Has vuelto por tus fueros


Has vuelto por tus fueros.
Noto tu aliento tan cerca de mí que otra vez quiero engañarme diciéndome que volveremos a estar juntos.
No paras de regañarme. No querías que yo sufriera por ti, pero para mi desgracia, hoy en particular, te tengo tan presente, que ya no es el dolor de espíritu, sino que las fuerzas de mi cuerpo me están abandonando.
Mi hija lleva días diciéndome que ponga en orden mi nueva operación de vejiga.
Que le den por el culo a mi vejiga. Ya han tenido tiempo de repararla y si no lo han hecho, que se joda.
No quiero hacerte sufrir, como se que lo haces cuando me ves así, y en mi mente se forma tal caos que ya no se para donde es para adelante y donde para atrás. Al igual que te prometí que no lo haría, ahora creo te engañé, y no soy capaz de repetir la promesa.
Pobre… que Ahora entra en el instituto y no lo veo preparado para defenderse.
Pobre de mi… que le pagan una miseria.
Pobre de tu… que no encuentra trabajo. ¡Con lo que vale!
Para querer a los demás primero hay que quererse uno, te decía, y te me cabreabas.
Ahora estoy seguro que veías tu final y yo no te entendía. Me avisaste muchas veces. Cada vez me culpo mas de no haber hecho lo imposible por cambiar tu destino, pero por otro lado creo que estaba escrito y tu supiste leerlo, aunque también se que luchaste por cambiarlo, a tu manera, más que por ti, porque le hacías falta a los demás. Querías darlo todo y pensabas aun no lo habías hecho.
¡Maldito mundo!
¡Malditos dioses!
Espero me des un hálito de vida y te pueda prometer que te dejaré en paz.

Búsqueda en Google de:

Ponerle proa al temporal


Sigo sin dormir, el cansancio cada vez es mayor, nada se me apetece, síntomas claros de que estoy entrando en la gran depresión. Ella me lo había dicho muchas veces, aunque no utilizó la palabra muerte, que le prometiera que no sufriría por ella.
Salí de una depresión, pero no sé si saldría de otra. De la depresión sale uno, pero reconozco que una ayuda no viene nada mal, así que decido ir a ver a mi antiguo brujo (psiquiatra).
Lo primero de lo que se extraña, cuando con el hablo, es de que alguien pueda morir en un quirófano. Es médico y está en un hospital. Cuando le digo que nadie se lo cree, me dice que no piense mas en ello y a continuación me pregunta si había visto la película Lawrence de Arabia, cuando le digo que sí, me dice si recordaba un pasaje de la misma en el que tenían que atravesar un desierto, y en el camino desaparece un amigo suyo. Cuando pregunta por él, le contestan que Alá así lo había querido (lo daban por muerto). El no se resigna y vuelve a buscarlo consiguiendo salvarlo. Cambia de escena y ve que iban a matar al que salvó. Había cometido un delito. Yo lo salvé y soy yo el que lo ejecuta. Cuando lo hace, le recuerdan: Ya te advertí que Alá así lo quería.
Creo en el destino. Finaliza.
Cuando le cuento que vi una película de todo el tiempo que viví con María, en el momento que nos comunicaron su muerte, en primer lugar me dijo que a eso le llaman el árbol de la vida [he buscado y no he encontrado nada que se relacione (la verdad es que tampoco estoy para romperme mucho la cabeza)], y que se debe a un estrés extremo, en este caso la noticia de la muerte de un ser querido, y que he tenido mucha suerte, porque normalmente viene acompañado de un infarto (¡Y va de infartos!).
Reconozco su habilidad. Cada vez que se me hacia un nudo en la garganta, me hacía reír.
Anoche me tomé una de las drogas que me recetó, y he dormido (Y María no se me va de la cabeza. Recuerdo la cara de asco que ponía cuando se tomaba una pastilla). Al menos estoy intentando capear el temporal. No sé el por qué recuerdo algo que en mi anterior blog.

Búsqueda en Google de:

Después de la muerte de mi ser querido


Dicen que en la cultura occidental, no aceptamos la muerte y de ahí el dolor que se siente cuando se va alguien querido. Creo van mal encaminados. Al menos para mí.
En momentos de mi vida, no solo la he aceptado sino que la he deseado, y en el momento actual, no solo sigo aceptándola, sino que hubiera intercambiado la mía por la de la persona que se me fue.
A pesar de mi ateísmo, creo en el alma, o al menos en algo exterior a ti, que duele, y en este momento el dolor es terrible, porque sé que una parte, se ha desgarrado, y se ha ido con ella y que jamás la recuperaré. Se perfectamente que ya no seré el mismo que era.
En esa cultura, creen en la vida después de la muerte y en otras en la reencarnación. También me gustaría creer en ellas, pero para mi desgracia, no lo creo. Sé que María, va a ser parte de un granaillo, de un geranio, del que le encantaba el color de sus flores, y de unos olivos. También será parte de ese mar del que no podía vivir sin él. Viajará por el espacio infinito, y pasados muchos años (millones, billones, ¿qué más da?) se unirán. Es demasiado tiempo.
¿Qué es la muerte? Aún no se sabe en su conjunto. Desde el punto de vista termodinámico y neurológico existen discrepancias científicas al respecto. Yo tengo la certeza que mientras los demás te daban por muerta (estabas muy guapa e irradiabas paz) recibiste con agrado los besos de despedida que te di, aunque también te cabreaste porque lloraba y no soportabas que nadie sufriera por ti, hasta el punto que te escondiste cuando te dio tu primera (quizás ni siquiera fuera la primera) angina de pecho, y cuando te pasó apareciste bromeando como si nada hubiera ocurrido.
Fuiste/fuimos felices el tiempo que hemos estado juntos. El más feliz de tu vida, pero tan corto espacio de tiempo que es una de las cosas que más me desespera. ¿Por qué coño te tuvo que tocar ese fatídico tres por ciento? Es curioso que cuando el cirujano nos dio la noticia, pasó por mi mente todo el tiempo que hemos estado juntos (no vi un momento malo), ahora trato de repetirlo, la mente se me obnubila, y todo se reduce a uno: que no estás.
Esa fuerza y energía que ella tenía debes seguir viva en ti, ahora debes pensar que son uno solo, ella seguirá contigo más cerca que nunca, así que demuéstrale que estas con ella, y seguirás vivo por ella, me dice Vanessa. No, nunca tuve ni tendré esa fuerza (no se dé donde la sacaba), y puede, o estoy seguro, que aquí entra mi parte egoísta: ¿Quién se preocupará por traerme el libro que me gustaba? ¿Quién ese mechero con linterna? ¿Quién me llevará al médico cuando lo necesite? Estaba tan atenta a mí, que me cuidaba más que si fuera un niño.
No puedo seguir, María. Lo siento. Fuiste una mujer maravillosa.

Búsqueda en Google de: