La despedida


Sin querer tengo que dedicar esta entrada a Javier. Desde que llegué la primera vez a Costa Rica, no siendo un caso excepcional como que fuera ir a Atenas a ver a su familia o a resolver alguno de sus líos, jamás lo he visto faltar al hotel donde tiene su venta de abalorios y demás, incluyo domingos y festivos; pues bien hoy no ha ido y ha estado todo el día junto a mi digamos que haciendo su despedida particular. Como es lógico he tenido que aguantar sus filosofadas.
Ha estado en Guatemala a traerse a la mujer y al hijo, los cuales los ha dejado en Atenas, y aprovechando el viaje, un chaman lo ha quitado de tomar alcohol con lo cual ni una cerveza huele, eso sí al parecer no le ha hecho efecto para la mota, o será que hay que hacer una sección especial para ella.
Por la tarde nos fuimos a mi mesa de la playa y vi el último atardecer junto a él.
Ya de noche vinieron otros a despedirse, pero venían demasiado empurados, cosa que aprovecho él.
Fue con la primera persona que hable al llegar a Tambor y digamos que ha sido la última con la que lo he hecho.
Aunque sé que vienen malos tiempos para tu negocio, te deseo lo mejor en esta vida.
Sería algo fuera de lo común que Javier lea algún día esto, pero aquí queda.

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