Segundo viaje a Puntarenas para renovación de residencia
La verdad es hace bastantes días que me había llegado de España el documento que me exigieron la ultima vez que estuve en Migración para renovar la residencia, pero no tenia ni putas ganas de ir. Han cambiado la ley de extranjería y los funcionarios están en pelotas. Sabía que me tenían que exigir mas cosas que por ignorancia no lo habían hecho.
Vanessa tenía que ir a renovar los permisos de conducir, cuatro, que curiosamente cada uno va en un carnet diferente, y yo podía aprovechar para también sacarme el de este país, así que decidimos ir juntos.
Yo, a pesar de que la salida desde aquí iba a ser a las cinco, estoy levantado desde las cuatro y algo. Tomo un chocolate y salida.
Los amaneceres por estas fechas están algo adelantados, por lo a la hora que nos vamos ya esta el sol un poco alto.
Pasamos Paquera y a la estación del ferry. Aparcamos en el parqueo del viejillo al que ni dios hace caso cuando dirige las maniobras, y subida al barco. La verdad sea dicha que ya tengo tan visto el Golfo de Nicoya, que ni saco la cámara para tomar alguna imagen. Bueno, la verdad es que tomo una.
Paso por la isla de San Lucas y al cabo de una hora estamos en Puntarenas.
Decidimos ir primero a Migración. Intento por todos los medios que me atienda la muchacha que lo hizo la última vez, todo va sobre la marcha hasta que descubre que he estado mas de dos años fuera del país. Tenia que entregar un justificante y previsor yo, me había llevado mi historial medico. La putada llega cuando me pide un documento apostillado de que durante ese tiempo no he tenido problemas con la policía. No termino de hacer tico y pongo una cara de cabreo que me nota. La vez anterior me dijo que no me estresara, esta vez que no me ahueve, y lleva razón, no hay que ahuevarse por nada.
¿Me puedes hacer un documento diciendo que estoy en trámites de renovación de la residencia?
No hay ningún inconveniente, me contesta y me lo hace.
Con este documento, puedo pasar años sin que nadie me moleste. Pocos ticos son los que tienen la documentación al día y para ellos no es motivo de preocupación. No digamos los nicas que no saben lo que es eso, y de todos los que conozco nunca han tenido un problema.
Desayunamos al estilo tico, en plan gallopinto, y taxi a Transito. Vanessa pasa antes el examen médico. Para entrar tienen que abrir un candado, la seguridad ante todo.
Nos hacen volver a la ciudad al INS para pagar no sé qué, otra vez a Transito y por fin Vanessa sale con sus cuatro carnet de conducir. Pregunta que tengo que hacer yo para sacarme el permiso, le dicen que puedo conducir con el mio, pero que si tengo interés en sacármelo tengo que ir a San José. Sigo sin comprender nada, pero sigo.
No consigo sacar una imagen de una marina en pleno manglar. Algo se ve en esta.
De compras en el centro de la ciudad, yo consigo un libro que hace tiempo tenia interés en leer y vuelta al ferry.
Había tiempo suficiente y comemos en la soda de mi amigo el gallego (que el viaje anterior descubrí que no lo era). Café aguachirri y nuevamente a embarcamos.
Ya distingo en las zonas que esta lloviendo. Aquí llovía en dos. A unos pocos de metros puede estar haciendo un sol esplendido.
En el parqueo, el viejillo me da un mango para la “señora”, cosa que le agradezco.
El carro para Tambor parece que corría mas. Si observo que con las ultimas lluvias algunas zonas de la carretera están siendo cubiertas por el bosque.
Llegada, ducha y para mi tertulia.
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