mañana al despertarme, solo poner los pies en tierra, sabia que no estaba bien, aun así decidí dar mi acostumbrado paseo con los perros. Jamás se me ha hecho el camino tan largo. Cuando volví, ya no era el cansancio integral el que tenia, sino que noto que la ansiedad me va en aumento hasta que empiezo a rabiar. Quiero ponerme delante de este aparato, pero el cuerpo solo me pedía cama en la que al final acabo. Pastilla de Trankimazin bajo la lengua y a seguir con mi dolor del alma hasta que poco a poco me va haciendo efecto y acompañado del cansancio, hace que me quede dormido. Me acabo de levantar hace poco, he pensado en tirarme a la piscina, pero ni fuerzas tengo. Tampoco he comido, pero eso me da igual; malditas las ganas que tengo de hacerlo.
Ahora reflexiono: No me podía haber apañado con el ordenador como lo tenía. El por qué esa maldita obsesión mía por la perfección. El por qué cabrearme por unos personajes amorales a los que ya tenia que tener borrados de mi mente. La verdad es que pienso que si sigo con esta forma de ser, ni el irme a Centroamérica, me va a reconciliar con mi espíritu. Lo primero que me voy a topar es con la cruda realidad de la pobreza y todas las consecuencias que lleva consigo. Si sigo con esta forma de ser y me irrito contra los sinvergüenzas que a nivel mundial la provocan, no voy a conseguir ninguno de mis objetivos. Puede que sea bueno que me haya pasado aquí, y me sirva para ir cerrando etapas de mi vida que ningún bien me hacen y aprender a encarar las contrariedades bajo otra perspectiva.

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Estuve en trance aunque no llegué a levitar


De pequeño me metieron tanto miedo con la religión, que iba andando por la calle y cada cincuenta metros rezaba un padre nuestro por si en ese trayecto había cometido, de pensamiento, algún pecado venial. Es tal el lavado de cerebro que me habían hecho, que si me dicen de autoinmolarme con unas bombas amarradas a la cintura lo hubiera hecho en defensa de mi religión.
Pasaron años antes de que meditara sobre la existencia de dios. Estuve en trance aunque no llegue a levitar como santa Teresa; lo pase bastante mal. A mi cerebro le faltaba capacidad para llegar a ese punto en el que otros lo ven; era muy poco lo que me faltaba, pero ese pequeño lazo que me hubiera llevado hasta él, nunca fui capaz de romperlo. No comprendía como mi inteligencia no llegaba a descifrar esa minucia. Sufrí bastante. Ha pasado el tiempo y son muchas las veces que he vuelto al punto en el cual mi raciocinio me puso esa pantalla que me impedía ver más allá, pero no solo no me acerco al final, sino que cada vez lo veo mas alejado. Si he de ser sincero estoy contento de no conseguirlo. Se distinguir perfectamente entre el bien y el mal y de mis actos solo respondo ante mi por lo que soy bastante severo conmigo mismo.
Otrosí digo: Tengo más que comprobado que ni siquiera en Internet se puede ir con la verdad por delante. Esto, que para otros sea una tontería, a mi me entristece.

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El ultrajador Imperio de Bernardo Souvirón


Imagino que la mentalidad conquistadora de los romanos no se debe a ninguna característica natural y no creo que ningún dios haya empujado a nuestra ciudad a someter a otros pueblos. Una serie de circunstancias nos han llevado a desempeñar ese papel que, realmente, justifica y justificara nuestra historia para siempre.
Sin duda la conquista es una labor ardua y difícil, y resulta con frecuencia penosa para el conquistador y para el conquistado. Sin embargo las heridas que produce la violencia inevitable de la guerra pueden cerrarse pronto si el conquistador es capaz de demostrar que, en efecto, las condiciones de vida mejoran con su presencia.
Acabo de visitar algunas provincias. En todas ellas impera la ley, de manera que la gran mayoría de la población siente ahora una protección mayor que la que se sentía antes de la presencia romana. Los que nunca han tenido derechos han visto como, bajo el palio de la autoridad romana, algunas de las injusticias que habían sufrido secularmente han desaparecido de sus vidas. Creo sinceramente que con el paso del tiempo habrán aceptado por completo un modo de vida civilizado.
Sin embargo, he de decir con sinceridad que en algunos lugares he visto también rencor y recelo, lo que nos obliga a conseguir que esa parte de la población (propensa a presentarse como héroes salvadores), y especialmente la ideología radical y violenta que representa, no sean reforzadas en absoluto por un comportamiento arrogante e injusto de nuestras tropas de ocupación. Por ello, me ha complacido enormemente comprobar como, el bienestar representado por Roma ha ido haciéndose evidente, los núcleos de resistencia mas activos han desaparecido o, al menos, se han debilitado francamente. No tengo ninguna duda de que los acueductos, las carreteras, los puentes, las bibliotecas, los baños públicos, los gimnasios, las escuelas y, en general, todas las señas propias de la civilización romana son infinitamente mas eficaces que las armas y las tropas de ocupación, pues hacen que la gente común aprecie con sincera devoción el bienestar que representa la presencia de Roma en sus comunidades.
A mi entender solo hace falta una cosa más; integrar la cultura y las costumbres de los provincianos en las estructuras políticas y sociales romanas. En ese sentido juzgo fundamental nombrar gobernadores, senadores y cargos públicos entre los naturales de estas tierras conquistadas y, especialmente extender los derechos de la ciudadanía a la mayor parte de la población autóctona. Porque si Roma se limita a explotar a estos hombres, a esquilmar las riquezas de sus tierras y a imponer su poder gracias a la superioridad de sus ejércitos, nuestra presencia en las provincias será efímera y acabaremos siendo odiados por todos, igual que se odia a un enemigo común al que hay que derrotar a cualquier precio.
Si no aplicamos una política de ayuda y de mejora en todos los aspectos, las provincias serán la tumba en la que Roma acabara enterrada para siempre.

Por Bernardo Souvirón de MANUSCRIPTUMPARIUM. Lib. VII, cap. II

No me he resistido a transcribir este escrito, porque para mi es inconcebible, que a pasar de haberse portado infinitamente mas civilizada que el Imperio que nos ha tocado soportar, el final como predecía el autor, Roma fue enterrada para siempre.
Dicen que es necesario aprender de nuestra historia para no volver a repetir los mismos errores, pero esta visto que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

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