Nuestros visitantes caninos


Penca, Fideo y Kiko, y se nos agregan otros dos, primero Escubi y al día siguiente Otto.
Son cosas de las vacaciones de verano y otras no tanto, precisamente los trabajos de de esta época.
Los agregados no son perros callejeros como los nuestros, son de raza y con pedigrí. Un Pincher enano, y un Braco alemán.
Para el enano, la dueña trae su cama, arnés, correa, su pienso especial y muchas recomendaciones de cómo hay que cuidarlo, pero una vez que se une al trió autóctono, no había forma ni de que entrara en la casa.
El matrimonio que trae al alemán no da tantas recomendaciones y no solo hace amistad con los otros cuatro, sino que duerme en el campo con ellos, eso sí, hubo que echarle de comer aparte porque a la hora de comer no hay amigos que valgan.
Esta mañana nos han despertado el Fideo y Ottto. Han congeniado bien y sus juegos los tenían precisamente junto a la ventana de nuestro dormitorio.
Otto ya se ha bañado en la piscina, en este caso si es un perro especial; cuando los demás, aprieta el calor, y buscan la sombra, el se tira a la piscina.


Esta mañana ladrerío en la parte de arriba del campo, al final no sé exactamente cuál de ellos, ha cogido un conejo (el mejor en estos menesteres es Kiko), lo que sí es cierto que ha sido la Penca la que se lo ha comido con piel y todo. Buen desayuno.


Si le sumamos a esta manada el Dorao, el gatillo, que por cierto ya ha cumplido los tres meses, dentro de poco nos tendremos que salir nosotros.


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